Pues aquí seguimos tras tener la tercera dosis, recibida a la vez que la de la gripe y sin mayores contratiempos que un ligerísimo dolorcillo en el hombro y unas décimas de fiebre al día siguiente. Nada que un español con un paracetamol no sea capaz de aguantar.
Los agoreros que me auguraban una fin terribe siguen equivocándose porque no me he quedado moñeco, no he tenido trombos ni otros horribles trastornos.
Nada de nada.
Lo mismo con la gente que tengo alrededor. La realidad es testaruda y la banderilla no me está matando ni a mí ni a los que a mi alrededor están en mi misma situación.
Tampoco parece que ese 30% de medicados que iban a morir en el término de 3 meses hayan muerto. El ADE y otras calamidades no han llegado ni se las esperan.
Mientras tanto el cerco a los partidarios de no banderillarse se va cerrando. Por suerte cada vez son menos y aunque no están obligados a banderillarse, la sociedad tiene su derecho a tirar para adelante aunque algunos prefieran quedarse atrás.
Sé que algunos antivacunas tienen miedo mientras que otros parten de una posición ideológica.
A los primeros os brindo mi experiencia y la de mis familiares y amigos más cercanos. Este es un foro en el que una posición como la mía es minoritaria pero creo necesario que haya alguna voz que cuente algo diferente a la línea general, a pesar de la reacción furibunda que normalmente se produce. Por suerte no son más que palabras, así que no duele.
A vosotros que tenéis miedo os digo que miréis más allá de este foro, preguntéis a profesionales con criterio y decídáis en consecuencia.
Seguiremos informando.