Gonzalo Pontón: “España ha sufrido las clases dirigentes más corruptas, reaccionarias e incompetentes de Europa”

BGA dijo:

Cuando se critica al pueblo como responsable de su destino, por mucho que previamente se haya puesto a caldo a las élites, me pongo a temblar. El pueblo es siempre un rebaño y lo digo cordialmente. Un rebaño humano que "confía" en la honestidad de sus pastores a pesar de tan graves y numerosos ejemplos, pero sigue siendo un rebaño que confía porque si deja de confiar no se volverá otra cosa que un rebaño desconfiado y necesariamente amargado ¿Es el pueblo español un pueblo amargado? Creo que no aunque para ello debo sustraerme de la influencia anímica que tras*mite el foro.... Y es que no se admiten medias tintas, es decir, o eres un amargado o ere feliz, no cabe la figura intermedia del que es feliz a veces y está amargado otras. O eres feliz, con medalla al mérito de la felicidad o con un diploma que lo respalde, o eres un puñetero amargado. Insisto ¿está amargado el pueblo español? Si no lo está, como sospecho en líneas generales y a lo largo de toda la geografía, es porque mantiene viva la esperanza, no tanto en el estado ni en las élites, que parecen empeñadas en amargarnos la vida, sino en su fuero interno mientras no le llegue la cosa al cuello. El español es un pueblo "superviviente" que no necesita de mucho para ir tirando por la vida. Otra cosa son las modas y el prestigio tras el consumo desatado, pero eso es parte del atrezo del momento y si hay que apretarse el cinturón pues ningún problema. Mal de muchos.... El caso es no sentirse uno descartado, expulsado a patadas del rebaño.

Además, cuando habla del pueblo, ¿qué tiene en mente, acaso una especie de conciencia colectiva o una corriente telúrica capaz de acallar toda diferencia y disputa convirtiendo a todo el pueblo en una única y poderosa voz? ¿Acaso las revoluciones pasadas y "pendientes" surgieron al unísono de la voz monolítica, centrada y democrática de todo el pueblo? No. Surgieron de una élite, a la sazón postulantes a nuevos pastores, y cuando al final lo consiguieron acabaron siendo mucho más viles, cobardes, ladrones y criminales que aquellos contra los que lanzaron esa presunta queja iracunda del pueblo que casualmente gritaba con el mismo enfático acento las consignas de los que luego se pusieron en retaguardia.

Sospecho que detrás de ese empeño por convertir a los pueblos en responsables se oculta una cínica defensa de la irresponsabilidad de sus élites, que sí , que las pone finas y todo lo que quieran, pero la lectura de ese libro, por pura cuestión estadística, acabará resintiendo la confianza popular antes que despertar la dormida y bien pagada conciencia de los vividores y traidores. Si hubiera dignidad esa élite tomaría nota pero les da lo mismo. El mundo, como el fútbol es así, yo no tengo ninguna culpa. Ellos no la tienen porque el mundo es así, pero resulta que el pueblo tiene la culpa porque se fía de sus élites, como si dejar de hacerlo supondría de hecho algún cambio profundo cuando es la propia élite la que ha dejado de querer ser un ejemplo de virtud pero no de todos los vicios que en su nombre hereda el pueblo.

En fin, la única crítica que soporto es la constructiva; la que ofrece soluciones después de demostrar que conoce a fondo los problemas, La otra, la destructiva, solo es capaz de proveer más destrucción aunque no sea ese su propósito. Una desconfianza completa solo puede llevarnos a la guerra y luego a una dictadura que tal vez pretenda hacerse cargo de los cristales rotos.

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