Lo más irritante y aburrido de los uropedos es su inacabable complejo de inferioridad. Tal complejo sólo puede ser sustentado a lo largo de tantos siglos por el irrefutable hecho de que son inferiores al resto de las razas humanas y comprobarlo constantemente les hace volverse aún más fulastres de lo que ya son de por sí.
Qué cruz.
Qué cruz.