Maybe
Madmaxista
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El forero se puso de nuevo su camisa arrugada y salió por cuarta vez en busca de la chica saltarina de zapatillas celeste. Se cruzó con un gatito (vivo) y varios excrementos de perro, esquivó a la anciana que pedía ayuda y al vecino que quería conversar... y al final la divisó a lo lejos. Se armó de valor y la esperó mientras ella se acercaba corriendo, ajena todavía a su presencia.
Quiso la providencia que la chica pisara una de tantas deposiciones al llegar justo enfrente de él, y cuando se paró a limpiarla el forero murmuró torpemente:
- ¿Sabes? Tengo una historia contigo... le hablo de ti a los desconocidos que me cruzo en un foro oscuro de internet. Todos comen palomitas esperando el día en que me anime a hablarte.
Ella resultó ser extranjera, así que -por suerte- no entendió lo que el forero dijo, pero se fijó en su camiseta gastada, sus gafas viejas de lentes rayados, su pelo descuidado y el tono dulce de su voz. Observó sus ojos pardos y brillantes como guijarros en el fondo de un río lavados por la corriente, y vio que las tenues arrugas que empezaban a surgir a su alrededor le hablaban en un lenguaje que sí podía entender. Le contaban historias increíbles de la llanura pampeana, como esa leyenda antigua sobre amantes clandestinos que se tras*forman en plantas y pájaros para reunirse cada primavera. Decidió que había llegado a la meta, ya no tendría que correr más... se quitó las adidas celeste allí mismo, le cogió de la mano y juntos caminaron por la vereda ignorando a los viejos que fuman, a las pelirrojas que fingen no tener móvil para consultar la hora, a las brujas forzadoras y a los niños que hacen dibujitos en la arena con un palo.
Fueron felices. No comieron perdices porque ella era vegana... pero esa es otra historia.
Tardabas y tuve que tomar el relevo, así que hice un pequeño refrito de tus últimos grandes éxitos... pero le he dado un final cursi y feliz sólo por llevar la contraria. Hoy me levanté tras*gresora
Quiso la providencia que la chica pisara una de tantas deposiciones al llegar justo enfrente de él, y cuando se paró a limpiarla el forero murmuró torpemente:
- ¿Sabes? Tengo una historia contigo... le hablo de ti a los desconocidos que me cruzo en un foro oscuro de internet. Todos comen palomitas esperando el día en que me anime a hablarte.
Ella resultó ser extranjera, así que -por suerte- no entendió lo que el forero dijo, pero se fijó en su camiseta gastada, sus gafas viejas de lentes rayados, su pelo descuidado y el tono dulce de su voz. Observó sus ojos pardos y brillantes como guijarros en el fondo de un río lavados por la corriente, y vio que las tenues arrugas que empezaban a surgir a su alrededor le hablaban en un lenguaje que sí podía entender. Le contaban historias increíbles de la llanura pampeana, como esa leyenda antigua sobre amantes clandestinos que se tras*forman en plantas y pájaros para reunirse cada primavera. Decidió que había llegado a la meta, ya no tendría que correr más... se quitó las adidas celeste allí mismo, le cogió de la mano y juntos caminaron por la vereda ignorando a los viejos que fuman, a las pelirrojas que fingen no tener móvil para consultar la hora, a las brujas forzadoras y a los niños que hacen dibujitos en la arena con un palo.
Fueron felices. No comieron perdices porque ella era vegana... pero esa es otra historia.
Tardabas y tuve que tomar el relevo, así que hice un pequeño refrito de tus últimos grandes éxitos... pero le he dado un final cursi y feliz sólo por llevar la contraria. Hoy me levanté tras*gresora