Fudivarri
EL ESTADO ES TU PEOR ENEMIGO.
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Al ver las potencias tan pequeñas, pero continuas 24/7, a que estamos sometidos y las potencias de las antenas de 4G ya existentes, moderadas, de algunos mW/m², pero también permanentes, se me ocurrió que lo único que podía hacerlas disparar una radiotoxemia, el SRIS; era hacerlas pulsar en potencia a una frecuencia relativamente baja, como la de la red eléctrica. Esa idea me llevó a buscar si existen armas parecidas en los ejércitos. Y, efectivamente, existen y son de nueva generación. Armas derriba drones, armas que destruyen cualquier componente electrónico y deja electrónicamente ciego al rival, armas invisibles que se emplean contra multitudes de manifestantes, etc. Armas que cualquier chaval es capaz de emular con los componentes de un horno microondas (aunque de baja potencia, 800-1200 W). Armas caseras peligrosas, armas que permiten destruir el módem wifi del vecino, por ejemplo. O que pueden dañar mucho a una persona si se la radia desde la casa vecina a través de un muro ligero, si es que se sabe dónde duerme. Eso sería horroroso. Pero se cuenta que ya ha sido empleado contra disidentes especialmente molestos.
Buscad en Internet.
Pero el arma biológica instalada en las torres es mucho peor que esas armas militares porque se dirige no contra un enemigo potencial, sino contra las poblaciones de los propios estados que las instalan. A voluntad, alguien da la orden y las antenas empiezan a pulsar. A las cuatro semanas pulsando se detiene el arma y empiezan a aparecer enfermos con SRIS, gente que muere o se cura. La mortalidad dura un par de meses. Gente que, como dicen que hace el coronafake, si se curan, vuelven a enfermar cuando regresan a su casa. Al parecer, una vez se ha lanzado el SRIS, basta con radiaciones de poca intensidad para que éste no cure de ninguna manera, si no toma medidas que nadie le va a enseñar a los enfermos: aislarse, al menos para dormir, en una jaula de Faraday. 8 horas diarias reparando el cuerpo pueden ser suficientes. Pero, insisto, nadie les va a hacer llegar la idea.
Textos como éste serán ocultados por la censura y, allí donde puedan leerse, serán criticados por todos los agentes sociales del poder (Community Managers, hablando en moderno). Y sabéis, el ciclo: ninguneo, irrisión, ira y censura.
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Pero el arma biológica instalada en las torres es mucho peor que esas armas militares porque se dirige no contra un enemigo potencial, sino contra las poblaciones de los propios estados que las instalan. A voluntad, alguien da la orden y las antenas empiezan a pulsar. A las cuatro semanas pulsando se detiene el arma y empiezan a aparecer enfermos con SRIS, gente que muere o se cura. La mortalidad dura un par de meses. Gente que, como dicen que hace el coronafake, si se curan, vuelven a enfermar cuando regresan a su casa. Al parecer, una vez se ha lanzado el SRIS, basta con radiaciones de poca intensidad para que éste no cure de ninguna manera, si no toma medidas que nadie le va a enseñar a los enfermos: aislarse, al menos para dormir, en una jaula de Faraday. 8 horas diarias reparando el cuerpo pueden ser suficientes. Pero, insisto, nadie les va a hacer llegar la idea.
Textos como éste serán ocultados por la censura y, allí donde puedan leerse, serán criticados por todos los agentes sociales del poder (Community Managers, hablando en moderno). Y sabéis, el ciclo: ninguneo, irrisión, ira y censura.