En 1992, las tres ramas de las Fuerzas de Autodefensa contaban con 246 400 hombres en activo a los que había que sumar 48 400 reservistas. Incluso activando todo este personal en la reserva, el país posee una tasa de personal militar por habitante inferior a cualquier país de la
OTAN. De las grandes naciones asiáticas, solamente
India e
Indonesia poseen una tasa más baja.
Las Fuerzas de Autodefensa se componen en exclusiva de voluntarios. El
servicio militar de por sí no está prohibido por ley, pero muchos ciudadanos consideran que el Artículo 18 de la Constitución de Japón, que prohíbe el servicio obligado excepto como pena por la comisión de algún delito, establece la prohibición legal de cualquier forma de servicio militar. Incluso en ausencia de una interpretación tan estricta, parece prácticamente imposible la realización de llamamientos a filas.
El personal uniformado de las Fuerzas de Autodefensa comienza su carrera como soldados o marineros, empleo que ocuparán un tiempo determinado. En el caso de los reclutas de las fuerzas terrestres suelen ser dos años, o tres para aquellos que desean formarse en alguna especialidad técnica. Para los reclutas de las fuerzas marítima y aérea el periodo suele ser de tres años. Los candidatos a oficiales, cadetes de la Academia de la Defensa Nacional de Japón o de la Facultad de Medicina de la Defensa Nacional, así como los candidatos a puestos de especialización técnica permanecen alistados por tiempo indefinido. La formación en la Academia de la Defensa Nacional y en las escuelas técnicas suele ser de cuatro años, mientras que en la Facultad de Medicina de la Defensa Nacional el tiempo se alarga hasta los seis años.
Como consecuencia de un sentimiento que parece continuación de la apatía o antipatía surgida tras la Segunda Guerra Mundial hacia las fuerzas armadas, las Fuerzas de Autodefensa están encontrando dificultades para reclutar nuevo personal. Tienen que competir con los grandes sueldos de las industrias, de modo que gran parte de los alistados son voluntarios "persuadidos" tras terminar su periodo de reclutas. Normalmente son las prefecturas rurales las que proporcionan un mayor número de reclutas a las Fuerzas de Autodefensa; en zonas como el sur de
Kyushu y
Hokkaido, donde las oportunidades de empleo son limitadas, los reclutas están bien vistos por la población, todo lo contrario que en zonas urbanas como
Tokio y
Osaka.
A causa de que todos los miembros de las Fuerzas son técnicamente civiles y además voluntarios, pueden renunciar a su puesto en cualquier momento. Muchos de los alistados se ven atraídos por los altos salarios de los empleos civiles, de modo que los oficiales de la Agencia de Defensa se quejan constantemente de que la empresa privada se dedique a intentar contratar a su personal. Los intentos de las autoridades por detener estas prácticas mediante amenazas de sanción a aquellas empresas con contratos de Defensa que las realicen. De todas formas, ante la falta de mano de obra que sufre el país es más que probable que el problema continúe.
Algunos oficiales antiguos consideran que los miembros de las Fuerzas actuales no son comparables con los militares que componían las Fuerzas Armadas Imperiales, si bien las Fuerzas de Autodefensa son normalmente vistas como profesionales y capacitadas. En comparación con sus homólogos de otros países, cabe decir que los miembros de las Fuerzas de Autodefensa reciben una importante educación y entrenamiento físicos. La alfabetización es universal y la enseñanza, extensiva. El personal también es formado en distintas
artes marciales como el
judo o el
kendo, y los estándares físicos solicitados son muy altos y estrictos. Pese a todo, las Fuerzas de Autodefensa no atraen a los jóvenes de la misma manera que otras instituciones de Japón. Los graduados de las principales universidades no suelen entrar en las Fuerzas, y los aspirantes a ingresar en la Academia Nacional de la Defensa suelen ser equiparados a aquellos estudiantes que intentan entrar en las universidades locales de segunda fila.