Los grandes «chaqueteros» políticos de la historia

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Alexis Tsipras, de líder antiausteridad a ser un pragmático más


El caso de Alexis Tsipras se comenta durante las últimas semanas: el político de izquierda idealista, líder de una formación, Syriza, con el objetivo declarado de acabar con la austeridad en Europa, ha cedido al pragmatismo. Su caso no es el primero. En ocasiones, la toma de poder y el tiempo moderan la ideología original de los líderes. Así sucedió con Willy Brandt, Daniel Cohn-Bendit, François Mitterrand o André Malraux. Pero también se radicalizan ideológicamente, como ocurrió con Hugo Chávez o Fidel Castro.

El candidato griego de la antiausteridad, quien iba a apiolar a la Troika, quien se manifestó en Génova contra el G8 en 2001 junto a sus colegas altermundialistas, Alexis Tsipras ha pasado en apenas medio año de ser el nuevo ídolo de la izquierda europea a un líder «pragmático» a imagen y semejanza de buena parte de los jefes de gobiernos de la Eurozona. Seis meses desde las elecciones generales griegas del 25 de enero de 2015, cuando la formación izquierdista Syriza, encabezada por Alexis Tsipras, se alzó con la victoria. Ese mismo día, tras conocer los primeros resultados, el político se dirigió a pueblo heleno y lanzó un mensaje contundente: «Grecia deja atrás la desastrosa política de austeridad, deja atrás el miedo y el autoritarismo. Deja atrás cinco años de humillación y de sufrimiento. Y avanza de nuevo con confianza, con esperanza, con dignidad y con serenidad hacia una Europa que cambia». También definió entonces a su partido como el «ejemplo concreto» de esa nueva etapa.

Sin embargo, el acuerdo que obtuvo el primer ministro con los acreedores el lunes 13 de julio pese a ganar el «No» a las propuestas de austeridad en el referéndum. Una salida cada vez más probable de Grecia del euro le hizo cambiar de idea.

Mitterrand, 14 años como presidente socialista y un pasado oscuro durante el régimen de Vichy


La polémica siempre ha rodeado a la figura de François Mitterrand, presidente de la República Francesa (1981-1995) y una de las figuras icónicas del socialismo galo. El caso de su hija secreta Mazarine, nacida de su relación con Anne Pingeot en 1974, solo es un episodio de las controversias que rodean al político. Las más graves se vinculan a su ideología durante el régimen de Vichy, la dictadura proclive al nazismo que gobernó el sur de Francia entre junio de 1940 y agosto de 1944.

La polémica comenzó en 1994, cuando el periodista e investigador Pierre Péan publicó «Una juventud francesa. François Mitterrand, 1940-1944». Péan, que en la obra exploró los vínculos del futuro líder socialista con el régimen de Vichy, afirmó en una entrevista concedida al medio galo «Libération» en abril de 1996: «François Mitterrand busca de nuevo borrar tres trimestres de su vida, que no tienen nada de malo porque lo cierto es que no ocupó un puesto importante en Vichy. Retoma la versión según la que, si no fue resistente, estuvo muy cerca de la Resistencia pocas semanas después de su llegada a Vichy. Es falso».

Posteriormente, por sus catorce años como presidente socialista, un récord en Francia, a Mitterrand sus críticos lo recuerdan como un líder pragmático y oportunista ansioso por el poder: «Tan adepto del "laissez faire", como abogado del cambio. Sea como fuere acabó con la idea de que un presidente socialista no podía creer en el libre mercado ni en las privatizaciones», escribía «L'Express» a su fin en 1996.

Willy Brandt, de ser un socialdemócrata marxista a acabar como socialdemócrata anticomunista


Willy Brandt, canciller de la República Federal de Alemania (1969-1974) y miembro del SPD, el partido socialdemócrata alemán, vivió su juventud en los convulsos años 30 europeos. Durante esa década, Brandt no perteneció a esa formación, sino al Partido Obrero Socialista (SAP, por sus siglas en alemán), un grupo político cuya ideología «regresaba a los orígenes marxistas de la socialdemocracia y volvía a exigir la dictadura del proletariado, un sistema de soviets, el principio de la lucha de clases y, ante todo, la defensa de la URSS», según explicó el historiador alemán Walther L. Bernecker en un artículo de 1982.

Combinando su activismo y su trabajo como periodista, Brandt llegó a la Barcelona de la Guerra Civil en 1937, una ciudad en la que convivió con el escritor George Orwell, con quien compartió estancia en el Hotel Falcón. En «Un año de guerra y revolución en España», un documento que redactó en la época y presentó en París ante la ejecutiva de su partido, Brandt calificó el conflicto como «el acontecimiento más grande en la historia del movimiento obrero internacional». Años más tarde asumió los postulados de la socialdemocracia germana, enemiga declarada del comunismo desde el final de la Segunda Guerra Mundial y moderada en sus principios ideológicos tras el Congreso de Bad Godesberg, en 1959.

Hugo Chávez: «Yo no soy socialista»


«No, yo no soy socialista». En una entrevista para el popular periodista Jaime Bayly en 1998, durante la campaña electoral, Hugo Chávez negaba abrazar el socialismo porque, según decía, la «América Latina actual», la que viene,-de finales de los años 90- requería un salto adelante. Incluso aseguraba que Cuba sí que se trataba de una dictadura. Levantó su imagen de libertador nacionalista de Venezuela, como sucesor de Bolívar, en clara situación de desigualdad económica y con elevados índices de pobreza extrema. El «caracazo» (1989) —protestas que acabaron en un baño de sangre con más de 300 víctimas mortales— y el golpe de Estado fallido contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez propiciaron su llegada, sin embargo, una vez conducido por las masas al poder, su discurso desideologizado y preocupado por la línea abajo-arriba, y no izquierda y derecha, fue radicalizándose progresivamente hasta erigirse como el padre del Socialismo del S.XXI. «Patria, socialismo o fin», pasó a ser su lema y la Cuba dictatorial de 1998 se convirtió años más tarde en el principal receptor y benefactor de las inmensas cantidades de crudo escondidas en el subsuelo venezonalo.

André Malraux, de coquetear con el comunismo a la firme adhesión a Charles de Gaulle


Aventurero, fascinado desde joven por Oriente y uno de los autores clave del siglo XX. La biografía de André Malraux (1901-1976) comienza en París, donde abandonó joven los estudios y se impregnó de forma autodidacta de libros y cine. En 1923 realizó su primer viaje por el sudeste asiático, una peripecia donde adquirió conciencia política y la inspiración necesaria para escribir «La condición humana», ganadora del prestigioso Premio Goncourt en 1933. Al año siguiente participó en el Congreso de escritores soviéticos, siendo por entonces afín a una ideología que consideró combativa con el nazismo y el fascismo. También luchó en la Guerra Civil española del lado republicano. Tras esa experiencia, Malraux publicó «La Esperanza».


Fidel Castro: «No somos comunistas»



«¿Cómo los cubanos de entonces permitieron que se impusiera un régimen totalitaria en Cuba? Muy fácil, porque Fidel nos engañó», explica un programa opositor de repaso al régimen a los 40 años de «Revolución». Por su parte, Fidel Castro decía en inglés a finales de los cincuenta: «Sé que están preocupados por si somos comunistas, pero quiero que quede claro... ¡no somos comunistas! Bien claro». O también: «¿Cómo voy a ser yo comunista... de dónde voy a traer yo el comunismo, padre?» (1958, al Padre Llorente, jesuita). De hecho, el padre de la revolución cubana, Fidel Castro, nunca militó en el Partido Socialista Popular (PSP), formación comunista de la Cuba prerrevolucionaria, sino que pertenecía al progresista Partido del Pueblo Cubano, también llamado Partido Ortodoxo, fundado en 1947 por Eduardo Chibás.
Líderes históricos que cambiaron su ideología cuando llegaron al poder - ABC.es
 
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