Steven Seagull
Madmaxista
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No abro hilos sobre cajas en Conspis porque lo considero un subforo serio para cuestiones más tras*cendentales y menos materiales, pero incluso en el sentido más filosófico, no dejo de ser una entidad simplona que le encuentra sentido a su vida a través de la conducción de cajas gostosas.
Sería hipócrita y falso decir lo contrario, porque si algo me mantiene más o menos centrado son los coches y la conducción. Repararlos, conducirlos, disfrutarlos, llegar a paisajes desconocidos en ellos... Será simple, orate, materialista y lo que queráis, pero es así.
Obviamente hay cosas más valiosas en este lugar que una máquina que no deja de ser un montón de hierro sin vida, vínculos mucho más fuertes que los que pueda crear ningún objeto.
Sin embargo, no puedo desvincularme de esa sensación de poder, satisfacción y autorrealización que consigo tras el volante.
Tengo más proyectos, más interacciones, más ideas y más planes que no tienen que ver con las cajas de cuatro ruedas, pero sin ellas me faltaría algo esencial.
Desde que era un niño que apenas sabía hablar ya tenía este vínculo con unas máquinas que, sin duda, forman parte de este enorme engaño en el que vivimos inmersos.
No soy un piloto de alto nivel ni nada parecido, pero al volante me encuentro en paz. A veces estoy rayado y salgo a conducir por el simple placer de hacerlo.
Disfruto conduciendo de tranquis en buena compañía, de risas con amigos o familia, pero cuando voy solo a mi bola lo único que importa es la carretera... la máquina, mis reflejos, lo que hacen los demás... No tengo necesidad real de ir rápido, pero me gusta hacerlo, me satisface, me llena...
Muchas veces hasta me sobra la música, porque me distrae del momento. Puedo vivir el momento sobre todo cuando estoy al volante, y si es un coche con el que me identifique mucho más.
Llega un punto del viaje en el que el destino es lo de menos, porque sólo vives inmerso en el viaje, un viaje que te tiene tan atrapado que no quieres que acabe y cuyo destino, aunque bueno, deja de interesarte porque en ese momento sólo importa el proceso.
La vida tiene mucho de eso. Vives por inercia en el proceso, en el camino, en el viaje a ninguna parte... sin conocer ni el origen ni el destino, y procuras disfrutar del proceso porque es lo que tienes.
Quizá el tema de la conducción tenga un vínculo con eso y por eso me atrapa tanto.
No abro el hilo para creerme especialito. Otra gente hará lo mismo con la música, con los viajecitos, pintando, escribiendo... Al final son abstracciones y atrapamientos dentro de un enorme absurdo en el que origen y destino quedan fuera de la ecuación porque de lo contrario se desmorona todo.
¿De dónde vienes? ¿Adónde vas? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Por qué eres en lugar de no ser?
Venga, hasta luego...
Sería hipócrita y falso decir lo contrario, porque si algo me mantiene más o menos centrado son los coches y la conducción. Repararlos, conducirlos, disfrutarlos, llegar a paisajes desconocidos en ellos... Será simple, orate, materialista y lo que queráis, pero es así.
Obviamente hay cosas más valiosas en este lugar que una máquina que no deja de ser un montón de hierro sin vida, vínculos mucho más fuertes que los que pueda crear ningún objeto.
Sin embargo, no puedo desvincularme de esa sensación de poder, satisfacción y autorrealización que consigo tras el volante.
Tengo más proyectos, más interacciones, más ideas y más planes que no tienen que ver con las cajas de cuatro ruedas, pero sin ellas me faltaría algo esencial.
Desde que era un niño que apenas sabía hablar ya tenía este vínculo con unas máquinas que, sin duda, forman parte de este enorme engaño en el que vivimos inmersos.
No soy un piloto de alto nivel ni nada parecido, pero al volante me encuentro en paz. A veces estoy rayado y salgo a conducir por el simple placer de hacerlo.
Disfruto conduciendo de tranquis en buena compañía, de risas con amigos o familia, pero cuando voy solo a mi bola lo único que importa es la carretera... la máquina, mis reflejos, lo que hacen los demás... No tengo necesidad real de ir rápido, pero me gusta hacerlo, me satisface, me llena...
Muchas veces hasta me sobra la música, porque me distrae del momento. Puedo vivir el momento sobre todo cuando estoy al volante, y si es un coche con el que me identifique mucho más.
Llega un punto del viaje en el que el destino es lo de menos, porque sólo vives inmerso en el viaje, un viaje que te tiene tan atrapado que no quieres que acabe y cuyo destino, aunque bueno, deja de interesarte porque en ese momento sólo importa el proceso.
La vida tiene mucho de eso. Vives por inercia en el proceso, en el camino, en el viaje a ninguna parte... sin conocer ni el origen ni el destino, y procuras disfrutar del proceso porque es lo que tienes.
Quizá el tema de la conducción tenga un vínculo con eso y por eso me atrapa tanto.
No abro el hilo para creerme especialito. Otra gente hará lo mismo con la música, con los viajecitos, pintando, escribiendo... Al final son abstracciones y atrapamientos dentro de un enorme absurdo en el que origen y destino quedan fuera de la ecuación porque de lo contrario se desmorona todo.
¿De dónde vienes? ¿Adónde vas? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Por qué eres en lugar de no ser?
Venga, hasta luego...