Hoy día, son varios los profesionales que están estudiando el discurso de los antivacunas, y la estrategias que estas personas siguen para penetrar en la sociedad. Luis Luque, un investigador que ha publicado un estudio sobre cómo la población busca información sobre banderillas a través de Internet, explica a este periódico que una de las claves está en las palabras: "las autoridades sanitarias utilizan un vocabulario más neutral y científico. Sin embargo, si estudias la comunicación de los antivacunas, ellos usan un lenguaje mucho más cercano al que tienen los padres con miedo".
Es la misma teoría que maneja Ubaldo Cuesta, catedrático de psicología de la Universidad Complutense de Madrid y director de la cátedra de comunicación y salud, quien ha analizado cómo la gente se informa sobre las banderillas. Este experto señala a EL MUNDO que los antivacunas "utilizan una de las técnicas persuasivas más eficaces para la audiencia: el 'storytelling'".
"Son las historias las que captan a las personas", explica Cuesta, quien apunta que "el lenguaje basado en la evidencia de los científicos es más difícil de entender para el gran público". Sin embargo, "es mucho más fácil seducir con la historia de la pobre niña a la que le pusieron la banderilla de la polio y le dio autismo".
"Son argumentos anecdócticos, totalmente débiles desde el punto de vista científico, pero más fuertes para captar a los padres", explica Cuesta, quien describe las 'patas' de la dialéctica de estos grupos: "usan la teoría del 'frame', donde hay unos personajes muy marcados: unos héroes, unos villanos, un problema y una solución"