Aunque el término está en desuso por la
antropología, curiosamente plagada de corrección política y marxismo cultural, esos craneos que tradicionalmente conocemos como
hombre de cromañón pertenecen a un grupo humano racialmente particular y emparentado en gran medida con los nórdicos modernos, especialmente los suecos y noruegos.
El hombre de cromañón, que podríamos llamar hombre nórdico, era igual o superior en inteligencia que el neanderthal, con 1600-1700 cc de capacidad craneal. Tenía rasgos fisiológicos propiamente nórdicos, mesomorfos y con una estatura promedio de 1.90 hasta 2.0 metros. Perfectamente podemos concluir que los antiguos nórdicos del paleolítico son los ancestros principales de nosotros los europeos y por lo tanto podemos determinar que la raza nórdica es la cohesionadora de las subrazas europeas. La
blanquitud de un individuo se puede determinar dependiendo de la sangre nórdica manifestada en su fenotipo.
El cráneo del hombre de
cromañón u hombre nórdico refleja claramente los rasgos nórdicos, de hombres que evolucionaron en entornos duros como la glaciación de Würm y con una alimentación mayormente carnívora. Esta antigua raza humana procede de Asia, la cual penetró en Europa a través del corredor del Danubio:
El aspecto físico de los cromañones, ahora nórdicos, era probablemente similar a este:
Este hombre nórdico posee altísimo porcentaje de sangre nórdica, tanto que evidencia un rostro tirando a cuadrado, un mentón fuerte, blondismo, nariz estrecha con puente nasal alto y una gran altura, probablemente unos dos metros. Características propias de los antiguos hombres que por un tiempo se les ha llamado Cromañones.