Homenaje a Amigo Suicidado

Escribo este texto a sabiendas de que parecerá a muchos una ficción, pero no lo es. Esta es la historia de un amigo, de como puso fin a su vida con 35 años y de cómo la sociedad actual le dio la espalda insistentemente hasta que lo hizo. Se suicidó hace ahora un mes y muy poca gente se ha preguntado de verdad los porqués, ni siquiera sus padres -muy chapados a la antigua y creo que avergonzados por todo lo sucedido- han querido profundizar más allá de un genérico “estaba muy triste últimamente”. Yo sí creo saber sus motivos, las razones de su tristeza y ahora escribo esto como homenaje a él y como desahogo mío por no haberle sabido ayudar. En las últimas semanas un par de amigos del grupo, que fue, más cercano nos hemos sentado a hablar mucho de él y de sus últimos años en los que hubo una decadencia de ánimo, de horizontes y de vida personal enorme pero que yo creo que es el sino de nuestro tiempo, al menos para muchos.

Él me habló por primera vez de burbuja, sé que nunca escribió aquí pero que leía y buscaba respuestas en este lugar desde hace muchos años, así que aquí queda su historia como homenaje, como aviso a otros, como descargo mío, no sé como qué…

Mi amigo, le llamaremos R, nació en una familia de clase media, norte de españa, muy trabajadores, conservadores, un tanto como de pueblo venidos a la ciudad y siempre con un punto de mala suerte. Los recuerdo siempre con negocios y proyectos que se les complicaban una y otra vez con toda clase de extrañas desgracias. Sus padres se quedaron en paro a finales de los 90, ya con una edad ambos y en los últimos casi 10 años buscaron cierta estabilidad a través de un negocio propio, una especie de taller de reparación de electrodomésticos en el que ayudaban toda la familia, era más que una mera cuestión económica, era el proyecto de todos los de esa casa, pero en el que R y su padre eran quienes llevaba el gran peso por sus conocimientos técnicos. Desde que abrieron el negocio y fuera lo que estudiase o donde trabajase R él y sus padres se pasaban todas las horas que podáis imaginar, fines de semana e incluso noches en ocasiones currando a tope, y eso a pesar de qué como él me había confesado muchas veces les daba para dos sueldo mínimos, los márgenes eran ridículos y aguantar a los clientes y a las empresas de los productos era un suplicio para él, en realidad lo importante eran las cotizaciones de sus padres ambos pasando los 60. Siempre me sorprendió que vivieran asfixiadisimos por sus problemas económicos a la vez que mantenían en el pueblo una casa grande con tierras a la que iban al menos un mes en verano, es decir, no estaba abandonada, supongo que algo debe valer. En una ocasión le pregunté por que no vendían todo y me contestó que su padre prefería antes cortarse un brazo…

La relación de R con sus padres era de máxima unión, demasiada unión, su preocupación por ellos, por ayudarles, por complacerles, por asistirles era tal que le hacía olvidarse de si mismo y lo que más le interesaba, se lo dijimos mil veces, pero ni quería oírnos hablar del tema a los amigos, era algo tabú con él. El bienestar y la palabra de sus padres eran cosas sagradas para R. El mejor ejemplo de esto es lo que le pasó hace cinco años ya: después de dejar a la mitad Ingeniería Telecomunicaciones -venía los últimos años aprobando pocas asignaturas, sufriendo mucho, con problemas incluso con un profesor- hizo dos ciclos de Fp consecutivos, siempre mientras trabajaba en el negocio familiar más horas que un reloj, los dos fps técnicos creo que de energía y fluidos o algo similar -perdonad, pero no me sé bien los nombres- el caso es que al acabar el segundo con muy buena nota le surgió la posibilidad de irse a trabajar al extranjero, no me extenderé pero se iban dos más de su curso a un trabajo técnico extremadamente bien remunerado en el norte de Europa al menos por dos años. R a pesar de estar ya en una situación de tristeza personal, teóricamente sin pareja, asfixiado por su familia, centrado únicamente en un negocio que odiaba, sin ahorros ni expectativas reales, declinó la oferta. Decía que no podía dejar a sus padres, que sin él no podrían mantener el negocio, que le necesitaban, que no podía abandonarlos -su hermana mayor se había casado y vivía en otra Comunidad, algo que siempre contaba con un indisimulado tono de reproche-. Cuando nos lo contó y sobre todo cuando nos dio sus razones no me lo podía creer, me cabree con él, le dije que dejase de quejarse sobre su mala suerte y que viviera, que hiciese por cambiar su vida, se enfadó conmigo y con un par de amigos más por decirle lo que pensábamos de aquello, no nos habló durante varios meses y de hecho la amistad se enfrió enormemente cuando el trato se recuperó.

Me falta hablar del tema sentimental/sensual, tan importante como el profesional a la hora de que R se sintiese durante años como una cosa. R era un tipo con sobrepeso, algo más de 1.80 de altura y puede que 95 kilos o así los últimos años quizás 90 en su mejor época, no hablo de un obeso si no de un chaval siempre fuerte, por momentos deportista -le gustaba la bici y el monte- aunque con poco tiempo, con todo el pelo que sé que aquí interesa mucho, gafas, yo creo que ni guapo ni feo, acostumbrado a trabajar atendiendo al público…pues bueno, con todo y con eso solo recuerdo una única pareja en 15 años, una chica con la que estuvo dos años (luego me extenderé) y según él contaba apenas 3 encuentros sensuales después de ella en esa década y media. Sentía que era repulsivo para las mujeres y aunque era enamoradizo -siempre te hablaba de alguna clienta guapísima en la que no paraba de pensar- también notaba en él un repruebo creciente al sesso femenino en los últimos tiempos. Sobre servicios pagados sé que se lo planteó mucho pero que nunca se atrevió. La pareja que tuvo, llamémosla L. le dejó tocadísimo, después de ella engordó y empezó su verdadero declive. Ella le engañó y le dejó deudas de dinero, poco en realidad pero mucho para él que nunca tenía ni para quedar a cenar una triste hamburguesa cuando le llamabas, además sus padres la adoraban y le preguntaban mil veces que había pasado sin que él tuviera nunca valor de contarles que ella se había enrollado con uno de su trabajo en repetidas ocasiones. Su progenitora hasta hace poco le hacia bromas con qué mira que perder a esa chica tan maja… En realidad, él no la llegó a dejar por la infidelidad, de hecho la perdonó cuando se enteró -tema de móviles y tal- pero ella le dijo que con esto se había dado cuenta de que no estaba lo sufrientemente entregada a él como para renunciar otras cosas. Durante años él mantuvo el contacto con ella, como amigos supuestamente, escuchando sus problemas sentimentales con otros, incluso sobre el enamoramiento imposible de ella con el mismo compañero de trabajo con el que le había engañado. Una locura, y eso que estoy bastante seguro de que a los amigos nos contaba la mitad de la mitad de todas sus historias con L. Hasta hace muy poco le hacía labores de bricolaje a ella y a su familia, incluso la llevó al aeropuerto una ocasión que ella se iba de vacaciones con amigas…era patético y él mismo lo reconocía.



El desencanto con los estudios, con las mujeres, me da que con la familia y amigos después, le llevó a poner fin a su vida. Nunca tomó pastillas para la depresión, ni fue al psicólogo ni nada de eso (sospecho que sus padres jamás lo hubieran entendido, no llegaban ni a entender o preguntarse si quiera sobre su evidente frustración )…me duele no haberlo ayudado más, aunque dios sabe que lo intenté. Me cuesta acabar estás líneas y eso que me quedan cosas por contar.