Para los estándares japoneses, tiene que ser bastante antiestética, porque tiene una cara enorme y cuadrada que hasta él parece de facciones menudas en comparación.
Es la típica antiestética autóctona que se beneficia de la incapacidad del extranjero de distinguir una guapa de una antiestética. Para cuando el extranjero ya ha aprendido a distinguirlas, es demasiado tarde y ya está amarrado y con hijos.
Claro que en este caso el extranjero no es más que un andaluz vaguete y depresivo, así que tal para cual.