BlueOrange
Gonzalo Carlos Novillo Lapeyra
Tradición Católica
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Texto publicado en el telegram de Ricardo Delgado de La Quinta Columna (25 sept.2024).
Reenviado desde el telegram del Dr. José Luís Sevillano, de La Quinta Columna.
“El espejo desaparece tras el espejismo. La ideología siempre acaba ahogando la idea. No falla: cuanto más desalmados e ignorantes nos mostremos, más psicólogos habrá entre nosotros. Nos hacemos estudiosos y especialistas de lo que carecemos e ignoramos, por puro esnobismo y encubrimiento de nuestro fraude.
Lo mismo ocurre con la Tradición o, mejor dicho, tradición, pues cada vez me gusta menos su mayúscula. Como en 2024 ya no hay tradición viva regular que defender, nos reinventamos como tabarras tradicionalistas. De la misma forma que sólo después de la fin del comunal surgió el comunismo; del mismo modo que el primer neonazi solo pudo nacer después de los Juicios de Núremberg, el tradicionalismo del siglo XXI surge como reacción a la aniquilación absoluta de toda forma tradicional regular. Otro ismo, otra simulación, otra parodia invertida de una inercia aparentando ser movimiento volitivo. En 2024 el tradicionalista no pasa de ser un nostálgico de lo que no fue, un melancólico de la acción que no se atrevió a ejecutar, un sentimental emponzoñado en una idea que no entiende. Perro ladrador, edéntulo bocazas. Valentón en redes sociales, cagón cuando se queda a solas consigo mismo. Sagrado Guardián Templario de la Fe, la Familia, los Valores, la Patria, la Ley, el Orden, la Nación, la jovenlandesal… Menos lobos, Caperucita.
Defino el tradicionalismo como el ridículo empecinamiento en querer restaurar cuatro cascotes como catedral, sin conocimiento alguno de arquitectura ni mampostería. Ser tradicionalista supone pretender mejorar las cosas repitiendo una y otra vez lo que nunca ha funcionado. Se trata de yonkis adictos al statu quo, trastornados obsesivo-convulsivos por la decadencia, pringados convencidos de la desgracia de haber nacido en la época equivocada. No importa qué tradicionalista sea (hay miles: sedevecantistas, alt-right americana, patriotas de postín, fiel a la religión del amores salafistas, católicos preconciliares, sionistas ultraortodoxos, protestantes puritanos, rigoristas de la Sharia, kikos neocatecumenales, evangélicos jovenlandesalistas, masonazos guenonianos, activistas taurinos, burgueses conservadores, identitarios regionales con aspiraciones soberanistas, flipados pseudohispanistas del imperio, youtubers antifeministas, nacionalistas monárquicos, fervorosos cofrades marianos, masculinistas red pillers, fans de tal o cual ejército, seguidores de Trump, de Le Pen, de Vox, de pilinguin, del Cardenal Burke, incluso de Elon Musk…), toda esta gente tan dispar e irreconciliable entre sí, confluyen en mostrarse siempre como cochinillos nostálgicos del bisabuelo jabalí que jamás conocieron. Por supuesto, cada uno de ellos piensa que su lechón ancestral es el legítimo, y rechaza al resto como impuro.
Que el estado general de las cosas dé ardor de estomago hasta límites insoportables, no da derecho a imponer otra nausea como delirante morriña de un pasado que jamás sucedió. Se está tan acostumbrado a la mentira hegemónica, que basta que cualquier patraña se muestre como alternativa para que unos cuantos la abracen sin sentido crítico. Que lo que haya sea una enorme cosa, no significa que tengamos que aceptar como válida a esta panda de mierdecillas. En palabras más claras: cuando la modernidad me mete por los ojos una polaridad de contienda ideológica, religiosa, política o incluso militar, yo me cisco en los dos polos. ¿Ejemplos prácticos? Entre Ione Belarra y Santiago Abascal, yo jamás voy a votar. Entre la cabalgata del orgullo lgtb y la jornada mundial de la juventud católica, yo boicoteo ambas. Entre Eurovisión y la Teología de la Liberación, me aburro por dos. Entre una feminista radical con el pelo rosa y una trad wife ñoña con voz de pito, me quedo con mi novia. Entre la izquierda apestosa y la derecha apestada, les paso por encima con apisonadora. Entre lo pogre y la sharia, vomito en los dos.
Los más críticos de mis lectores preguntarán por qué combato más a los tradicionalistas que a los progres. Por triple motivo:
1) Porque a estas alturas los progresistas modernos han desistido de hacer proselitismo conmigo. Soy impermeable a su propaganda. Mi marginalidad y ostracismo ya impiden que me cruce con ellos, ni por los pasillos. Por el contrario, son solo los tradicionalistas (derecha, cristianos, conservadores, fiel a la religión del amores, pesaos…), los que aún me dan la chapa, y no han renunciado a arrimar mi ascua a su sardinilla enlatada.
2) Porque se está formando un movimiento tradicionalista conservador mesiánico global como falsa
alternativa al Nuevo Orden Mundial, y no quiero participar en la Tercera Guerra Mundial. No al menos de esa manera indigna e ignominiosa.
3) Porque estoy harto de tanta hipocresía. De estas tres en especial:
La hipocresía sobre la familia: La familia tiene como origen etimológico famel, esclavo, criado, siervo. La familia no es otra cosa en su sentido primigenio romano, que un grupo de esclavos unidos por la convivencia en una misma casa. La cohesión de la unidad familiar no es la sangre, ni el linaje, ni la estirpe, sino el régimen de servidumbre al que esta sirve como institución. Así, el equivalente de la familia en la tradición persa e indoaria es el shudra, la casta esclava, que no tiene otra función social que generar más criados, más vasallos, más esclavos, equivalente a la voz latina prole, de la que deriva el concepto marxista de proletariado como clase social. En definitiva, se dice, a veces con orgullo, que la familia es el pilar fundamental de la sociedad, sin meditar demasiado en qué significa eso. Si vivimos en una sociedad esclavista, la familia será el pilar fundamental de la esclavitud. Así ha sido durante siglos: al esclavo no se le permitía tener más riqueza que su progenie, su descendencia, la prole que vive bajo un mismo techo. La cosa empeora cuando llega la modernidad: si esa familia como grupo de esclavos ya ni si quiera vive en la casa de un señor feudal ni trabaja las tierras de un noble que les protege, pasa a vivir en un inmueble hipotecado por un mismo cártel bancario. Peor aún: ni si quiera estamos hablando de una casa, sino de un poco agradable apartamento donde hacinan a los siervos del sistema como en ratoneras. Algunos esclavos pagarán alquiler; otros, hipoteca; otros okuparán la vivienda… todos forman pequeñas asociaciones de esclavos de dos generaciones, rara vez tres, hoy en día. Incluso estoy de acuerdo de manera irónica con la posmodernidad cuando habla de nuevos modelos familiares: dos fulanos barbudos con un perro labrador, una progenitora soltera de un niño con su nueva novia lesbiana, una trieja poliamorosa bisexual que adopta una niña china de seis años… Todos ellos forman familias en cuanto a unidades de crianza y adoctrinamiento de esclavos. Eso es y siempre ha sido la institución familiar: el motor de perpetuación de la esclavitud.
Por eso, cuando en 2024 aparece un tradicionalista exaltando defender la familia tradicional, le pregunto: ¿Qué familia es esa exactamente? ¿Quizás la suya? La que le permite en su impotencia ser fundador de algo, aunque sea al servicio de otro. Hoy en día, la única familia que se muestra coherente y funcional es la de la mafia. En la posmodernidad, el padre y la progenitora tienen que trabajar más de ochenta horas semanales los dos para sobrevivir en esta sociedad, y delegan la educación de los hijos al sistema educativo, a internet, y a los dibujitos animados de Netflix. Los hombres modernos tienen hijos para sacrificarles y entregarles al sistema como estudiantes universitarios, honrados contribuyentes e incansables trabajadores. Por su parte, las mujeres tienen hijos para completar el check list de la felicidad moderna: tener éxito en el trabajo, lucir sexy y delgada, tener más de 10.000 seguidores en Instagram, casarse, viajar al Sudeste Asiático, y ser progenitora (no necesariamente en ese orden). ¿Qué familia defiende exactamente el tradicionalista de 2024? Un fenómeno creciente de la posmodernidad es el de los hombres que se quejan de que tienen dificultades para encontrar pareja y casarse: incels, red pill, MGTOW, androsfera, todos esos. Alegan: “Ya no quedan mujeres con valores tradicionales” o “las mujeres exigen mucho y ofrecen poco”. Lo cierto es que esta frustración responde a una verdad difícil de asimilar: antaño la institución matrimonial permitía que hombres que en otras circunstancias no tenían acceso a ninguna mujer, dispusieran al menos de una con la que casarse durante toda su vida. La modernidad ha dinamitado el acceso al sesso a los hombres feos, débiles y pobres. ¿Pues qué mujer, si no es para formar una familia (es decir, perpetuar la prole esclava) iba a acostarse con un hombre así? El grueso de los quejicas defensores de los valores familiares y los nostálgicos del matrimonio de toda la vida, suele ser así: jóvenes sin ningún atractivo para las mujeres, solteros que no consiguen ligar, casados acostumbrados al soberano aburrimiento, divorciados escaldados. Por su parte, las mujeres bastante desgracia tienen con pretender conciliar el ideario feminista, cuarenta horas semanales de laburo, su liberación sensual, encontrar el amor, mostrarse empoderada, vestir a la moda y cumplir su sueño de ser progenitora, como para ocuparse de estas cuestiones de gañanes. Resultado final: la familia hecha unos astutas. Los padres de familia son parodiados como ineptos y torpes garrulos en las comedias televisivas de masas: Homer Simpson, Peter Griffin, Papa Pig… Por otro lado, las madres de familia son degradadas por el establishment feminista como víctimas oprimidas por el patriarcado. Y así, ellos acaban como célibes involuntarios, es decir, que no se comen ni los mocos; ellas acaban adictas a los ansiolíticos y resentidas hacia el sesso opuesto. Ante este dantesco panorama, el tradicionalista vindica la familia tradicional en un fariseo y abyecto ejercicio de gazmoñería."
Extracto desde el Post#2 de este mismo hilo, "Los Protocolos de Toronto (de 1967 y 1985) de la alta masonería".
"Utilizando científicos y laboratorios financiados por nuestras Logias, hemos desarrollado exitosamente un proceso químico que revolucionará todas las Sociedades Occidentales, y condenará al olvido eterno la jovenlandesal y los principios religiosos ****ocristianos. Este proceso, en forma de una píldora, preparará ampliamente el camino a la Libertad sensual sin consecuencias, y animará a las Mujeres de las Naciones a querer romper con lo que entonces será percibido como el yugo del pasado (la esclavitud de las mujeres sometidas a los hombres, y la tradicional familia ****ocristiana).
Habiendo sido “el centro de la célula familiar”, la mujer moderna, ahora como un individuo independiente, querrá romper su rol tradicional para separarse de su familia y vivir su vida de acuerdo con sus propias
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aspiraciones. Nada más natural, lo sabemos, pero donde intervendremos con mucha fuerza será con la infiltración de todos los nuevos “Movimientos de Protesta Feministas” a base de llevar su lógica a los extremos límites de la deducción. Y esos límites ya están inscritos en la ruptura de la familia tradicional y de la sociedad ****ocristiana."
"Esta “Liberación sensual” será el último medio por el cual nos será posible hacer desaparecer de la “Consciencia Popular” cualquier referencia a “Dios y el malo”. El colapso de esta barrera religiosa y jovenlandesal nos permitirá alcanzar el proceso de falsa “Liberación del Hombre de su Pasado”, que en realidad será una forma de esclavitud que será beneficiosa para nuestros “Planes Globalistas”.
Esta puerta abierta a la incentivación de la “Libertad sensual”, el “Divorcio”, el “Aborto” libres, el reconocimiento legal de las varias formas de gaysidad, nos ayudará a modificar en profundidad las bases históricas del “Derecho Legal” de las Sociedades. Será una gran baza para empujar al conjunto de los individuos hacia una generalizada relajación de sus formas de vida, para dividir a los individuos en contra los unos de los otros, para destruir el futuro de los jóvenes a base de empujarlos hacia las experiencias perjudiciales de la sexualidad temprana y el aborto y para romper la jovenlandesal de futuras generaciones a base de empujarlas hacia el alcoholismo, hacia diversas drojas (el control mundial de las cuales estará garantizado por nuestros Altos Oficiales y nuestras Logias Internacionales), y hacia el suicidio (que será considerado como opción por una juventud desilusionada y abandonada a su suerte, y visto como un final noble).
https://uncatolicoperplejo.com/el-aborto-como-fetiche-sensual-en-la-masoneria/
Decepcionemos a la juventud de las Naciones mostrándoles a sus padres como unos irresponsables, irreligiosos, inmorales; sólo buscando, en última instancia, el placer, la evasión y la satisfacción desenfrenada de sus instintos al precio de la mentira, de la hipocresía y de la traición (Nota: referencia a masones). Hagamos del divorcio y del aborto una nueva costumbre social aceptada por todos. Empujemos a esa juventud a la criminalidad bajo todas las formas y a refugiarse en distintos grupos, fuera del alcance del medio familiar que percibirá, inevitablemente, como una amenaza para su propia supervivencia."(Continúa en el siguiente post).
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