Estoy de acuerdo con farstar en que contar el volumen en términos de nocional no tiene sentido, y explico porqué. Como bien dice farstar, el valor de un swap, por ejemplo, no es el nocional, sino el coste de deshacer la posición (o tomar una posición contraria), que es bastante menor. Esto es a lo que se le llama Mark-To-Market. Si yo tengo un swap a 5 años por un nominal de 100 millones, pagando 3% fijo contra euribor+30 pb, eso quiere decir que debo pagar 3 millones al año y recibo según el nivel del euribor cada 6 meses: si el euribor fija, digamos, de media, entre 1,20% y 2,80%, recibiré entre 1,5 y 3,2 millones al año. El valor del swap es el valor actual (descontando la inflación) de la diferencia entre lo que pago y lo que recibo cada año, que varia entre -1,5 y +0,2 millones. En el peor caso, -1,5 x 5 años, el valor actual de -7,5 millones. Por supuesto que los tipos de interés pueden cambiar mucho, y las pérdidas aumentar mucho más de lo esperado, pero lo que se paga (y por tanto la exposición y el riesgo) son los intereses, no el nocional, que es solo un número que se usa para calcular los intereses.
Si la otra parte quiebra, dejo de cobrar, pero también dejo de pagar. El swap se cancela, y tengo que ajustar mis pérdidas o ganancias por su valor actual MTM, ciertamente no por el nocional.
Respecto al hecho de que muchas posiciones en derivados están compensadas economicamente (posiciones largas compensan posiciones cortas), también es un factor real que hay que tener en cuenta. LTCM, recordemos, no quebró; la Fed "convenció" a un sindicato de bancos acreedores (con la excepción de Bear Stearns, que acabó pagando por ello con creces, pero eso es otra historia) para que pusieran dinero para cubrir los agujeros causados por la crisis rusa, y se procedió a la liquidación ordenada de las posiciones, compensando largos con cortos. El fondo no se cerró hasta un par de años después, y los bancos recuperaron su dinero.
En cuanto a productos estructurados, o financiación de inversiones a largo plazo con papel emitido a corto plazo, en caso de quiebra se procede a una liquidación del colateral, y los tenedores de papel (por ejemplo de lehman, por citar un caso de quiebra) reciben o recibirán una parte de lo que se pueda sacar. Aquí no hay apalancamiento, sino mala representación u ocultación del riesgo de crédito real.
Otra cosa son los derivados de crédito que toman como referencia el valor de la deuda de una entidad que quiebra. Pero también aquí se produce compensación entre posiciones largas y cortas. En el caso de Lehman, hubo una subasta especial para cubrir posiciones en las que Lehman actuaba como contrapartida el domingo 14 de septiembre, antes incluso de que la quiebra fuera oficial. La cifra oficial de contratos aún abiertos cuando se produjo la subasta que estableció el valor de liquidación, como un mes más tarde, fue de unos 70.000 millones, que se liquidaron con pagos de menos de 6.000 millones.
Los más pillados en la caso de la quiebra de lehman fueron los clientes que lo usaban como Prime Broker, que tienen los activos que aportaban como colateral congelados hasta que se acabe el proceso de liquidación (que tardará años); y los accionistas, que lo perdiero todo (incluyendo a los empleados y ex-empleados, que tenían más del 30% de las acciones, incluyéndome a mí - mi consuelo es que Dick Fuld perdió mucho más).
El problema real es que nadie sabe cual es la exposición real de los derivados. No hace falta que sea 500 veces la economía real; 2 veces, o 10 (y sabemos de sobra que es bastante más), es suficiente para poder decir con razón que el sistema financiero es un castillo de cartas que se sostiene con alfileres.