Cada vez que veo el vídeo de pantomima recuerdo por lo que tuve que pasar hace unos años y de lo que, por suerte, conseguí huir sin mirar atrás. Hoy que tengo tiempo libre os lo voy a contar.
El vídeo la verdad es que representa todo lo que era yo por aquel entonces, de hecho también trabajé primero en una y luego me hicieron una oferta mejor de la otra. Paso de decir nombres pero una de ellas sale en el vídeo, la otra no pero es Big4.
Soy de una familia humilde trabajadora de toda la vida. Estudié ADE como buen estudiante que no sabe qué hacer (yo quería hacer Medicina pero no me daba la nota) y ya en la universidad empecé a vislumbrar lo que era la gente a partir de esa edad: yo soy, yo tengo, yo voy a ser, yo, yo y yo. La universidad la pasé aguantando a chorras de este estilo hasta que llegó el momento de entrar en el mundo laboral. Por supuesto, escuchas cantos de sirena y te dicen que te vayas a una de estas empresas si quieres ser un triunfador.
Empecé con escasos 22 años a trabajar en la más conocida. Al principio te venden que va a ser duro, pero que si te lo curras poco a poco vas ascendiendo y que irás ganando más pasta año tras año. Lo de "plantarse en 50k y ser el puñetero amo" no es ninguna broma, existe.
Sin comerlo ni beberlo, influido por todos los lobos de Wallstreet que allí trabajan y los becarios con aires de grandeza me vi metido en esta vorágine de aparentar, querer ascender, trabajar más horas que un reloj... para que os hagáis a la idea, he tenido semanas en las que he trabajado hasta 80 horas. Y claro, el resultado es que tienes que aderezar tal nivel de estrés con algo que te de vidilla y te despierte. He trabajado domingos hasta la madrugada, he salido de fiesta miércoles (en los famosos afterwork) y he llegado a casa a las 7 am hasta arriba de alcohol y cocaína para meterme a la cama y despertarme a las 7.30, ducharme ponerme la corbata y tirarme 15 horas de reuniones interminables. Hubo una vez que me cagué encima en una reunión y tuve que salir a toda leche al baño, por suerte no se dio cuenta nadie. Otro día de verano, 40 grados y yo con la corbata y la chaqueta, me desmayé camino hacia un cliente y me desperté en el hospital.
Cada día llegaba a casa y me ponía a llorar, sintiéndome como una fruta cosa. Veía a todos mis compañeros felices de trabajar ahí, con ganas de seguir currando y ascendiendo y metiéndose de todo. Muchos caían por el camino como es lógico, pero otros seguían. Normalmente estos que no se cansaban eran personas que carecían de toda pasión en la vida. No les gustaba nada más allá de aparentar y beber alcohol. Ninguna afición ni nada. Es una característica de mucha gente que allí trabaja, no saben hablar de nada que no sea su trabajo. En cierta manera es lógico, son empresas que eliminan todo ápice de ser humano que tengas dentro para que vivas por y para ellos, son una especie de secta con una ideología y forma de pensar y actuar muy marcada. Y por supuesto, este ritmo de vida a mi me había hecho abandonar todas mis aficiones.
El día a día era una continua pelea por ver quién tenía más y mejor. Lo de financiar un renting por la empresa para parecer rico, llevar relojes y trajes caros... es una realidad. Llegué a alquilar un piso en una de las torres más caras de mi ciudad solo por aparentar. Se me iba el 80% del sueldo en el alquiler. Tenía de vecino a un famoso presentador de un programa de TV. Yo, un puñetero mindundi de humilde familia, cobrando un sueldo normalucho viviendo ahí. Pero claro, en mi oficina todos vivían en zonas TOP y yo no podía ser menos. Me compré un Audi A5 el cual no podía ni usar porque era imposible aparcar en el centro de la ciudad y me quedé sin ahorros que conseguí en varios años currando, de hecho lo tuve que financiar a 5 años.
Llegó un día en el que la ansiedad se apoderó de mi vomitando cada mañana, me agarraba la barba tiraba un poco y se me caían los pelos. Por supuesto a día de hoy estoy canoso al 100% con solo 34 años.
Obviamente mi psicólogo me dijo que tenía que tomar alguna determinación si no quería acabar mal con lo que al final acabé dejando el trabajo. Elimine de mi vida también a todos los envidiosos, trepas y ratas con los que pasaba mis afterwork. Me busqué un trabajo de oficina normal, donde trabajo de 8 a 5 y encima ahora teletrabajo y para mi es el paraíso. Cobro prácticamente la mitad pero no hay tonalidad. Me he comprado un piso en un barrio de toda la vida al lado de mis padres. Tengo de vecinos a una familia de latinitos, que todo sea dicho son bastante más educados que el famoso presentador del que hablaba. También malvendí el coche y me he comprado un Ibiza el cual gustosamente aparco en la calle.
La verdad que a los jóvenes nos engañan como quieren en este país. Te cuentan lo especial que eres y lo lejos que vas a llegar por plantarte una fruta corbata... pero por suerte la vida es sabia y te pone finalmente en tu sitio. Algunos por desgracia no quieren verlo y siguen metidos en esa carrera de la rata sin fin.