Cuenta cuento
Madmaxista
- Desde
- 31 Jul 2015
- Mensajes
- 6.141
- Reputación
- 11.833
Los detectives del implante de pelo: "Todos sabíamos que lo de Rafa Nadal acabaría mal"
17:57 Estimated 3771 Words ES Language
Auto openoff
Las operaciones de regeneración capilar son cada vez más discretas, pero estos avezados profesionales son capaces de descubrir de un vistazo si un famoso "ha pasado por el taller"
Rafa Nadal se ajusta una bandana para el sudor. (Lynn Bo/EFE)
Por
Antonio Villarreal
Gráficos: EC Diseño
05/08/2023 - 05:00
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores
Hace 15 años, Emilio López tomó la decisión de operarse para acabar con una alopecia que le disgustaba. En 2008, aún no existía Turquía —en términos capilares— y los médicos capaces de hacer bien un implante, literalmente, "se contaban con los dedos de una sola mano", recuerda, "los demás no dominaban la técnica del injerto y el peligro de acabar con un resultado muy artificial era altísimo, hay verdaderas desgracias de aquella". Una intervención tan delicada nunca debe tomarse a la ligera, mucho menos para una persona especialmente meticulosa como él.
Antes de decidir nada, se documentó a fondo: aprendió quiénes eran los cirujanos capilares de referencia, dentro y fuera de España, quiénes habían pasado por sus manos y con qué resultados, cuáles eran los pros y contras de cada técnica, leyó sobre la vascularización del cuero cabelludo y por qué el músculo frontal era una línea roja que nunca se debía traspasar. Comenzó a frecuentar foros de pacientes y allí encontró a muchas almas afines.
¿Si me injerto pelo ya nunca más se me va a caer? Un experto responde
Fran Sánchez Becerril
Pronto comenzaron a focalizar su obsesión capilar en el ingente número de famosos que, según su terminología, "habían pasado por el taller". En 2023, ponerse pelo no es solo una tendencia, en determinados sectores —la televisión, por ejemplo— es más parecido a una adicción. Como detectives capilares, Emilio, que hoy trabaja como coordinador de pacientes en una prestigiosa clínica, y sus adláteres han entrenado su mirada para detectar en menos de un segundo si un futbolista o un cantante se ha puesto grafts con la técnica FUE o si lleva el viejo método de la tira o FUT, si su renacida cabellera es producto de la medicación o de un maquillaje de queratinas como el Toppik. "Cuando veía a alguien por televisión, a un famoso, y le veía algo raro, inmediatamente me saltaba la chispa", explica a este periódico. "Casi siempre acertaba y estaban operados, así me fui convirtiendo en un profesional de detectar trasplantes capilares".
Por ejemplo, observemos a Bertín Osborne. Cualquier persona normal podría coincidir en que, pese a su frente amplia y sus entradas, es alguien que a sus 69 años ha conservado razonablemente el pelo con el que la naturaleza le obsequió.
Bertín Osborne, durante un evento. (EFE)
Pero una foto frontal no basta para engañar a estos detectives. Uno de ellos aprovechó un cambio en su corte de pelo para, en mitad de un programa de televisión, detectar por primera vez la cicatriz. Esa antiestética marca en la parte de atrás de la cabeza evidenciaba que le habían extraído una tira de pelo —intervención muy en boga hace unos años, hoy en desuso— para implantársela en una zona más necesitada. "Le han hecho un corte de pelo raro, dejándole el pelo largo justo para tapar la cicatriz", concluyó Emilio en ese momento. "Y parece que lleva Toppik en la coronilla", el nombre comercial de un espray con fibras de queratina que se adhieren al pelo y contribuyen a aparentar una densidad mayor en zonas donde el bosque empieza a clarear.
"Aquella era una técnica antigua", explica Emilio, "ese pelo de la nuca se implantaba de una forma poco ortodoxa y te dejaba un efecto de pelo de muñeca, como lo llamamos nosotros". Actualmente, la técnica más habitual es la conocida como FUE (acrónimo en inglés de extracción de unidades foliculares) y el trasplante se hace pelo a pelo. Es una forma bastante discreta de replantarse el cabello, pero, afortunadamente para estos detectives, eso no quiere decir que los pacientes lo sean, ni antes ni después de la intervención.
Consejos para evitar a estos detectives
Hubo una época en que las famosas se operaban la nariz y casi todas quedaban igual. Daba la impresión que Janet Jackson y Paloma San Basilio habían sacado las suyas del mismo molde. En estos momentos, está pasando algo muy parecido con el pelo de muchos famosos: están pasando de tener cada uno su aspecto natural —con sus características, virtudes y defectos— a tener todos el mismo "efecto de frente recta" muy marcado, artificial e influenciado por los aires de Estambul.
"Mucha gente va a Turquía y traen todos el mismo pelo. Frontales rectos con una línea antinatural"
"Mucha gente va a Turquía y traen todos el mismo dibujo capilar", confirma Emilio. "Frontales completamente rectos con una línea recta muy antinatural, muy gruesa, muy fuerte. Los pacientes llegan a decir: 'A mí me gusta eso' porque lo ven todos los días: un error se ha convertido en una moda".
¿Por qué alguien célebre, con dinero y medios para informarse adecuadamente, se hace un implante de pelo que a veces no resulta favorecedor? "En este momento, ocurre menos, pero ha habido muchísimos años en los que los famosos iban a operarse con los menos recomendados", indica el coordinador. "Muchas veces, de buena fe, el médico te recomendaba un colega dermatólogo que puede ser una eminencia, pero no domina la técnica del injerto capilar". Otro factor no desdeñable es que determinadas clínicas inviten a famosos de medio pelo —ejem— a operarse allí gratis a cambio de publicitarlo en su Instagram.
Las clínicas buenas jamás regalan operaciones y jamás promocionan que han operado a alguien
"Quienes hacen esto no son Julio Iglesias, Alejandro Sanz o Fernando Alonso, sino el típico concursante de Mujeres, hombres y viceversa o uno que ha ido a La isla de las Tentaciones", explica este coordinador. "Suelen ir a clínicas que hacen la operación gratis, pero no quedan bien, ese tipo de pacientes suelen quedar mal en su mayoría, pero generan un efecto llamada: si allí se ha operado este, yo también". Él habla de una regla no escrita que impera en el sector: las clínicas buenas jamás regalan operaciones y jamás promocionan que han operado a alguien.
Por estos foros de ex-calvos aficionados al misterio han pasado una cantidad impresionante de rostros que aparecen en televisión, un sector particularmente abonado a los injertos. En muchos programas, sus colaboradores están continuamente apostando cosas absurdas y, cuando pierden, el castigo es raparse la cabeza. Por ejemplo, el presentador Joaquín Prat lo hizo en directo a finales de 2017 tras haber prometido que lo haría si se demostraba que Pilar Abel no era la hija legítima de Salvador Dalí. Una apuesta tan ridícula como cualquier otra que sirvió para rellenar el minutaje del programa de ese día y allanar un posterior injerto capilar. Lo mismo ha sucedido numerosas veces en Sálvame. Hasta el propio Jorge Javier Vázquez acabó rapándose la cabeza durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. El presentador es, por cierto, un sospechoso habitual de este tipo de foros desde al menos 2015. La lista de famosos televisivos que, para estos ávidos observadores, han pasado por el taller de una forma u otra, es kilométrica: Iker Jiménez, Rocío Carrasco y Fidel Albiac, Antonio David, Víctor Sandoval, Hilario Pino, Carlos Lozano, Christian Gálvez... Por no hablar de los concursantes de Gran hermano y formatos similares.
Carlos Lozano, uno de los que se ha realizado un injerto capilar. (Mediaset)
El único sector comparable al televisivo es el del fútbol, donde la regeneración capilar está causando furor desde hace años. A las remontadas espectaculares del entrenador Antonio Conte, Diego Simeone o el portero Diego López se unen decenas de casos: Jordi Alba, Iago Aspas, Rakitic, Cala o hasta un entrenador sexagenario como Javier Aguirre, actualmente en el Mallorca. En estos dos sectores es casi más difícil encontrar a alguien que aún no se haya hecho nada.
17:57 Estimated 3771 Words ES Language
Auto openoff
- Los detectives del implante de pelo: "Todos sabíamos que lo de Rafa Nadal acabaría mal"
- Las operaciones de regeneración capilar son cada vez más discretas, pero estos avezados profesionales son capaces de descubrir de un vistazo si un famoso "ha pasado por el taller"
- Consejos para evitar a estos detectives
- Los indetectables
- Los que quedan mal
- El consejo final: no sean impulsivos
Las operaciones de regeneración capilar son cada vez más discretas, pero estos avezados profesionales son capaces de descubrir de un vistazo si un famoso "ha pasado por el taller"
Por
Antonio Villarreal
Gráficos: EC Diseño
05/08/2023 - 05:00
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores
Hace 15 años, Emilio López tomó la decisión de operarse para acabar con una alopecia que le disgustaba. En 2008, aún no existía Turquía —en términos capilares— y los médicos capaces de hacer bien un implante, literalmente, "se contaban con los dedos de una sola mano", recuerda, "los demás no dominaban la técnica del injerto y el peligro de acabar con un resultado muy artificial era altísimo, hay verdaderas desgracias de aquella". Una intervención tan delicada nunca debe tomarse a la ligera, mucho menos para una persona especialmente meticulosa como él.
Antes de decidir nada, se documentó a fondo: aprendió quiénes eran los cirujanos capilares de referencia, dentro y fuera de España, quiénes habían pasado por sus manos y con qué resultados, cuáles eran los pros y contras de cada técnica, leyó sobre la vascularización del cuero cabelludo y por qué el músculo frontal era una línea roja que nunca se debía traspasar. Comenzó a frecuentar foros de pacientes y allí encontró a muchas almas afines.
¿Si me injerto pelo ya nunca más se me va a caer? Un experto responde
Fran Sánchez Becerril
Pronto comenzaron a focalizar su obsesión capilar en el ingente número de famosos que, según su terminología, "habían pasado por el taller". En 2023, ponerse pelo no es solo una tendencia, en determinados sectores —la televisión, por ejemplo— es más parecido a una adicción. Como detectives capilares, Emilio, que hoy trabaja como coordinador de pacientes en una prestigiosa clínica, y sus adláteres han entrenado su mirada para detectar en menos de un segundo si un futbolista o un cantante se ha puesto grafts con la técnica FUE o si lleva el viejo método de la tira o FUT, si su renacida cabellera es producto de la medicación o de un maquillaje de queratinas como el Toppik. "Cuando veía a alguien por televisión, a un famoso, y le veía algo raro, inmediatamente me saltaba la chispa", explica a este periódico. "Casi siempre acertaba y estaban operados, así me fui convirtiendo en un profesional de detectar trasplantes capilares".
Por ejemplo, observemos a Bertín Osborne. Cualquier persona normal podría coincidir en que, pese a su frente amplia y sus entradas, es alguien que a sus 69 años ha conservado razonablemente el pelo con el que la naturaleza le obsequió.
Bertín Osborne, durante un evento. (EFE)
Pero una foto frontal no basta para engañar a estos detectives. Uno de ellos aprovechó un cambio en su corte de pelo para, en mitad de un programa de televisión, detectar por primera vez la cicatriz. Esa antiestética marca en la parte de atrás de la cabeza evidenciaba que le habían extraído una tira de pelo —intervención muy en boga hace unos años, hoy en desuso— para implantársela en una zona más necesitada. "Le han hecho un corte de pelo raro, dejándole el pelo largo justo para tapar la cicatriz", concluyó Emilio en ese momento. "Y parece que lleva Toppik en la coronilla", el nombre comercial de un espray con fibras de queratina que se adhieren al pelo y contribuyen a aparentar una densidad mayor en zonas donde el bosque empieza a clarear.
"Aquella era una técnica antigua", explica Emilio, "ese pelo de la nuca se implantaba de una forma poco ortodoxa y te dejaba un efecto de pelo de muñeca, como lo llamamos nosotros". Actualmente, la técnica más habitual es la conocida como FUE (acrónimo en inglés de extracción de unidades foliculares) y el trasplante se hace pelo a pelo. Es una forma bastante discreta de replantarse el cabello, pero, afortunadamente para estos detectives, eso no quiere decir que los pacientes lo sean, ni antes ni después de la intervención.
Consejos para evitar a estos detectives
Hubo una época en que las famosas se operaban la nariz y casi todas quedaban igual. Daba la impresión que Janet Jackson y Paloma San Basilio habían sacado las suyas del mismo molde. En estos momentos, está pasando algo muy parecido con el pelo de muchos famosos: están pasando de tener cada uno su aspecto natural —con sus características, virtudes y defectos— a tener todos el mismo "efecto de frente recta" muy marcado, artificial e influenciado por los aires de Estambul.
"Mucha gente va a Turquía y traen todos el mismo pelo. Frontales rectos con una línea antinatural"
"Mucha gente va a Turquía y traen todos el mismo dibujo capilar", confirma Emilio. "Frontales completamente rectos con una línea recta muy antinatural, muy gruesa, muy fuerte. Los pacientes llegan a decir: 'A mí me gusta eso' porque lo ven todos los días: un error se ha convertido en una moda".
¿Por qué alguien célebre, con dinero y medios para informarse adecuadamente, se hace un implante de pelo que a veces no resulta favorecedor? "En este momento, ocurre menos, pero ha habido muchísimos años en los que los famosos iban a operarse con los menos recomendados", indica el coordinador. "Muchas veces, de buena fe, el médico te recomendaba un colega dermatólogo que puede ser una eminencia, pero no domina la técnica del injerto capilar". Otro factor no desdeñable es que determinadas clínicas inviten a famosos de medio pelo —ejem— a operarse allí gratis a cambio de publicitarlo en su Instagram.
Las clínicas buenas jamás regalan operaciones y jamás promocionan que han operado a alguien
"Quienes hacen esto no son Julio Iglesias, Alejandro Sanz o Fernando Alonso, sino el típico concursante de Mujeres, hombres y viceversa o uno que ha ido a La isla de las Tentaciones", explica este coordinador. "Suelen ir a clínicas que hacen la operación gratis, pero no quedan bien, ese tipo de pacientes suelen quedar mal en su mayoría, pero generan un efecto llamada: si allí se ha operado este, yo también". Él habla de una regla no escrita que impera en el sector: las clínicas buenas jamás regalan operaciones y jamás promocionan que han operado a alguien.
Por estos foros de ex-calvos aficionados al misterio han pasado una cantidad impresionante de rostros que aparecen en televisión, un sector particularmente abonado a los injertos. En muchos programas, sus colaboradores están continuamente apostando cosas absurdas y, cuando pierden, el castigo es raparse la cabeza. Por ejemplo, el presentador Joaquín Prat lo hizo en directo a finales de 2017 tras haber prometido que lo haría si se demostraba que Pilar Abel no era la hija legítima de Salvador Dalí. Una apuesta tan ridícula como cualquier otra que sirvió para rellenar el minutaje del programa de ese día y allanar un posterior injerto capilar. Lo mismo ha sucedido numerosas veces en Sálvame. Hasta el propio Jorge Javier Vázquez acabó rapándose la cabeza durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. El presentador es, por cierto, un sospechoso habitual de este tipo de foros desde al menos 2015. La lista de famosos televisivos que, para estos ávidos observadores, han pasado por el taller de una forma u otra, es kilométrica: Iker Jiménez, Rocío Carrasco y Fidel Albiac, Antonio David, Víctor Sandoval, Hilario Pino, Carlos Lozano, Christian Gálvez... Por no hablar de los concursantes de Gran hermano y formatos similares.
Carlos Lozano, uno de los que se ha realizado un injerto capilar. (Mediaset)
El único sector comparable al televisivo es el del fútbol, donde la regeneración capilar está causando furor desde hace años. A las remontadas espectaculares del entrenador Antonio Conte, Diego Simeone o el portero Diego López se unen decenas de casos: Jordi Alba, Iago Aspas, Rakitic, Cala o hasta un entrenador sexagenario como Javier Aguirre, actualmente en el Mallorca. En estos dos sectores es casi más difícil encontrar a alguien que aún no se haya hecho nada.