Nicors
Madmaxista
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PUEBLO
MADRID SABADO 15 JUNIO 1963
BARCELONA: DESBORDANTE RECIBIMIENTO POPULAR A F RA N C O
Una impresionante multitud vitoreó al Jefe del Estado
El Caudillo y su esposa visitaron esta mañana la Feria de Muestras
BARCELONA ha tributado al Jefe del Estado un impresionante recibimiento, en el que han
participado multitudes de todos los sectores sociales, A las seis horas y treinta y dos minutos de la tarde
de ayer, S. E. pisó tierra en Barcelona entre el clamor entusiasta, delirante, de la multitud apiñada en la
puerta de la Paz. El Caudillo vino a bordo del yate "Azor", y se trasladó a la falúa "Eglon", de don
Guillermo Calderón Monterorios, quien iba a bordo de la misma, juntamente con el capitán general
del Departamento Marítimo de Cartagena, vicealmirante don Faustino Ruiz. Su Excelencia llegó
acompañado de su esposa, doña Carmen Polo de Franco; de su nieto, Francisco Franco
Martínez-Bordíu, y del ministro de Marina, almirante don Pedro Nieto Antúnez.
Mientras el "Azor" entraba en el puerto, sonaron insistentemente las sirenas de todos los
buques surtos en el puerto, los cuales aparecían empavesados y con sus respectivas notaciones
formadas a bordo.
EN LA PUERTA DE LA PAZ
La multitud prorrumpió en vítores a España y a Franco, salvador de la Patria, en medio de renovadas
ovaciones de entusiasmo. En el momento de pisar el Caudillo tierra de Barcelona, las baterías de
Montjuich han disparado las salvas de honor y las fuerzas militares rindieron honores a los acordes del
himno nacional.
Al pie del desembarcadero cumplimiento a Sus Excelencias el jefe del Sector Naval de Cataluña,
contralmirante don Adolfo Baturone. Luego le cumplimentaron los ministros subsecretario de la
Presidencia, Ejército, Gobernación. Trabajo y presidente de1 Consejo de Economía Nacional; los jefes y
subjefes de las casas Militar y Civil y las primeras autoridades barcelonesas, encabezadas por el capitán
general. La esposa del alcalde, doña Dolores de Sangenis de Porcíoles ofreció a doña Carmen Polo un
delicado ramillete de flores. También rindió homenaje a la esposa del Caudillo la pubilla de Cataluña,
señorita Montserrat Capmany, en representación de la mujer catalana. Acompañaba a la gentil pubilla la
pubilleta. sus damas de honor y varios niños con el traje típico de payeses de la región, tocados todos con
barretina. La pubilla entregó un precioso ramo de rosas a doña Carmen Polo, que ésta agradeció sonriente.
El Generalísimo pasó luego revista a la Compañía del Regimiento de Infantería Jaén número 25, que, con
bandera, banda, escuadra y música, rendía honores, formada en el maravilloso marco de la Puerta de la
Paz. Las aclamaciones de entusiasmo de la muchedumbre no decrecieron un solo momento, como
tampoco las sonoras ovaciones de homenaje con las que el pueblo barcelonés expresaba su bienvenida al
Caudillo y su congratulación por su visita. Acompañaron a S. E. durante la revista de las fuerzas el
ministro del Ejército, teniente general Martín Alonso; el jefe de la Casa Militar de S. E., general
Menéndez Tolosa, y el capitán general de Cataluña, teniente general De Lamo.
La multitud invadía todas las amplias aceras y bocacalles de dicho sector, destacando las incontables
personas encaramadas hasta la atrevida altura del monumento al Gran Almirante. Todos los lugares más
inverosímiles fueron ocupados por el gentío deseoso de contemplar la recepción oficial a la que se
sumaba la gran popular como en anteriores ocasiones, con enfervorizado entusiasmo patriótico.
Tras la revista a las fuerzas que habían rendido honores, S. E. cumplimentó a la Corporación municipal, y
el alcalde le dio la bienvenida en nombre de Barcelona y le renovó la más fervorosa adhesión de la
misma. El Caudillo estrechó la mano a todos y cada uno y después saludó a los directores generales de
Seguridad, Guardia Civil y Carreteras; a los componentes de la Diputación Provincial, al honorable
Cuerpo Consular acreditado en Barcelona; consejeros nacionales señores Matéu. Santamarina, Trías
Bertrán. Roger, Calviño y mandos del Movimiento y sindicales.
Más tarde saludó a los generales con mando en plaza y jefes de Cuerpo y a las jerarquías nacionales del
Movimiento, entre las que se encontraban los delegados nacionales de Juventudes y de Provincias, este
último en representación de1 ministro secretario general del Movimiento.
Numerosas pancartas eran enarboladas, tanto en el puerto como entre la multitud. Algunas embarcaciones
pesqueras portaban expresivas salutaciones de adhesión de la Cofradía de Pescadores y del Sindicato
provincial del ramo. Los alfáceres provisionales, nutridísimamente representados, enarbolaban una
pancarta con la siguiente inscripción: "Aquí estamos, con Franco, por España."
Destacaban, asimismo, numerosas representaciones de las comarcas del Valles, portadoras de pancartas
de salutación al Caudillo
EN LA CATEDRAL
Luego S. E. el Jefe del Estado se dirigió al automóvil e invitó a subir al alcalde, quien se situó a su
izquierda. En medio de grandes aclamaciones y vítores patrióticos del inmenso gentío, el vehículo se puso
en marcha escoltado por la guardia de Su Excelencia, con dirección al paseo de Colón y Vía Layetana,
donde se congregaba igualmente una Imponente multitud que no cesó de exteriorizar su alesna por la
presencia de Franco en la capital catalana.
Todo el recorrido del Jefe del Estado, desde la puerta de la Paz hasta la catedral, por el paseo de Colón y
Vía Layetana, fue una constante aclamación y repetición entusiasta de su nombre y del de España por la
multitud que se apiñaba en las aceras.
Precedido por la Guardia Municipal montada, en uniforme de gran gala, y la Guardia de Palacio, el
Caudillo llegó a la plaza de la catedral a las siete de la tarde.
Los alrededores de la catedral-basílica estaban llenos de barceloneses, que tributaron un gran recibimiento
al Caudillo, que correspondía saludando con la mano y sonriente. En coche anterior llegó doña Carmen
Polo de Franco, acompañada de la esposa del alcalde. También llegaron los ministros y primeras
autoridades que hablan recibido al Caudillo en el puerto. Franco venía en coche descubierto acompañado
del alcalde de la ciudad.
En el atrio de la catedral el Generalísimo fue recibido por el arzobispo obispo de la diócesis, doctor don
Gregorio Modrego, con el Cabildo catedralicio. Después de besar el "Ligmim Crucis". Sus Excelencias,
bajo palio cuyas varas llevaban concejales del Ayuntamiento, llegaron hasta el altar mayor. En la. parte
del Evangelio se habían dispuesto dos sitiales bajo del y con el escudo heráldico del Caudillo, en los que
se situaron el Jefe del Estado y su esposa. El obispo ocupaba un roño en la parto de la Epístola y sobre la
cripta cubierta se colocaron los ministros las primeras autoridades barrcelonesas. En el templo.
severamente iluminado y engalanado, también se hallaban el Ayuntamiento y la Diputación en pleno,
restantes autoridades barcelonesas, esposas de los ministros del Ejército, Marina y Gobernación, así como
del alcalde y de la Diputación Provincial y el nieto del Caudillo, Francisco Franco Martínez-Bordiú.
También se hallaban autoridades y representaciones de la vida ciudadana.
El doctor Modrego entonó el tedeum, que fue seguido por el coro catedralicio.
A las siete y veinte, el Caudillo y su esposa abandonaron la catedral, siendo despedidos por el arzobispo-
obispo.
La Federación de Coros Clavé, que se hallaba en la plaza catedralicia, entonó el "Gloria a España", que el
Caudillo escuchó de pie dentro del coche descubierto. Después, a los acordes del himno nacional,
interpretado por la banda de la Compañía de Artillería 72, que le había rendido honores a la llegada, el
Jefe del Estado y su séquito se dirigieron por la vía Layetana y avenida del Generalísimo al palacio de
Pedralbes, siendo el Caudillo constantemente aclamado por la multitud.
CAMINO HASTA PEDRALBES
La salida de la catedral fue de gran emoción por el agitar de las barretinas por los componentes de los
coros, el flamear de banderas, el volar de las palomas y los gritos entusiastas de la multitud.
Desde la catedral, el Caudillo se dividió en coche descubierto, en el que le acompañaba el alcalde, por la
vía Layetana hacia la plaza de Urquinaona, ronda de San Pedro, plaza de Cataluña, paseo de Gracia, plaza
de la Victoria y avenida del Generalísimo hasta el palacio de Pedralbes. Una ingente muchedumbre se
había congregado a ambos lados del largo recorrido, y al paso del Jefe del Estado le hizo objeto de
entusiastas demostraciones de adhesión y simpatía. Momento emocionante fue la llegada a la plaza de la
Victoria, donde la multitud aclamó entusiásticamente al Jefe del Estado. Se veían numerosas pancartas de
bienvenida y banderitas que eran agitadas al paso del Caudillo, entre los aplausos y los vítores de la
muchedumbre. En la plaza de alopécico Sotelo se situaron en fila gran número de coches antiguos de la
Asociación de Automóviles Veteranos, así como infinidad de motocicletas, y en la continuación de la
avenida del Generalísimo se hallaban situados en batería, más de 2.500 taxis con sus respectivos
conductores que habían querido sumarse al gran recibimiento que Barcelona tributaba al Jefe del Estado.
Más adelante, y a ambos lados de la avenida del Generalísimo, en una distancia de cerca de dos
kilómetros, se hallaban formadas las Centurias de la Guardia de Franco de Barcelona, Hospitalet y
Badalona, así como representaciones de la misma organización en los restantes pueblos del cinturón de
Barcelona, miembros de la Organización Juvenil y los niños de numerosos colegios, que agitaban
banderitas de papel con los colores de España.
El Caudillo, siempre de pie en el vehículo, saludaba continuamente a la muchedumbre, correspondiendo
así a las muestras de cariño que le tributaban.
A las ocho y ocho minutos llegó la comitiva oficial al palacio de Pedralbes. Una compañía de Zapadores
de la IV Región, con bandera, escuadra, banda y música, rindió honores a los acordes del himno nacional,
mientras el gentio hacia objeto a Su Excelencia de nuevas demostraciones de entusiasmo y adhesión,
hasta el punto de que fue roto el cordón de Policía y el público se avalanzaba hasta el coche para ver de
cerca al Caudillo de España. En el momento de la llegada al palacio de Pedralbes, una sección del
Regimiento de Artillería número 7 disparó las 21 salvas de ordenanza. El coche del Caudillo pasó
lentamente ante las fuerzas que le rendían honores y penetró en el palacio con los demás cochea de su
comitiva, en la que figuraban los ministros y autoridades de Barcelona, a las que el Generalísimo saludó a
su llegada al palacio.
Los siete kilómetros y medio del recorrido del Caudillo desde la puerta de la Paz hasta el palacio de
Pedralbes han resumido el entusiasmo del pueblo catalán hacia su Caudillo. Incluso los numerosos
turistas que estos días Invaden Barcelona se han sumado al recibimiento, colocándose en lugares
estratégicos del recorrido para captar con sus máquinas fotográficas el paso del Jefe del Estado español.
MADRID SABADO 15 JUNIO 1963
BARCELONA: DESBORDANTE RECIBIMIENTO POPULAR A F RA N C O
Una impresionante multitud vitoreó al Jefe del Estado
El Caudillo y su esposa visitaron esta mañana la Feria de Muestras
BARCELONA ha tributado al Jefe del Estado un impresionante recibimiento, en el que han
participado multitudes de todos los sectores sociales, A las seis horas y treinta y dos minutos de la tarde
de ayer, S. E. pisó tierra en Barcelona entre el clamor entusiasta, delirante, de la multitud apiñada en la
puerta de la Paz. El Caudillo vino a bordo del yate "Azor", y se trasladó a la falúa "Eglon", de don
Guillermo Calderón Monterorios, quien iba a bordo de la misma, juntamente con el capitán general
del Departamento Marítimo de Cartagena, vicealmirante don Faustino Ruiz. Su Excelencia llegó
acompañado de su esposa, doña Carmen Polo de Franco; de su nieto, Francisco Franco
Martínez-Bordíu, y del ministro de Marina, almirante don Pedro Nieto Antúnez.
Mientras el "Azor" entraba en el puerto, sonaron insistentemente las sirenas de todos los
buques surtos en el puerto, los cuales aparecían empavesados y con sus respectivas notaciones
formadas a bordo.
EN LA PUERTA DE LA PAZ
La multitud prorrumpió en vítores a España y a Franco, salvador de la Patria, en medio de renovadas
ovaciones de entusiasmo. En el momento de pisar el Caudillo tierra de Barcelona, las baterías de
Montjuich han disparado las salvas de honor y las fuerzas militares rindieron honores a los acordes del
himno nacional.
Al pie del desembarcadero cumplimiento a Sus Excelencias el jefe del Sector Naval de Cataluña,
contralmirante don Adolfo Baturone. Luego le cumplimentaron los ministros subsecretario de la
Presidencia, Ejército, Gobernación. Trabajo y presidente de1 Consejo de Economía Nacional; los jefes y
subjefes de las casas Militar y Civil y las primeras autoridades barcelonesas, encabezadas por el capitán
general. La esposa del alcalde, doña Dolores de Sangenis de Porcíoles ofreció a doña Carmen Polo un
delicado ramillete de flores. También rindió homenaje a la esposa del Caudillo la pubilla de Cataluña,
señorita Montserrat Capmany, en representación de la mujer catalana. Acompañaba a la gentil pubilla la
pubilleta. sus damas de honor y varios niños con el traje típico de payeses de la región, tocados todos con
barretina. La pubilla entregó un precioso ramo de rosas a doña Carmen Polo, que ésta agradeció sonriente.
El Generalísimo pasó luego revista a la Compañía del Regimiento de Infantería Jaén número 25, que, con
bandera, banda, escuadra y música, rendía honores, formada en el maravilloso marco de la Puerta de la
Paz. Las aclamaciones de entusiasmo de la muchedumbre no decrecieron un solo momento, como
tampoco las sonoras ovaciones de homenaje con las que el pueblo barcelonés expresaba su bienvenida al
Caudillo y su congratulación por su visita. Acompañaron a S. E. durante la revista de las fuerzas el
ministro del Ejército, teniente general Martín Alonso; el jefe de la Casa Militar de S. E., general
Menéndez Tolosa, y el capitán general de Cataluña, teniente general De Lamo.
La multitud invadía todas las amplias aceras y bocacalles de dicho sector, destacando las incontables
personas encaramadas hasta la atrevida altura del monumento al Gran Almirante. Todos los lugares más
inverosímiles fueron ocupados por el gentío deseoso de contemplar la recepción oficial a la que se
sumaba la gran popular como en anteriores ocasiones, con enfervorizado entusiasmo patriótico.
Tras la revista a las fuerzas que habían rendido honores, S. E. cumplimentó a la Corporación municipal, y
el alcalde le dio la bienvenida en nombre de Barcelona y le renovó la más fervorosa adhesión de la
misma. El Caudillo estrechó la mano a todos y cada uno y después saludó a los directores generales de
Seguridad, Guardia Civil y Carreteras; a los componentes de la Diputación Provincial, al honorable
Cuerpo Consular acreditado en Barcelona; consejeros nacionales señores Matéu. Santamarina, Trías
Bertrán. Roger, Calviño y mandos del Movimiento y sindicales.
Más tarde saludó a los generales con mando en plaza y jefes de Cuerpo y a las jerarquías nacionales del
Movimiento, entre las que se encontraban los delegados nacionales de Juventudes y de Provincias, este
último en representación de1 ministro secretario general del Movimiento.
Numerosas pancartas eran enarboladas, tanto en el puerto como entre la multitud. Algunas embarcaciones
pesqueras portaban expresivas salutaciones de adhesión de la Cofradía de Pescadores y del Sindicato
provincial del ramo. Los alfáceres provisionales, nutridísimamente representados, enarbolaban una
pancarta con la siguiente inscripción: "Aquí estamos, con Franco, por España."
Destacaban, asimismo, numerosas representaciones de las comarcas del Valles, portadoras de pancartas
de salutación al Caudillo
EN LA CATEDRAL
Luego S. E. el Jefe del Estado se dirigió al automóvil e invitó a subir al alcalde, quien se situó a su
izquierda. En medio de grandes aclamaciones y vítores patrióticos del inmenso gentío, el vehículo se puso
en marcha escoltado por la guardia de Su Excelencia, con dirección al paseo de Colón y Vía Layetana,
donde se congregaba igualmente una Imponente multitud que no cesó de exteriorizar su alesna por la
presencia de Franco en la capital catalana.
Todo el recorrido del Jefe del Estado, desde la puerta de la Paz hasta la catedral, por el paseo de Colón y
Vía Layetana, fue una constante aclamación y repetición entusiasta de su nombre y del de España por la
multitud que se apiñaba en las aceras.
Precedido por la Guardia Municipal montada, en uniforme de gran gala, y la Guardia de Palacio, el
Caudillo llegó a la plaza de la catedral a las siete de la tarde.
Los alrededores de la catedral-basílica estaban llenos de barceloneses, que tributaron un gran recibimiento
al Caudillo, que correspondía saludando con la mano y sonriente. En coche anterior llegó doña Carmen
Polo de Franco, acompañada de la esposa del alcalde. También llegaron los ministros y primeras
autoridades que hablan recibido al Caudillo en el puerto. Franco venía en coche descubierto acompañado
del alcalde de la ciudad.
En el atrio de la catedral el Generalísimo fue recibido por el arzobispo obispo de la diócesis, doctor don
Gregorio Modrego, con el Cabildo catedralicio. Después de besar el "Ligmim Crucis". Sus Excelencias,
bajo palio cuyas varas llevaban concejales del Ayuntamiento, llegaron hasta el altar mayor. En la. parte
del Evangelio se habían dispuesto dos sitiales bajo del y con el escudo heráldico del Caudillo, en los que
se situaron el Jefe del Estado y su esposa. El obispo ocupaba un roño en la parto de la Epístola y sobre la
cripta cubierta se colocaron los ministros las primeras autoridades barrcelonesas. En el templo.
severamente iluminado y engalanado, también se hallaban el Ayuntamiento y la Diputación en pleno,
restantes autoridades barcelonesas, esposas de los ministros del Ejército, Marina y Gobernación, así como
del alcalde y de la Diputación Provincial y el nieto del Caudillo, Francisco Franco Martínez-Bordiú.
También se hallaban autoridades y representaciones de la vida ciudadana.
El doctor Modrego entonó el tedeum, que fue seguido por el coro catedralicio.
A las siete y veinte, el Caudillo y su esposa abandonaron la catedral, siendo despedidos por el arzobispo-
obispo.
La Federación de Coros Clavé, que se hallaba en la plaza catedralicia, entonó el "Gloria a España", que el
Caudillo escuchó de pie dentro del coche descubierto. Después, a los acordes del himno nacional,
interpretado por la banda de la Compañía de Artillería 72, que le había rendido honores a la llegada, el
Jefe del Estado y su séquito se dirigieron por la vía Layetana y avenida del Generalísimo al palacio de
Pedralbes, siendo el Caudillo constantemente aclamado por la multitud.
CAMINO HASTA PEDRALBES
La salida de la catedral fue de gran emoción por el agitar de las barretinas por los componentes de los
coros, el flamear de banderas, el volar de las palomas y los gritos entusiastas de la multitud.
Desde la catedral, el Caudillo se dividió en coche descubierto, en el que le acompañaba el alcalde, por la
vía Layetana hacia la plaza de Urquinaona, ronda de San Pedro, plaza de Cataluña, paseo de Gracia, plaza
de la Victoria y avenida del Generalísimo hasta el palacio de Pedralbes. Una ingente muchedumbre se
había congregado a ambos lados del largo recorrido, y al paso del Jefe del Estado le hizo objeto de
entusiastas demostraciones de adhesión y simpatía. Momento emocionante fue la llegada a la plaza de la
Victoria, donde la multitud aclamó entusiásticamente al Jefe del Estado. Se veían numerosas pancartas de
bienvenida y banderitas que eran agitadas al paso del Caudillo, entre los aplausos y los vítores de la
muchedumbre. En la plaza de alopécico Sotelo se situaron en fila gran número de coches antiguos de la
Asociación de Automóviles Veteranos, así como infinidad de motocicletas, y en la continuación de la
avenida del Generalísimo se hallaban situados en batería, más de 2.500 taxis con sus respectivos
conductores que habían querido sumarse al gran recibimiento que Barcelona tributaba al Jefe del Estado.
Más adelante, y a ambos lados de la avenida del Generalísimo, en una distancia de cerca de dos
kilómetros, se hallaban formadas las Centurias de la Guardia de Franco de Barcelona, Hospitalet y
Badalona, así como representaciones de la misma organización en los restantes pueblos del cinturón de
Barcelona, miembros de la Organización Juvenil y los niños de numerosos colegios, que agitaban
banderitas de papel con los colores de España.
El Caudillo, siempre de pie en el vehículo, saludaba continuamente a la muchedumbre, correspondiendo
así a las muestras de cariño que le tributaban.
A las ocho y ocho minutos llegó la comitiva oficial al palacio de Pedralbes. Una compañía de Zapadores
de la IV Región, con bandera, escuadra, banda y música, rindió honores a los acordes del himno nacional,
mientras el gentio hacia objeto a Su Excelencia de nuevas demostraciones de entusiasmo y adhesión,
hasta el punto de que fue roto el cordón de Policía y el público se avalanzaba hasta el coche para ver de
cerca al Caudillo de España. En el momento de la llegada al palacio de Pedralbes, una sección del
Regimiento de Artillería número 7 disparó las 21 salvas de ordenanza. El coche del Caudillo pasó
lentamente ante las fuerzas que le rendían honores y penetró en el palacio con los demás cochea de su
comitiva, en la que figuraban los ministros y autoridades de Barcelona, a las que el Generalísimo saludó a
su llegada al palacio.
Los siete kilómetros y medio del recorrido del Caudillo desde la puerta de la Paz hasta el palacio de
Pedralbes han resumido el entusiasmo del pueblo catalán hacia su Caudillo. Incluso los numerosos
turistas que estos días Invaden Barcelona se han sumado al recibimiento, colocándose en lugares
estratégicos del recorrido para captar con sus máquinas fotográficas el paso del Jefe del Estado español.