Tenía yo un amigo, del Goierri profundo, que había ido al colegio con la Yoyes y otras perlas, y comentaba con bastante ardor de estomago que las sociedades gastronómicas de su comarca se habían llenado de Pérez, Sánchez y López y que ya no era lo mismo. Y que lo hacían para buscar aceptación social, como si los vascos de verdad fueran orates y no notaran la diferencia. Hablo de los años 80.