Cerrando la verja, cortando la telefonía y demás cordones umbilicales parasitarios, y se acababa la sangría.
Pero faltan huevones.
Ya se vió el once de marzo, en cuanto ganó Zetaparo con doscientos muertos aún calientes sobre la mesa, firmó todas las prebendas habidas y por haber, al parásito de la Roca.
Qui prodest?