Los vulnerables tienen lo que han votadoLa inflación impacta de lleno en los alimentos sanos y condena a los vulnerables a la dieta sarama
Alejandra Ocelse- El Mundo
Los alimentos se encarecieron en agosto un 13,8% con importantes diferencias entre unos productos y otros
Una mujer hace la compra en un supermercado Carrefour en MadridJosé Aymá
Cuando las familias españolas fueron al supermercado este agosto se encontraron con unos precios de los alimentos un 13,8% más altos de los que había en el mismo mes de 2021, pero aunque esa es la subida media, los productos considerados más saludables por la Organización Mundial de la Salud (OMS) experimentaron incrementos muy superiores a la media, mientras que aquellos de los que no se debe abusar registraron aumentos mucho más moderados.
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Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), publicados este martes, constatan esta brecha, que invita a las familias más vulnerables a decantarse por los segundos y las condena a una dieta más pobre. Estos hogares se caracterizan por tener menor renta disponible incluso para satisfacer sus necesidades básicas, de ahí que la alimentación represente una cuota sobre su consumo muy superior a la de las familias con rentas más altas.
"La inflación sí entiende de clases (...) A menudo se pasa por alto que el impacto de una subida de los precios no afecta a todos los hogares de la misma forma y que, en buena medida, esto depende de las partidas responsables de la subida", recordaba recientemente CaixaBank Research, que calcula que el diferencial de inflación en bienes de primera necesidad entre las rentas más bajas y las más altas ha registrado el máximo de al menos una década.
Si la inflación les azota especialmente y, además, los productos más sanos son aquellos que más suben de precio, las familias más vulnerables podrían optar por llenar el carro con los productos con incrementos más moderados. Chocolate, bollería, refrescos o helados se encarecieron tres veces menos que frutas, verduras, leche, bemoles y pan.
Los padres que quieran que sus hijos merienden un vaso de leche, un bocadillo de pavo y queso fresco, y una pieza de fruta tendrán que afrontar una subida de precios muy superior a aquellos que tomen productos de bollería, chocolate, refrescos o helados.
El chocolate ha sido precisamente de los productos que menos ha subido (un 4,9% en agosto), seguido de otros como productos de confitería (6,7%), refrescos (6,8%), cereales azucarados (7,1%), zumos prefabricados (9%), platos preparados (9,7%) o helados (10,5%).
Por el contrario, el encarecimiento de la leche fue del 26%; el de los bemoles, del 22,4%; la carne de ave se incrementó un 17,6%; los yogures, un 17,3%; el pan, un 15,2%; las legumbres y hortalizas frescas, un 14,8%; el queso, un 14,6%, y las frutas frescas, un 12,1%.
Los productos saludables ya eran más caros que los poco aconsejables antes de que estallara la ola inflacionista, pero esa diferencia se ha agravado con la subida de precios.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) recomienda para los escolares "estimular el consumo de alimentos crudos como ensaladas. En las comidas debe haber alimentos ricos en proteínas de origen animal como lácteos, carnes y bemoles en equilibrio con alimentos de origen vegetal como los cereales, legumbres, verduras y frutas. Los alimentos ricos en hidratos de carbono (pan, fideo, arroz) son muy importante porque aportan mucha energía y deben formar parte de las meriendas y almuerzos en las escuelas. Las frutas deben ser habituales y abundantes en la alimentación. El agua es la mejor bebida", recomiendan.
Consideran además que el consumo de dulces y zumos envasados "debe ser controlado" y aconsejan "controlar el exceso de grasas, azúcar y sal en las comidas". El problema está en que precisamente los dulces son los productos que menos suben.
Esta tendencia en los precios puede contribuir a un mayor consumo de alimentos ultraprocesados, responsables en gran parte del aumento de la obesidad y el sobrepeso, que según el Estudio Nutricional de la Población Española -publicado en la Revista Española de Cardiología- afecta ya al 53,6% de los españoles (22% obesidad; 31,6% sobrepeso).
Galletas, bollería, snacks, platos precocinados, refrescos... son algunos de los ultraprocesados más consumidos en el país, a pesar de la evidencia científica que demuestra su relación con el desarrollo de tumores y enfermedades cardiovasculares.
LA CESTA DE CARREFOUR, UN EJEMPLO
La subida del precio de los alimentos ha llevado a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a presionar para conseguir que las grandes distribuidoras bajen sus precios. Carrefour ha sido la primera compañía que ha aprovechado la coyuntura para presentar una cesta de la compra de 30 productos por 30 euros, que ofrece precios moderados que se mantendrán congelados hasta 2023.
Resulta curioso que en esa cesta figuran algunos de los productos menos saludables -que son los que menos se han encarecido- como bricks de zumo, chocolate blanco, cereales, galletas o mermelada de melocotón- pero no se incluyen fruta, leche o bemoles, alimentos más saludables pero cuyo precio se ha disparado.
PERSPECTIVAS PARA LOS PRÓXIMOS MESES
Aunque de aquí a corto plazo los expertos esperan que la inflación vaya moderándose desde el nivel del 10,5% alcanzado en agosto, no hay unas perspectivas tan optimistas respecto al precio de los alimentos. Funcas espera que el IPC vaya desinflándose (10,1% en septiembre, 9,4% en octubre, 9,5% en noviembre y 8,6% en diciembre) hasta cerrar el año con un aumento promedio del 9,1%; pero cree que los alimentos frescos acelerarán las subidas hasta subir en el año un 10,9%, igual que los elaborados, para los que pronostican un aumento medio del 10%.
En 2023, cuando la inflación ya se sitúe en el 8,1% en enero y 7,5% en febrero; los alimentos elaborados subirán un 11,6% y un 10,3%, respectivamente; y los frescos, un 11,4% y 11,9%, pronostican.
Felix Odey, de la gestora de fondos Schroders cree que los precios de los alimentos "se mantendrán en torno a estos niveles altos en el futuro inmediato", que la demanda seguirá siendo elevada, mientras la oferta continua limitada este año y el próximo. "Esta escasez de oferta puede incluso empeorar en 2023 y más allá", avisa, "por la imprevisible meteorología, la interrupción de la producción en Ucrania y la falta de fertilizantes por la guerra".
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