Si, el espacio norteamericano es privilegiado en el estadio tecnológico moderno y no es casualidad que los Estados Unidos se hayan constituido como potencia.
El hecho diferencial es la cuenca del Misisipi, extensísima, navegable, llana y fértil, a un nivel que sólo se ve en otros tres lugares del planeta: las llanuras centrales chinas (de nuevo, cuna de otra superpotencia), la Gran Llanura Europea (en este caso, condenada a la guerra, pues está dividida entre Francia, Alemania, Polonia, Ucrania y Rusia) y la cuenca del Plata, repartida fundamentalmente entre Brasil y Argentina.
Afortunadamente, tenemos la última aún disponible en nuestra esfera cultural y casi virgen en sus posibilidades geopolíticas para resarcirnos de la "mala suerte histórica" de haber perdido los territorios de la Luisiana y los que vinieron después, como Texas y California, que erradicaron la presencia española del grueso continental norteamericano.
De todas formas, que no nos cieguen los hechos del presente. En tiempos preindustriales, España no tenía medios para abarcar ese enorme mar de tierra, terra incognita por siglos (a pesar de todo, intentó abarcarlo hasta los mismísimos Apalaches). Posteriormente, ni el francés, ni el inglés prestaron especial atención a la zona. Las posibilidades se revelaron después de la enorme "oleada turística blanca", que a la manera de las migraciones bantúes en África, pobló los vacíos de un continente entero. Y aún tienen margen de crecimiento: trescientos millones de personas son pocos para la superficie del país.
Sin embargo, en las últimas décadas la gran tendencia de crecimiento está liderada por el "Cinturón del Sol" al sur, que pasa por lugares indistintos de nuestro México de hoy, y que es periférica en términos de geografía estadounidense, con los problemas de cohesión interna que esto puede acarrear. Así que puede haber sorpresas. La historia no se detiene.