Lo que nunca le contarán ni Liberales ni Marxistas

Se explica, se explica y se demuestra, este es el problema de criticar algo sin saber siquiera qué se critica.

¡ah! y por cierto no se habla exactamente de crear más dinero del que pueda crear cualquier sistema económico, como el liberal por ejemplo,sino de crearlo sin interés y con destino a otros actores........

¿Se explica y se demuestra? Si es así, si de verdad está explicado y demostrado, no le costará resumirlo AQUÍ Y AHORA en un par de párrafos.

Digo, porque, pese a que en su día me leí íntegro el tochazo, no encontré por ninguna parte explicación de por qué no sucede ninguna de estas dos cosas que yo comentaba:

1.- Que el consumidor, al tener más renta disponible, quiera consumir más, aumentando la demanda agregada, y con ella el nivel de precios.

2.- Que el productor, conocedor de que el consumidor está dispuesto a pagar X por un determinado bien, y deseoso de vender al máximo precio posible, se avenga a vender por un precio menor sólo porque el Estado paga la diferencia. En lugar de coger el dinero del Estado Y ADEMÁS cobrar el máximo posible.

Ahora, como usted lo tiene tan claro, seguro que puede usar su dialéctica y sus energías en explicar sucintamente por qué no sucede ninguna de esas dos cosas, en lugar de aplicarlas a la mera descalificación.

es que ese es el problema, que la demanda por defecto intrínseco del sistema (principalmente el interés del dinero) no alcanza a cubrir la producción o sea la oferta.......

Y con esto no quiero decir que la gente, el consumidor, no quiera los productos que oferta la producción, sino que el sistema retrae de esos consumidores la capacidad de adquirirlos para costear la deuda generada por el interés que sostiene a ese diabólico y usurero sistema. Vease Teorema de A+B de Douglas.

luego no se trata de creación sino de justa y natural distribución.

Duh. Ná que ver. O sea que usted sostiene que la demanda agregada está capada porque el sistema retrae recursos de los consumidores. Vale, aceptemos la premisa.

Pero aceptará que el nivel de precios presente es el que se ajusta a la demanda y oferta existentes.

Y que si usted restituye la capacidad de compra adulterada de los demandantes, a efectos prácticos está aumentando la demanda.

Y por tanto, se sigue que al aumentar la demanda, es de esperar que el nivel de precios suba.

Sin embargo, usted asegura que no. Que el nivel de precios permanecerá estable pese al aumento de la demanda porque...

¿Por qué?

el resto del mensaje , en cuanto a la naturaleza del dinero, la naturaleza de su creación y la figura del ahorro esta tan alejado de la realidad que nos rodea, que bien puede decirse que usted vive en un mundo paralelo basado en pura fantasía y mantras robóticos. dejémoslo por ahora para otra ocasión

¿Que resto? ¿Se refiere a donde planteo que la escasez de productos básicos en Venezuela se debe a que se han impuesto por ley precios que impiden que la producción sea rentable?
¿Qué es lo fantasioso de pensar que, si me obligan a vender por debajo de coste, me sale más a cuenta no vender nada?

---------- Post added 19-feb-2016 at 09:55 ----------

La causa es principalmente que el sistema es un sistema basado en el interés del dinero, y quienes lo dominan fuerzan al dinero a realizar una función antinatural.
Voy a poner un tocho, es largo, no mucho, más lo es el libro (que tampoco) pero que merece la pena, aunque no es recomendable ni para liberaloides ni marxistoides recalcitrantes.
Pensar que esto fue escrito hace más de cien años y todavía andemos asín es no sé si para reír o para llorar
(si alguien quiere el enlace al libro que lo diga)

“Podemos, pues, decir: nuestra moneda actual sólo facilita por lo general el intercambio de las mercancías mediante la deducción de un tributo. Si el mercado es la calzada en la que se intercambian las mercancías, el dinero es la barrera que se levanta mediante el pago de un derecho. Y este derecho, ganancia, tributo, interés o como quiera llamársele, es la presuposición fundamental del intercambio de las mercancías. Sin tal tributo es inconcebible el cambio.

Entendámonos bien aquí. No se trata de la ganancia mercantil, del pago al cual tiene el comerciante derecho y lo hace valer por su trabajo. Hablamos de la ganancia especial que el poseedor del dinero está en situación de exigir de los productores de mercancías, porqué puede obstaculizar el intercambio mediante la retención del dinero. Esto no tiene nada que ver con la ganancia comercial. Es un servicio especial que el dinero cobra, un tributo que el mismo recaba, porque se halla libre de la necesidad material de ofrecerse, a la que generalmente están sometidas las mercancías. Necesidad material, inherente a las mercancías, en cuanto a la oferta; libertad, arbitrio y autonomía completa del momento, del estado, en cuanto a la demanda; he aquí la razón determinante del tributo. La mercancía ha de pagar esta libertad al dinero irremisiblemente. Sin tal tributo no se ofrecerá dinero; sin pagar a éste el servicio de cambio ninguna mercancía llegará a su destino. Si por cualquier razón el dinero no percibe su tributo habitual, las mercancías permanecen en los depósitos, se deterioran, se pudren, perecen (crisis).

Si la percepción de un tributo es ya la premisa fundamental de la demanda, con mayor razón queda excluída la eventualidad de aparecer ésta en el mercado si la aguardan ahí pérdidas inmediatas. La oferta se presenta sin considerar en absoluto la ganancia o la pérdida. La demanda se retira a su fortaleza (eso es su invulnerabilidad) ante la perspectiva desfavorable, y aguarda allí con paciencia franciscana el momento más propicio para su aparición.

La demanda, mejor dicho, la oferta mercantíl del dinero contra mercancías es posible cuando las condiciones del mercado ofrecen:
1) seguridad suficiente contra pérdidas, y
2) un tributo al dinero.

El tributo mencionado se percibe sólo mediante la venta de mercancías, y para ello se requiere el cumplimiento de una condición: que durante el período que tras*curre entre la compra y la venta de la mercancía el precio de ésta no baje. El precio de venta ha de superar al de compra, dado que de la diferencia en más se abona el tributo. En períodos de prosperidad general (coyuntura ascendente), en que el índice general de los precios tiende a subir, la confianza de los comerciantes está generalmente justificada. La diferencia citada o sea la ganancia, cubre entonces los gastos del comerciante, más el tributo que exige el dinero. En momentos de coyuntura descendente (baja de precios) la percepción del tributo es dudosa, y con frecuencia hasta imposible. Basta la duda para inducir al comerciante a abstenerse de comprar... ¿Qué comerciante, especulador, empresario recurrirá al Banco para descontar un pagaré y obligarse a pagar intereses cuando teme que aquello que se propone adquirir con el dinero prestado baje de precio y corra el riesgo de no recuperar ni los gastos?

Desde el punto de vista de las premisas a las cuales el dinero subordina sus servicios de intermediario es matemáticamente imposible el comercio con precios en descenso. Pero es de notar aquí que sólo el poseedor de dinero habla de tal imposibilidad absoluta. Para el poseedor de mercancías ni las pérdidas mercantiles mas graves forman un obstáculo a la oferta; él no conoce, en este sentido, obstáculos insalvables. La mercancía está lista indefeniblemente para el cambio, haya perspectivas de ganancia o de pérdida. El dinero, empero, se declara en huelga cuando no se le asegura el tributo habitual, y ello sucede tan pronto como, por una causa cualquiera, se perturbe la relación entre la oferta y la demanda, y bajen los precios.

¡Alto ahí! ¿Qué acabamos de decir? Que al declinar los precios retrocedería la demanda, se haría calculadamente imposible la circulación monetaria. ¡Pero si los precios bajan precisamente por la escasez de dinero ofrecido! ¿Y porque la oferta de dinero es insuficiente para impedir un descenso de precios, se la reduce más aún? Seguramente que sí; no hay ningún error de imprenta en la frase. El dinero se retira efectivamente del mercado, la circulación monetaria se hace imposible tan pronto como sea insuficiente la oferta de dinero, y se inicie o se aproxime un descenso de precios.

Cuando después de instituído el patrón oro la emisión de dinero se redujo por el monto total de la extracción de plata y bajaron los precios, también se hizo imposible la circulación monetaria, amontonándose la moneda en los Bancos. El tipo de interés declinaba continuamente. Entonces, los bimetalistas iniciaron su cruzada contra el patrón oro, atribuyendo la imperante crisis económica al insuficiente suministro de dinero; pero los Bamberger y compañeros señalaban los grandes depósitos bancarios, el tipo bajo de interés, como prueba irrefutable de que en realidad había plétora de dinero. Ellos explicaban la baja de los precios por la reducción general de los gastos de producción (¿también del oro?), por una superproducción de mercancías. Los adeptos del bimetalismo, sobre todo Laveleye, desvirtuaron brillantemente tal afirmación, demostrando que sí el dinero no está en condiciones de circular comercialmente, se debe a que no es ofrecido en cantidad suficiente para impedir la baja de los precios. Los grandes encajes bancarios, el bajo tipo de interés serían la prueba concluyente de la escasa oferta de numerario.

Sin embargo, nuestros filósofos en cuestiones monetarias, perdidos en la nebulosa del "valor",jamás llegaron a comprender el alcance de la cuestión; ni la comprenden hoy, no obstante las numerosas pruebas aportadas por el desenvolvimiento de las relaciones monetarias a la veracidad de esta teoría bimetalista. Porque desde que la casualidad intervino en el hallazgo de grandes cantidades de oro y los precios experimentaron, en general, un poderoso repunte,desaparecieron los fuertes depósitos bancarios y el tipo del interés subió más que nunca.

Queda, pues, demostrado que los Bancos le llenan, que el interés baja, porque escasea dinero; y al contrario, hay un drenaje en los Bancos, sube el interés, cuando se ofrece dinero en exceso.

Y bajan precisamente los precios porque es insuficiente la oferta de dinero.

Pero si ni siquiera es indispensable que los precios de las mercancías bajen efectivamente para que el dinero abandone el mercado. Es suficiente que se vislumbre la posibilidad de una baja general (con fundamento o sin él), para que se produzca un desconcierto en la demanda, se trabe la oferta del dinero, y por ende ocurra realmente lo que se sospechaba o se temía.

¿No habrá alguna revelación en esta frase? ¿No nos la pone acaso en evidencia la naturaleza de las crisis económicas, con una claridad que no se encuentra en ninguna de las voluminosas investigaciones sobre la materia? La frase nos señala cómo de súbito puede sobrevenir un "desastre", una crisis, un día fatal, que siembre fin y miseria.

La demanda desaparece, se oculta, porque es insuficiente para realizar el intercambio de las mercancías a base de los precios hasta entonces vigentes. La oferta superaba a la demanda: de ahí que la demanda tenga que retirarse por completo. El comerciante que está preparando un pedido de cretona lo anula en el acto si se entera que la producción de cretona ha crecido. ¿No es esto divertido?

Pero si la producción lanza continuamente mercancías al mercado ¿no crecen, acaso, las existencias, por quedar estancada, entorpecida la salida? ¿No crecen, acaso, las aguas en el lecho del río si se cierran las compuertas?

La oferta se acrecienta, pues, se hace mas apremiante debido al titubeo de la demanda, y ésta titubea precisamente porque la oferta es demasiado grande en relación a la demanda.

Tampoco aquí hay un error de imprenta. El fenómeno de las crisis económicas, tan ridículo desde el punto de vista de los extraños a ella, ha de tener no más una causa ridícula: la demanda declina porque ya es demasiado reducida; la oferta crece porque ya es demasiado grande.

Pero la comedia se convierte pronto en tragedia. La oferta y la demanda determinan el precio, es decir, la relación en que se intercambian el dinero y las mercancías. Cuanto más mercancías se ofrecen tanto mayor es la demanda por dinero. Las mercancías que por el trueque o la vía de crédito llegan al comprador quedan excluídas de la demanda de dinero. Los precios, por consiguiente, suben cuando crecen las ventas a crédito, puesto que la masa de mercancías ofrecida contra dinero disminuye por el importe de esas ventas, siendo la oferta y la demanda las que determinan los precios, es decir, la relación en que se cambian el dinero y las mercancías.

De ahí que viceversa también tendrán que bajar los precios cuando declinan las ventas a crédito, porque las mercancías que se desplazaban hacia el comprador por vías laterales (crédito) vuelven entonces a unirse a la demanda de dinero en efectivo.

La oferta de mercancías a cambio de dinero en efectivo crece, pues, en relación inversa a las ventas a crédito.

Las ventas a crédito declinan cuando los precios bajan, cuando el precio de venta es inferior al de compra, cuando el comerciante pierde generalmente sobre sus stocks de mercancías, cuando cualquier pieza de sus existencias que ha adquirido por 1.000 puede comprarse hoy, en el día del balance, por 900, teniendo por lo tanto que asentarlo en el inventario respectivo a 900. La seguridad del comerciante sube y baja con los precios de sus mercancías, y de ahí que bajen o suban también las ventas a crédito con el descenso o ascenso de los precios.

Tan vulgar es el fenómeno; nada de extraordinario se encuentra en él. Y, no obstante, reviste un carácter singular.

Si suben los precios, es decir, si la demanda es superior a la oferta, afluye rapidamente el crédito, substrae al dinero una parte de mercancías y fuerza los precios más hacia arriba. Pero si los precios bajan, se retira el crédito y las mercancías se lanzan de nuevo sobre el dinero en efectivo, presionando más aún los precios hacia abajo.

¿Se requiere, acaso, algo más para explicar el problema de las crisis económicas?

Debido al perfeccionamiento de nuestros medios de producción, porque fuimos más activos, hábiles e ingeniosos, porque tuvimos buen tiempo y buena cosecha, por nuestra mayor prolificación, porque hemos cuidado la división del trabajo, progenitora de todo progreso, por todo eso aumentó la oferta de mercancías y la demanda de dinero; y como no opusimos a ella una mayor oferta de numerario bajaron los precios de las mercancías.

Ante este derrumbe de precios declinó la demanda, se escondió el dinero; y por declinación de la demanda y la falta de salida, las mercancías paralizadas formaron enormes montañas. La oferta rompe los diques, inunda los mercados, y las mercancías se liquidan a cualquier precio.

Pero precisamente por la baja general de precios el comerciante no adquiere mercancias, pues teme que cuánto compre hoy a un precio tentador, se ofrezca mañana más barato a un competidor suyo quedando él en desventaja. Las mercancías se tornan invendibles por demasiado baratas, y porque amenazan bajar aún más de precio. ¡La Crisis! Pero en razón, precisamente, del estallido de la crisis; en razón de la contracción del Haber (activo) de los comerciantes y del incremento del Debe (pasivo) en relación a aquél; debido a que todo el que ha contraído obligaciones de entregar dinero (2) no puede afrontarlas ante la baja de los precios (del activo), ya que se han producido cesaciones de pago y el comercio en general ha poco equilibrado en especulación, por todo ello se restringen las ventas a crédito. Y entonces crece la demanda de dinero en efectivo por la cantidad total de mercancías hasta entonces realizadas por vía de crédito, ocurriendo esto en el preciso momento en que el dinero ya escasea y se esconde.

Así como el fuego origina la corriente de aire que luego aviva el incendio, así también la interrupción en la circulación monetaria refuerza aún más la demanda de dinero. En ninguna parte se ven actuar las fuerzas compensadoras tan mentadas. Por doquiera acentuación, no atenuación; no hay rastros de fuerzas reguladoras.

Esta compensación buscada cuando crece la demanda de dinero (oferta de mercancías) piensan hallarla todavía algunos en la circulación monetaria acelerada, pues suponen que el anhelo de comprar barato (3) ha de atraer al dinero en mayor proporción al mercado, reduciendo así las reservas. Pero sucede todo lo contrario. La elevación de precios, y no la baja, incita al comerciante a comprar: esta última sólo puede causarle perjuicios. El temor de que lo muy barato (3) de hoy pueda ofrecerse mañana más barato aún cierra todos los bolsillos y, en realidad, no vemos dinero en abundancia más que cuando se espera un repunte de precios. Por otra parte: ¿Dónde estarían estas famosas reservas? ¿Acaso en los Bancos? Los Bancos retiran sus fondos de la circulación cuando ésta ya no ofrece más seguridades a causa de la baja general; pero los millones que se substraen al mercado cuando más falta hacen en él no pueden considerarse como reservas. Si en época de sequía el juez embarga la vaca del campesino, no por eso aumentará el ganado. Los Bancos siempre están repletos cuando bajan los precios, es decir, cuando la oferta de dinero es insuficiente; están exhautos cuando los precios suben. Si sucediera lo contrario, entonces podría hablarse de reservas.

Si existieran, pues, reservas, habría que liquidarlas cuanto antes para fomentar el intercambio de mercancías, dado que su subsistencia sería una razon más para fluctuaciones de precios. Las reservas, o sea el atesoramiento, pueden formarse sólo mediante el retiro de dinero de la circulación, del mercado, del intercambio, de su destino; pero formarlas precisamente cuando ya existe penuria monetaria en el mercado obliga a calificarlas de veneno.

He aquí la ley natural de la demanda: que desaparece tan pronto como se nota su insuficiencia.

¿Pero qué ocurre cuando ella es excesiva en relación a la oferta, cuando suben los precios de las mercancías? Pues no está excluída tal eventualidad. Tambíén esto surge palpablemente de nuestro cuadro, y la historia económica de los últimos decenios lo comprueba. Es un hecho evidente que a pesar del sensible incremento de la producción han subido todos los precios, aproximadamente desde el año 1895.

¿Qué hace, entonces, el poseedor de dinero cuándo suben los precios, cuando prevé o sabe por experiencia que lo comprado hoy podrá venderlo más caro mañana, cuando el repunte de precios abarata todo, cuando la inversión de dinero rinde un beneficio creciente?

Respuesta: Adquirirá cuanto pueda, por todo su dinero y los préstamos conseguidos. Pues los comerciantes disfrutan de crédito mientras continua el alza de los precios, en tanto que el precio de venta es superior al de compra. Simultáneamente, el ambiente optimista creado por las elevadas ganancias de los comerciantes trae como consecuencia un ambiente favorable a las compras rápidas, sin detenerse a contemplar el dinero diez veces antes de gastarlo. La moneda circula con mayor velocidad en períodos de alza de precios: la circulación monetaria alcanza durante el auge comercial (coyuntura ascendente) la velocidad máxima que en general permiten las organizaciones comerciales.

La demanda es igual a la cantidad y a la velocidad de la circulación monetaria, y la oferta y la demanda determinan los precios.

Así, pues, el alza de los precios origina una creciente demanda de mercancías por la circulación monetaria acelerada y, simultáneamente, decrece la oferta de mercancías (a cambio de dinero efectivo) a causa del incremento de ventas a crédito. Los precios siguen repuntando, entonces, porque los precios suben. La demanda revive; crece por ser ya demasiado grande. El comerciante adquiere mercancías mucho más allá de sus necesidades inmediatas; trata de asegurarse, porque la oferta es demasiado reducida en relación a la demanda. Cuando la oferta aumentaba hasta resultar excesiva en relación a la demanda, el comerciante limitaba sus pedidos al mínimum, a lo que podía colocar de inmediato. No quería ni podía dejar tras*currir el tiempo entre la compra y la venta, puesto que en ese interín bien podría el precio de venta caer debajo del precio de compra. Pero ahora, que escasean las mercancías, no puede adquirir bastante; todo cuanto compra le parece poco, y quisiera acumular un stock enorme. Las deudas tal vez contraídas por él, se contraen diariamente en relación a su activo, el que porvirtud del repunte de precios crece sin cesar; y el pasivo no le preocupa mayormente mientras siga el alza de aquellos.

¿No es esto también un fenómeno raro, propio de las curiosas manifestaciones de la coyuntura ascendiente?

La demanda de mercancías aumenta, ha de aumentar forzosamente mucho más allá del límite habitual, toda vez y todo el tiempo que escasee la oferta."

Silvio Gesell

Meh.

Un texto que analiza los movimientos de oferta y demanda desde la mera óptica del intermediario, obviando la (mucho más relevante) óptica del CONSUMIDOR FINAL. Y, ya puestos, desde la óptica de la fugacidad de la vida y la preferencia temporal de la utilidad (vulgo, lo prefiero hoy mejor que mañana)

Sus propuestas son acertadas para el planteamiento propuesto: en efecto, el temor a que la mercancía baje de precio a futuro se convierte en profecía autocumplida, pues esas expectativas deprimen la demanda y fuerzan los precios a la baja: el comerciante no querrá comprar hoy por 10 lo que mañana podrá comprar por 9, y esa reducción de la demanda en base a expectativas refuerza el cumplimiento de las mismas.

Pero, en cambio, ignora una serie de supuestos básicos de la realidad, como son:

- Que hay necesidades que no pueden esperar: abrigo, alimento, tratamiento médico, calefacción, etc son mercancías que se requieren de forma continua, consumos que no son aplazables por meros motivos económicos.

- Que hay deseos que no quieren esperar: comprar algo el año que viene porque será más barato que hoy nos priva de su disfrute durante todo un año. Habrá quien valore poder hacer uso de un bien en el acto por encima de los recursos que le proporciona esperar a que baje de precio. Y no me diga que no: ¿Qué hacen, si no, los que duermen a la intemperie en una cola frente a las tiendas Apple para ser los primeros en poseer el nuevo gadget de moda, pese a que esperar unos meses les supondría un suculento ahorro?

- Que el comerciante tiene, en tanto ser humano y en tanto empresario, una serie de costes fijos que debe afrontar independientemente de las ventas. Costes que no tiene de dónde sufragar si se obstina en no comprar mercancía porque mañana estará más barata.
 
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1.- Que el consumidor, al tener más renta disponible, quiera consumir más, aumentando la demanda agregada, y con ella el nivel de precios.

Precisamente este “debate” trata del déficit de la demanda respecto a la producción, por lo tanto no se trata de aumentar la demanda respecto a la producción sino, lógicamente, de equilibrarla, o lo que es lo mismo, que la demanda, los consumidores, tengan la capacidad de adquirir su propia producción. No obstante en el supuesto, que no se trata aquí, y que no es más que un muñeco de trabajo manual que trae usted, de que la demanda aumentase su capacidad adquisitiva por encima de la producción, cosa que es imposible si tenemos en cuenta que los consumidores en teoría obtienen sus ingresos de la distribución de la propia producción, podrían suceder dos cosas o bien que efectivamente aumenten los precios o bien que aumente la producción. Si aumentan los precios volvemos al problema del principio , o sea el déficit de la demanda, lo que es un problema para la producción pues su fin es vender la producción, puesto que además la producción que no se vende , se pierde; la otra opción es que en vez de aumentar los precios aumente la propia producción lo que sería viable tanto en cuanto no aumente por encima de la capacidad adquisitiva y más si tenemos en cuenta que la producción como demuestra Douglas no genera los suficientes ingresos en la demanda, los consumidores, para adquirirlos.

Veo por otra parte que ha descubierto usted una nueva palabra fetiche “demanda agregada” que parece usar con fines mágicos, pero la realidad es que las palabras mágicas no existen, no pueden hacer el trabajo por nosotros, no obstante si insiste le recomiendo esta otra: Salacadula Chalchicomula Bibidi Babidi Bu, mucho más musical y todo.

2.- Que el productor, conocedor de que el consumidor está dispuesto a pagar X por un determinado bien, y deseoso de vender al máximo precio posible, se avenga a vender por un precio menor sólo porque el Estado paga la diferencia. En lugar de coger el dinero del Estado Y ADEMÁS cobrar el máximo posible.

¿Me está diciendo usted que por causa de que puedan existir un/os estafadores la humanidad debe resignarse a vivir en la miseria rodeada de la abundancia? Por qué hablamos de algo anecdótico, por muchos sinvergüenzas que haya eso es fácil de solucionar, y más si tenemos en cuenta que no hablamos del productor sino más bien del intermediario (el productor por lo general se encuentra en la necesidad de enajenar con rapidez su mercancía bajo amenaza de que pierda su valor, pues las mercancías por lo general son perecederas) y más si tenemos en cuenta que nadie critica aquí el lógico y natural beneficio económico, nadie dice aquí que la producción no obtenga beneficio de la riqueza que crea, aquí el problema no es el que se le niegue un beneficio a la producción, al trabajador es precisamente lo contrario…….

---------- Post added 29-feb-2016 at 16:30 ----------

Duh. Ná que ver. O sea que usted sostiene que la demanda agregada está capada porque el sistema retrae recursos de los consumidores. Vale, aceptemos la premisa.

Pero aceptará que el nivel de precios presente es el que se ajusta a la demanda y oferta existentes.

Si lo que quiere decir es que las cosas valen hoy lo que valen según sus precios, si así es.

Y que si usted restituye la capacidad de compra adulterada de los demandantes, a efectos prácticos está aumentando la demanda.

Si pero solo en el sentido de equilibrarla respecto a la producción, pues no estamos hablando de aumentar el poder adquisitivo por encima de la producción, sino simplemente de equilibrarlos, o lo que es lo mismo que la demanda tenga el suficiente poder adquisitivo para adquirir la producción.


Y por tanto, se sigue que al aumentar la demanda, es de esperar que el nivel de precios suba.

O que suba la producción, pues no estamos hablando que el productor no obtenga beneficios…. es lo mismo que le explique en el punto anterior, exactamente lo mismo. Y puesto que el productor quiere obtener beneficios y para esto debe vender la producción, si sube los precios por encima de la capacidad adquisitiva de la demanda no podrá vender pues no le podrán comprar…….

Sin embargo, usted asegura que no. Que el nivel de precios permanecerá estable pese al aumento de la demanda porque...

¿Por qué?

Ya se lo he explicado, y si además para esto es necesario tomar medidas legales, fiscales o económicas o de la naturaleza que sea, pues se toman………… ¡¡ estaría bueno que la gente tenga que vivir en la miseria entre la abundancia por cuatro sinvergüenzas!!

---------- Post added 29-feb-2016 at 16:36 ----------

En cuanto a su comprensión del texto de Gesell parece increíble su incapacidad lectora, mire usted lea las cosas sin anteojeras, ….menos mantras y más sentido común, y lector.
 
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