https://s.libertaddigital.com/images/tras*.pngAmando de MiguelLas colas del hambre
La gran paradoja de este hecho es que, durante el último siglo, en España y en todo el mundo hemos asistido al sistemático descenso relativo en el precio de los alimentos.
2021-05-27
https://www.libertaddigital.com/opi...-colas-del-hambre-6758560/#comentarios6758560
Aunque pueda parecer mentira, el mundo actual sigue sin resolver el problema ancestral de las hambrunas, las crisis de subsistencia (según los economistas y los historiadores), que surgían de tanto en tanto. Las provocaban las malas cosechas, las guerras y otros desastres. Hoy no solo tienen lugar en los países pobres (piadosamente considerados "en vías de desarrollo"). También hay colas del hambre en los países ricos, desde luego en el nuestro. Es una desagradable sorpresa, un escándalo mayúsculo.
Se dice "colas del hambre" porque son visibles (objeto de las cámaras de la televisión) las filas de personas a la espera de los alimentos repartidos por ciertas organizaciones benéficas. Cáritas es la más activa. No se supone que estos servicios de reparto de alimentos básicos los lleven a cabo las oficinas públicas; tampoco los sindicatos, como era notorio en anteriores crisis económicas. No se comprende bien esa dejación de las instituciones públicas.
La gran paradoja de este hecho es que, durante el último siglo, en España y en todo el mundo hemos asistido al sistemático descenso relativo en el precio de los alimentos. Por eso mismo llama la atención que haya tantas personas sin poder adquirir la comida necesaria. Realmente, nos encontramos ante un gran fracaso de nuestra civilización. Las colas del hambre se forman no solo con la tradicional población de mendigos o marginados, sino con personas, que, antes, bien podrían haber pasado por clase media. Hay que imaginar la vergüenza por la que estarán atravesando. Claro, que más avergonzados tendrían que estar los gobernantes, ahora empeñados en renovar la flota de coches oficiales de alta gama.
Las sociedades actuales han logrado disminuir las graves desigualdades sociales de otros tiempos. No obstante, se mantiene la distinción entre una minoría exquisita, que come por placer, y esta otra, necesitada, que no llega a fin de mes, no consigue apiolar el hambre o llevar el pan a casa. La situación nos recuerda, a muchos españoles jubilados, a los "años del hambre", los que siguieron a la guerra civil. La institución del racionamiento obligó a que muchas familias tuvieran que acogerse a diversas organizaciones asistenciales o a recurrir al ominoso estraperlo (mercado neցro).
En España, la hambruna de hoy es de carácter estructural. Es decir, es el resultado necesario de un deficiente sistema económico, además de la incompetencia del Gobierno. La revolución digital de tantos procesos fabriles o de servicios ha generado un desempleo masivo, más intenso que nunca. Eso es a pesar de que se retira de la oferta laboral un gran número de jóvenes estudiantes y de jubilados. Por si fuera poco, la actual esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha ocasionado ingentes pérdidas en los sectores comerciales y turísticos, además de un gasto desaforado en asistencia sanitaria. El resultado no es solo el desempleo de los trabajadores por cuenta ajena, sino el de muchos autónomos y el de casi todos los pagapensiones no calificados (que son los más). No se trata de una crisis coyuntural, sino de una desorganización completa del conjunto de la economía. Solo en los momentos bélicos se ha llegado a un desmantelamiento parecido del sistema económico. Lo nuevo es que ahora no es consecuencia de la escasez de alimentos o de medios de vida. Al tiempo de esta hecatombe, diariamente se tira a la sarama una cantidad ingente de restos de comida.
Dado que la hecatombe es de alcance mundial, el responsable último, por encima de los respectivos Gobiernos, es la FAO. Se trata de la agencia de las Naciones Unidas con la misión de acabar con las hambrunas en el mundo. Su lema, en latín, reza: Fiat panis (= distribúyanse los alimentos a todo el mundo). Es notorio el fracaso de tal propósito. Vendría muy bien la clausura de las oficinas de la FAO en todos los países. Pero nadie se plantea tan justa decisión
El Gobierno pide comer menos carne pero encarga hasta «piernas y paletillas» a la cafetería de Moncloa
Mañueco: "No sé lo que son las macrogranjas y Garzón debería estar destituido"
Vox exige la reprobación de Garzón tras sus ataques a distintos sectores económicos
Podemos sigue con su ataque a la carne y plantea en Castilla y León un impuestazo para grandes granjas
El documento de la 'España 2050' abogando por comer menos carne.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez que pide comer menos carne ha encargado a la nueva adjudicataria de la cafetería del Palacio de la Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno, que dispense una gran variedad de productos cárnicos, donde no faltan hasta «piernas y paletillas».
Así aparece el pliego del contrato denominado «Servicios de restauración, de limpieza de los espacios destinados a dicha finalidad y de máquinas de venta automática en el Complejo de La Moncloa». En concreto, este expediente ha recaído sobre la empresa Serunion por un importe de 1.732.143,68 euros (impuestos incluidos).
Hasta la fecha, el Gobierno ha mantenido cerrada esta cafetería, optando por la sucesión de contratos temporales para el suministro de un catering a las dependencias de la Moncloa. El último se firmó el pasado septiembre por 132.908 euros para un plazo de ejecución inicial de tres meses. A finales de 2019 el Gobierno decidió revocar el contrato con la empresa que gestionaba la cafetería del Complejo, Dulcinea Nutrición, por sus deudas con la Seguridad Social.
Ahora, en el pliego de la adjudicación a Serunion figura un amplio listado de carnes que la empresa deberá ofrecer a los clientes. Por ejemplo, piezas de vacuno de categoría extra o 1ªA; chuletas de lechón también de categoría extra o 1ªA; piernas o paletillas (incluido cordero lechal); así como pollo en numerosas modalidades, muslos de pavo o «conejos», entre otros productos.
Mientras el Gobierno de PSOE-Podemos hace tales encargos, su plan ‘España 2050’, el documento con las líneas maestras de la política de Pedro Sánchez para las próximas décadas, aboga con claridad por reducir el consumo de carne, aludiendo a que la actual situación es insostenible para la conservación del planeta.
En el citado informe, presentado a bombo y platillo por el propio jefe del Ejecutivo el pasado mayo, se critican los hábitos de consumo de los españoles: «Numerosos estudios señalan que el consumo de carne de la población española es entre dos y cinco veces superior al recomendable», recoge el documento.
El dossier también cuestiona «el abandono progresivo de la dieta mediterránea y el incremento del consumo de productos de origen animal, responsables del 80% de las emisiones asociadas a nuestra alimentación», subrayando que «el consumo de alimentos es hoy la principal fuente de los impactos ambientales que generan los habitantes de la Unión Europea».
La polémica de Garzón
El pasado diciembre, días después de que el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, convocara elecciones autonómicas para este domingo, el ministro de Consumo, el comunista Alberto Garzón, levantó una gran polvareda al afirmar en un periódico británico que España exporta carne de «mala calidad». Fue la manera que tuvo Garzón de apostar por una «ganadería extensiva y ecológica» frente a «macrogranjas», una categoría que no existe como tal en la regulación española.
En el pliego de la cafetería de Moncloa figura que como condición especial de ejecución del contrato basta con que el 10% de los productos estén clasificados como «agricultura o ganadería ecológica», «proximidad » y «comercio justo».
La gran paradoja de este hecho es que, durante el último siglo, en España y en todo el mundo hemos asistido al sistemático descenso relativo en el precio de los alimentos.
2021-05-27
https://www.libertaddigital.com/opi...-colas-del-hambre-6758560/#comentarios6758560
Aunque pueda parecer mentira, el mundo actual sigue sin resolver el problema ancestral de las hambrunas, las crisis de subsistencia (según los economistas y los historiadores), que surgían de tanto en tanto. Las provocaban las malas cosechas, las guerras y otros desastres. Hoy no solo tienen lugar en los países pobres (piadosamente considerados "en vías de desarrollo"). También hay colas del hambre en los países ricos, desde luego en el nuestro. Es una desagradable sorpresa, un escándalo mayúsculo.
Se dice "colas del hambre" porque son visibles (objeto de las cámaras de la televisión) las filas de personas a la espera de los alimentos repartidos por ciertas organizaciones benéficas. Cáritas es la más activa. No se supone que estos servicios de reparto de alimentos básicos los lleven a cabo las oficinas públicas; tampoco los sindicatos, como era notorio en anteriores crisis económicas. No se comprende bien esa dejación de las instituciones públicas.
La gran paradoja de este hecho es que, durante el último siglo, en España y en todo el mundo hemos asistido al sistemático descenso relativo en el precio de los alimentos. Por eso mismo llama la atención que haya tantas personas sin poder adquirir la comida necesaria. Realmente, nos encontramos ante un gran fracaso de nuestra civilización. Las colas del hambre se forman no solo con la tradicional población de mendigos o marginados, sino con personas, que, antes, bien podrían haber pasado por clase media. Hay que imaginar la vergüenza por la que estarán atravesando. Claro, que más avergonzados tendrían que estar los gobernantes, ahora empeñados en renovar la flota de coches oficiales de alta gama.
Las sociedades actuales han logrado disminuir las graves desigualdades sociales de otros tiempos. No obstante, se mantiene la distinción entre una minoría exquisita, que come por placer, y esta otra, necesitada, que no llega a fin de mes, no consigue apiolar el hambre o llevar el pan a casa. La situación nos recuerda, a muchos españoles jubilados, a los "años del hambre", los que siguieron a la guerra civil. La institución del racionamiento obligó a que muchas familias tuvieran que acogerse a diversas organizaciones asistenciales o a recurrir al ominoso estraperlo (mercado neցro).
En España, la hambruna de hoy es de carácter estructural. Es decir, es el resultado necesario de un deficiente sistema económico, además de la incompetencia del Gobierno. La revolución digital de tantos procesos fabriles o de servicios ha generado un desempleo masivo, más intenso que nunca. Eso es a pesar de que se retira de la oferta laboral un gran número de jóvenes estudiantes y de jubilados. Por si fuera poco, la actual esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha ocasionado ingentes pérdidas en los sectores comerciales y turísticos, además de un gasto desaforado en asistencia sanitaria. El resultado no es solo el desempleo de los trabajadores por cuenta ajena, sino el de muchos autónomos y el de casi todos los pagapensiones no calificados (que son los más). No se trata de una crisis coyuntural, sino de una desorganización completa del conjunto de la economía. Solo en los momentos bélicos se ha llegado a un desmantelamiento parecido del sistema económico. Lo nuevo es que ahora no es consecuencia de la escasez de alimentos o de medios de vida. Al tiempo de esta hecatombe, diariamente se tira a la sarama una cantidad ingente de restos de comida.
Dado que la hecatombe es de alcance mundial, el responsable último, por encima de los respectivos Gobiernos, es la FAO. Se trata de la agencia de las Naciones Unidas con la misión de acabar con las hambrunas en el mundo. Su lema, en latín, reza: Fiat panis (= distribúyanse los alimentos a todo el mundo). Es notorio el fracaso de tal propósito. Vendría muy bien la clausura de las oficinas de la FAO en todos los países. Pero nadie se plantea tan justa decisión
El Gobierno pide comer menos carne pero encarga hasta «piernas y paletillas» a la cafetería de Moncloa
Mañueco: "No sé lo que son las macrogranjas y Garzón debería estar destituido"
Vox exige la reprobación de Garzón tras sus ataques a distintos sectores económicos
Podemos sigue con su ataque a la carne y plantea en Castilla y León un impuestazo para grandes granjas
- SEGUNDO SANZ
- 13/02/2022 06:51
- ACTUALIZADO: 13/02/2022 08:38
El Ejecutivo de Pedro Sánchez que pide comer menos carne ha encargado a la nueva adjudicataria de la cafetería del Palacio de la Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno, que dispense una gran variedad de productos cárnicos, donde no faltan hasta «piernas y paletillas».
Así aparece el pliego del contrato denominado «Servicios de restauración, de limpieza de los espacios destinados a dicha finalidad y de máquinas de venta automática en el Complejo de La Moncloa». En concreto, este expediente ha recaído sobre la empresa Serunion por un importe de 1.732.143,68 euros (impuestos incluidos).
Hasta la fecha, el Gobierno ha mantenido cerrada esta cafetería, optando por la sucesión de contratos temporales para el suministro de un catering a las dependencias de la Moncloa. El último se firmó el pasado septiembre por 132.908 euros para un plazo de ejecución inicial de tres meses. A finales de 2019 el Gobierno decidió revocar el contrato con la empresa que gestionaba la cafetería del Complejo, Dulcinea Nutrición, por sus deudas con la Seguridad Social.
Ahora, en el pliego de la adjudicación a Serunion figura un amplio listado de carnes que la empresa deberá ofrecer a los clientes. Por ejemplo, piezas de vacuno de categoría extra o 1ªA; chuletas de lechón también de categoría extra o 1ªA; piernas o paletillas (incluido cordero lechal); así como pollo en numerosas modalidades, muslos de pavo o «conejos», entre otros productos.
Mientras el Gobierno de PSOE-Podemos hace tales encargos, su plan ‘España 2050’, el documento con las líneas maestras de la política de Pedro Sánchez para las próximas décadas, aboga con claridad por reducir el consumo de carne, aludiendo a que la actual situación es insostenible para la conservación del planeta.
En el citado informe, presentado a bombo y platillo por el propio jefe del Ejecutivo el pasado mayo, se critican los hábitos de consumo de los españoles: «Numerosos estudios señalan que el consumo de carne de la población española es entre dos y cinco veces superior al recomendable», recoge el documento.
El dossier también cuestiona «el abandono progresivo de la dieta mediterránea y el incremento del consumo de productos de origen animal, responsables del 80% de las emisiones asociadas a nuestra alimentación», subrayando que «el consumo de alimentos es hoy la principal fuente de los impactos ambientales que generan los habitantes de la Unión Europea».
La polémica de Garzón
El pasado diciembre, días después de que el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, convocara elecciones autonómicas para este domingo, el ministro de Consumo, el comunista Alberto Garzón, levantó una gran polvareda al afirmar en un periódico británico que España exporta carne de «mala calidad». Fue la manera que tuvo Garzón de apostar por una «ganadería extensiva y ecológica» frente a «macrogranjas», una categoría que no existe como tal en la regulación española.
En el pliego de la cafetería de Moncloa figura que como condición especial de ejecución del contrato basta con que el 10% de los productos estén clasificados como «agricultura o ganadería ecológica», «proximidad » y «comercio justo».