Poltergeist de Escocia: terror en la granja Ringcroft

harrysas

Madmaxista
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En 1695, la granja The Ringcroft of Stocking fue escenario de uno de los casos más severos de actividad poltergeist registrados en Escocia. El lugar se situaba próximo a la parroquia de Rerrick en Auchencairn, en el consejo de Dumfries y Galloway. Aquella granja era administrada por Andrew Mackie y su familia, quienes observaron la primera actividad inusual en el mes de febrero.

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Una mañana, Andrew encontró a todo su ganado vagando por las inmediaciones de la granja. De alguna forma, los animales se soltaron de sus ataduras por la noche. Al granjero le resultó extraño que todo el ganado se desatara al mismo tiempo. Sin embargo, prefirió creer que las correas tenían algún defecto o que la atadura no había sido lo suficientemente fuerte.


A regañadientes, el señor Mackie recogió a todo el ganado dispersado por la granja. Y para asegurarse de que no volviera a suceder, usó correas más gruesas y los ató tan fuerte como pudo. Pero, a la mañana siguiente encontró el mismo escenario. Todo el ganado escapó y volvió a dispersarse por la granja.

Un temible poltergeist en Galloway, Escocia.

Aquello que parecía una broma de mal gusto, rápidamente se convirtió en algo mucho más peligroso y extraño. Una madrugada, mientras toda la familia dormía, algo o alguien amontonó una gran pila de turba en el medio de la residencia principal. Como si un montón de apestosa materia vegetal en descomposición no fuera lo suficientemente desagradable, la entidad decidió llevar el acoso de la familia Mackie a un próximo nivel y le prendió fuego.


La humareda despertó a la familia y, afortunadamente, lograron extinguir el fuego antes de que alguien resultara herido. La casa tampoco sufrió afectaciones graves. Para el mes de marzo, los Mackie empezaron a recibir ráfagas de piedras, tanto del exterior como del interior de la propiedad.


Jamás lograron encontrar de donde les arrojaban los proyectiles y mucho menos al responsable. Curiosamente, estos ataques se intensificaban los domingos y eran dirigidos específicamente a las personas que hacían oración.

Auchencairn en el pasado
Foto antigua de la ciudad de Auchencairn, en Dumfries y Galloway. Eventos paranormales en la granja Ringcroft.

En abril, dos meses después de los primeros eventos, el poltergeist “se materializó”. Mientras jugaban a solas en una habitación de la casa, varios niños de la familia Mackie observaron una extraña figura cubierta con una manta, sentada junto a la chimenea. Dados los eventos inexplicables que venían sucediendo en la granja, los pequeños se asustaron.


Sin embargo, intentaron entablar una conversación con la figura y llamar su atención. La figura se mantuvo inmóvil, en silencio y simplemente los ignoró. Uno de los niños tomó valor, se aproximó y descubrió que se trataba de un taburete puesto boca abajo. Era evidente que alguien, con toda intención, dispuso una manta sobre el mueble para que pareciera una figura humana.


Los ataques con piedras no hicieron más que empeorar y prácticamente imposibilitaban la oración en la granja Ringcroft. Entonces, Andrew Mackie solicitó la ayuda del reverendo local, el Sr. Alexander Telfair. Este personaje visitó la granja varios días después, y discutió con la familia Mackie lo que podría estar causando la extraña serie de eventos sobrenaturales.


La historia de la familia McNaught.

El propio Telfair le reveló a Andrew que, años antes de que llegaran a vivir a esa granja, allí habitaba la familia McNaught. El patriarca de los McNaught soportó una extensa racha de mala suerte con el lugar. Además de perder múltiples cosechas, fue aquejado por distintas enfermedades que no cedieron ante ningún tratamiento. El señor McNaught estaba convencido de que la granja estaba maldita.

La maldición de la granja Ringcroft.

Ante la desesperación, McNaught encargó a su hijo consultar el tema con una conocida psíquica local. Esta mujer habría dicho al muchacho que la granja estaba maldita, pero que la forma de romper esa maldición era simple. Sólo había que dirigirse hasta una losa de piedra ubicada en la entrada, bajo la cual estaba un diente. Debían extraer la pieza dental y quemarla en un sitio lejano, o la maldición se mantendría sobre el lugar.


El joven McNaught corrió a casa a contárselo a su padre, pero en el trayecto se topó con un grupo de reclutamiento. En ese mismo instante lo alistaron en el ejército. Lo enviaron a Flandes, lugar donde conoció a alguien llamado John Redick, quien asistió a la misma parroquia y resultó que estaba a punto de solicitar permiso para ir a Auchencairn. El muchacho solicitó como favor a John que entregara el mensaje de la psíquica a su padre.


Desafortunadamente, cuando Redick llegó a la granja para contar al Sr. McNaught el mensaje de la psíquica, encontró que el hombre había muerto. Tal vez a consecuencia de la maldición. John no consideró conveniente entregar el mensaje sobre la maldición de la granja al nuevo propietario y, entonces, se dirigió con el reverendo local.


De alguna forma, se corrió la voz en el pueblo y el nuevo propietario movió la losa de piedra en la entrada. Allí encontró un diente o trozo de hueso. Según las instrucciones, lo quemó y jamás experimentó algún fenómeno extraño. Esta es la historia que contó Telfair, el mismo reverendo que recibió el mensaje de Redick.


Intentos de exorcismo al espíritu maligno.

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Cuando Telfair inspeccionó la granja, no logró encontrar nada extraño. Sin embargo, cuando se disponía a retirarse inició una ráfaga de piedras contra la casa y la familia no dudo en acusar al supuesto espíritu. El reverendo dijo que regresaría el domingo para hacer una oración grupal, con la esperanza de ahuyentar al malvado espectro.


Cuando el reverendo regresó y estaba en oración, fue sorprendido por una lluvia de piedras que parecía surgir espontáneamente. Telfair quedó plenamente convencido de que la familia era atacada por una entidad malévola, y les dijo que regresaría en un par de días con mejores herramientas.

El fracaso del reverendo Telfair.

El reverendo cumplió su palabra y empezó con una oración. Como era de esperarse, lo volvieron a atacar con piedras. Sin embargo, esta vez el ente maligno llevó las cosas a un nuevo nivel. Tras un fuerte crujido, el reverendo se dobló de dolor. Dijo que sentía como si un bastón grande y pesado lo golpeara en la espalda. Aunque ninguno de los presentes podía ver tal arma. Los Mackie seguían escuchando una y otra vez los impactos contra el cuerpo del reverendo.


Mientras se concentraban en la oración, por todo el lugar se escucharon golpes si una fuente obvia. La familia recordó que esos sonidos eran como si alguien o algo buscara pasar por una entrada. El reverendo intentó recuperarse para seguir rezando cuando sintió que algo le apretó el brazo. Al mirar hacia abajo, observó una mano blanca sujetándolo.


La mano estaba conectada a un brazo que llegaba hasta el codo, y después de eso nada. Se trataba de un brazo incorpóreo levitando en el aire. Para cualquier efecto, los esfuerzos de Telfer para expulsar al espíritu de la granja estaban fracasando.


Poltergeist violento.

Los próximos días tras*currieron en un frenesí de violencia orquestada por la entidad sobrenatural. Cualquier vecino que intentaba visitar a los Mackie era inmediatamente repelido por una lluvia de piedras o por la extraña sensación de ser golpeados con un bastón de madera.


Y el malévolo espíritu siguió atormentando a la familia dentro de la casa. Mathies Mackie fue arrastrado varios metros por una presencia invisible. Cuando intentaban dormir, los descobijaban o expulsaban de la cama. La lluvia de piedras continuó, los muebles se movían por sí solos y los roperos y las cómodas se sacudían violentamente.

Un poltergeist apodado “El Problema”.

Telfer solicitó la presencia de otros reverendo para que lo ayudaran a pelear contra lo que llamaba “El problema”. Cuando el grupo arribó a la granja, el ente paranormal no demoró en aparecer. A medida que avanzaban por la entrada, les lanzaron rocas mucho más grandes que la vez pasada. Uno de los reverendos terminó descalabrado y, para colmo de males, le arrancaron la peluca. Aparecieron pequeños montículos de turba que se incendiaban de la nada, material que también arrojaron a los reverendos visitantes.


A medida que El Problema se hacía más grande, los Mackie se estaban quedando sin opciones. Sin embargo, la Sra. Mackie observó una losa de roca suelta junto a la puerta principal. Al retirarla encontró siete pequeños fragmentos de hueso, carne y un poco de sangre. Todo estaba envuelto en un papel viejo y arrugado.


La mujer recogió estas cosas para llevarlas a Telfer. Mientras lo hacía, El Problema la atacó directamente. Le lanzaron rocas, bolas de fuego y las sabanas tendidas en el patio se incendiaron. Sin embargo, todo se detuvo cuando los artículos llegaron a manos del reverendo.

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Maldición persistente.

A finales de abril los Mackie decidieron mudarse una temporada mientras los vecinos vigilaban la propiedad a la distancia. En ese lapso, las personas no observaron ninguna actividad inusual en la granja, por lo que los Mackie volvieron creyendo que la maldición se había terminado. Tan pronto como pusieron un pie dentro de la casa, El Problema surgió nuevamente.


Esta vez, cuando la entidad invisible azotaba a sus víctimas la escuchaban decir “¡Toma eso!”. Los incendios siguieron y al lanzamiento de piedras se sumó el lanzamiento de barro. Unos días después del regreso de la familia, El Problema finalmente se comunicó con Andrew Mackie. Le dijo que los seguiría atormentando por otros cuatro días.

El trágico fin de la pesadilla en la granja Ringcroft.

Al día siguiente, la casa principal se incendió y los Mackie junto a los vecinos hicieron hasta lo imposible por controlar el incendio. Tres días después, un grupo comunitario se dio cita en el establo para realizar una oración grupal. En medio de aquella oración, observaron un bulto neցro en un rincón.


cuadro de una niña con un perro



Aquello creció como una niebla espesa hasta llenar toda la habitación. A los que hacían oración les arrojaban barro, y otros aseguraron que los sujetaron con violencia. Aplicaron tanta fuerza sobre la piel de estos desafortunados que, días después, aparecieron marcas y moretones.


Tras muchos minutos de oración, aquella nube de color se dispersó y El Problema desapareció. Al retirarse, se despidió con un último acto de terror incendiando el establo de las ovejas. Para ese momento, el poltergeist de la granja Ringcroft había hecho mucho daño. La casa principal se quemó hasta los cimientos y los Mackie tuvieron que mudarse.


Lo único que queda en la granja Ringcroft es un árbol muerto. Indudablemente, El Problema es uno de los poltergeists más poderosos de los que se tenga noticia. No sólo aterrorizó a los Mackie durante meses, sino que resistió el ataque de los expertos y finalmente destruyó el hogar de una familia, así como su medio de vida.

 
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