Liberalismo y socialismo no es que se parezcan como un huevo a una castaña, es que son contrarios. El liberalismo se construye sobre el pilar de la propiedad privada mientras que el socialismo se construye sobre la destrucción de la propiedad privada.
Cuando surgió el fascismo, liberales y socialistas ya llevaban mucho tiempo discutiendo entre ellos. El fascismo es un híbrido que intenta superar ambas ideologías. No aspira a destruir la propiedad privada pero la relega a un papel secundario.
Todo esto en lo ideológico. Luego está la práctica, donde los intereses nacionales no sólo chocan con la ideología sino que la mayoría de las veces se imponen. La diplomacia del período 1933-1945 fue brutal. Liberales, socialistas y fascistas eran amiguitos un día y al siguiente eran enemigos mortales según les conviniera. La realpolitik manda.