Doctor Johnson
Madmaxista
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La tercera Roma fue Toledo y después Madrid. La cuarta Dios dirá. Por lo demás bastante de acuerdo.
Si Juan Manuel de Prada, que es católico, cree la tontería de Moscú como Tercera Roma, debería ir corriendo a una iglesia ortodoxa rusa para enterarse de que hay que hacer para pasarse allí.
La leyenda de la Tercera Roma es una pieza de propaganda que combina los elementos típicos de la jerarquía ortodoxa rusa: adulación al poder y nacionalismo.
Explico esta leyenda y después su origen: Según sus partidarios Moscú habría tomado el testigo como centro de la fe, después de que las dos Romas anteriores cayeran. Bizancio, la Roma de oriente, fue tomada al asalto por los turcos en 1453. La Roma primigénea, sede del Papado, cayó en cambio no por una oleada turística militar, sino por la herejía: el cisma que separa a la Iglesia entre Occidente y Oriente: la Iglesia Católica (universal) frente a la Iglesia que se define como Ortodoxa (en posesión de la verdadera doctrina).
¿Y cómo llegó Moscú a tan excelso puesto? A los ucranianos les gusta recordar que cuando Kyiv en la Edad Media tenía iglesias de piedra decoradas con maravillosos mosaicos al estilo bizantino y una de las mayores bibliotecas de Europa, Moscú apenas era un conjunto de cabañas, con su montón de estiercol adjunto, rodeadas por una empalizada.
Los orígenes fueron modestos. Moscú era unicamente el centro de uno de los "principados" eslavos que surgieron de la Rus de Kiev. La Rus de Kiev fue un estado de origen vikingo (varego), que apareció sobre el siglo IX. Los vikingos querían poner orden en esa zona para asegurar la ruta comercial que iba del Báltico al Mar neցro, con destino final en Constantinopla. Ese estado se fue "eslavizando", la población eslava fue fusionándose con su clase dirigente. Las reglas hereditarias determinaron que el territorio de la Rus se fuera diviendo en distintos principados, que, según fue colapsando el estado con sede en Kyiv (Kiev) por las invasiones de oriente (pechenegos y otros), fueron rompiendo sus vínculos, de forma definitiva con el colapso provocado por la oleada turística mongola.
Moscú, o Moscovia, a mediados del siglo XIII, cuando irrumpieron los mongoles en esa parte del mundo, era uno de esos principados. Ni el mayor, ni el más poderoso, ni el más antiguo, ni el más próspero, ni el más poblado.
¿Cómo alcanzó Moscovia la supremacia? De una forma no demasiado gloriosa: siendo los que mejor se arrastraban y lamían las botas a sus amos mongoles. Los mongoles demandaban tributo a los principados eslavos, alguien tenía que ocuparse de centralizar la tediosa tarea de recogerlo y llevarlo al campamento que era la corte del Gran Jan. [Денги (djengui), dinero en el idioma ruso, es una palabra de origen mongol]. Era un tarea muy lucrativa: 4 monedas para el Gran Jan, 1 para mí, 4 monedas para el Gran Jan, 1 para mí....
De ese modo los duques de Moscovia se hicieron muy ricos. Cuando vieron que sus amos mongoles estaban en horas bajas hicieron lo mismo que muchos subordinados en una estructura mafiosa: aprovecharse de la debilidad para tomar el control de los negocios. Con los mongoles fuera de escena, aprovecharon todo lo que habían aprendido como sus lacayos para someter al resto de los principados eslavos.
Una vez alcanzado el poder, Moscovia necesitaba limpiar sus orígenes. Por un lado, con la caída de Constatinopla y la mayor de los territorios de religión ortodoxa bajo control otomano, era barato hacerse con el título de defensor de la ortodoxia, no había muchos candidatos alternativos. Se trajeron a una princesa bizantina, que incluía un trono de marfil en su dote, la casaron con un Duque y oficializaron el relevo: Moscú era ahora la nueva Bizancio.
Por otro lado, había que buscarse un pasado más glorioso. Hubo un cambio de nombre: Moscovía se tras*formó en Rusia. De ese modo se apropiaba del antiguo nombre de la Rus de Kiev. Eso le convenía por dos motivos: por un lado, unía su pasado al de un estado eslavo que alcanzó un alto nivel de desarrollo cultural y político, una edad de oro anterior a la oleada turística mongola. Por el otro lado, servía de justificación histórica para la expansión territorial del imperio moscovita: como sucesor de la Rus de Kiev, Moscovia tenía derecho a reclamar todas las tierras que habían formado parte de este estado.
Esta estrategia fue un éxito. 500 años después, orates útiles occidentales siguen repitiendo la propaganda moscovita.