Libertad Digital se destapa del todo con Vox: "confesional, falangistas, casposa, ultraderechista, extremista..."

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Por supuesto, acogido a la autoridad jovenlandesal de Mario Conde, Julio Ariza "El Toro", niega ninguna purga de liberales, en realidad, niega que pase nada en Vox, salvo la animadversión de los medios, a la que también se acogió Iván Espinosa de los Monteros, si no liberal, sí más alfabetizado en materia económica que Buxadé, en esa despedida que algunos llaman elegante. No veo la elegancia de decir ante los periodistas que está seguro de que no han tratado bien a Vox por propia voluntad, sino porque lo imponen sus medios. O sea, que son mercenarios de la pluma, si no, aplaudirían lo que hace Vox. La única excepción habrá sido tratarlo elegantemente, y sólo porque se iba.

El discurso contra "los ricos" del Tercer Vox va más allá del que, con sobrados motivos, aunque no siempre sobrado de argumentos, hacía contra la Agenda 2030, el ruinoso ecologismo impuesto por Bruselas en favor de las multinacionales verdes y sus energías ecosostenibles. He escrito en LD bastantes artículos, el verano pasado una serie de siete, contra esa política, que es, en el fondo, el típico ataque comunista al derecho de propiedad. A ellos me remito. Y remito también a los misacantamos y monaguillos del Vox Dei. Algo aprenderán.

La demagogia contra "los ricos"
Sin embargo, el aplauso del Vox-Dei mediático a la demagógica propuesta de Meloni de una subida fiscal de un 40% a los "beneficios extraordinarios" de los bancos, calcada de las de Sánchez, y que tuvo que corregir al día siguiente tras el derrumbe de la Bolsa, con la excusa de que era sólo a partir del 0´1 de las reservas, prueba que Vox está abandonando lo que lo distinguía de los demás partidos europeos, que era su defensa de la propiedad contra la planificación estatista, en línea con la crítica del primer Vox al paradigma socialdemócrata asumido por Rajoy y Montoro.

Cuando Vox levanta la bandera de la defensa del pequeño comercio contra las grandes superficies, emprende un camino exactamente contrario al del PP de Madrid, el único claramente liberal y con más éxito de toda la derecha española en las últimas décadas. Va también contra la política de Aznar, que dio la bienvenida a la inmi gración masiva hispanoamericana, hasta cinco millones, como hacía Vox hasta que se centró en distinguir a los de dentro y los de fuera, en línea con los partidos de la derecha alternativa. No es que no haya razón de sobra al denunciar el descontrol de fronteras o la inseguridad de las bandas latinas. Es que centrar en eso la política social conduce fatalmente al proteccionismo, que no supone protección del pobre. Y es, sobre todo, abandonar una línea ideológica que siempre fue la de Vox.

En última instancia, esa vuelta a una forma de nacional-sindicalismo o de economía proteccionista y, por tanto, dirigida por el Estado, supondría un verdadero desastre para la derecha social española, esos once millones que se reparten entre PP y Vox, antes entre PP y Ciudadanos, o UCD y AP. Si hay algo indiscutible en los valores de la derecha social es la defensa de la propiedad, del ahorro, del esfuerzo, del mérito y la libertad de mercado, inseparable de los beneficios de la competencia legal y justa. Contra eso va esta deriva populista, mussoliniana, falangista o como se le quiera llamar. Al final, estatolatría, socialismo con agua bendita, nostalgia sindicalista del corporativismo medieval, entre Girón de Velasco y Arrese.

No es de extrañar la animadversión del Vox-Dei a economistas como Juan Ramón Rallo, al que Hermann Tertsch insultó recientemente en Twitter y le respondió llamándole la Derecha llorona -yo diría llorica- e instándole a dimitir del cargo público que disfruta y pagamos todos, antes de atacar a nadie. La verdad es que después de que Abascal quitara la publicidad de Vox del grupo Libertad Digital, salvo un programa al que quiso favorecer y, naturalmente, perjudicó, nada extraña en Vox. Pero esta es una empresa que nació, mucho antes que Vox, para defender la Nación y la Libertad. Lo hemos hecho contra los socialistas de todos los partidos. Y, naturalmente, lo haremos, contra el, por lo visto, ineluctable socialismo nacional de Vox.
 
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