silenus
Será en Octubre
Condenado el arqueólogo que falseó la historia del euskera y del cristianismo en el País Vasco
Condenado a dos años de guandoca un arqueólogo por anunciar falsos hallazgos sobre el origen del cristianismo y el euskera
La juez pena a Eliseo Gil y a su socio Rubén Cerdán por estafas y falsedades en el yacimiento Uriña-Veleia, en Vitoria, que se pregonó como revolucionario
El fraude arqueológico ha llegado a su fin. El Juzgado de lo Penal 1 de Vitoria-Gasteiz ha condenado a dos años y tres meses de prisión al arqueólogo Eliseo Gil por un delito continuado de estafa y un delito continuado de falsedad documental por el caso de los falsos hallazgos supuestamente revolucionarios en el yacimiento de Iruña-Veleia (Álava). Gil pregonó que su equipo había dado con unas piezas de arcilla del siglo III que representaban un calvario y que contenían referencias jeroglíficas egipcias y signos de euskera. La trascendencia del supuesto hallazgo consistía en que adelantaba la aparición de los primeros vocablos escritos en lengua vasca 800 años, un hito que se desmoronó en sede judicial.
La sentencia también condena a Ruben Cerdán, un supuesto físico nuclear formado en Tel-Aviv que elaboró los informes que avalaban la presunta autenticidad de los hallazgos, a un año y tres meses de guandoca por un delito continuado de estafa en concurso con un delito de falsedad documental. Ninguno de los dos acabará entre rejas porque ninguna de las penas asignadas supera por separado los dos años de prisión. La Fiscalía y la Diputación de Álava, personadas como acusación, reclamaban entre cinco años y medio y siete años y medio de guandoca para Gil, pero las “dilaciones en el proceso”, que ha trascurrido durante casi 15 años, han marcado la decisión judicial, según la resolución. El grupo Lurmen gestionaba los trabajos en el yacimiento y actuaba con una subvención de 3,7 millones de euros a cargo de la sociedad pública Euskotren
La juez subraya en su sentencia que Gil, director de los trabajos en el yacimiento de Iruña Veleia en el momento de los hechos, se compinchó con Cerdán para conferir a las piezas arqueológicas encontradas entre 2005 y 2006 —que contenían inscripciones supuestamente revolucionarias sobre el euskera y la historia del cristianismo en la Península Ibérica— una autenticidad “que no tenían”. La magistrada entiende que en la excavación se realizaron grabados sobre 36 piezas arqueológicas para conferirles así un valor histórico del que carecían por ser simplemente cerámica ordinaria, y poco relevante, de la época romana. La Fiscalía elevaba hasta 171 los grafitos irregulares sospechosos de manipulación contemporánea. La pena a Gil incluye el pago de 72 euros, dos euros por cada pieza adulterada, y ambos tendrán que abonar 12.490 euros a la Diputación Foral de Vitoria, a quien le cobraron el informe irregular valorado en esa suma por el que Cerdán, “movido por el ánimo de obtener un lucro ilícito” según la sentencia, confería relevancia a esos materiales vulgares.
El juicio requirió 12 sesiones en la Sala de Vitoria y por allí declararon tanto los ahora condenados como compañeros en el yacimiento o peritos. Los investigadores Miguel Berjón, Ángel Apellaniz y Carlos Castro, quienes renunciaron al proyecto ante las irregularidades en los métodos que presenciaban, aseguraron que las piezas valiosas aparecían solo después de pasar por los lavados manuales. Los hallazgos sobre el terreno nunca revelaban incisiones reseñables; no constaban esos grafitos revolucionarios. La incorporación posterior de cámaras de seguridad en el yacimiento desembocó en que ya no volvieron a aparecer nunca más restos del empaque histórico del que supuestamente aparecían en los terrenos. Tampoco ayudó que uno de los trabajadores, Óscar Escribano, admitiese que falsificó uno de los vestigios a modo de “broma”. Escribano declaró en la primera jornada del juicio y aceptó un año de guandoca, por lo que quedó libre.
La magistrada admite que no puede confirmarse totalmente si fue Eliseo Gil quien realizó los grabados sobre los hallazgos cuestionados, pero sí señala que los conocimientos de este arqueólogo y el cargo que ostentaba como director de las operaciones le permitían conocer a la perfección que esos supuestos materiales que mostraba como únicos eran realmente una falsificación. “Él mismo o terceros por su encargo tuvieron la ocasión de causar los daños que las piezas presentan”, explica la resolución. Las sospechas ponían a Gil en la diana porque los estudios realizados sobre los materiales cuestionados mostraban que las grafías de las incisiones se asemejaban mucho a muescas que el propio arqueólogo aplicó en forma de adornos sobre una letrina que se construyó como réplica en la excavación.
Los más de 16.000 folios que han protagonizado este caso incluían distintas sospechas de que algo irregular ocurría en Iruña-Veleia. Entre los materiales observados se dio con un grabado de una sirena, una representación femenina con cánones impropios de esa época, o la alusión al filósofo Descartes. Los arqueólogos aseguraron que había aparecido un resto con el nombre de varios personajes históricos y que entre este elenco de figuras griegas y romanas se hallaba el pensador francés del siglo XVII. El fallo judicial, de 256 páginas, elimina cualquier atisbo de revolucionario en aquella cerámica romana adulterada con un punzón del siglo XXI.
Tienen que aprender de los de Nova Historia.
Condenado a dos años de guandoca un arqueólogo por anunciar falsos hallazgos sobre el origen del cristianismo y el euskera
La juez pena a Eliseo Gil y a su socio Rubén Cerdán por estafas y falsedades en el yacimiento Uriña-Veleia, en Vitoria, que se pregonó como revolucionario
El fraude arqueológico ha llegado a su fin. El Juzgado de lo Penal 1 de Vitoria-Gasteiz ha condenado a dos años y tres meses de prisión al arqueólogo Eliseo Gil por un delito continuado de estafa y un delito continuado de falsedad documental por el caso de los falsos hallazgos supuestamente revolucionarios en el yacimiento de Iruña-Veleia (Álava). Gil pregonó que su equipo había dado con unas piezas de arcilla del siglo III que representaban un calvario y que contenían referencias jeroglíficas egipcias y signos de euskera. La trascendencia del supuesto hallazgo consistía en que adelantaba la aparición de los primeros vocablos escritos en lengua vasca 800 años, un hito que se desmoronó en sede judicial.
La sentencia también condena a Ruben Cerdán, un supuesto físico nuclear formado en Tel-Aviv que elaboró los informes que avalaban la presunta autenticidad de los hallazgos, a un año y tres meses de guandoca por un delito continuado de estafa en concurso con un delito de falsedad documental. Ninguno de los dos acabará entre rejas porque ninguna de las penas asignadas supera por separado los dos años de prisión. La Fiscalía y la Diputación de Álava, personadas como acusación, reclamaban entre cinco años y medio y siete años y medio de guandoca para Gil, pero las “dilaciones en el proceso”, que ha trascurrido durante casi 15 años, han marcado la decisión judicial, según la resolución. El grupo Lurmen gestionaba los trabajos en el yacimiento y actuaba con una subvención de 3,7 millones de euros a cargo de la sociedad pública Euskotren
La juez subraya en su sentencia que Gil, director de los trabajos en el yacimiento de Iruña Veleia en el momento de los hechos, se compinchó con Cerdán para conferir a las piezas arqueológicas encontradas entre 2005 y 2006 —que contenían inscripciones supuestamente revolucionarias sobre el euskera y la historia del cristianismo en la Península Ibérica— una autenticidad “que no tenían”. La magistrada entiende que en la excavación se realizaron grabados sobre 36 piezas arqueológicas para conferirles así un valor histórico del que carecían por ser simplemente cerámica ordinaria, y poco relevante, de la época romana. La Fiscalía elevaba hasta 171 los grafitos irregulares sospechosos de manipulación contemporánea. La pena a Gil incluye el pago de 72 euros, dos euros por cada pieza adulterada, y ambos tendrán que abonar 12.490 euros a la Diputación Foral de Vitoria, a quien le cobraron el informe irregular valorado en esa suma por el que Cerdán, “movido por el ánimo de obtener un lucro ilícito” según la sentencia, confería relevancia a esos materiales vulgares.
El juicio requirió 12 sesiones en la Sala de Vitoria y por allí declararon tanto los ahora condenados como compañeros en el yacimiento o peritos. Los investigadores Miguel Berjón, Ángel Apellaniz y Carlos Castro, quienes renunciaron al proyecto ante las irregularidades en los métodos que presenciaban, aseguraron que las piezas valiosas aparecían solo después de pasar por los lavados manuales. Los hallazgos sobre el terreno nunca revelaban incisiones reseñables; no constaban esos grafitos revolucionarios. La incorporación posterior de cámaras de seguridad en el yacimiento desembocó en que ya no volvieron a aparecer nunca más restos del empaque histórico del que supuestamente aparecían en los terrenos. Tampoco ayudó que uno de los trabajadores, Óscar Escribano, admitiese que falsificó uno de los vestigios a modo de “broma”. Escribano declaró en la primera jornada del juicio y aceptó un año de guandoca, por lo que quedó libre.
La magistrada admite que no puede confirmarse totalmente si fue Eliseo Gil quien realizó los grabados sobre los hallazgos cuestionados, pero sí señala que los conocimientos de este arqueólogo y el cargo que ostentaba como director de las operaciones le permitían conocer a la perfección que esos supuestos materiales que mostraba como únicos eran realmente una falsificación. “Él mismo o terceros por su encargo tuvieron la ocasión de causar los daños que las piezas presentan”, explica la resolución. Las sospechas ponían a Gil en la diana porque los estudios realizados sobre los materiales cuestionados mostraban que las grafías de las incisiones se asemejaban mucho a muescas que el propio arqueólogo aplicó en forma de adornos sobre una letrina que se construyó como réplica en la excavación.
Los más de 16.000 folios que han protagonizado este caso incluían distintas sospechas de que algo irregular ocurría en Iruña-Veleia. Entre los materiales observados se dio con un grabado de una sirena, una representación femenina con cánones impropios de esa época, o la alusión al filósofo Descartes. Los arqueólogos aseguraron que había aparecido un resto con el nombre de varios personajes históricos y que entre este elenco de figuras griegas y romanas se hallaba el pensador francés del siglo XVII. El fallo judicial, de 256 páginas, elimina cualquier atisbo de revolucionario en aquella cerámica romana adulterada con un punzón del siglo XXI.
Tienen que aprender de los de Nova Historia.