La vivienda, un 'imposible' que afecta a la salud mental de los jóvenes: "No tengo mal sueldo, pero la ciudad me está expulsando"
Dos personas con vidas muy distintas cuentan la batalla por conseguir un piso: "Quiero dejarle algo a mi hija".
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Iago, de Ourense, ha tenido que dejar Madrid al no conseguir alquilar un piso.
A Iago le tiembla la voz al otro lado del teléfono. Este joven de 31 años habla con 20minutos desde Ourense, su ciudad de nacimiento. Con un trabajo en remoto 100% y 2.000 euros de sueldo, acceder a un piso de alquiler en la capital, Madrid, se había convertido en algo "imposible". Los arrendadores le pedían ingresos mínimos de 3.000 euros para pisos de 50 metros que valen más de 800 euros al mes. El bucle inmobiliario llevó a este gallego a la desesperación y de vuelta a casa de sus padres. "No puedo comer ni dormir, vivo todo el día acelerado", sentencia.
Lo triste de todo esto es pensar que no tengo un mal sueldo pero la ciudad me expulsa
"Lo peor de todo es el machaque mental. No soy capaz de encontrar piso en Madrid", cuenta Iago. Lo triste de todo esto es pensar que no tengo un mal sueldo pero que esta ciudad me está expulsando", añade. Una situación que se repite en las grandes ciudades de España, donde la tensión de precios de los alquileres se ha disparado.
"El sueño europeo"
Julia (nombre ficticio), de 28 años, española de origen uruguayo decidió probar suerte en España cuando se quedó embarazada. Sola, sin ayuda de nadie, cogió un avión y se presentó en la capital ya con su bebé en agosto de 2023. Lo que no sabía es que "el sueño europeo" (como ella misma dice) se iba a convertir en una pesadilla. Tras idas y venidas por pisos para madres solteras y con las ayudas de organizaciones, la Comunidad y algunos de sus amigos, Julia ha ido sobreviviendo hasta acabar en una habitación en el barrio de Usera donde paga 350 euros (en neցro). Tampoco tiene trabajo. "Me parece muy loco que familias de cualquier edad y con hijos tengan que vivir con otras porque no pueden alquilarse algo por sí mismos. Incluso si tienes el dinero suficiente para hacerlo es inviable porque el alquiler no puede ser más del 40% de lo que ganes", sentencia.Con depresión y ansiedad y a la espera de que llegue su cita para el psicólogo, su estado de nervios se ha trasladado a su hija, que durante meses no paraba de llorar. Además, cada vez que van a alguna casa, la niña cree que se quedarán allí a vivir. Está traumatizada. "Hemos vivido situaciones de gran tristeza y desesperanza. Al final no nos quedó otra que volver a aquella vivienda" dice, a la vez que reconoce que le gustaría concienciar a la gente que se plantea tener hijos. "Nos merecemos venir a una familia donde nunca falte lo más básico. Todo esto que estamos pasando mi hija y yo me parece una cosa y lo peor es que socialmente nadie le da ese peso. Quiero dejarle algo a mi hija", asevera.
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