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Vozpópuli - Peter Hart: cerca del 86% de las bajas de la Gran Guerra fueron ocasionadas por la artillería
Fue una carnicería: 9 millones de combatientes muertos, un millón de ellos durante los primeros cinco meses; hambre; epidemias; migraciones forzadas, y cuatro imperios desaparecidos. Incluso quienes ganaron la guerra, Francia y Gran Bretaña, la perdieron: acumularon más de dos millones de muertos y terminaron endeudados. Se trata de la Primera Guerra Mundial, de la que este 2014 se cumplen cien años y a la que el investigador del Imperial War Museum de Londres, Peter Hart, dedica un volumen entero para documentar sus aspectos militares más resaltantes: La gran guerra 1914-1918 (Crítica)
Hart, considerado uno de los grandes especialistas en la investigación de las grandes batallas, tiene muy clara una cosa: “La primera guerra mundial fue, por una parte, la primera guerra tecnológica a la vez que la última contienda al estilo convencional”. Así explica Hart una de las conclusiones a las que ha llegado tras un largo proceso de documentación de todos los frentes. Uno de los datos que recoge el libro es asombroso: el 86% de las bajas las ocasionó la artillería cuyo alcance fue el más cruento a la vez que efectivo.
Si algo tiene claro el británico es que la historia de la gran guerra ha sido tergiversada. Se dice que una gran parte del terrible coste humano de la Primera Guerra Mundial se debió a la incompetencia de los militares. Hart no comparte esa visión. La verdadera responsabilidad fue la de los líderes políticos y la diplomacia. Evidentemente, el fracaso de esas vías precipitó la gran carnicería que se ejcutaría durante aquellos cuatro años.
Ejércitos dispares, carrera armamentística
Mientras que el ejército ruso es descrito por Hart como una fuerza heterogénea, desordenada y caótica, el potencial militar alemán se caracteriza por su precisión. Queda de manifiesto, además, un rasgo que llama la atención. Para 1914 existían todavía consideraciones jovenlandesales sobre el tipo de arma que se utilizaba. Por ejemplo, los británicos tuvieron serias reticencias al momento de usar gas como arma a la vez que veían los submarinos como una forma poco honesta de ataque.
Al ser preguntado sobre cuáles de los aspectos de la guerra contemporánea surgieron durante la Primera Guerra Mundial, Hart plantea un análisis de lo que podría ser “una gestión” del conflicto. “La Primera Guerra Mundial propone un enfrentamiento de hombres que son dirigidos no por un individuo, sino por un staff de estrategas. Es una concepción más técnica que se define en esos años”.
"Lanzaban gas no para apiolar, sino para evitar que se pudiera disparar"
Todos van a la guerra convencidos de que la ganarán. Entre otras cosas, porque nadie pensó que duraría tanto. “Ni siquiera los alemanes, que se sentían más seguros en una guerra corta. Pero no fue así. Los alemanes sólo atacaron en 1914. Fue la única oportunidad de la que dispusieron para ganar la guerra y acabó con la batalla del Marne”, dice Hart. Lo que sí es cierto, es que la Europa de aquellos años llevaba al menos una década preparándose para una contienda, a juzgar por la intensa carrera naval, por ejemplo, británica y alemana.
En las páginas de este libro Hart aporta un estudio pormenorizado del armamento y el modo de utilizarlo, sus implicaciones y distintos usos. “Me resulta difícil explicar a la gente por qué el gas se considera peor que los explosivos. Con el gas, obligabas a los soldados a utilizar máscaras, lo cual quiere decir que perdían visibilidad, porque se empañaba, además de que no podían escuchar nada. Lanzaban gas no para apiolar, sino para evitar que se pudiera disparar en la tierra de nadie”, explica.
Fue una carnicería: 9 millones de combatientes muertos, un millón de ellos durante los primeros cinco meses; hambre; epidemias; migraciones forzadas, y cuatro imperios desaparecidos. Incluso quienes ganaron la guerra, Francia y Gran Bretaña, la perdieron: acumularon más de dos millones de muertos y terminaron endeudados. Se trata de la Primera Guerra Mundial, de la que este 2014 se cumplen cien años y a la que el investigador del Imperial War Museum de Londres, Peter Hart, dedica un volumen entero para documentar sus aspectos militares más resaltantes: La gran guerra 1914-1918 (Crítica)
Hart, considerado uno de los grandes especialistas en la investigación de las grandes batallas, tiene muy clara una cosa: “La primera guerra mundial fue, por una parte, la primera guerra tecnológica a la vez que la última contienda al estilo convencional”. Así explica Hart una de las conclusiones a las que ha llegado tras un largo proceso de documentación de todos los frentes. Uno de los datos que recoge el libro es asombroso: el 86% de las bajas las ocasionó la artillería cuyo alcance fue el más cruento a la vez que efectivo.
Si algo tiene claro el británico es que la historia de la gran guerra ha sido tergiversada. Se dice que una gran parte del terrible coste humano de la Primera Guerra Mundial se debió a la incompetencia de los militares. Hart no comparte esa visión. La verdadera responsabilidad fue la de los líderes políticos y la diplomacia. Evidentemente, el fracaso de esas vías precipitó la gran carnicería que se ejcutaría durante aquellos cuatro años.
Ejércitos dispares, carrera armamentística
Mientras que el ejército ruso es descrito por Hart como una fuerza heterogénea, desordenada y caótica, el potencial militar alemán se caracteriza por su precisión. Queda de manifiesto, además, un rasgo que llama la atención. Para 1914 existían todavía consideraciones jovenlandesales sobre el tipo de arma que se utilizaba. Por ejemplo, los británicos tuvieron serias reticencias al momento de usar gas como arma a la vez que veían los submarinos como una forma poco honesta de ataque.
Al ser preguntado sobre cuáles de los aspectos de la guerra contemporánea surgieron durante la Primera Guerra Mundial, Hart plantea un análisis de lo que podría ser “una gestión” del conflicto. “La Primera Guerra Mundial propone un enfrentamiento de hombres que son dirigidos no por un individuo, sino por un staff de estrategas. Es una concepción más técnica que se define en esos años”.
"Lanzaban gas no para apiolar, sino para evitar que se pudiera disparar"
Todos van a la guerra convencidos de que la ganarán. Entre otras cosas, porque nadie pensó que duraría tanto. “Ni siquiera los alemanes, que se sentían más seguros en una guerra corta. Pero no fue así. Los alemanes sólo atacaron en 1914. Fue la única oportunidad de la que dispusieron para ganar la guerra y acabó con la batalla del Marne”, dice Hart. Lo que sí es cierto, es que la Europa de aquellos años llevaba al menos una década preparándose para una contienda, a juzgar por la intensa carrera naval, por ejemplo, británica y alemana.
En las páginas de este libro Hart aporta un estudio pormenorizado del armamento y el modo de utilizarlo, sus implicaciones y distintos usos. “Me resulta difícil explicar a la gente por qué el gas se considera peor que los explosivos. Con el gas, obligabas a los soldados a utilizar máscaras, lo cual quiere decir que perdían visibilidad, porque se empañaba, además de que no podían escuchar nada. Lanzaban gas no para apiolar, sino para evitar que se pudiera disparar en la tierra de nadie”, explica.