Parece que el bipartidismo ha sacado la corrupción para que cualquier plaza de pueblo sea secreto de Estado.
El sanchismo había impostado el miedo a la Guerra Civil pero ahora la gente tiene miedo al sistema. Ya que ha cambiado el sentido de la tras*ición, y esto es una emboscada para la Monarquía. Un sistema corrupto comprobado y descubierto hará que la sociedad sea más rutinaria.
Esto sucede porque el bipartidismo lleva años siendo la élite vitalicia para la podredumbre. Fijaos en Yolanda Díaz, cómo se ha convertido en la mujer bala de la corrupción del PSOE.
Encima, el sanchismo ya se ha desgastado pero al ser de tendencia psicopática pues permanece no a flor de piel sino a flor de poder. Sánchez es capaz de mendigar a su familia llevándosela de vacaciones a jovenlandia, con tal de seguir un segundo más en el poder. Ayuso nunca llegaría hasta ese extremo. Por eso, contra este tío no se puede hacer nada. Sólo metiéndole en la guandoca, la Monarquía recuperaría la voz que despierta a la Constitución y a las instituciones.
Ayuso está peleando pero es como el personaje heroico que se enfrenta al malo de la película y ambos terminan compartiendo la incierta supervivencia del último golpe.
Al atacar a la pareja de Ayuso, Sánchez ha sacrificado a dos ministros: a Montero por tender datos íntimos institucionales de terceros y a Illa por cruzarlo en la trayectoria del caso Koldo.
Ayuso se irá de la política pero Sánchez debe acabar en la guandoca por el bien de la sociedad española.
El sanchismo había impostado el miedo a la Guerra Civil pero ahora la gente tiene miedo al sistema. Ya que ha cambiado el sentido de la tras*ición, y esto es una emboscada para la Monarquía. Un sistema corrupto comprobado y descubierto hará que la sociedad sea más rutinaria.
Esto sucede porque el bipartidismo lleva años siendo la élite vitalicia para la podredumbre. Fijaos en Yolanda Díaz, cómo se ha convertido en la mujer bala de la corrupción del PSOE.
Encima, el sanchismo ya se ha desgastado pero al ser de tendencia psicopática pues permanece no a flor de piel sino a flor de poder. Sánchez es capaz de mendigar a su familia llevándosela de vacaciones a jovenlandia, con tal de seguir un segundo más en el poder. Ayuso nunca llegaría hasta ese extremo. Por eso, contra este tío no se puede hacer nada. Sólo metiéndole en la guandoca, la Monarquía recuperaría la voz que despierta a la Constitución y a las instituciones.
Ayuso está peleando pero es como el personaje heroico que se enfrenta al malo de la película y ambos terminan compartiendo la incierta supervivencia del último golpe.
Al atacar a la pareja de Ayuso, Sánchez ha sacrificado a dos ministros: a Montero por tender datos íntimos institucionales de terceros y a Illa por cruzarlo en la trayectoria del caso Koldo.
Ayuso se irá de la política pero Sánchez debe acabar en la guandoca por el bien de la sociedad española.
