Mateo77
Laico católico
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La visión de Juan Pablo II: "El islam invadirá Europa" | InfoVaticana
Pego solo el fragmento de la visión, para que no se haga muy largo. Esto ocurrió en marzo de 1993:
Muchos se quejan de la inmi gración, cada vez más, pero sus quejas no sirven de gran cosa. El problema está, a mi juicio, en la inconsistencia: quieren lo que perciben como bueno de la cultura occidental post-cristiana y no sus efectos nocivos. Uno de estos efectos es el de la debilidad ideológica frente a la inmi gración del tercer mundo. La cultura occidental de la apostasía tiene como uno de sus ejes esenciales el igualitarismo destructor, que consiste en afirmar que cualquier cosa puede convertirse en cualquier otra con voluntad y ciencia. Es decir, nada tiene una naturaleza propia, creada por Dios, con funciones propias y derechos y deberes propios, sino que cualquier cosa puede ser moldeada a placer. Desde este marco ideológico no se puede rechazar la oleada turística con la fuerza, pues la sociedad no lo aceptaría.
Por esto pienso que el Papa Francisco está haciendo lo correcto, recordando, en contra de los impulsos tribales más primarios, el deber fundamental cristiano de socorrer al necesitado. Se puede argumentar que esto ayuda a la oleada turística, pero no es correcto. En última instancia es Dios quien está a cargo de todo, y quien juzga. Los enemigos de Dios buscan atacar todo lo que lleve su huella, y por eso uno de los objetivos han sido las naciones antaño cristianas. Dios juzga, y si una parte, el viajero, se comporta mal mientras que la otra le ayuda cristianamente el cristiano podrá solicitar en justicia protección.
Otro argumento más aceptable para el no creyente es que seguir la política cristiana de acogida al viajero que marca el Papa da fuerza a la hora de tomar medidas con los pagapensiones malintencionados. El progresismo, con su ideología igualitarista destructiva no tiene armas para reprimir o expulsar a los malintencionados ya que su única propuesta es la aceptación y la reeducación (todo puede ser tras*formado en lo que se desee con voluntad y ciencia). El cristiano, por el contrario, puede distinguir quién recibe la ayuda y se integra pacíficamente en la sociedad, es decir, aquel realmente necesitado, de aquel otro que solo viene a causar el mal.
Finalmente, la visión concedida a San Juan Pablo II me reafirma en mi idea de que la oleada turística fiel a la religión del amora es un castigo divino al occidente apóstata, entendiendo correctamente esto de "castigo divino", y será positivo para la Iglesia. Tras toda apostasía llega la purga, y de la purga siempre prevalece un resto fiel que es semilla para la siguiente generación, en la que la Iglesia resurge con más fuerza. Con "castigo divino" no me refiero a una imagen infantiloide con un dios enfadado decidiendo enviar un mal, sino más bien que hay un orden en la Creación (a todos los niveles, físico, jovenlandesal, etc) y cuando se rompe se confrontan los efectos. En el pecado va el castigo, en el igualitarismo destructivo del progresismo anti-cristiano va implícita la debilidad a la hora de afrontar a pueblos que no caen en ese error.
En definitiva, es la apostasía la que destruye Occidente. El Papa simplemente nos recuerda el deber cristiano de socorrer al necesitado y nos da armas para afrontar la situación actual y salir victoriosos.
Pego solo el fragmento de la visión, para que no se haga muy largo. Esto ocurrió en marzo de 1993:
Muchos se quejan de la inmi gración, cada vez más, pero sus quejas no sirven de gran cosa. El problema está, a mi juicio, en la inconsistencia: quieren lo que perciben como bueno de la cultura occidental post-cristiana y no sus efectos nocivos. Uno de estos efectos es el de la debilidad ideológica frente a la inmi gración del tercer mundo. La cultura occidental de la apostasía tiene como uno de sus ejes esenciales el igualitarismo destructor, que consiste en afirmar que cualquier cosa puede convertirse en cualquier otra con voluntad y ciencia. Es decir, nada tiene una naturaleza propia, creada por Dios, con funciones propias y derechos y deberes propios, sino que cualquier cosa puede ser moldeada a placer. Desde este marco ideológico no se puede rechazar la oleada turística con la fuerza, pues la sociedad no lo aceptaría.
Por esto pienso que el Papa Francisco está haciendo lo correcto, recordando, en contra de los impulsos tribales más primarios, el deber fundamental cristiano de socorrer al necesitado. Se puede argumentar que esto ayuda a la oleada turística, pero no es correcto. En última instancia es Dios quien está a cargo de todo, y quien juzga. Los enemigos de Dios buscan atacar todo lo que lleve su huella, y por eso uno de los objetivos han sido las naciones antaño cristianas. Dios juzga, y si una parte, el viajero, se comporta mal mientras que la otra le ayuda cristianamente el cristiano podrá solicitar en justicia protección.
Otro argumento más aceptable para el no creyente es que seguir la política cristiana de acogida al viajero que marca el Papa da fuerza a la hora de tomar medidas con los pagapensiones malintencionados. El progresismo, con su ideología igualitarista destructiva no tiene armas para reprimir o expulsar a los malintencionados ya que su única propuesta es la aceptación y la reeducación (todo puede ser tras*formado en lo que se desee con voluntad y ciencia). El cristiano, por el contrario, puede distinguir quién recibe la ayuda y se integra pacíficamente en la sociedad, es decir, aquel realmente necesitado, de aquel otro que solo viene a causar el mal.
Finalmente, la visión concedida a San Juan Pablo II me reafirma en mi idea de que la oleada turística fiel a la religión del amora es un castigo divino al occidente apóstata, entendiendo correctamente esto de "castigo divino", y será positivo para la Iglesia. Tras toda apostasía llega la purga, y de la purga siempre prevalece un resto fiel que es semilla para la siguiente generación, en la que la Iglesia resurge con más fuerza. Con "castigo divino" no me refiero a una imagen infantiloide con un dios enfadado decidiendo enviar un mal, sino más bien que hay un orden en la Creación (a todos los niveles, físico, jovenlandesal, etc) y cuando se rompe se confrontan los efectos. En el pecado va el castigo, en el igualitarismo destructivo del progresismo anti-cristiano va implícita la debilidad a la hora de afrontar a pueblos que no caen en ese error.
En definitiva, es la apostasía la que destruye Occidente. El Papa simplemente nos recuerda el deber cristiano de socorrer al necesitado y nos da armas para afrontar la situación actual y salir victoriosos.
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