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Madmaxista
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Todo el mundo a nivel subconsciente parece percibir el empleo directo del metal como un horror, como una esclavitud hacia lo matérico, una rigidez a la hora de relacionarnos, la imposibilidad por hacer trampas monetarias al solitario más allá de modificar la composición de las unidades monetarias, asociando el empleo del metal al oscurantismo, al hambre. A la miseria, a la pobreza, .........
Lo cierto es que el metal nos protegía de dos fenómenos; De la preponderancia de todo sector prestamista y financiero sobre otros sectores y de la inclinación del estado a tornarse totalitario. Nos protegía de la banca y del estado en resumen, dos por uno. Cuando hoy día estamos inmersos en una falsa dicotomía entre los defensores de la entidad privada y el sector público mientras de facto operan con cierta complicidad. Ante un fenómeno que nos supera y que nos conduce a un extraño globalismo bajo su propio influjo.
Estaba yo pensando. Cómo puede ser que a lo largo de la historia no hubiese voces señalando estos principios tan básicos y cutres.
Durante la edad media San Bernardo de Claraval levantaba sus suspicacias en torno a los peligros de la usura, (usura entendida esta como cualquier préstamo con interés), mostrando preocupación en sus escritos como no podría ser otra forma. Obviamente en aquellos tiempos nadie concebía que el dinero no tuviese un anclaje con lo metálico a la hora de concebirlo o convenirlo o como prefiramos expresarlo. Tomás de Aquino también señalaba la usura como inmoral y que la riqueza debía tener un respaldo real en bienes tangibles. La iglesia nunca ha mostrado especial preocupación porque los asuntos terrenales anclados al tangible estuviesen, como dando por hecho ciertos aspectos naturales a este respecto. ¿Dónde está el maldito problema me estoy preguntando?. En definitiva, santo Tomás mostraba una preocupación por la "riqueza no productiva" podríamos decir.
Nicolás Oresme en su tratado "De Moneta" de 1355 mostraba preocupación por la manipulación monetaria por parte de monarcas defendiendo el uso del oro y la plata con la finalidad de preservar el valor de maldito dinero de las narices. Señalando las inestabilidades que esto conlleva y el perjuicio que suponía para el conjunto de la sociedad.
Nuestro Juan de Mariana critica la intervención estatal, la manipulación monetaria por parte de Felipe III con sus devaluaciones de cosa de la moneda. Por supuesto que defendía el empleo del oro y la plata señalando que las autoridades monetarias bajo ningún concepto debían interferir en su valor, señalando que dichas prácticas nos conducían hacia la desintegración económica, le daba palos tanto al estado como al sector prestamista. Juan de Mariana, un crack. Lo mismo puede decirse de Francisco de Vitoria.
En cierto sentido, en España hemos estado "rezagados" a la hora de abrir las trancas y rendirnos a las supuestas bondades de un sector prestamista, algo en lo que nuestros vecinos del norte no han presentado demasiados remilgos a la hora de llevar a cabo hasta el fondo generando los primeros bancos centrales y envileciendo su maldito dinero a golpe de deuda hasta conducirnos al extraño mundo en el que nos desenvolvemos hoy día.
Gaspar Melchor de Jovellanos señalaba la importancia de mantener el valor del dinero, lo cual de manera implícita implica un empleo directo del metal a finales, todo esto a finales del siglo XVIII.
Cabe recordar que el verdadero siglo en el que se popularizó el uso del papel moneda a gran escala es el siglo XIX, "institucionalizándose" como quien dice.
Hay otra voces por ahí como el portugués Joaquim José Rodriguez de Brito que durante esas fechas mostraban una preocupación similar o un tal "Liang Qichao" quien a finales del XIX mostraba preocupación por mantener un respaldo metálico del dinero.
Una vana preocupación por mantener dicho respaldo puesto que el proceso que nos ha conducido a la disociación absoluta de metálico y fiat deuda ha sido un proceso cutre de trileros sustentado por la ilusión que propicia la deuda, pasando dicho fenómeno por encima de todo el mundo en los últimos tres siglos.
Sobre la esfera angloparlante poco que comentar. Paso de mentar a Mises, a Hayeck, a Rothbard, a Friedman, a Hume, a Adam Smith, a Say, a Jefferson, a Stuart Mill o yo qué sé, al frances Bastiat. Y paso, porque precisamente esa gente de boquilla todos se preocupan por el fenómeno monetario que nos empuja al totalitarismo que pudiese propiciar la emisión monetaria sin respaldo alguno pero en la práctica luego se montan caricias mentales (si me permiten la expresión) sobre manos invisibles, bondades de suprimir la plata de la ecuación, bondades del sistema deuda y un largo etcétera, son quienes más han influido con diferencia en dar marco teórico y conceptual al mundo resultante que tenemos hoy día. Así que por lo que a este hilo respecta podría llegar a declarar un "que les den".
Y eso es todo.
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Conclusiones:
Hubo una era en la que por lo menos, el ser humano estaba protegido mediante el empleo directo del metal de un gran mal al cual ni tan siquiera sabemos darle forma. El metal, aunque parezca una locura, nos protegía de nosotros mismos en cierto sentido.
No éramos concientes de ello.
El dinero fiat nos empuja a un global socialismo extraño.
Lo cierto es que el metal nos protegía de dos fenómenos; De la preponderancia de todo sector prestamista y financiero sobre otros sectores y de la inclinación del estado a tornarse totalitario. Nos protegía de la banca y del estado en resumen, dos por uno. Cuando hoy día estamos inmersos en una falsa dicotomía entre los defensores de la entidad privada y el sector público mientras de facto operan con cierta complicidad. Ante un fenómeno que nos supera y que nos conduce a un extraño globalismo bajo su propio influjo.
Estaba yo pensando. Cómo puede ser que a lo largo de la historia no hubiese voces señalando estos principios tan básicos y cutres.
Durante la edad media San Bernardo de Claraval levantaba sus suspicacias en torno a los peligros de la usura, (usura entendida esta como cualquier préstamo con interés), mostrando preocupación en sus escritos como no podría ser otra forma. Obviamente en aquellos tiempos nadie concebía que el dinero no tuviese un anclaje con lo metálico a la hora de concebirlo o convenirlo o como prefiramos expresarlo. Tomás de Aquino también señalaba la usura como inmoral y que la riqueza debía tener un respaldo real en bienes tangibles. La iglesia nunca ha mostrado especial preocupación porque los asuntos terrenales anclados al tangible estuviesen, como dando por hecho ciertos aspectos naturales a este respecto. ¿Dónde está el maldito problema me estoy preguntando?. En definitiva, santo Tomás mostraba una preocupación por la "riqueza no productiva" podríamos decir.
Nicolás Oresme en su tratado "De Moneta" de 1355 mostraba preocupación por la manipulación monetaria por parte de monarcas defendiendo el uso del oro y la plata con la finalidad de preservar el valor de maldito dinero de las narices. Señalando las inestabilidades que esto conlleva y el perjuicio que suponía para el conjunto de la sociedad.
Nuestro Juan de Mariana critica la intervención estatal, la manipulación monetaria por parte de Felipe III con sus devaluaciones de cosa de la moneda. Por supuesto que defendía el empleo del oro y la plata señalando que las autoridades monetarias bajo ningún concepto debían interferir en su valor, señalando que dichas prácticas nos conducían hacia la desintegración económica, le daba palos tanto al estado como al sector prestamista. Juan de Mariana, un crack. Lo mismo puede decirse de Francisco de Vitoria.
En cierto sentido, en España hemos estado "rezagados" a la hora de abrir las trancas y rendirnos a las supuestas bondades de un sector prestamista, algo en lo que nuestros vecinos del norte no han presentado demasiados remilgos a la hora de llevar a cabo hasta el fondo generando los primeros bancos centrales y envileciendo su maldito dinero a golpe de deuda hasta conducirnos al extraño mundo en el que nos desenvolvemos hoy día.
Gaspar Melchor de Jovellanos señalaba la importancia de mantener el valor del dinero, lo cual de manera implícita implica un empleo directo del metal a finales, todo esto a finales del siglo XVIII.
Cabe recordar que el verdadero siglo en el que se popularizó el uso del papel moneda a gran escala es el siglo XIX, "institucionalizándose" como quien dice.
Hay otra voces por ahí como el portugués Joaquim José Rodriguez de Brito que durante esas fechas mostraban una preocupación similar o un tal "Liang Qichao" quien a finales del XIX mostraba preocupación por mantener un respaldo metálico del dinero.
Una vana preocupación por mantener dicho respaldo puesto que el proceso que nos ha conducido a la disociación absoluta de metálico y fiat deuda ha sido un proceso cutre de trileros sustentado por la ilusión que propicia la deuda, pasando dicho fenómeno por encima de todo el mundo en los últimos tres siglos.
Sobre la esfera angloparlante poco que comentar. Paso de mentar a Mises, a Hayeck, a Rothbard, a Friedman, a Hume, a Adam Smith, a Say, a Jefferson, a Stuart Mill o yo qué sé, al frances Bastiat. Y paso, porque precisamente esa gente de boquilla todos se preocupan por el fenómeno monetario que nos empuja al totalitarismo que pudiese propiciar la emisión monetaria sin respaldo alguno pero en la práctica luego se montan caricias mentales (si me permiten la expresión) sobre manos invisibles, bondades de suprimir la plata de la ecuación, bondades del sistema deuda y un largo etcétera, son quienes más han influido con diferencia en dar marco teórico y conceptual al mundo resultante que tenemos hoy día. Así que por lo que a este hilo respecta podría llegar a declarar un "que les den".
Y eso es todo.
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Conclusiones:
Hubo una era en la que por lo menos, el ser humano estaba protegido mediante el empleo directo del metal de un gran mal al cual ni tan siquiera sabemos darle forma. El metal, aunque parezca una locura, nos protegía de nosotros mismos en cierto sentido.
No éramos concientes de ello.
El dinero fiat nos empuja a un global socialismo extraño.
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