Juas, juas, jua, menudo owned se va a comer el País. Ahora resulta que el "sastre" dice en la gaceta que no duda de que Camps pagara sus trajes, pero que en la tienda no lo hizo.
"Ni siquiera es sastre, y las versiones las suelta según le da el aire o el cheque. José Tomás dice ahora que “han querido apiolar al mensajero; soy un bicho insignificante al que quieren aplastar”. “Yo jamás he hecho una factura, ni siquiera sé manejar un ordenador”. “Veo a Camps una persona íntegra y austera que no se vuelve loco comprando”. Este miércoles se ha sabido que siete ex subordinados de Tomás confirman que había convertido Forever Young en un "cortijo" y que les ordenó falsear las cuentas.
José Tomás dice en La Gaceta de Los Negocios que “han querido apiolar al mensajero; soy un bicho insignificante al que quieren aplastar”.
“Yo jamás he hecho una factura, ni siquiera sé manejar un ordenador”. “Veo a Camps una persona íntegra y austera que no se vuelve loco comprando”.
Mientras Tomás se defiende, Eduardo Hinojosa, presidente de Forever Young, afirma en la denuncia presentada contra el falso sastre que éste había convertido la empresa en su «cortijo», no exagera. Esa circunstancia la corroboran siete empleados, subordinados de Tomás cuando el falso sastre era el director de todas las sucursales de la firma, en una carta, a la que ha tenido acceso ABC, fechada el pasado día 6 y remitida al Juzgado de Instrucción número 33 de Madrid.
Los siete responsables de cada una de las tiendas explican las irregularidades contables que se veían obligados a hacer por orden de Tomás, quien falseaba a su antojo ventas y devoluciones. «Últimamente -dicen en la carta- había un caos de anulaciones y devoluciones». Tal era la situación, que la empresa se vio en la necesidad de prohibir estas últimas.
Operaciones enmascaradas
Según los directores de las tiendas, cuando las ventas eran bajas, circunstancia que se repetía a menudo, Tomás «se inventaba ventas» y les obligaba a «hacerlas a través de la caja». Esas ventas falsas las enmascaraba con «operaciones pendientes de cobro».
Cuando, por el contrario, las ventas eran altas, algo que ocurría «generalmente en épocas de rebajas», aprovechaba la circunstancia y «anulaba los pendientes de cobro». Esta segunda operación siempre la ordenaba meses después de haber inflado las ventas.
El falso sastre «ordenaba personalmente» qué vendedor resultaría beneficiado con las ventas ficticias y cuál sería perjudicado por las devoluciones. «Mandaba hacer las anulaciones de venta a las cajeras y a criterio de éstas asignaba la devolución perjudicando al vendedor, no coincidiendo normalmente beneficiario y perjudicado en sus comisiones», explican."