Masacre de españoles en Filipinas en la II guerra mundial

PORRON

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Febrero de 1945 fue un mes de júbilo para los Aliados. Con Adolf Hitler recluido en el búnker de la Cancillería (y a sabiendas de que solo era cuestión de tiempo que Berlín capitulara ante el empuje soviético) a Estados Unidos solo le quedaba un escollo inmediato por superar antes de lanzarse sobre Japón: expulsar a los soldados nipones atrincherados en Manila, la Perla de Oriente que habían perdido tres años antes. Sus deseos se cumplieron el día 27, cuando el general Douglas MacArthur logró hacerse con la capital tras un mes de cruento asedio. Sin embargo, prefirió no celebrar en exceso aquella victoria al percatarse de que sus enemigos habían dejado tras de sí los cadáveres de un sin fin de civiles.


Todos ellos, asesinados por mera venganza antes de la derrota. Miles de hombres, mujeres y niños.

Aquella barbarie poco tenía que ver en principio con una España a caballo entre ambos bandos y que apenas albergaba en Manila una pequeña representación política y una comunidad formada por 3.000 almas. Pero el repruebo no entiende de neutralidades, como informó el diario ABC el 23 de marzo: «Doscientas cincuenta personas de la colonia española han muerto en los trágicos sucesos. Entre ellas, cincuenta sacerdotes».

Testigo olvidado
La masacre de nuestros compatriotas durante la liberación sacudió a la sociedad. Aunque hubo una persona a la que marcó de por vida: José del Castaño Cardona. Cónsul general en la urbe, evitó la fin gracias a que aquella jornada no se encontraba en el consulado. La mera suerte le permitió escapar de la fin. «Se vio obligado a huir con su familia hasta que encontró a los estadounidenses. Habría podido regresar a España mucho antes, pero quiso quedarse para ayudar a sus compatriotas», explica a ABC Álvaro del Castaño Villanueva.


Sabe bien de lo que habla. No ya porque haya escrito una novela histórica que narra las vicisitudes de este diplomático ( «fin en Manila», La esfera de los libros, 2019), sino porque, como bien indica su apellido, José era su abuelo. «Conocí la historia gracias a mi padre. Él llegó a Manila con 14 años, vivió su conquista a manos de los japoneses y, posteriormente, la matanza y la reconquista estadounidense», desvela. En sus palabras, su progenitor regresó a España con 17 primaveras y quiso olvidar aquel amargo recuerdo evitando el tema.

Y así continuó hasta hace bien poco, cuando -junto a la periodista Aurora Lozano-, Álvaro logró que abriera su corazón y que narrara como vivió aquellos trágicos sucesos. Sus palabras se convirtieron en la columna vertebral de la obra. «Las declaraciones se completan con un trabajo de investigación serio y riguroso. Incluso los diálogos han sido extraídos de cartas familiares», añade.

Testigo de la barbarie
Según publicó el diario ABC en la década de los setenta, José del Castaño Cardona «había nacido en el año 1895 e ingresado en la carrera diplomática en 1917». «Mi abuelo fue el primer nombramiento diplomático de Ramón Serrano Suñer, el hombre más importante del régimen después de Francisco Franco. Este quería enviar hasta Manila a una persona de confianza para poner en orden la Falange en Filipinas y recuperar la influencia que España había perdido en el país», señala el autor. En 1940, el cónsul se trasladó con su familia hasta la región, entonces bajo la vara de mando de los Estados Unidos. Según le contó su padre, la influencia norteamericana había convertido la capital en una urbe cosmopolita. «Había clubs nocturnos, campos de golf, grandes coches... A él le recordaba a Hollywood», completa.

La familia vivió en el consulado de forma apacible hasta que, en 1942, los japoneses se hicieron con el control del país. MacArthur se vio obligado a huir de Manila, pero antes de eso pronunció la frase que le hizo pasar a la historia: «Volveré». «Mi abuelo, como diplomático, tuvo que dar la bienvenida a los japoneses con un telegrama. Eso fue traumático porque tanto él como la sociedad manileña estaban integrados en las costumbres norteamericanas», desvela. Los nipones trajeron consigo muchos cambios. «La sociedad se militarizó. Mi padre me contaba que, siempre que pasaban frente a un soldado japonés, tenían que pararse, bajarse de la bicicleta y hacerle una reverencia», explica.

El general desembarca en Manila
El general desembarca en Manila - ABC
Cuando MacArthur cumplió su promesa y puso sitio a Manila en febrero de 1945, los últimos defensores japoneses (pertenecientes a las Fuerzas Navales Especiales) aplicaron su propia justicia. «Un grupo derribó la puerta de la embajada. Allí estaba el jefe
seguridad, Ricardo García Buch, envuelto en la bandera española. Les dio el alto y le mataron. Luego empezaron a asesinar a todo el mundo y a destrozar todo», afirma el autor. Para su abuelo fue una tragedia de la que se enteró gracias a la única superviviente (una niña, Anna Maria Aguilella) y a una vecina.

José logró encontrarse con los estadounidenses poco después, aunque estos le pusieron bajo arresto domiciliario brevemente por considerarle amigo del comunismo. Pronto se esclareció todo. «A partir de entonces tuvo dos preocupaciones: lograr que la pequeña, huérfana, estuviese bien cuidada y organizar los servicios de ayuda y socorro a los damnificados. Su sistema fue luego copiado por otras naciones», desvela el escritor. José del Castaño regresó a España, donde pudo disfrutar de una extensa carrera diplomática hasta su fin, en 1972.

https://www.abc.es/cultura/abci-mata...0_noticia.html
 
Franco quiso utilizar este hecho como pretexto para declarar la guerra a Japón. Ofreció a los americanos enviar un cuerpo de voluntarios , al estilo de la División Azul, para que combatiese junto a los marines de Estados Unidos. Los americanos declinaron la oferta.

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En una publicación española de la época podemos leer lo siguiente:

"No es solamente una raza con la que nosotros, los pueblos cultos de Europa y de América, no tenemos la más leve relación humana. Esto, por sí solo, sería bastante; pero hay algo más, aunque todavía no es lo definitivo: esa raza, antípoda del mundo civilizado, emprendió la tarea de lanzar lo de Asia para asentar en ella un Imperio que, inmediatamente de constituido, sería enemigo natural de las cosas que más se aman y se veneran en este marco amplio y secular que se viene llamando cultura de Occidente. Estas son las razones que siempre nos movieron a mirar con algo más que recelo y temor la brutal acometida del mundo amarillo, presa de un fanatismo del que solamente son capaces los pueblos primitivos."
 
El Japón Imperial está manchado de crímenes nefandos por los que, ni siquiera, a día de hoy se ha dignado a pedir perdón.

Luego ves a otakus y amawaifus hablarte de lo maravillosos que son los japos y te entran ganas de darles en sus cabezotas con un tomo del Espasa
 
El Japón Imperial está manchado de crímenes nefandos por los que, ni siquiera, a día de hoy se ha dignado a pedir perdón.

Luego ves a otakus y amawaifus hablarte de lo maravillosos que son los japos y te entran ganas de darles en sus cabezotas con un tomo del Espasa
Una cosa no quita la otra.
 
Una cosa no quita la otra.
Hombre,evidentemente es una exageración. Supongo que como sociedad y como individuos algo habrán evolucionado.

Aunque personalmente creo que en el fondo siguen siendo una sociedad muy racista y que desprecia profundamente a los extranjeros.

Todo camuflado con una educación y respeto por las formas exquisitas, eso sí
 
Hombre,evidentemente es una exageración. Supongo que como sociedad y como individuos algo habrán evolucionado.

Aunque personalmente creo que en el fondo siguen siendo una sociedad muy racista y que desprecia profundamente a los extranjeros.

Todo camuflado con una educación y respeto por las formas exquisitas, eso sí
Son muy suyos. Ese infinito orgullo y desprecio hace que sean Japón y no ¿Filipinas? Y sus mayores virtudes son también sus mayores defectos. Pero siempre han tenido una cultura de los militares, otra distinta de los niños, etc.
 
Hombre,evidentemente es una exageración. Supongo que como sociedad y como individuos algo habrán evolucionado.

Aunque personalmente creo que en el fondo siguen siendo una sociedad muy racista y que desprecia profundamente a los extranjeros.

Todo camuflado con una educación y respeto por las formas exquisitas, eso sí

Si en España fuéramos igual que los japoneses, no tendríamos tantos problemas. Fíjate que en Japón nunca tuvieron problemas con los gente de izquierdas, básicamente porque ya sabemos cómo solucionaban los problemas. Yo eso lo admiro, no puedo evitarlo.

Me gustaría ver cómo solucionarían los japoneses, los de antes, el problema que tenemos nosotros con África. Estoy convencido de que lo solucionarían con la eficiencia que tanto les caracteriza.
 
Si en España fuéramos igual que los japoneses, no tendríamos tantos problemas. Fíjate que en Japón nunca tuvieron problemas con los gente de izquierdas, básicamente porque ya sabemos cómo solucionaban los problemas. Yo eso lo admiro, no puedo evitarlo.

Me gustaría ver cómo solucionarían los japoneses, los de antes, el problema que tenemos nosotros con África. Estoy convencido de que lo solucionarían con la eficiencia que tanto les caracteriza.
Creo que comenzarían por trasladar su país 10.000 kilómetros.
 
Creo que comenzarían por trasladar su país 10.000 kilómetros.

Me refiero a qué si fuéramos un pueblo con la misma filosofía y religión que los japos. Si fuéramos sintoístas, América sería otra ahora mismo, por ponerte un ejemplo.
 
Me refiero a qué si fuéramos un pueblo con la misma filosofía y religión que los japos. Si fuéramos sintoístas, América sería otra ahora mismo, por ponerte un ejemplo.
El sintoísmo es poco más que superstición adornada, creo yo. El culto a los antepasados sí es bonito, creen mucho en los espíritus de los muertos. Me parece que es el budismo lo que les hace racionales y civilizados. Aunque la mayoría de ellos simplemente siguen el protocolo que les presenten.
No sé qué hubieran hecho los japoneses en América. Cuando salen, suelen reproducir Japón al detalle. Su imperio militar fue demasiado cruel. La obra española en América me parece uno de los hitos del espíritu humano.
 
El sintoísmo es poco más que superstición adornada, creo yo. El culto a los antepasados sí es bonito, creen mucho en los espíritus de los muertos. Me parece que es el budismo lo que les hace racionales y civilizados. Aunque la mayoría de ellos simplemente siguen el protocolo que les presenten.
No sé qué hubieran hecho los japoneses en América. Cuando salen, suelen reproducir Japón. Su imperio militar fue demasiado cruel. La obra española en América me parece uno de los hitos del espíritu humano.


Si ves como está América del sur en la actualidad, podríamos decir que "nuestra obra" fue un fracaso.

Los japoneses más que crueles, diría que son prácticos, solucionaban lo problemas de raíz, allá donde iban ponían orden.

No olvidemos que la piedad y el perdón nos ha llevado a lo que tenemos ahora, Pablo Iglesias es un ejemplo vivo de la filosofía cristiana del perdón, la otra mejilla y demás cosas. Un japonés no dudaría en ahorcar a tantos gente de izquierdas como fuera necesario si con ello garantiza la supervivencia de su patria. Y lo mejor de todo, no tendrían remordimientos, porque su filosofía de vida les impide tener piedad con sus enemigos.
 
Si ves como está América del sur en la actualidad, podríamos decir que "nuestra obra" fue un fracaso.

Los japoneses más que crueles, diría que son prácticos, solucionaban lo problemas de raíz, allá donde iban ponían orden.

No olvidemos que la piedad y el perdón nos ha llevado a lo que tenemos ahora, Pablo Iglesias es un ejemplo vivo de la filosofía cristiana del perdón, la otra mejilla y demás cosas. Un japonés no dudaría en ahorcar a tantos gente de izquierdas como fuera necesario si con ello garantiza la supervivencia de su patria. Y lo mejor de todo, no tendrían remordimientos, porque su filosofía de vida les impide tener piedad con sus enemigos.
No creo que nuestra América esté tan mal. Depende de cómo se vea. Quizás sólo se esté protegiendo. Aislada y olvidada de todos.
Nosotros somos gente que sabe llegar al otro, vivir su dicha y sufrir su dolor. Es nuestra cultura. Compasión, amistad. Me parece admirable y deseable. Quienes se aprovechan de eso mediante el engaño no lo denigran. Pero tenemos mucho engañador.
 
Si ves como está América del sur en la actualidad, podríamos decir que "nuestra obra" fue un fracaso.

Los japoneses más que crueles, diría que son prácticos, solucionaban lo problemas de raíz, allá donde iban ponían orden.

No olvidemos que la piedad y el perdón nos ha llevado a lo que tenemos ahora, Pablo Iglesias es un ejemplo vivo de la filosofía cristiana del perdón, la otra mejilla y demás cosas. Un japonés no dudaría en ahorcar a tantos gente de izquierdas como fuera necesario si con ello garantiza la supervivencia de su patria. Y lo mejor de todo, no tendrían remordimientos, porque su filosofía de vida les impide tener piedad con sus enemigos.
Yo no puedo compartir tu opinión con respecto a nuestro fracaso en América.

Durante el s.XVIII la ciudad de Mejico era la más próspera y rica de la tierra y otras ciudades de los virreinatos no le iban a la zaga.

Nosotros les dimos herramientas y cultura y ellos no supieron aprovechar el enorme legado que les dejamos.

La masonería anglojudia consiguió trocear y dividir la América española e instaurar cleptocratas en el poder que en unas décadas deshicieron todo lo que España creó.

Aún con todos los defectos de España, podemos y debemos sentirnos orgullosos de nuestro legado.

Nosotros no tenemos una masacre de Nanking a nuestras espaldas y creo que nuestro carácter nos impediría masacrar mujeres,viejos y niños como si hicieron ellos en pleno siglo XX
 
No creo que nuestra América esté tan mal. Depende de cómo se vea. Quizás sólo se esté protegiendo. Aislada y olvidada de todos.
Nosotros somos gente que sabe llegar al otro, vivir su dicha y sufrir su dolor. Es nuestra cultura. Compasión, amistad. Me parece admirable y deseable. Quienes se aprovechan de eso mediante el engaño no lo denigran. Pero tenemos mucho engañador.

Hombre, eso de que no está tan mal, no sé yo... Si miramos Australia y Nueva Zelanda, por ejemplo, son paraísos al lado de Colombia o Venezuela.

Las virtudes que nombras sólo se debe tener entre nuestros compatriotas, o sino, desapareceremos como pueblo. Serlo con otras culturas y pueblos nos llevará a nuestro exterminio.
 
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