Y eso es muy relativo… si lo de valorar el valor añadido fuese cierto, seríamos un país pujante, porque brillarían los talentos. Sin embargo, la realidad es que este es un país en el que al que asoma la cabeza, se la cortan. Y en los puestos de mando se pone a enchufados, pelota y afines. Lo que quiero decir es que andar dando saltos confiando en la propia valía te puede llevar a sitios donde te perciban como un peligro y te joroben la vida. El pan de cada día en España. La gente se mueve poco en España, no por cobardía, sino por correcta percepción de la realidad.