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Dos importantes libros sobre Gramsci: el imaginario oculto de “Los Cuadernos de la guandoca”
Danielle Ballicco · · · · ·
15/06/08
En sendos ensayos, Cesare Bermani y Mimmo Bonelli vuelven repasar el análisis de Antonio Gramsci sobre la cultura obrera, la opereta, el ***etín y el folclore.
"A menudo a corazones y picos ansiosos las bocas/ les preguntan la verdad. Príncipes y plebe lo padecen por igual".Gramsci, en 1918, redactor ya en esa fecha de la edición piamontesa del "Avanti!" canturreaba sin parar esta pareado de una opereta entonces de moda, La Señora de Tebas, de Carlo Lombardo. Y era hasta tal punto un apasionado de la música –adoraba la Opereta- que a menudo escribía los artículos para el periódico inmediatamente después de salir del teatro, en noche cerrada, bajo el asilo desesperado de Pastore, que literalmente, se la arrebataba del escritorio para enviarla de inmediato a la rotativa. Esta anécdota, y otras muchas, se pueden escuchar agradablemente en la hermosa muestra sonora que cierra el último trabajo de Cesare Bermani, sobre Gramsci, titulado Gramsci, los intelectuales y la cultura proletaria (Colibrí, pp. 334, 19 euros)
El volumen recoge once artículos publicados entre 1979 y la actualidad y dos CD que constituyen, precisamente, la muestra sonora, una apasionante reconstrucción de la vida de Gramsci a través de testimonios y documentos musicales. Es conveniente recordar, a renglón seguido, que la historia oral, de la que Bermani es un maestro indiscutido, nunca como en el caso de Gramsci demuestra ser un instrumento de conocimiento adecuado. Y esto al menos por dos razones. En primer lugar por su forma, porque la posición de escuchar es el presupuesto necesario de la persuasión permanente. Gramsci, como lo recuerdan todos los testimonios, sabía escuchar. Su pedagogía –léase al respecto en el volumen el hermoso testimonio de Héctor Piacentini- partía precisamente de la escucha, era socrática, dubitativa, persuadía reclamando continuas precisiones, capaces de llevar al interlocutor hasta la consciencia de no saber, primer y necesario paso hacia la verdadera politización de sí mismo. En segundo lugar, porque la recolección de testimonios directos se convierte, con el tras*curso de los años, en instrumento capaz de abrir nuevas vías en el interior de aquel controvertido campo de investigación que fueron los estudios gramscianos, por lo menos mientras el PCi orientó su estudio y publicación
Ciertamente el panorama actual está hoy profundamente modificado y un trabajo como el de Bermani , tan atento a reconstruir una fisonomía jovenlandesal intelectual y política de Gramsci diferente respecto de la presentada por la Vulgata togliattiana, puede parecer excéntrico en relación con el actual estado de la investigación italiana actual (baste sólo pensar dónde ha sido relegado en Roma el Instituto Gramsci, que, ciertamente, por el peso internacional que posee, en un Estado serio, merecería alojarse en otros espacios, otras medidas, otra visibilidad, otras estructuras, otros recursos)
La inactualidad del planteamiento de Bermani responde , como mínimo, a la sospecha de que este redimensionamiento de la figura de Gramsci sea el resultado final de una cierta idea sobre el conocimiento y sobre la acción política que el PCi y Togliatti promovieron realmente a través de la publicación orientada de los escritos de Gramsci. Por lo demás, si se devana hasta el final este hilo , la evolución del PCi en PDS/Ds y hoy en PD, aparece bajo el signo de la continuidad, y no ciertamente de la fractura. El trabajo de Bermani valoriza por el contrario otro Gramsci, sobre todo, crítico de una idea de la política como categoría independiente, como actividad separada. Léanse las páginas donde el autor reconstruye el debate entre culturalistas y anticulturalistas y un Gramsci aún jovencísimo reflexiona ya sobre la importancia caudal de la organización política de la cultura que él entiende como un tercer frente de lucha junto al económico y al político; o los dos ensayos publicados sobre el "Primero de Mayo" (Gramsci obrerista y la literatura obrera; Breve historia de la proletkult italiana) donde se percibe con claridad cómo entendía Gramsci la pedagogía política en oposición al modelo didáctico de las Universidades Populares del PSI; y cómo practicaba su papel de dirigente político a partir del conocimiento directo de la vida obrera y de la organización del trabajo en la gran fábrica.
El punto de partida de la política se encuentra, por tanto, en la capacidad de leer en los depósitos creativos del sentido común, formas de liberar, educar, organizar, universalizar; y de no reprimir. Ciertamente, es éste un Gramsci visto a través de las gafas de aquel extraordinario laboratorio de etnografía política de la cultura popular italiana que es el Instituto Ernesto De Martino (y no por casualidad, el volumen de Bermani se cierra precisamente con el ensayo "Dos lecturas no canónicas de los escritos de Antonio Gramsci", un homenaje del historiador oral a sus maestros Bosio y de Martino). Pero justamente en este Gramsci es donde se pueden encontrar aún instrumentos capaces de sacudir el actual amodorramiento mental producido por los medios de comunicación. Resulta increíble, en efecto, que en un universo cultural dominado por la propaganda sin contrapartida –la cual es la expresión de la violencia política en la comunicación- nadie sienta la necesidad de volver a pensar , aunque tan solo sea a título de exploración preliminar, sobre el papel de los intelectuales, la organización de la cultura, hegemonía; y sobre cómo el sentido común revela siempre, como el papel tornasol, el estado de salud del mundo social
En esta misma dirección se mueve también otro hermoso volumen recién publicado por Carocci (Fragmentos indigestos. Temas folclóricos en los escritos de Antonio Gramsci pp. 267, 19 euros). El autor es Mimmo Bonelli, colaborador como Bermani del Instituto Ernesto Martino
Escrito con una minuciosa atención hacia los datos, propia de la gran tradición filológica militante de Gianni Bosio, Bonelli trata de comprender si las famosas Observaciones sobre el folclore presuponen en Gramsci una pasión y un conocimiento profundo de la cultura popular y folclórica italiana. Seis son los temas a través de los cuales la totalidad del corpus de los escritos de Gramsci (páginas de juventud, escritos políticos Cartas y los Cuadernos de la guandoca) es pasado por el tamiz. Cerdeña y mundo popular; religión popular, creencias, magia; proverbios y modos de hablar; narraciones e historias; cantos populares y de protesta social, teatro popular, teatro dialectal. A través de este escrutinio entrecruzado, emerge una imagen sorprendente del pensador sardo como curiosísimo observador y crítico de la vida cotidiana.
Danielle Balicco es un joven crítico literario y cultural italiano.
Danielle Ballicco · · · · ·
15/06/08
En sendos ensayos, Cesare Bermani y Mimmo Bonelli vuelven repasar el análisis de Antonio Gramsci sobre la cultura obrera, la opereta, el ***etín y el folclore.
"A menudo a corazones y picos ansiosos las bocas/ les preguntan la verdad. Príncipes y plebe lo padecen por igual".Gramsci, en 1918, redactor ya en esa fecha de la edición piamontesa del "Avanti!" canturreaba sin parar esta pareado de una opereta entonces de moda, La Señora de Tebas, de Carlo Lombardo. Y era hasta tal punto un apasionado de la música –adoraba la Opereta- que a menudo escribía los artículos para el periódico inmediatamente después de salir del teatro, en noche cerrada, bajo el asilo desesperado de Pastore, que literalmente, se la arrebataba del escritorio para enviarla de inmediato a la rotativa. Esta anécdota, y otras muchas, se pueden escuchar agradablemente en la hermosa muestra sonora que cierra el último trabajo de Cesare Bermani, sobre Gramsci, titulado Gramsci, los intelectuales y la cultura proletaria (Colibrí, pp. 334, 19 euros)
El volumen recoge once artículos publicados entre 1979 y la actualidad y dos CD que constituyen, precisamente, la muestra sonora, una apasionante reconstrucción de la vida de Gramsci a través de testimonios y documentos musicales. Es conveniente recordar, a renglón seguido, que la historia oral, de la que Bermani es un maestro indiscutido, nunca como en el caso de Gramsci demuestra ser un instrumento de conocimiento adecuado. Y esto al menos por dos razones. En primer lugar por su forma, porque la posición de escuchar es el presupuesto necesario de la persuasión permanente. Gramsci, como lo recuerdan todos los testimonios, sabía escuchar. Su pedagogía –léase al respecto en el volumen el hermoso testimonio de Héctor Piacentini- partía precisamente de la escucha, era socrática, dubitativa, persuadía reclamando continuas precisiones, capaces de llevar al interlocutor hasta la consciencia de no saber, primer y necesario paso hacia la verdadera politización de sí mismo. En segundo lugar, porque la recolección de testimonios directos se convierte, con el tras*curso de los años, en instrumento capaz de abrir nuevas vías en el interior de aquel controvertido campo de investigación que fueron los estudios gramscianos, por lo menos mientras el PCi orientó su estudio y publicación
Ciertamente el panorama actual está hoy profundamente modificado y un trabajo como el de Bermani , tan atento a reconstruir una fisonomía jovenlandesal intelectual y política de Gramsci diferente respecto de la presentada por la Vulgata togliattiana, puede parecer excéntrico en relación con el actual estado de la investigación italiana actual (baste sólo pensar dónde ha sido relegado en Roma el Instituto Gramsci, que, ciertamente, por el peso internacional que posee, en un Estado serio, merecería alojarse en otros espacios, otras medidas, otra visibilidad, otras estructuras, otros recursos)
La inactualidad del planteamiento de Bermani responde , como mínimo, a la sospecha de que este redimensionamiento de la figura de Gramsci sea el resultado final de una cierta idea sobre el conocimiento y sobre la acción política que el PCi y Togliatti promovieron realmente a través de la publicación orientada de los escritos de Gramsci. Por lo demás, si se devana hasta el final este hilo , la evolución del PCi en PDS/Ds y hoy en PD, aparece bajo el signo de la continuidad, y no ciertamente de la fractura. El trabajo de Bermani valoriza por el contrario otro Gramsci, sobre todo, crítico de una idea de la política como categoría independiente, como actividad separada. Léanse las páginas donde el autor reconstruye el debate entre culturalistas y anticulturalistas y un Gramsci aún jovencísimo reflexiona ya sobre la importancia caudal de la organización política de la cultura que él entiende como un tercer frente de lucha junto al económico y al político; o los dos ensayos publicados sobre el "Primero de Mayo" (Gramsci obrerista y la literatura obrera; Breve historia de la proletkult italiana) donde se percibe con claridad cómo entendía Gramsci la pedagogía política en oposición al modelo didáctico de las Universidades Populares del PSI; y cómo practicaba su papel de dirigente político a partir del conocimiento directo de la vida obrera y de la organización del trabajo en la gran fábrica.
El punto de partida de la política se encuentra, por tanto, en la capacidad de leer en los depósitos creativos del sentido común, formas de liberar, educar, organizar, universalizar; y de no reprimir. Ciertamente, es éste un Gramsci visto a través de las gafas de aquel extraordinario laboratorio de etnografía política de la cultura popular italiana que es el Instituto Ernesto De Martino (y no por casualidad, el volumen de Bermani se cierra precisamente con el ensayo "Dos lecturas no canónicas de los escritos de Antonio Gramsci", un homenaje del historiador oral a sus maestros Bosio y de Martino). Pero justamente en este Gramsci es donde se pueden encontrar aún instrumentos capaces de sacudir el actual amodorramiento mental producido por los medios de comunicación. Resulta increíble, en efecto, que en un universo cultural dominado por la propaganda sin contrapartida –la cual es la expresión de la violencia política en la comunicación- nadie sienta la necesidad de volver a pensar , aunque tan solo sea a título de exploración preliminar, sobre el papel de los intelectuales, la organización de la cultura, hegemonía; y sobre cómo el sentido común revela siempre, como el papel tornasol, el estado de salud del mundo social
En esta misma dirección se mueve también otro hermoso volumen recién publicado por Carocci (Fragmentos indigestos. Temas folclóricos en los escritos de Antonio Gramsci pp. 267, 19 euros). El autor es Mimmo Bonelli, colaborador como Bermani del Instituto Ernesto Martino
Escrito con una minuciosa atención hacia los datos, propia de la gran tradición filológica militante de Gianni Bosio, Bonelli trata de comprender si las famosas Observaciones sobre el folclore presuponen en Gramsci una pasión y un conocimiento profundo de la cultura popular y folclórica italiana. Seis son los temas a través de los cuales la totalidad del corpus de los escritos de Gramsci (páginas de juventud, escritos políticos Cartas y los Cuadernos de la guandoca) es pasado por el tamiz. Cerdeña y mundo popular; religión popular, creencias, magia; proverbios y modos de hablar; narraciones e historias; cantos populares y de protesta social, teatro popular, teatro dialectal. A través de este escrutinio entrecruzado, emerge una imagen sorprendente del pensador sardo como curiosísimo observador y crítico de la vida cotidiana.
Danielle Balicco es un joven crítico literario y cultural italiano.
