La joven gallega que estudia dos ingenierías mientras cuida de las vacas

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Melissa Rodríguez
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Sarai trabaja actualmente en la granja Pose e García de Cores, destinada a la producción de leche

Sarai trabaja actualmente en la granja Pose e García de Cores, destinada a la producción de leche Ana García
Sarai Cundíns tiene dos ciclos superiores, siete años de experiencia a sus 26 y aspira a seguir formándose. Se emociona al recordar a las reses que la vieron crecer
11 dic 2022. Actualizado a las 05:00 h.
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«Gandeira de nacemento». Así es cómo se describe Sarai Cundíns Vecino (A Ourada-Cores-Ponteceso, 1996) en su perfil de Instagram. Basta con hablar con ella unos minutos para comprobar que lleva la pasión por los animales en el ADN. La heredó de su abuela Florinda Sánchez, quien cuidaba de vacas de carne en su propia casa. «Crieime entre vacas. Miña avoa, cando eu era pequena de todo, xa me poñía unha ó meu cargo cando iamos pastorear e o animal facíame caso», recuerda. La corte o el prado eran para ella los mejores lugares del mundo. «Tiña que estudar e era onde mellor me concentraba, sempre ao carón das vacas. Teño levado unha mesa, unha silla e os apuntes para a corte», cuenta. El olor de la cuadra no le molestaba. Desde muy joven supo lo que es quitar kilos y kilos de estiércol de forma manual.
«Teño levado unha mesa, unha silla e os apuntes para a corte»
Un día, su abuela decidió vender las reses porque ya no podía hacerse cargo de ellas. Fue un momento muy duro para las dos. Sarai y Florinda eran y siguen siéndolo uña y carne, y lo mismo con sus vacas. Tanto, que la joven de 26 años aún se emociona al hablar del tema: «Hai xente que non o entende, pero porque non o viviron. Eses animais acompañáronme durante vinte anos da miña vida. Calquera problema que tiña, ía a xunta deles. Miña avoa sempre me dixo que había que tratalos ben e darlles cariño. Tardei un ano en volver a entrar na corte e aínda a día de hoxe non conseguín suplir o baleiro que me deixaron». Algunos acabaron en el matadero. Otros no muy lejos, en Riotorto, en la misma parroquia de Cores. «Ás veces vounos ver e recoñécenme», dice Cundíns Vecino.
«A día de hoxe, aínda non conseguín suplir o baleiro que me deixaron as vacas de miña avoa»
Nació en una familia humilde. Eran diez en casa. Ella pasó mucho tiempo con su abuela mientras sus padres se iban a trabajar. Llegó el momento de mudarse a A Coruña por motivos laborales de sus progenitores. Lo pasó francamente mal en la ciudad. «Non me gustaba nada. Estaba desexando que chegara o venres para vir para o rural, que é o meu: estar rodeada de natureza e animais», relata. Su infancia con su abuela y las vacas la marcaron hasta el punto de que desde el principio tuvo claro que quería dedicarse profesionalmente al sector. Fue esta una decisión que no gustó mucho a sus padres porque consideraban que era un mundo muy duro y poco rentable, traslada la hija. Entre que las carreras que le gustaban estaban lejos, en Lugo, y que la idea no fue bien recibida en su entorno, optó por hacer un ciclo superior en Laboratorio de Análisis y de Control de Calidad. La química también le interesaba. Fue ahí cuando retomó el contacto con las vacas, pues realizó las prácticas en el Laboratorio Interprofesional Galego de Análise do Leite (Ligal), donde la contrataron por dos años. Fue el pistoletazo de salida de su carrera por hacerse experta en ganadería y veterinaria. «Cando cobrei a primeira nómina, volvín vivir para A Ourada», comenta entre risas.

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Ana García
Un día de Sarai en la granja

LA VOZ

La primera mujer en Fonteboa
Mientras trabajaba los fines de semana, se convirtió en la primera mujer alumna de la escuela de Fonteboa en Coristanco. Cursó otro ciclo superior en Ganadería y Asistencia en Sanidad Animal. «Foron os meus dous mellores anos académicos, aprendín moitísimo. Saiamos a granxas, tiñamos moitas charlas...», explica. De nuevo, fue a través de las prácticas en empresas cuando le surgió una nueva oportunidad laboral. Fichó por la Ganadería Pose e García, una granja de vacas destinada a la producción de leche en su parroquia natal. Allí sigue a día de hoy, por quinto año ya. Hace absolutamente de todo. A destacar, su incursión en el ensilado, una tarea en la que predominan los hombres. Ella se sube al tractor y es una más, algo que sorprendió a muchos, aunque fue muy bien acogida, reconoce. Ordeña y da de comer a las reses, asiste partos, insemina, pone banderillas y pendientes... Pero sobre todo, hace cuanto está en sus manos por lograr el bienestar del animal. «Unha vez, unha vaca pariu nunha poza de noite. Collemos a cuchiña con hipotermia pola mañá. Fun á casa do meu xefe e sequeina cun secador», tras*mite. Es tal el amor que siente, que reconoce que no podría operar ante el temor a que se le muera un animal, aunque ha aprendido a no cogerles demasiado cariño. «Non os podo ver sufrir», recalca. Lo suyo es vocación.
«Unha vez sequei unha cuchiña con secador»
En la granja cuida de 300 vacas. Dice que los momentos más delicados son el cuidado del animal en el posparto y de la cría, así como el ordeño. Hay días que entra a las cinco de la mañana y otros, de tarde. Defiende que con orden y compañerismo, para nada es este un trabajo esclavizado. De hecho, a ella le queda tiempo para sacarse el doble grado en Ingeniería Agrícola y Forestal en Lugo. Ya está en el quinto y último año. Con empeño y mucho esfuerzo, fue consiguiendo lo que quería. Mismo que hasta su progenitora conociera su día a día en la granja y le preguntase si no habría trabajo para ella, expresa Sarai como anécdota. Y ojo, porque esta joven aún no se da por satisfecha. Piensa en seguir formándose para trabajar como nutricionista y asesora en recría y alta producción, siempre en busca del mejor bienestar animal. Aspira, asimismo, a volver a tener vacas de carne como afición. Pero por si todo esto fuese poco, el día a día de Cundíns Vecino va más allá: cuida de conejos y gallinas en casa, corta leña y siembra maíz... Y aún le queda tiempo para hacer planes con los suyos.

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Vimianzo es el mu
 
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Cada vez que veo estos reportajes de periódico de provincias se me enternece el alma.
El anterior que salió por aquí era el del triunfador auxiliar de enfermería (birojo) que se había comprado una casa, no?
Están bien para comentarlos con los otros parroquianos el domingo a medio día en la sesión vermú. Dan conversación y tal…
 
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