La generación de españoles nacidos en los años 40 tiene el dudoso orgullo de ser la última que pasó hambre. Hambre de la de verdad, hambre de comer patata hervida a mediodía y sopa hecha con las pieles para cenar. Hambre de no poder dormir por las noches del dolor de tripa y eso no lo he visto en un documental, me lo ha contado mil veces mi progenitora.
La generación que este demorado llama tapón y que en este foro se llaman langostas, es la de mucha gente que sin tener estudios y siendo en la práctica analfabetos funcionales, abandonaron el unico medio que conocían y se marcharon a las capitales cuando no a Alemania o Argentina, dónde sí, despues de deslomarse durante 40 años, algunos acabaron como capataces o cargos medios en la Mercedes o la BMW.
Y esta generación es la que el augusto este me compara con los milenials, gente con un montón de idiomas y masteres del universo pero que no son capaces de encontrar una calle sin el Google Maps o que entran en pánico si llegan a un hotel y no va la wifi.
botarates los ha habido siempre y siempre los habrá, no va la cosa de generaciones, pero si este buen señor quiuere hacernos creer que la generación milenial es tan buena y solidaria, que después de pasarse 30 años pagando religiosamente las cuotas de la hipoteca pondrán sus viviendas en alquiler a 100 euros para ser solidarios, o que después de currar 10 horas diarias durante 40 años en el taxi van a regalar la licencia para después irse a abrazar árboles viviendo de una pensión de 450 euros, es que nos toma por iluso.
Decir que gente que ha trabajado de sol a sol en el campo 40 años le queda sí o sí una buena pensión es no enterarse ni de por dónde le pega el aire.
Este buen señor, debería volver de su torre de marfil que es ser licenciado en Noruega y bajar al barro de lo que es de verdad la gente jubilada del campo o de la industria, que no han tenido ni una semana seguida de vacaciones en la vida y que malviven cobrando la mínima y que subsisten muchas veces con la ayuda de los hijos.
Y ya de paso, en lugar de vacilarles desde la superioridad que le otorga un titulito de licenciado en Ciencias Medioambientales y de sus tres meses de vacaciones al año, de la que vuelve me come los huevones desde abajo, puñetero iluso pretencioso.