La tras*ición revisitada a través de una vida ejemplificadora, aunque nada ejemplarizante
A los 18 años, Rodolfo Martín Villa subió en coche oficial y todavía no se ha bajado. Este leonés fue sucesivamente Jefe Nacional del SEU, Ministro de la Gobernación con Suárez, presidente de Endesa con Aznar y de Sogecable con Zapatero.
El Departamento que, sin duda, marcó su vida es el de Interior, desde donde le tocó vivir los años más duros de ETA. Fueron tantos los atentados, que los graciosos le pusieron el sobrenombre de sastre porque cada vez que salía en la televisión repetía la misma frase: «Vamos a tomar medidas»
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Para empezar con su trayectoria, qué mejor que sumergirnos en lo más pestilente de las cloacas. Seguimos el artículo de Josep M. Soria aparecido en La Vanguardia el 12 de enero de 2003 “Las cenizas del Scala”.
“A las 13:15 horas del domingo 15 de enero de 1978, tras una manifestación contra los Pactos de la Moncloa convocada por la CNT en el centro de Barcelona, un grupo de jóvenes anarquistas lanzaba varias botellas incendiarias contra el restaurante espectáculo barcelonés Scala, en la esquina de Consell de Cent y paseo Sant Joan, que ardió como una pira. Las consecuencias de aquel acto, que tuvo una enorme repercusión, fueron la fin de cuatro trabajadores, la destrucción de un local muy popular y el fin de la resurrección de la CNT.
Veinticinco años después, nadie pone en duda el trascendental papel desempeñado por un confidente de la policía, Joaquín Gambín, "el Grillo", que se infiltró en la CNT y dirigió el atentado. Aquellos días, el centro de Barcelona era un hervidero mezcla de radicalismo y de personajes siniestros, que protagonizaban casi a diario duros enfrentamientos con la policía. Gambín, como "el Rubio" o "el Legionario", formaba parte de aquel oscuro submundo entre la delincuencia y la colaboración policial.
El fiscal del caso Scala, que se juzgó en Barcelona en diciembre de 1980, Alejandro del Toro, escribe en "Cuadernos Jurídicos" (noviembre de 1994) que la información extraprocesal que logró sobre Gambín "era estupefaciente". Y añade que "carecía de sentido que un delincuente profesional, casi cincuentón, reclamado por diversos juzgados, hubiera sentido... tales ideologías libertarias, hubiera colaborado con ellos (los presuntos responsables) en conducirles por Barcelona en su SEAT 1430, en enseñarles la fabricación de cócteles molotov y en dirigirlos sabiamente". Pero lo cierto es que a las pocas horas del incendio, sigue escribiendo el fiscal Del Toro, "unos policías de Madrid comunicaron a sus colegas de Barcelona los nombres y señas de los autores, omitiendo cualquier referencia al Grillo. Más claro que el agua". El nombre de Joaquín Gambín aparecería después, en las declaraciones de los detenidos.
El entonces ministro de Gobernación, Rodolfo Martín Villa, presentó la detención del grupo en apenas 24 horas como un triunfo. La policía andaba necesitada de éxitos, temerosa de que la tras*ición conllevara una purga en el cuerpo. Para los dirigentes de la CNT, estaba claro que había sido un complot policial para acabar con la emergente central libertaria. Los condenados, que nunca han aceptado su participación directa en los hechos pero sí en la preparación de los cócteles, se sienten víctimas de manipulación por los servicios secretos.
La vista del caso Scala, en diciembre de 1980, no contó con el testimonio de Martín Villa, solicitado por las defensas (Loperena, Palmés, Krauel y Seguí), ni con la presencia de Gambín, fugado de la prisión de Elche en extrañas circunstancias. A pesar de varias órdenes judiciales de captura, la policía no lograba dar con el Grillo. Pero sí la prensa.
Fue el periodista Ferran Sales quien, en plena vista del juicio, dio con el confidente en Rincón de Seca (Murcia) y más tarde, Rafael Cid y Día Herrera lo entrevistaban en "Cambio 16". El comisario José María Escudero, alias Escubi, era mi jefe directo", declaró. Escudero era un policía de la "cuadra Conesa", un oscuro superagente implicada en diversos trabajos sucios. Gambín cobraba 45.000 pesetas mensuales por sus "trabajos" de infiltración o por constituir el Ejército Revolucionario de Ayuda al Trabajador (ERAT), grupo que practicó varios atracos antes de caer en otra "brillante" operación policial".
Ya que tenemos a los actores en el escenario, veamos qué dice de ellos Pedro J. en su imprescindible “El chofer de Antza”:
Los reporteros allí apiñados llenamos tres de sus cuatro lados, mientras Rodolfo Martín Villa y su plana mayor se alinean ante nosotros. (...). A mi lado, un recién ascendido general Sáenz de Santa María, un jovencísimo Juan José Rosón, un circunspecto José Miguel Ortí Bordás con el pitillo en ristre y el mismo aspecto de cabeza de huevo o eminencia gris de siempre y el propio ministro que se dirigía audazmente de la dictadura a la democracia sin bajarse del coche oficial.
(...). Pero el verdadero protagonista de aquella convocatoria que ponía un final feliz a la semana más dramática de la historia de la tras*ición -cuando la matanza de Atocha parecía a punto de desencuadernarlo todo, la Policía había liberado indemnes a los secuestrados Oriol y Villaescusa y desmantelado por completo el aparato terrorista del GRAPO- era un hombrecillo con gafas de oficinista y aire esmirriado que se sentaba con modestia a la derecha de Martín Villa. Se trataba del comisario Roberto Conesa, redomado torturador durante el franquismo y artífice, sin embargo, de aquel gran servicio a la causa de la aún embrionaria democracia.
Lo mejor, de todas formas, de aquella página de Cambio 16 era un titular con el ingenio y desparpajo que constituían la marca de la casa: «Muñecos de GRAPO». Y la correspondiente entradilla en la que se describía «el temor de que el GRAPO, por fin encarcelado, fuese no sólo la amenaza de un grupo de jóvenes de ultraizquierda decididos a provocar un estado prerrevolucionario en este país, sino quizá el muñeco de trapo manejado por oscuras y confusas fuerzas, que serían mucho más difíciles de encerrar en los carabancheles y las yeserías en el momento clave del programa de reforma de la nueva Monarquía».
Se habían practicado más de 40 detenciones en pocas horas, incluidas las de supuestos fundadores de la banda como Sánchez Casas o Collazo Araujo. Aquello era, en efecto, un queso de Gruyère de tal calibre que la única duda que ha legado la perspectiva histórica es si Conesa era del GRAPO o el GRAPO era de Conesa.
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Y es que, durante su mandato, tuvo lugar la matanza de los abogados de Atocha, otro caso en el que:
a) la investigación no quiso pasar de los autores materiales, unos pelanas, en este caso ultraderechistas en vez de jovenlandess
b) la investigación policial sustrajo a la indagatoria judicial datos relevantes.
c) Posiblemente dirigido por agentes de los servicios secretos
Martín Villa, encargó la investigación en exclusiva y con orden de hermeticidad a un grupo de la Brigada de Información del Cuerpo Superior de Policía. especialmente elegido. No se averiguaron los inductores y persistieron las incógnitas.
La corriente de simpatía hacia el PCE allanó su legalización poco después.
http://www.libertaddigital.com/bitacora/enigmas11m/comentarios.php?id=2583&num=9#com586759
Ya lanzado, tras legalizar el PCE se atreve con la Masonería, lo que lleva a cabo de muy buen grado:
Se inician seguidamente una serie de intensivas negociaciones cerca de autoridades masónicas de Francia y del Gobierno español (ministerios de AAEE y de Interior, y Presidente de las Cortes), que desembocan en una cordial reunión del Gran Maestro y otros Grandes Dignatarios del Grande Oriente con Martín Villa, a la sazón ministro de Interior, en la que se le presentó toda la documentación necesaria para la legalización del Grande Oriente Español, siendo esta muy bien acogida por el ministro, el que ofreció su incondicional apoyo para la celebración de una rueda de prensa encaminada, en expresión del señor Martín Villa, a que «el impacto del regreso oficial de la Masonería a España esté debidamente dosificado».
http://www.gle.org/historia.php
A decir verdad, toda la vida han sido maestros de la “dosificación”. Si los ciudadanos no nos echamos a la calle es porque nos han dosificado convenientemente todos los anticuerpos.
Su perfil aparentemente duro no fue obstáculo para su protagonismo en alguna de las recurrentes negociaciones con la banda ETA.
“El Gobierno no dialogará con ETA”, manifestó Martín Villa(...) Sin embargo, en el mes de junio, tras negar la existencia de conversaciones con ETA a nivel gubernamental, afirmó: "el Gobierno no puede entablarlas, pero tampoco prohíbe que alguien las inicie". Con toda seguridad se refería a los intentos de diálogo por parte de Josep Tarradellas y Txiki Benegas, cada uno por su cuenta. (...) El Ministro del Interior, Martín Villa, se ofrece para entrevistarse en cualquier país de Europa con una representación de ETA; pero el encuentro fracasa al exigir el sector radical etarra el anuncio público de las negociaciones.
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Como ya hemos comprobado, el pasado siempre es presente. En plena Comisión Parlamentaria de Investigación del caso GAL, abierta a instancias del P.P., “el sastre” es llamado a declarar. Un viejo amigo suyo, Sáez de Santamaría, no deja pasar la ocasión de recordarle la posibilidad de hacer públicas ciertas “batallitas”, y acto seguido el P.P. cierra abruptamente la Comisión. Bono, otro que está metido en todas las salsas, actúa como portavoz del General:
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Con la victoria del P.P., Martín Villa inicia una nueva etapa, al frente de Endesa, desde donde habría de dirigir su privatización. Quizás alguien pensaría que era mejor mantenerlo alejado de la política, en un retiro dorado. Sustituido finalmente por el gran Manolo Pizarro, se las promete muy feliz esperando el salto a Telefónica. Sin embargo, se le ocurre proponer la creación de un comisionado para la catástrofe del Prestige...y tiene la desgracia de que lo nombran a él.
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Esta es la etapa de la que menos sabemos. Y me refiero, claro está, a los movimientos subterráneos, sin los cuales no cabría explicar la gran voltereta, el gran truco de prestidigitación que nos acaba situando a nuestro Rodolfo...¡como consejero Sogecable!
Aunque, bien mirado, no resulta tan sorprendente. Él y Polanco podrían haber coincidido perfectamente en alguna centuria.
En un primer momento, el Gobierno P.P. se muestra, como casi siempre, desconcertado ante los movimientos de Polanco:
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Una vez dentro, don Jesús le diría que pasara y se pudiera cómodo. Tú serás mi sucesor, Rodolfo. ¿Cuándo? El 17 de marzo de 2004. ¿Polanco cediendo poder a la nueva oposición justo cuando vuelve a gobernar? Quiá.
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Ya sin rubor, nada le impide mostrarse triunfante con el resto de los jerarcas del Régimen, en obscena tenida con la excusa del cumpleaños de Carrillo.
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Como él mismo afirma en el título de su libro,
“Toda una vida al servicio del Estado”. Pero, ¿de qué Estado?
Tucco/Rolón, dedicado a swing