Una de las verdades históricas que los llamados medios informativos han procurado distorsionar más celosamente es que fueron los cruzados de la Democracia los inventores y casi exclusivos promotores de los bombardeos aéreos contra las poblaciones civiles. Se ha hablado mucho de los ataques aéreos de la Luftwaffe contra Londres y Coventry. Especialmente, los bombardeos a Coventry fueron muy intensos, pero iban dirigidos contra las industrias de la ciudad, y no contra la catedral de Saint Michel, como pretendió la propaganda inglesa. Saint Michel fue alcanzada por varias bombas, es cierto, pero no es menos cierto que cuando fue alcanzada fue en un bombardeo nocturno y que, en Coventry, las fábricas estaban instaladas en la propia ciudad, y no en las afueras. Coventry fue bombardeada porque poseía fábricas de motores de aviación, de locomotoras, de equipos de telecomunicación, de toda clase de utillaje eléctrico y de material bélico. En cuanto a Londres, a parte sus industrias y sus cuarteles, posee un inmenso puerto, así como astilleros. Eran, pues, Londres y Coventry, así como Birmingham, Manchester, Bristol, Leeds y otras ciudades que fueron igualmente bombardeadas, objetivos militares sin ningún género de dudas. Pero creemos que será mejor abordar el tema desde el principio. Desde mucho antes de que estallara la guerra.
El 18 de Febrero de 1932, es decir, un año antes de que Hitler llegara al poder, Alemania presentó, ante la Conferencia de Desarme, reunida en Ginebra, una proposición tendente a la supresión de la aviación de combate. El delegado inglés prometió "estudiar el asunto". Mientras se estudiaba, Lord Baldwin, Primer Ministro declaró, el 10 de Noviembre de 1932, en la Cámara de los Comunes:
"....He dicho que toda ciudad al alcance de un aeródromo puede ser bombardeada. La única defensa es el ataque, es decir, hay que apiolar más mujeres y niños que los que nos mate el enemigo a nosotros, si uno quiere protegerse a si mismo ".
Por fin, el 16 de Marzo de 1933, presentaba Inglaterra un proyecto ante la Conferencia del Desarme, el Plan MacDonaId, cuyo artículo 34 decía:
"Las altas partes contratantes aceptan la total abolición de los bombardeos desde el aire (excepto para necesidades policíacas en determinadas regiones lejanas)".
El paréntesis, como se observará, es sibilino. La Delegación Alemana (no olvidemos que Hitler estaba ya en el poder) propuso la siguiente modificación a la propuesta inglesa:
"Las palabras entre paréntesis desde excepto hasta lejanas deben ser tachadas y añadirse las palabras siguientes:. ..."Y la prohibición de toda preparación de tal lanzamiento".
El representante español, el conocido liberal Salvador de Madariaga, dijo que
"el proyecto británico, en cuanto a la lucha aérea, es altamente insuficiente".
Anthony Edén, el representante británico, defendió la posición inglesa diciendo, textualmente:
"No hace falta ser un Julio Verne para describir una terrible guerra en la que el punto menos expuesto será, acaso, la trinchera de primera línea y el más expuesto las viviendas de la población civil".
Durante dos años el gobierno alemán hizo notables esfuerzos para llegar a un acuerdo con los demás estados para excluir el arma aérea como medio ofensivo contra las ciudades abiertas y la población civil. Hitler, en la sesión del Reichstag del 21 de Mayo de 1935, propuso, incluso, la abolición del arma aérea. La propuesta fue presentada en la Conferencia del Desarme y rechazada por los representantes inglés y francés. Una nueva proposición se hizo, por el gobierno alemán directamente al gobierno inglés, el 31 de Marzo de 1936, tendente a la humanización de la guerra. El artículo 13, concretamente, decía:
1).- Prohibición del lanzamiento de bombas de gas, tóxicas e incendiarias.
2).- Prohibición del lanzamiento de bombas de toda clase sobre poblaciones abiertas que se hallaren fuera del alcance de la artillería pesada de los frentes combatientes.
3).- Prohibición de hacer fuego contra ciudades, con cañones de largo alcance, fuera de una zona de combate de 20 kilómetros.
4).- Prohibición y abolición de la artillería ultrapesada.
El gobierno alemán, además, se declaraba dispuesto a adherirse a cualquier reglamentación de ésta índole, siempre que obtuviera validez internacional. El gobierno inglés no contestó directamente a este Memorándum alemán, pero el 14 de Febrero de 1938, el Primer Ministro Chamberlain declaró ante la Cámara de los Comunes que "el Gobierno de Su Majestad no estaba dispuesto a limitar la actividad de sus fuerzas aéreas".
La Delegación de Holanda en París, insistió cerca del gobierno francés para que éste, por su parte, y mediante presiones sobre el gobierno inglés, aceptara la totalidad o una parte del Memorándum alemán del 31 de Marzo de 1936, pero la sugerencia holandesa no fue tenida en consideración.
El mismo día que estalla la guerra con Polonia, Hitler dice en su discurso ante el Reichstag:
"... No quiero hacer la guerra contra mujeres y niños. He ordenado a nuestro ejército del aire que limite sus ataques a los objetivos militares".
Y a la embajada de Polonia en Berlín, en el momento de entregar los pasaportes a los miembros del cuerpo consular polaco que van a regresar a su país, provistos de la inmunidad diplomática, se les entrega una nota en la que se afirma:
"Las fuerzas de combate aéreas han recibido orden de limitarse en sus operaciones en Polonia, a objetivos militares. El mantenimiento de esta orden presupone naturalmente el que las fuerzas aéreas polacas se atengan a la misma regla. Si esto no fuera así, los alemanes emplearíamos inmediatamente la más enérgica represalia".
El 6 de Septiembre, el Subsecretario de Estado británico, Butler, afirma en la Cámara de los Comunes:
"Parece demostrarse que los alemanes, en sus ataques aéreos, alcanzan por lo general objetivos militares y no dirigen sus ataques impremeditadamente contra la población civil".
Esto es confirmado por el general Armengaud, agregado militar francés en Polonia, quien, en un informe enviado a su gobierno, dice:
"La Luftwaffe no ha atacado a la población civil. Debo subrayar que las fuerzas aéreas alemanas han obrado con arreglo a las leyes de la guerra; han atacado sólo objetivos militares, y si a menudo ha habido muertos y heridos entre la población civil, ello ha sido debido a que se encontraban a proximidad de estos objetivos militares. Es importante que esto se sepa en Francia e Inglaterra para evitar que se emprendan represalias allí donde no hay motivo para represalia, y para no desencadenar una guerra aérea total por nuestra parte".
El 6 de Octubre de 1939, pronuncia Hitler un discurso en el Reichstag y, en el curso del mismo, aboga por que la guerra se conduzca de la manera más humanitaria posible. Entre otras cosas, dice a este respecto:
"Así como la Convención de Ginebra consiguió, al menos en lo que a los estados civilizados se refiere, prohibir dar fin a los heridos, maltratar a los prisioneros y hacer la guerra contra no participantes en la contienda, y así como se logró que esta prohibición fuera generalmente respetada en el curso del tiempo, así debe ser posible reglamentar la intervención del arma aérea, el empleo de gases, de los submarinos, etc., así como también el concepto de contrabando, de forma que la guerra pierda el terrible carácter de una lucha contra mujeres y niños, y, en general, contra personas ajenas a la misma. La continuación de determinados procedimientos conduce por sí sola a la supresión de armas que entonces resultarían superfluas".
Pero estas palabras no fueron tenidas en cuenta..... El primer bombardeo de la II Guerra Mundial fue llevado a cabo por aviones de combate ingleses que arrojaron bombas sobre Wilhelmshaven y Cuxhaven, el 5 de Septiembre de 1939.
En el curso de Septiembre y Octubre de 1939 la R.A.F. sobrevoló numerosas veces territorio belga, holandés y danés para realizar vuelos de observación sobre Alemania, pero sin volver a arrojar bombas. Tampoco la Luftwaffe bombardeo territorio inglés o francés. El 27 de Noviembre, en la sesión del Consejo Supremo de Guerra, en Londres, Chamberlain propuso el bombardeo, sin contemplaciones, de la región del Ruhr. Pero Daladier se opuso, por considerar imposible bombardear fábricas sin alcanzar a obreros, es decir, a no combatientes. Pero Inglaterra decide hacer caso omiso de las objeciones de Francia, e inicia por su cuenta su guerra de bombas. Sus bombardeos se dirigen contra las ciudades de Wilhelmshaven, Vechta, Heligoland, Sylt, Borkum, Juist y Amrum... es decir, puertos de Alemania Septentrional.
En contraste con esta actitud, el Mando Supremo de la Wehrmacht anuncia, el 25 de Enero de 1940, la limitación de la guerra aérea a objetivos puramente militares y en zonas de combate (con respecto a Francia) y a ataques aéreos contra objetivos terrestres en la metrópoli, incluidos los puertos (con respecto a Inglaterra).
El 30 de Enero de 1940, Hitler dijo, en su discurso del "Sportpalast", de Berlín, lo siguiente:
"El estado al que Inglaterra ha prestado su garantía ha sido barrido del mapa en dieciocho días, sin que se cumpliera dicha garantía. Con ello ha terminado la primera fase de esta contienda. Comienza la segunda. El señor Churchill [445Aún cuando Chamberlain sigue en el poder, tras*itoriamente, a Hitler le consta que el alma del clan belicista ingles a ultranza, en Inglaterra, es Churchill y por eso alude a él. Los hechos darían la razón al Führer] arde ya de impaciencia por esta segunda fase. A través de sus mediadores, y también personalmente, expresa la esperanza de que comience al fin la lucha con las bombas.
Y dice ya que, naturalmente, esta lucha no se detendrá ante mujeres y niños. ¿ Cuándo ha reparado Inglaterra en mujeres y niños ? Toda la guerra de bloqueo no es más que una guerra contra mujeres y niños. La guerra contra los boers no fue sino una guerra contra mujeres y niños".
Maticemos: Churchill no había, evidentemente, dicho que haría una guerra contra mujeres y niños. Por lo menos, no lo había dicho explícitamente. Pero lo que sí había hecho era abogar por la extensión de la guerra aérea, del bloqueo naval e incluso de arrojar bombas incendiarias contra explotaciones agrícolas, y esto era, indirectamente al menos, hacer la guerra a no combatientes, es decir, ancianos, mujeres y niños.
Y los ataques aéreos ingleses continuaron. El 14 de Abril son bombardeadas Haide y Wenningstedt, a pesar de no existir allí objetivo militar alguno. Tras empezar la guerra aérea, ahora la R.A.F. ha empezado el terrorismo aéreo. Es, de momento, un terrorismo muy limitado, algunos aviones que dejan caer algunas bombas en aldeas y pequeñas ciudades. Todo ello, posiblemente, emanado de la iniciativa de algunos mandos subalternos. Consta que Chamberlain se opone a la acción de la R.A.F. contra objetivos no militares. Pero cuando Chamberlain cae -dimite, o es dimitido - y Winston Churchill se instala en el poder comienza la verdadera lucha a fin contra la población civil. Esto es un hecho que ninguna propaganda masiva, a escala mundial podrá jamás disimular por completo, pese a los esfuerzos tremendos que se han hecho en tal sentido.
Churchill, en efecto, es nombrado Primer Ministro el 10 de Mayo de 1940, y el día 11 de Mayo, la R.A.F. recibe la orden de volar a gran altura a través del frente de combate - en plena ofensiva alemana en Bélgica, Holanda y Francia y de descargar sus bombas sobre ciudades alemanas desprovistas del menor interés estratégico y militar, y, por consiguiente, sin protección antiaérea. Ese día, la ciudad de Freiburg, totalmente alejada de la zonas de operaciones militares, y sin una sola industria remotamente relacionada con la guerra, fue bombardeada por la R.A.F. Cincuenta y tres civiles, incluyendo veinticinco niños que jugaban en un jardín público resultaron muertos. Otros 151 civiles fueron heridos. Mr. Edward Taylor, de la Cruz Roja Norteamericana dio estos datos en el New York Times ["The New York Times", 13-V-1940].
El Secretario del Ministerio del Aire británico, J. M. Spaight certifica que fue Inglaterra la iniciadora del bombardeo de civiles, y se vanagloria de ello:
"Empezamos a bombardear las ciudades alemanas antes de que el enemigo procediera de igual forma contra las nuestras. Es, este, un hecho histórico que debe ser públicamente admitido. Pero como teníamos dudas respecto al efecto psicológico de la desviación propagandística de que habíamos sido nosotros quienes habíamos empezado la ofensiva de bombardeos estratégicos, nos abstuvimos de dar la publicidad que merecía a nuestra gran decisión del 11 de Mayo de 1940. Seguramente esto fue un error. Era una espléndida decisión".
J. M. Spaight: "Bombing Vindicated"
Para Mister Spaight -que inventa la palabra "estratégicos" para designar el terrorismo aéreo- bombardear poblaciones civiles fue una "espléndida decisión". Hacia justicia a sus compatriotas al guardar el secreto de que fué la R.A.F. la iniciadora de esa sucia forma de combatir, por constarle que lo reprobarían, pero remacha afirmando que, en todo caso, fue una espléndida decisión.
F.J.P. Véale, escritor inglés especializado en temas bélicos dice que
"... esa histórica noche, los grandes bombarderos ingleses "Whitley", en vez de atacar las concentraciones alemanas en el frente, fueron lanzados hacia la retaguardia civil del enemigo. Era un acontecimiento que hacía época, puesto que era la primera ruptura deliberada de la regla fundamental de la guerra civilizada, de que sólo se deben llevar a cabo hostilidades contra las fuerzas combatientes enemigas... Sin saberlo, los tripulantes de esos 18 bombarderos estaban dando la vuelta a una gran página de la Historia. Su vuelo marcó el fin de una época que había durado dos siglos y medio " [448]
J.F.C. Fuller, uno de los mejores críticos militares ingleses de ésta época, por su parte, escribió al respecto:
"Churchill, a pesar de ser comandante supremo de las fuerzas armadas británicas, no podía actuar como un caudillo militar, pero superó estas dificultades dirigiendo una guerra particular con las formaciones de bombardeo de la R.A.F., una especie de ejército privado suyo. El 11 de Mayo de 1940 ordenó bombardear la ciudad de Freiburg. Pero Hitler no devolvió el golpe, aunque no cabe la menor duda de que estos ataques contra Freiburg y otras ciudades alemanas lo impulsaron, a su vez, a pasar al ataque"
Los alemanes, evidentemente, protestaron contra el terrorismo aéreo. Al cabo de varios meses de ininterrumpidos ataques contra ciudades alemanas desprovistas de todo interés militar, las autoridades militares alemanas amenazaron con tomar represalias contra las ciudades inglesas. Pero los bombardeos no cesaron y las víctimas entre la población civil alemana empezaron a contarse por millares.
No puede haber ninguna duda razonable: la adopción del terrorismo aéreo por parte de Inglaterra no tuvo otro objeto que provocar represalias alemanas, enardeciendo, de tal suerte, al pueblo inglés, que seguía, casi en bloque, reacio a exponer la suerte del Imperio por motivos tan fútiles y extraños a sus intereses como "Dantzig", la "Democracia", "Las fronteras occidentales de Polonia ", etc.
Así, la Gran Prensa, sujeta en Inglaterra, como en el resto del mundo, al Internacionalismo Financiero, soslayó el hecho de que fue la R.A.F. quien comenzó los bombardeos de terror contra los civiles y cuando, por fin, Hitler, tras el bombardeo contra un barrio residencial de Berlín, ordenó el bombardeo de represalia contra Londres, el día 7 de Septiembre, pudo decirse que Churchill había logrado su objetivo. La Gran Prensa - que había guardado atronador silencio sobre los "raids" contra poblaciones civiles alemanas - armó un alboroto tremendo al comentar el ataque de la Luftwaffe contra Londres, presentándolo como un ataque, traidor y no provocado, contra la población civil inglesa. La opinión pública británica, hasta entonces reacia a tomar en serio la guerra contra Alemania, montó en cólera y se apiñó junto a su gobierno. El objetivo había sido alcanzado.
Sir Thomas Elmhirst, Vice-Mariscal del Airé pudo, más tarde, averiguar que
"... Hitler estaba furioso contra la primera incursión de bombardeo nocturno de la R.A.F. contra un suburbio de Berlín el 27 de Agosto de 1940 y ordenó a los bombarderos de la Luftwaffe tomar represalias contra Londres. El bombardeo contra la ciudad universitaria de Heidelberg hizo que el ataque a Londres se realizara, el 7 de Septiembre" [450]
. Apelamos al testimonio de J.M. Spaight, al que ya hemos aludido anteriormente:
"Hitler empezó a contestar contra los bombardeos a ciudades más de tres meses después de que la R.A.F. los hubiera iniciado y siempre estuvo dispuesto, en cualquier momento, a suspender esa clase de guerra. Desde luego, Hitler no quería que continuase el mutuo bombardeo"
Sir Arthur Harris, Mariscal del Aire y uno de los "padrinos" del eufemísicamente llamado bombardeo estratégico, -al que consideraba moderno, mientras llamaba anticuado al sistema alemán de guerra aérea, limitado a objetivos militares exclusivamente- confirma que los alemanes fueron prácticamente arrastrados a ese tipo de guerra terrorista por la R.A.F.
De este modo se inició la que sería llamada "Batalla de Inglaterra", respuesta alemana a los bombardeos terroristas británicos y un ataque a la industria inglesa. Se puso de moda el verbo "coventryzar", y, en efecto, como hemos ya dicho, Coventry sufrió tremendos bombardeos, al igual que Londres y otras ciudades industriales inglesas, pero los ataques, en general, se dirigieron contra objetivos militares o para-militares. No hubo, por ejemplo, bombardeos de Oxford, Eton o Cambridge, pero los hubo de Heidelberg o de Halle por la R.A.F.. Son, estos, hechos incontrovertibles que ninguna propaganda ha sido, jamás, capaz de soslayar. De todos modos, y refiriéndose a estos bombardeos alemanes, el propio Churchill confiesa, en sus "Memorias", que fueron objeto de grandes exageraciones por la prensa inglesa. Además, esos ataques comenzaron el día 7 de Septiembre, es decir, casi cuatro meses después del ataque terrorista de la R.A.F. contra Freiburg.
El ya aludido historiador inglés F.J.P. Veale comenta al respecto:
"Uno de los mayores triunfos de la moderna ingeniería emocional es que, a pesar de la claridad del caso, que no podía enmascararse ni torcerse en modo alguno, el público británico, a través de todo el período de la Blitzkrieg (guerra relámpago), de 1940 y 1941, siguió convencido de que la responsabilidad por los sufrimientos que esta experimentando, recata sobre los líderes alemanes"
Y otra prominente figura de la aviación británica, y uno de los co-autores del llamado bombardeo estratégico, J. M. Spaight, reconoció que
"hay abundante evidencia de que Hitler se opuso con tenacidad al terrorismo aéreo ..."
El General -luego Mariscal- Montgomery declaró:
"Yo creo que una de las grandes cosas que realmente tienen importancia es bombardear Alemania. Yo bombardearía una ciudad cada tarde, y esperaría a ver hasta cuando resiste"
El General I. C. Eaker, Comandante en Jefe de las Fuerzas Aéreas Norteamericanas en Europa, dijo, en una interviú publicada en 1942:
"Disponemos de suficientes aviones para destruir Alemania. Los obreros alemanes necesitan casas para vivir en ellas. Nadie querrá, sin embargo, trabajar bajo tierra, sabiendo que durante su ausencia puede ser destruido su hogar y perecer su familia "
Brendan Bracken, miembro del Gabinete de Guerra inglés y jefe de fila del Partido Conservador, dijo:
"... nuestros planes son: bombardear Alemania por todos los medios a nuestro alcance; exterminar por el fuego y destruir sin piedad a los pueblos responsables del desencadenamiento de esta guerra.
He dicho y repito, sin piedad"
El Lord Mayor (Alcalde) de Londres, Philip Cribbles, declaró a la Agenda Reuter:
"El perder el tiempo en conferencias sobre la aplicación dé determinados artículos del Derecho Internacional, en los que se expresa que los niños menores de dieciséis años y hombres y mujeres de más de setenta años deberían quedar al abrigo de la guerra total, constituye una torpeza criminal"
El Vice-Mariscal del Aire, Saundby, ex-piloto de la R.A.F. en la 1ª Guerra Mundial, declaró:
"... En las ciudades alemanas ya atacadas han sido asolados casi el 25 % de los distritos edificados. El número de edificios destruídos asciende a millones. En las ruinas de Hamburgo, Dusseldorf, Colonia y otras ciudades no es posible una vida civilizada, tal como nosotros la entendemos "
Como se observará, en estas manifestaciones de prohombres ingleses y americanos se nota fácilmente la existencia de una autocomplacencia por la conducta de las democracias occidentales en su guerra aérea contra las poblaciones civiles de sus adversarios, es decir, Alemania, primero, Italia, después, y luego toda Europa ocupada. No sólo reconocen que han sido ellos los pioneros de esta clase de guerra contra la población civil, sino que además se enorgullecen de ello. Walter Lippmann (a) Lipschitz, el buda sionista de los periodistas americanos, hombre con más influencia real que muchos ministros y miembro distinguido del Brain Trust de Roosevelt, escribió en uno dé sus artículos:
"Deberíamos avergonzamos de nosotros y de nuestra causa, si no pudiéramos mirar con sincera conciencia nuestra responsabilidad jovenlandesal en la destrucción de las ciudades alemanas"
Y Hugh Baillie, diputado laborista, remachó:
"Una tras otra han sido reducidas a polvo las grandes urbes alemanas. Las viviendas de obreros, que son consideradas objetivos militares han sido convertidas en ingentes montones de escombros. Los obreros mismos se convierten así en fugitivos. En los cálculos de la ofensiva aérea en marcha entra en que los obreros alemanes sean lanzados a la calle como fugitivos".
He aquí lo que decía el editorial de uno de los más leídos periódicos americanos, a finales de 1943:
"Nadie cree ya las habladurías de daños puramente industriales al referirse a las incursiones de nuestra aviación y de la R.A.F. sobre Alemania. Cuando nuestros bombarderos toman el vuelo, nuestros campesinos sacuden la cabeza y esperan que ello signifique la pronta terminación de la guerra. Al fin y al cabo, es preferible que las matanzas tengan lugar en Alemania".
Acudamos, ahora, al Newsweek, el primer semanario de América, al referirse al ataque terrorista sobre Berlín, el 22 de Noviembre de 1943:
"... lo mismo que en Hamburgo, probablemente muchos refugios se convirtieron en hogueras vivientes. De un extremo de la ciudad al otro, yacen convertidos en ruinas los monumentos en que estaba materializada tanta historia alemana"
Y cerremos esta, creemos, definitiva exposición de testimonios de parte contraria con la opinión de Raymond Clapper, el decano de los corresponsales de guerra norteamericanos:
"El terror y la brutalidad de la guerra aérea son uno de sus mejores aspectos.
Tenemos, por fin, los medios de hacer inhabitables las ciudades y sembrar -¿por qué no hemos de reconocerlo abiertamente?- la destrucción sobre barrios de viviendas. Hemos llegado ahora al punto en el que la guerra se ha hecho tan horrorosa para la población civil, que tal vez se evidencie algún día su falta de sentido".
Es irrefutablemente histórico: las democracias occidentales, en el periodo de pre-guerra, se opusieron tenazmente a toda concesión, incluso teórica, en el desarme aéreo. Si firmaron la Convención de la Haya sobre guerra aérea, que prohíbe expresamente el recurso a las tácticas de Douhet es porque no tenían posibilidad jovenlandesal de evitarlo. Pero luego, en la práctica, recurrieron a ese sistema de combatir, que es no sólo desleal y criminal, al romper las barreras que durante siglos se habían mantenido entre combatientes y ciudadanos, sino que además es ineficaz desde un punto de vista puramente militar, pues en pleno auge de los bombardeos terroristas sobre Alemania, la producción industrial y militar del Reich llegó a su punto máximo.
El terrorismo aéreo no tuvo, inicialmente, otra finalidad que procurar las represalias alemanas -que llegaron, en efecto, pero con una virulencia cien veces menor, como reconoce el propio Churchill- que sirvieran para motivara una opinión pública reacia a la participación de Inglaterra en una guerra extraña a sus intereses reales. Posteriormente, otros motivos fueron injertándose en el inicial, y concretamente la venganza mesiánica del Sionismo contra el Nacionalsocialismo alemán y, en definitiva contra Alemania. Nada menos que Winston Churchill reconoce en sus "Memorias" que fue Lord Cherwell el instigador de los bombardeos de terror contra Alemania. ¿Quién era lord Cherwell? Era un tal profesor Lindemann, un hebreo emigrado de Alemania en 1935. Ese noble lord era el Presidente del "Bomber Command", y pese a su rango de civil tenía autoridad sobre profesionales como Harris y Spaight, y sólo dependía, en última instancia, oficialmente, de Churchill. Su secretario particular -y correligionario suyo- David Bensussa-Butt y el Profesor Salomón Zuckerman estudiaron científicamente los efectos de los bombardeos sobre poblaciones civiles. En el informe de Lindemann, en el que colaboraron Bensussa y Zuckerman, se prescribe una serie de bombardeos masivos
"para zapar la jovenlandesal del enemigo, dirigidos contra zonas obreras de las 58 ciudades alemanas cuya población supere los 100.000 habitantes... Cada bombardero lanzará unas 40 toneladas de bombas. Si éstas caen en zonas habitadas, producirán la pérdida de viviendas a unas 4.000 u 8.000 personas"
.
La consecuencia inmediata de este tenebroso informe fue la directiva del Estado Mayor del Aire, aprobada personalmente por el Primer Ministro, Winston Churchill, así concebida:
Referencia: Directiva sobre nuevos bombardeos. Supongo ha quedado suficientemente claro que los objetivos deben ser las zonas edificadas, y no, por ejemplo, los docks o fábricas. Esto, si aún no está lo suficientemente claro, debe quedar bien entendido de una vez para siempre"
.
El conocido escritor y hombre de ciencia Charles Snow publicó en Londres en 1961, el libro Science and Govemment, en el que afirma:
"El Plan Lindemann fue adoptado bajo la presión conjugada de los jefes de la aviación inglesa y, naturalmente, los medio Judíos tan poderosos entonces en el gobierno".
El reconocimiento oficial del carácter terrorista de los bombardeos aliados se hizo en 1953, cuando la "H.M. Stationery Service" (Servicio de Imprenta de Su Majestad) publicó el primer volumen de una obra titulada La RAF 1939-1945, libro presentado como una publicación oficial, leída y aprobada por la Sección Histórica del Ministerio del Aire del Reino Unido. El autor, Dennis Richard, dice con toda franqueza que la destrucción de instalaciones industriales no era más que una finalidad secundaria de los ataques aéreos contra Alemania, ataques que se iniciaron en Mayo de 1940. La finalidad principal de esas incursiones era inducir a los alemanes a llevar a cabo raids de represalia similares contra Inglaterra. Tales raids provocarían una intensa indignación en Inglaterra contra Alemania, y crearían así la psicosis de guerra imprescindible en una guerra moderna. Dennis Richard concluye sin ambages:
"Los ataques aéreos contra el Ruhr no eran más que una manera disfrazada de inducir a los alemanes a bombardear Londres".
En 1961, la Imprenta Oficial de Su Majestad Británica volvía a reconocer, por segunda vez, el carácter terrorista de su aviación en la II Guerra Mundial, en su publicación The Strategic Air Offensive.
Creemos huelgan más argumentos en favor de la super-demostrada tesis de que fueron los ingleses, secundados luego entusiásticamente por los americanos y los rusos, los iniciadores y casi exclusivos cultivadores del terrorismo aéreo. El repruebo de Churchill - o de los poderes fácticos que movían al Primer Ministro británico- contra Alemania fue tan brutal que no dudó en quebrantar los más elementales sentimientos humanitarios en la conducción de la guerra. Es el propio Churchill quien, con increíble desenvoltura, manifiesta en sus Memorias:
"Di instrucciones al Gabinete de Guerra para que todas las ambulancias aéreas alemanas fueran derribadas u obligadas a descender por nuestros aviones de combate".
La cifra total de muertos causados entre la población de Alemania por los bombardeos terroristas angloamericanos es difícil de evaluar. Se ha hablado de tres millones. En todo caso, la cifra más baja la da el periódico suizo Die Tat, en un artículo del demógrafo de Zurich Dr. Adalbert Aigner, quien afirma:
"La cantidad de 2.050.000 muertos en los bombardeos de ciudades alemanas es la que me parece mis próxima a la verdad"
Mientras tanto, la industria alemana, infinitamente menos atacada que la población civil, llegaba a su punto más alto de producción a finales de 1944.
Hay que tener muy presente el número de heridos y mutilados a causa de los bombardeos, que se ha evaluado en algo más de 4 millones de personas, la mayoría, como es lógico, ancianos, mujeres y niños. Así mismo, debe tenerse muy presente los enfermos crónicos y los subsiguientemente fallecidos a causa de las intoxicaciones por óxido de carbono. El siniestro Profesor Lindemann consideraba que el óxido de carbono liberado por las bombas debía causar aproximadamente el 70 por ciento de las víctimas de los bombardeos. Resumiendo, creemos, personalmente, que el número total de muertos a causa de los bombardeos terroristas Aliados debe hallarse cerca de los 4 millones, pero nos quedaremos, para la evaluación final, con la más baja que hemos encontrado, de los 2.050.000.
Aunque toda ciudad alemana de alguna importancia fue profusamente bombardeada, cabe hacer especial mención de los bombardeos de Berlín y, sobre todo, de Hamburgo, el 25 de julio y el 3 de agosto de 1943. Los ataques contra los barrios residenciales de la capital hanseática se desarrollaron de noche, y con una saña hasta entonces inigualada. Pero todos los récords de la gratuita violencia fueron batidos en el bombardeo de Dresde, llevado a cabo durante la noche del 13 al 14 de febrero de 1945. Esa fue la más sangrienta acción bélica realizada, a lo largo de toda la Historia del Mundo, contra una población civil. Dresde, se hallaba entonces, a unos 115 kilómetros de las líneas del frente germano-ruso, y a ella habían llegado más de medio millón de refugiados, ancianos, mujeres y niños. Dresde era una dudad abierta. En ella no habían cuarteles, ni fábricas de armamentos, ni objetivos militares de ningún género. Habían, en cambio, numerosos hospitales, con enormes cruces rojas pintadas en sus azoteas.
En la mañana del 13 de febrero, 35 aviones ingleses de reconocimiento volaron sobre Dresde y tomaron numerosas fotografías, sin ser inquietados por la ''Luftwaffe", que se hallaba operando en el frente, ni por las defensas antiaéreas, inexistentes en una ciudad residencial cuya única industria era la de cerámicas. Por la noche, 800 bombarderos de la RAF arrojaron sobre la indefensa ciudad, abarrotada de refugiados, una lluvia de bombas explosivas e incendiarias. Al amanecer del día siguiente, una segunda oleada de bombarderos descargó otro alud de fuego.
Y horas más tarde, otros 1.200 tetramotores acabaron de machacar la ciudad destruida, avivando la horrorosa pira con latas de petróleo. En total se lanzaron sobre Dresde 10.000 bombas explosivas y 650.000 bombas incendiarias, amén de 15.000 latas de petróleo, de un hectolitro cada una. . El escritor inglés F.J.P. Veale, dice:
"Para dar una impresión más dramática, en medio del horror general, las fieras del Parque Zoológico, frenéticas por el ruido y por el resplandor de las explosiones, se escaparon. Se cuenta que estos animales, así como los grupos de refugiados, fueron ametrallados cuando trataban de escapar a través del Parque Grande, por aviones de caza en vuelo rasante... en dicho parque fueron encontrados luego muchos cuerpos de hombres y animales acribillados a balazos... Para evitar las epidemias causadas por los cadáveres en putrefacción, hubo que organizar gigantescas piras que consumían, cada una, cinco mil cuerpos o pedazos de cuerpos. La espantosa tarea se prolongó durante varias semanas.
Los cálculos del número total de victimas en ese descomunal bombardeo varían mucho de uno a otro. Algunos elevan la cifra hasta un cuarto de millón. Personalmente nos sentimos inclinados a adherirnos a esa cifra"
Irving no se atreve a dar cifras aunque opta por la de 235.000 muertos [473] y cabe suponer que el número de heridos debió, al menos, doblar esa cantidad. En una palabra, el gratuito crimen de Dresde costó más muertos que las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki juntas. He aquí lo que dice F.J.P Veale al respecto:
"Para la mente popular quizá lo mejor que puede decirse del lanzamiento de la primera bomba atómica es que la fin cayó literalmente del cielo azul sobre la ciudad condenada. Pero lo que ocurrió allí, puede parecer menos turbador que lo que ocurrió unos meses antes en Dresde, cuando una gran masa de mujeres y niños sin hogar se puso en camino hacia ahí y tuvo que correr alocada por una ciudad desconocida en busca de un lugar seguro, en medio de explosiones de bombas, fósforo ardiendo y edificios que se derrumbaban"
El Comodoro del Aire Leslie MacLean censuró, en un libro escrito después de la guerra, al Estado Mayor Aéreo Inglés que
"se alejó de su antigua tradición, hasta el grado de abandonar los últimos restos de humanidad y caballerosidad, a cambio de nada... pues el ataque terrorista aéreo fue un fracaso, desde el punto de vista militar, ya que la nación sufrió bombardeos en escala nunca antes imaginada no se doblegó bajo el terrible castigo".
Los americanos tomaron el relevo de los ingleses tras el bombardeo de Dresde. Según David Irving en su varias veces citado libro:
"El día siguiente al brutal ataque, los americanos atacaron Chemnitz. Esta vez ni se intentó camuflar el objetivo del ataque. Curiosamente, aunque en Chemnitz había una fábrica de tanques, varias fábricas textiles de fabricación de uniformes para el ejército, así como uno de los mayores centros de reparación de locomotoras del Reich, los servicios de información pasaron las siguientes órdenes a las escuadrillas americanas:
"Esta noche, el objetivo será Chemnitz. Vais allí para atacar a los refugiados que van llegando, tras el ataque a Dresde la noche pasada. Vuestras razones para ir allí son de acabar con todos los refugiados que puedan haberse escapado del fuego de Dresde. Llevareis el mismo cargamento de bombas, y si el ataque de esta noche tiene el mismo éxito que el de la noche pasada, ya no volveréis a realizar incursiones en el frente ruso".
Y añade Irving:
"La ferocidad del raid de la aviación estratégica americana durante toda la jornada del 14 de febrero, puso, finalmente a la población civil de rodillas... Pero no fueron las bombas las que desmoralizaron finalmente a los habitantes; fueron los aviones de caza Mustang que, descendiendo súbitamente sobre la ciudad, abrían fuego sobre todo lo que se movía".
Parece ocioso decir, y, no obstante, debe ser dicho, que ninguno de los responsables de ese macabro e inútil crimen fue jamás procesado por Crímenes de Guerra.
Aunque Alemania se llevó la palma del martirio en la cuestión de los bombardeos de terror contra la población civil, otros países de Europa también los sufrieron en su propia carne, aún cuando en mucha menor escala. Roma, Milán y Venecia vieron sus barrios residenciales bombardeados, e incluso Paris, Bruselas, Amberes, Sofía y Bucarest. Mención especial merece el bombardeo del puerto de Le Havre, efectuado por los norteamericanos un día antes de su ocupación por los propios americanos, y cuando ya los alemanes habían evacuado por completo la ciudad. Una explicación a tan estulta y gratuita acción destructora puede hallarse en el hecho de que, en 1946, fue un consorcio norteamericano quien se encargó -naturalmente, pagando Francia- de la reconstrucción de dicho puerto.
En Extremo Oriente, la acción de la aviación norteamericana contra el Japón no presentó, en un principio, rasgos de tan excepcional crueldad como la desplegada en Alemania. No obstante, debe mencionarse el bombardeo de la ciudad de Toyama, de unos 125.000 habitantes, a finales de 1944. Según el historiador Caidin, los edificios de la ciudad fueron destruidos en un 98,6 por ciento. Tokyo sufrió varios bombardeos, el mayor de ellos a finales de mayo de 1945. En ese ataque, aunque se atacaron fábricas, se bombardeó también el núcleo urbano de la población. Se ha llegado a decir que se produjeron 500.000 víctimas en un sólo día, la cifra más baja dada por la literatura aliada es de 130.000. Es decir, más o menos Hiroshima y Nagasaki juntas, aunque no se han dado datos oficiales contrastables. Desde luego, y tal como reconoce la revista propagandística norteamericana, en lengua castellana, En Guardia (num. 9, año 4),
"tan destructiva fue la campaña que las autoridades japonesas se vieron obligadas a retirar de Tokyo a la mayor parte de la población".
El padre espiritual de esos bombardeos contra el Japón fue el General Curtis Emerson Le May, un hebreo que ya se había distinguido en los ataques aéreos contra las ciudades alemanas, desde 1942 hasta 1944. Se ha pretendido que ese ataque a Tokyo fue un simple bombardeo de un objetivo militar. Ahora bien, lo que en modo alguno pueden considerarse ataques a objetivos militares fueron las dos bombas atómicas lanzadas por los norteamericanos contra Hiroshima y Nagasaki Se ha pretendido que el Presidente Truman ordenó personalmente ambos ataques atómicos contra esas ciudades para forzar al Japón a pedir la paz y ahorrar, así, derramamientos ingentes de sangre norteamericana. El argumento sería valido de no mediar dos hechos que lo invalidan por completo:
a) A principios de 1945, el Mikado hizo tanteos de paz, a través de la URSS y de Suecia, pero Roosevelt los rechazó, exigiendo una rendición incondicional.
b) En mayo de 1945, unos días después de la capitulación de Alemania, Suzuki, nuevo Presidente del Consejo de Ministros del Japón, ofrece retirar todas las tropas niponas de Birmania, China, Malasia y todas las islas que aún conservan en el Pacífico. Sólo pide la no ocupación de la metrópoli y que sea respetada la familia imperial. El ofrecimiento se hace a través de los servicios diplomáticos del Vaticano, especificando que es "una base de negociación", lo que equivale a decir que se trata de un mínimo, y que otras exigencias norteamericanas pueden ser discutidas y, consiguientemente, aceptadas. Pero Truman sigue los pasos de su antecesor, Roosevelt, y rechaza la oferta japonesa.
El 6 de agosto de 1945, un avión norteamericano deja caer la primera bomba atómica sobre Hiroshima, ciudad desprovista de objetivos militares y, lógicamente, de defensas antiaéreas: 70.000 personas perecen en el acto.
El Japón pide la paz de modo oficial. Washington prepara cuidadosamente su respuesta a la petición japonesa. Muy laboriosamente para que Stalin tenga tiempo de denunciar su tratado con Tokyo, declarar la guerra al Japón y poder participar como "beligerante" en la Conferencia de la Paz. Lo hace el día 8 de agosto. Veinticuatro horas después, una segunda bomba atómica es arrojada sobre Nagasaki. 55.000 muertos. El Imperio del Sol Naciente pide la paz, de nuevo, y por cuarta vez. Esta vez, Truman, magnánimo, se la concede, aunque, eso sí, incondicionalmente.
El caso es, no obstante, que esa "incondicionalidad" será, en la practica, mucho menos dura que la impuesta a Alemania. De hecho, los americanos aplicarán las condiciones que pedía el Japón a Truman en el mes de mayo, pero la diferencia práctica será enorme: de haber aceptado la petición nipona de mayo del 1945 -que equivalía a todos los efectos, a una rendición sin condiciones,- la URSS no habría tenido tiempo de declarar la guerra al Japón (lo que fue insólitamente solicitado por Truman) y no se hubiera podido inmiscuir en los asuntos del Asia oriental. El rechazo de la petición del Presidente Suzuki en mayo del 1945 trajo como consecuencia que, al final de la guerra en Extremo Oriente, los soviéticos, que no llegaron a disparar un sólo tiro contra los japoneses, ocuparon el Sur de la gran Isla de Sakhalin y Manchuria, lo que les fue revalidado en el tratado de paz. En cambio, todos los que efectivamente lucharon contra el Japón saldaron su participación en la "victoriosa" contienda con pérdidas territoriales: los ingleses y los holandeses perdieron sus imperios asiáticos; los norteamericanos perdieron las Filipinas, y los chinos, que luchaban contra el Japón desde 1931 recibieron, como premio, la implantación del Comunismo, posibilitada por Washington. Todo eso, por el criminal retraso en aceptar una capitulación. Todo eso, para poder largar dos bombas atómicas sobre dos ciudades indefensas. No podemos cerrar el "caso" Hiroshima y Nagasaki sin mencionar que, desde entonces, cada año han venido pereciendo supervivientes de la horrorosa matanza y a consecuencia de la misma, la prensa mencionó, en junio de 1979, el suicidio de uno de ellos, que, tras soportar más de 30 años los males causados por la radiación, puso fin a sus días al declarársele un cáncer ocasionado por ésta. El numero de muertos causados por los efectos de la radiación desde el día siguiente al del bombardeo hasta hoy, sobrepasa la cifra de 25.000, y los nacimientos de seres tarados imputables a tal causa, no bajan de 18.000.
El 18 de marzo de 1941, la prensa sueca publicaba, espantada, la noticia de que la aviación británica había literalmente inundado varias poblaciones italianas con objetos aparentemente inocuos, como lapiceros, plumas estilográficas y juguetes que, al ser recogidos, estallaban, causando graves heridas en quienes ingenuamente las tomaban en sus manos. El satánico experimento se repetiría en Alemania. En la documentación gráfica que acompaña a esta obra puede observarse el efecto causado en niños alemanes e italianos por los mortíferos juguetes. Mencionemos, igualmente, que en el bárbaro ataque aéreo contra la ciudad de Freiburg, el 10 de mayo de 1940, la aviación inglesa, además de arrojar sus bombas, descendió en vuelo rasante para ametrallar un parque en el que estaban jugando numerosos niños, de los que 20 perecieron acribillados.
¿Acaso no es cierto que los alemanes, mientras estuvieron en guerra con Francia nunca bombardearon París pero los ingleses sí lo hicieron, en Junio de 1941, causando destrozos en los barrios más humildes de la capital francesa y provocando la fin de 1.500 personas, civiles en su totalidad? ¿No fue la RAF?
Los crímenes de los buenos