Muy bien, todo el mundo insiste que no hay que darles la espalda.
Pero, ¿qué pasa cuando estás en el campo, te persiguen los perros y los tienes A TU ESPALDA?
¿Vas de frente hacia ellos?
Porque a mí me pasó, en una etapa del camino de Santiago.
Lo que yo hice es seguir adelante andando a buen ritmo, y volverme de vez en cuando, para que vieran mi bastón, coger alguna piedra del suelo y tirársela, para que no se acercaran demasiado.
Si hubiera intentando alejarme de ellos andando para atrás, para darles la cara todo el tiempo, me habría roto la cabeza.
Se lo dije a la policía local del siguiente pueblo, donde tenía el albergue, y pasaron olímpicamente del tema, con la excusa de que había sucedido en otro término municipal.
Y no, no fue porque intentara acariciar un corderito. Me mantuve todo el tiempo en el camino marcado, alejado de las ovejas.