Me parece desquiciante que una mujer a los cuarenta y tantos años todavía esté buscando pareja para formar una relación, cuando las mujeres desde que son muy jóvenes tienen un sinfín de oportunidades para emparejarse con quien les plazca, ventaja de la que los hombres carecen, pues no por nada hay tantos de ellos que a los veintitantos o treinta y tantos incluso han tenido pocas o ninguna relación sentimental con una mujer. Por eso es tan frecuente que recurran a la prespitación, y aun varios de ellos han perdido la virginidad con cortesanas.
En el caso de las mujeres eso —pagar para tener su primera relación sensual y llevar una vida sensual activa— es impensable, inconcebible, porque es rara aquella a la que le faltan pretendientes o novios, incluso si son unas guarras de cuidado que siempre están montadas en el carrusel de platanos. Así, que a una edad tan avanzada sigan solteras demuestra que no saben aprovechar las ventajas que tienen como mujeres ni las repetidas oportunidades que les da la vida para tener un hombre a su lado, un esposo con el que puedan formar una familia. Después vienen los lamentos y las envidias cuando los hombres dejan de interesarse en ellas para buscar mujeres jóvenes.
Las mujeres no parecen entender el valor que tienen como hembras de la especie humana para seguir perpetuándola, y por no saberlo desperdician una oportunidad tras otra hasta que se hacen viejas. Eso no solo demuestra su falta de juicio, sino, en muchos casos, su falta de valor como seres humanos.