"Pero lo importante es lo que el señor Espinosa sin encomendarse a Dios y al Diablo mete al buenazo de Mario Pires en un manicomio porque así lo había manifestado el mentiroso compulsivo de Jay Allen, a quien el señor Espinosa, al objeto de llenar de repruebo el corazón de gente de un perfil determinado, le da todo crédito, de cara a la galería, claro, porque él sabía perfectamente que Jay Allen no había estado en Badajoz ni en cien kilómetros a la redonda, pero había que sacarle jugo al libro y, desde luego lo consiguió porque gente con un perfil muy determinado siguen diciendo que es igual si Jay Allen estuvo o no estuvo en Badajoz, porque lo que escribió se ajusta a la realidad de lo ocurrido y punto. Autómatas, vamos, carentes de toda posibilidad de pensar por sí mismos.
O sea, que como estamos viendo, el señor Espinosa escribió un panfleto lleno de 262 páginas de texto (el resto del tocho lo rellena con lo que cunde, represión y más represión, aunque de nada le valió al principio, ya que se vio más solo que la una y ninguno socialista de Badajoz quiso saber nada de él, hasta que con la llegada del innombrable empezó a adquirir fama por su pintoresca forma de reescribir y revisionar la Historia y él, pese al desprecio que había sufrido, se dejó querer) basándose única y exclusivamente en las crónicas de tres periodistas: Mario Neves, Marcel Dany y Jacques Berthet, que son los que él ha creído que habían entrado en Badajoz el día 15 y hasta hace poco esos tres periodistas eran la base documental que gente de determinado perfil consideraban pruebas irrefutables de la matanza de Badajoz y eran Dogma y Doctrina consideradas como el no va más de la investigación.
Pero oye, desde que publicamos el libro y expusimos el montón de periodistas que entraron el día 15, ese Dogma y esa Doctrina han pasado a ser “fuentes secundarias”. Palabreja esta que tiene su gracia pronunciada por gente de determinado perfil que se limitan a criticar, pero no aportan jamás un documento ni un cacho papel, por lo que no ven más allá de sus narices y se dejan guiar por pastores que los engañan perversosmente, aún sabiendo que los que los que potencian y subvencionan a estos “prestigiosos” están llevando a cabo el saqueo más impresionante de los fondos públicos desde los tiempos de Felipe González y su banda que ya sabemos dejaron España en la total bancarrota.
Vayamos al tema que nos ocupa. Para ello vamos a hacer un resumen de estos periodistas que entraron en Badajoz el día 15:
Poco después que entraran Mario Neves, Marcel Dany y Jacques Berthet, entran Mario Pires, del Diario de Noticias, (como ven no entró “días después” sino ese mismo día 15, pero de todos modos, pese al engaño, gente de determinado perfil seguirán dando vivas) acompañado del fotógrafo del mismo periódico Ferreira da Cunha; José Barão, del O Século y Jorge Simões del Diario da Manha.
Hasta ahora, nos encontramos pululando por la ciudad, con total libertad de ver lo que quisieran e ir a donde les diera la gana, nada menos que a seis periodistas y un fotógrafo.
Un poco después entra en Badajoz otro periodista portugués, Mario Reis, jefe de redacción del O Século, compañero de José Barão, que ya estaba en la ciudad. Mario Reis llegó acompañado de otro fotógrafo, cuyo nombre, no sé. Este periodista, tal vez porque no sabía que otros habían entrado antes que él, creyó que era el primer periodista portugués que había entrado en la ciudad: “Quiso la casualidad, en estas condiciones, que fuésemos los primeros portugueses en entrar en Badajoz”.
Ya tenemos dentro de Badajoz a siete periodistas y dos fotógrafos muchas horas antes que entrara René Brut.
Estos fotógrafos tomaron imágenes, que hasta que fueron publicadas por nosotros, eran totalmente inéditas. Si en vez de nosotros, las hubiera publicado el señor Espinosa, no quiero ni pensar la que hubiera liado gente de determinado perfil voceando contra los crímenes de los fascistas. Y, por supuesto, el señor Espinosa, o el “prestigioso” que las hubiera localizado y publicado hubiera sido elevado a los altares.
Venga, sigamos, que aún hay más, no crean que aquí se acaba todo.
Al rato cruza la frontera otro nuevo periodista procedente de Portugal. Se trataba del Jefe de los servicios de la agencia United Press en Portugal, Adolfo Vieira da Rosa.
Ocho periodistas, ocho, y todavía no hemos terminado.
Por cierto, resulta curioso que esa plaga de periodistas entraran y salieran por la frontera, que esas horas ya estaba controlada por el ejército nacional y cruzaran el puente de Palmas, vigilado nada menos que por los jovenlandeses, como Pedro por su casa. Como vemos, nadie impidió que entraran y fueran por donde les diera la gana para que el mundo no tuviera conocimiento de la masacre llevada a cabo por los “fascistas”, tal y como han hecho creer los “prestigiosos” a gente de determinado perfil.
Todos estos periodistas que hemos mencionados, después de visitar la ciudad coincidieron en Capitanía General, a la espera de la rueda de Prensa que iba a ofrecer el teniente coronel Yagüe.
Mientras esperaban a que el teniente coronel Yagüe tuviera tiempo de recibirles, fueron atendidos por el capitán Mariano Rubio de Castro, jefe de la 20 compañía de Ametralladoras, de la V Bandera, el cual les explicó de forma resumida las operaciones militares en torno a la capital y el asalto final a la misma que concluyó con la Gloriosa liberación de la ciudad del tenebroso y horrible puño del genocida y criminal gobierno del Frente Popular.
Tras la rueda de Prensa, los periodistas volvieron a desperdigarse por las ciudad visitando los lugares que les dio la gana, incluyendo la brecha de Trinidad donde vieron los cuerpos de algunos milicianos “represaliados” y los de 23 legionarios Caídos por Dios y por España, de los que me extraña que ningún “prestigioso” o cualquier sujeto de éstos de un perfil determinado no haya dicho todavía que se mataron entre ellos. No se preocupen que todo se andará. Cualquiera sabe qué serán capaces de darles sus amos cuando las elecciones estén más próximas para que engañen a gente de determinado perfil y lograr votos para seguir robando a mansalva, presuntamente, claro, siempre presuntamente, faltaría más.
No vayan a creer que éstos fueron los únicos periodistas que entraron en Badajoz aquel día 15. Que va todavía faltan más que ya están llegando.
Vamos a recibirlos no sea que se pierdan.
Por la frontera portuguesa entra otro periodista, corresponsal de United Press, el franco-belga Jean de Gandt que tampoco encuentra ninguna dificultad para ir y venir por toda la ciudad.
Nueve periodistas y dos fotógrafos (dos fotógrafos que tengamos ciencia cierta que estuvieron en la ciudad, porque, a lo mejor, llegaron más acompañando a los periodistas y no lo sabemos).
Uy, me acaban de avisar que me vaya corriendo hacia el otro lado de la ciudad, concretamente a la brecha de Trinidad porque el centinela me dice que viene un coche que no es militar y quieren que comprueben quiénes vienen dentro.
No creo que sean periodistas, porque ya hay un montón de ellos dentro y no sé dónde va a quedarse a dormir tanta gente y según Don Francisco Espinosa sólo entraron tres que fueron los que comunicaron al mundo el “genocidio como no se había visto otro igual”. Así que voy para allá a ver quién narices viene a estas horas.
Oigan, pues sí, en el coche vienen tres periodistas más. Es para alucinar.
Desde Mérida habían dejado pasar a más periodistas en dirección a Badajoz. ¿Se lo pueden creer? ¿No habíamos quedado que los jefes militares no querían que nadie entrara en Badajoz?
En este vehículo llegan John Elliott, del New York Herald Tribune; Harold Cardozo, del Daily Mail y Edmond Taylor, del Chicago Tribune, (ojo a este último, al que vamos a vigilar de cerca por si acaso, ya que trabaja para el mismo periódico que Jay Allen)
No deja de tener su guasa y va en relación con lo que comentamos al principio sobre el peligro que suponía venir a Badajoz cuando los milicianos andaban en piaras por las calles, dando voces mientras bebían como cosacos, matando al que les parecía bien, porque este periodista, es decir Edmond Taylor escribió: “Entré en Badajoz -ahora segura en manos rebeldes -Aún se podían ver lo muertos por las calles y vi a unos soldados fregando las manchas de sangre sobre el pavimento delante del Gobierno Militar”.
O sea, que los periodistas estaban más tranquilos y seguros con Badajoz en manos de los nacionales que con las manadas de gente de perfil muy determinado, carentes, como dijo el mismo señor Espinosa, “de facultad humana”, andando sueltos por las calles.
En resumen, doce periodistas, oigan doce, nada más y nada menos, y como mínimo, dos fotógrafos, es el número total de periodistas que entraron en Badajoz el día 15 y vieron cadáveres, destrucción y daños causados por la batalla del día anterior, pero ninguno de ellos vio ningún fusilamiento masivo en ningún lugar, ni tan siquiera en la plaza de toros, donde entraban y salían cuando les daba la gana.
Así que ya me contarán ustedes de dónde ha salido eso que los “prestigiosos” le cuentan a gente de determinado perfil sobre fusilamientos masivos en el ruedo, incluyendo a Mario Neves casi cincuenta años después, no dejando bicho vivo en la plaza con su paraguas.
A estas alturas, créanme, no dejo de pensar en la posibilidad que el señor con el que hablé y cuyos recuerdos publiqué, no me engañó perversosmente, porque hemos analizado sus declaraciones y hay muchas cosas que no concuerdan.
Mario Neves, en su crónica, refiriéndose a la plaza de toros dice: “sobre la arena se ven algunos cadáveres, lo que da a la plaza un aspecto macabro de teatro anatómico. Todavía hay, aquí y allá, algunas bombas que no han explotado, lo que hace difícil y peligrosa una visita más pormenorizada”.
Esos “algunos cadáveres” en realidad son dos, como manifestaron otros periodistas y hemos demostrado en una de las fotografías. Mario Neves era un chico bastante asustadizo.
Pero aún hay otra cosa en su crónica que llama la atención: “Nos dirigimos enseguida a la plaza de toros, donde se concentraban los camiones de las milicias populares”.
Este “nos dirigimos enseguida a la plaza de toros” hace suponer que los periodistas que estaban en la frontera habían oído a los desertores que llegaron la noche del 14 al 15 que en la plaza de toros se estaban produciendo fusilamientos y era uno de los principales sitios que querían ver, aunque en el resto de la ciudad había cadáveres, a resulta de la batalla, para dar y tomar.
Buscaban el amarillismo que no encontraron pero que los “prestigiosos” se han encargado de hacérselo creer a gente de determinado perfil.
De todas maneras, el debate no está en ese tema, sino en el hecho que los tres testigos de la “matanza de Badajoz” que a bombo y platillo manifestó el señor Espinosa, se han convertido, de golpe y porrazo en doce. Eso sin contar los que entraron en días sucesivos, y de los que no vamos a ocuparnos ahora.
Ah, por cierto, que no se nos olvide que en contra de lo que manifestó Jay Allen y el señor Espinosa ha hecho creer a gente de perfil determinado, el periodista Mario Pires siguió disfrutando de una gran salud física y mental.
No se crean lo que les han dicho. Es mentira, les han engañado."
GUERRA CIVIL EN BADAJOZ
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