La sociedad prehistórica era más igualitaria que la sociedad moderna. Al menos, por lo que respecta al reparto de tareas entre los hombres y las mujeres. Ellas no sólo se ocupaban de los niños; también se dedicaban a la caza menor, a la pesca o a cultivar el campo.
Puede parecer sorprendente, pero no lo es. Las sociedades que giran en torno a la naturaleza y viven en contacto directo con ella actúan de manera más igualitaria. Y no hace falta remontarse en el tiempo para comprobarlo. Las comunidades amazónicas que subsisten aún, inmersas en la naturaleza, atestiguan estas pautas de comportamiento.
La idea de que el hombre se dedicaba a la caza mayor y la mujer a cuidar de la prole es tan falsa como la tendencia a asociar el uso de una punta o de un anzuelo sólo al hombre y no a la mujer, por ejemplo.
Puede parecer sorprendente, pero no lo es. Las sociedades que giran en torno a la naturaleza y viven en contacto directo con ella actúan de manera más igualitaria. Y no hace falta remontarse en el tiempo para comprobarlo. Las comunidades amazónicas que subsisten aún, inmersas en la naturaleza, atestiguan estas pautas de comportamiento.
La idea de que el hombre se dedicaba a la caza mayor y la mujer a cuidar de la prole es tan falsa como la tendencia a asociar el uso de una punta o de un anzuelo sólo al hombre y no a la mujer, por ejemplo.