Noticia: Lol: nacho escolar publica un reportaje que dice que la presencia de menas mejora la convivencia en las aulas canarias

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La oportunidad y los retos de contar con menores migrantes en las escuelas de Canarias: “Mejoró la convivencia de la clase”​





Un joven practica redacción y vocabulario en su aula. (IMAGEN DE ARCHIVO)
Un joven practica redacción y vocabulario en su aula. (IMAGEN DE ARCHIVO) Nayra Bajo

Natalia G. Vargas / Jennifer Jiménez

Arrecife/Las Palmas de Gran Canaria — 19 de julio de 2024 22:29h Actualizado el 20/07/2024 10:26h
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Dembo (nombre ficticio) nació en Gambia y vive en un centro de Gran Canaria cercano al mar. Tiene 16 años y acaba de terminar tercero de la ESO en un instituto de Telde. El próximo curso irá a cuarto en el mismo centro, donde asegura que está muy contento. “Me encanta Canarias y su gente”, insiste con un español perfecto pese a que lleva en la isla solo siete meses. A Dembo le gusta mucho ir a clase, donde coincide con otros tres chicos llegados de diferentes países de África y donde asegura que aprende mucho. “Me gustan mucho las charlas y quiero mucho a mi profesora”, afirma. Ha aprendido a tocar el timple y en el futuro le gustaría hacer un FP y trabajar en la isla. Dembo es uno de los 2.188 menores extranjeros escolarizados este año en las Islas, según datos facilitados por la Consejería de Educación. Estos menores suponen una oportunidad para las escuelas canarias, donde se produce un enriquecimiento cultural, aunque su inclusión presenta varios retos, como el apoyo idiomático y emocional.

Hacinamiento, denuncias de maltrato y nada que hacer: la vida de los menores migrantes de Canarias

Elda Cruces es profesora de Matemáticas en un instituto del norte de Tenerife y este curso ha contado con alumnado migrante de Senegal y jovenlandia, que suponía un tercio de esta clase compuesta por 13 estudiantes. Lejos de los prejuicios y del ruido mediático, la docente cuenta cómo la presencia de este alumnado ha servido para que mejore el comportamiento del resto del aula, compuesta por estudiantes canarios. Es docente en FP Básica, que suele acoger a estudiantes que han atravesado dificultades a lo largo de su vida académica. “A mí lo que más me impresionó fue cómo mejoró la convivencia en la clase porque algunos de estos alumnos yo los conocí del año anterior y cambiaron radicalmente, el factor madurez fue importante, pero sobre todo cambiaron con ellos (con el alumnado migrante)”, explica.

La profesora insiste en que el alumnado migrante quería aprovechar el curso, pues algunos de ellos cumplían los 18 este año y con esta formación obtienen una titulación de informática. “Salen capaces de arreglar un ordenador”, destaca. La profesora explica que en este curso quienes promocionaron fueron precisamente los alumnos migrantes. La docente señala que una de las iniciativas de su centro fue la de retransmitir en los recreos la Copa África y “disfrutaron un montón porque coincidía con la llegada importante de alumnado migrante”, destaca.

“Para estos niños que acababan de llegar ”la Copa África les salvó“ y ”ha generado unidad“ al igual que las actividades que se han realizado sobre todo a final de curso. ”Para mí todo ha sido positivo, no ha habido nada que haya restado a la evolución académica y mucho menos personal“, insiste Elda, que aclara que sus compañeros han visto cómo contar con alumnado migrante no solo ”no resta sino que suma“. Lo único que sí que añadiría es que por las barreras idiomáticas muchas veces no se haya podido evolucionar con ellos todo lo que les habría gustado.

Roldán, profesor: “Apuesto por otro modelo con aulas de inmersión lingüística”


Precisamente, Roldán es profesor de Francés en el IES San Benito, de La Laguna. Nació en el extranjero y llegó a Canarias con diez años, razón por la que cree que tiene especial sensibilidad con las personas migrantes. Lleva varios años dedicándose al apoyo idiomático al alumnado no hispanohablante, por donde han pasado estudiantes ucranianos, brasileños, rumanos… aunque en estos últimos años se ha producido un incremento de migrantes de diferentes países jovenlandeses. “Es cierto que son unas horas de apoyo idiomático, pero desde mi punto de vista y mi experiencia, esa medida está bien para atender a un número pequeño de alumnos”, indica. El profesor apuesta por “modelos de otras comunidades autónomas, como las aulas de inmersión lingüística o aulas temporales de acogida”. Recalca que esto no quiere decir que haya que excluir al alumnado y tenerlo al margen, pero sí añade que el modelo no debería ser el de sacarlos unas horas de su aula y que el resto de horas estén con el grupo sin poder seguir la clase, como ocurre ahora, porque “no hay un plan preparado en cuanto a orientar al profesorado o a los centros educativos para poder atender a estos chicos en condiciones”.

Esas aulas de inmersión lingüística cree que pueden ofrecer una mejor atención en función del nivel del alumno, “de su estado anímico incluso, que también influye muchísimo cuando llegan, de manera que puedan ir incorporándose progresivamente”. Recalca que de entrada a estos menores los podría atender un profesional de educación y un psicólogo. Roldán incide en que los jóvenes migrantes no suelen contar muchas cosas al principio, pero cuando terminan teniendo confianza con el profesor relatan que han “vivido cosas durísimas”, sin embargo, al llegar al centro el sistema “los suelta solos sin más”.

El docente indica que el pasado año había cinco horas de apoyo idiomático y que este curso se aumentó a once horas semanales, por lo que en su centro se nombró a otra profesora. “Requieren de una atención personalizada, por lo que entre esa profesora yo lo repartimos por niveles”, explica. “Cuando no hablan ni francés, ni inglés, ni español, es más complicado, pero bueno, todo funciona desde la empatía y las ganas de hacerlo”, remarca.

El profesor subraya que la llegada de migrantes al centro debe verse “desde el punto de vista del enriquecimiento del aula y del centro, de la comunidad educativa en general y de la sociedad, porque un centro educativo no deja de ser más que un reflejo en pequeño de lo que es la sociedad”. Por ello, subraya que “son un futuro para nuestra sociedad, porque suponen diversidad cultural en un mundo cada vez más global y que, además, estamos demandando mano de obra que no tenemos”. Insiste en que “si nos preocupamos en formar mejor a estos chicos y estas chicas, pues serían buenos profesionales, seguro”.

Roldán también remarca las actividades que realizó el instituto para avanzar hacia la inclusión del alumnado. Además de retransmitir la Copa África, enumera otras como la campaña de Navidad o los talleres con motivo del día de África. “En los recreos, a través del fútbol, hemos conseguido que se mezclen un poquito y jueguen. Pero es verdad que ellos, sobre todo de entrada, tienen tendencia a ponerse separados en una esquina”. Por ello, cobran tanta importancia esas actividades encaminadas a la inclusión.
Instituto La Vega de San José. (Cedida a Canarias Ahora).
 
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La oportunidad y los retos de contar con menores migrantes en las escuelas de Canarias: “Mejoró la convivencia de la clase”​





Ver archivo adjunto 1981895 Un joven practica redacción y vocabulario en su aula. (IMAGEN DE ARCHIVO) Nayra Bajo

Natalia G. Vargas / Jennifer Jiménez

Arrecife/Las Palmas de Gran Canaria — 19 de julio de 2024 22:29h Actualizado el 20/07/2024 10:26h
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Dembo (nombre ficticio) nació en Gambia y vive en un centro de Gran Canaria cercano al mar. Tiene 16 años y acaba de terminar tercero de la ESO en un instituto de Telde. El próximo curso irá a cuarto en el mismo centro, donde asegura que está muy contento. “Me encanta Canarias y su gente”, insiste con un español perfecto pese a que lleva en la isla solo siete meses. A Dembo le gusta mucho ir a clase, donde coincide con otros tres chicos llegados de diferentes países de África y donde asegura que aprende mucho. “Me gustan mucho las charlas y quiero mucho a mi profesora”, afirma. Ha aprendido a tocar el timple y en el futuro le gustaría hacer un FP y trabajar en la isla. Dembo es uno de los 2.188 menores extranjeros escolarizados este año en las Islas, según datos facilitados por la Consejería de Educación. Estos menores suponen una oportunidad para las escuelas canarias, donde se produce un enriquecimiento cultural, aunque su inclusión presenta varios retos, como el apoyo idiomático y emocional.

Hacinamiento, denuncias de maltrato y nada que hacer: la vida de los menores migrantes de Canarias

Elda Cruces es profesora de Matemáticas en un instituto del norte de Tenerife y este curso ha contado con alumnado migrante de Senegal y jovenlandia, que suponía un tercio de esta clase compuesta por 13 estudiantes. Lejos de los prejuicios y del ruido mediático, la docente cuenta cómo la presencia de este alumnado ha servido para que mejore el comportamiento del resto del aula, compuesta por estudiantes canarios. Es docente en FP Básica, que suele acoger a estudiantes que han atravesado dificultades a lo largo de su vida académica. “A mí lo que más me impresionó fue cómo mejoró la convivencia en la clase porque algunos de estos alumnos yo los conocí del año anterior y cambiaron radicalmente, el factor madurez fue importante, pero sobre todo cambiaron con ellos (con el alumnado migrante)”, explica.

La profesora insiste en que el alumnado migrante quería aprovechar el curso, pues algunos de ellos cumplían los 18 este año y con esta formación obtienen una titulación de informática. “Salen capaces de arreglar un ordenador”, destaca. La profesora explica que en este curso quienes promocionaron fueron precisamente los alumnos migrantes. La docente señala que una de las iniciativas de su centro fue la de retransmitir en los recreos la Copa África y “disfrutaron un montón porque coincidía con la llegada importante de alumnado migrante”, destaca.

“Para estos niños que acababan de llegar ”la Copa África les salvó“ y ”ha generado unidad“ al igual que las actividades que se han realizado sobre todo a final de curso. ”Para mí todo ha sido positivo, no ha habido nada que haya restado a la evolución académica y mucho menos personal“, insiste Elda, que aclara que sus compañeros han visto cómo contar con alumnado migrante no solo ”no resta sino que suma“. Lo único que sí que añadiría es que por las barreras idiomáticas muchas veces no se haya podido evolucionar con ellos todo lo que les habría gustado.

Roldán, profesor: “Apuesto por otro modelo con aulas de inmersión lingüística”


Precisamente, Roldán es profesor de Francés en el IES San Benito, de La Laguna. Nació en el extranjero y llegó a Canarias con diez años, razón por la que cree que tiene especial sensibilidad con las personas migrantes. Lleva varios años dedicándose al apoyo idiomático al alumnado no hispanohablante, por donde han pasado estudiantes ucranianos, brasileños, rumanos… aunque en estos últimos años se ha producido un incremento de migrantes de diferentes países jovenlandeses. “Es cierto que son unas horas de apoyo idiomático, pero desde mi punto de vista y mi experiencia, esa medida está bien para atender a un número pequeño de alumnos”, indica. El profesor apuesta por “modelos de otras comunidades autónomas, como las aulas de inmersión lingüística o aulas temporales de acogida”. Recalca que esto no quiere decir que haya que excluir al alumnado y tenerlo al margen, pero sí añade que el modelo no debería ser el de sacarlos unas horas de su aula y que el resto de horas estén con el grupo sin poder seguir la clase, como ocurre ahora, porque “no hay un plan preparado en cuanto a orientar al profesorado o a los centros educativos para poder atender a estos chicos en condiciones”.

Esas aulas de inmersión lingüística cree que pueden ofrecer una mejor atención en función del nivel del alumno, “de su estado anímico incluso, que también influye muchísimo cuando llegan, de manera que puedan ir incorporándose progresivamente”. Recalca que de entrada a estos menores los podría atender un profesional de educación y un psicólogo. Roldán incide en que los jóvenes migrantes no suelen contar muchas cosas al principio, pero cuando terminan teniendo confianza con el profesor relatan que han “vivido cosas durísimas”, sin embargo, al llegar al centro el sistema “los suelta solos sin más”.

El docente indica que el pasado año había cinco horas de apoyo idiomático y que este curso se aumentó a once horas semanales, por lo que en su centro se nombró a otra profesora. “Requieren de una atención personalizada, por lo que entre esa profesora yo lo repartimos por niveles”, explica. “Cuando no hablan ni francés, ni inglés, ni español, es más complicado, pero bueno, todo funciona desde la empatía y las ganas de hacerlo”, remarca.

El profesor subraya que la llegada de migrantes al centro debe verse “desde el punto de vista del enriquecimiento del aula y del centro, de la comunidad educativa en general y de la sociedad, porque un centro educativo no deja de ser más que un reflejo en pequeño de lo que es la sociedad”. Por ello, subraya que “son un futuro para nuestra sociedad, porque suponen diversidad cultural en un mundo cada vez más global y que, además, estamos demandando mano de obra que no tenemos”. Insiste en que “si nos preocupamos en formar mejor a estos chicos y estas chicas, pues serían buenos profesionales, seguro”.

Roldán también remarca las actividades que realizó el instituto para avanzar hacia la inclusión del alumnado. Además de retransmitir la Copa África, enumera otras como la campaña de Navidad o los talleres con motivo del día de África. “En los recreos, a través del fútbol, hemos conseguido que se mezclen un poquito y jueguen. Pero es verdad que ellos, sobre todo de entrada, tienen tendencia a ponerse separados en una esquina”. Por ello, cobran tanta importancia esas actividades encaminadas a la inclusión.
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