No está hecha la miel para la boca del asno.
Podría mearte en la boca y pagarías con gusto. Ea, a mamarla.
:bla:
Venga, cuéntanos de aquella cerveza survietnamita que degustaste la última vez que estuviste por allí. O la que te ponen en la tartera los monjes del Monte Athos cada vez que les visitas en el cumpleaños del Abad.