Es la alta montaña el equivalente a las "motos asesinas"?

Dos tragedias separadas por veinte horas y apenas dos kilómetros en línea
recta, en una zona en la que las líneas rectas sólo pueden trazarse en la
imaginación. El macizo de las Ubiñas, uno de los emblemas de la montaña
asturiana, se ha cobrado tres vidas en dos días. Una pareja de montañeros
(ella, de Boal y maestra en Gijón; él, de Salas y maestro en Oviedo),
compañeros del grupo Trasgu Andayón, perdió la vida ayer tras despeñarse
cuando descendían del pico Fariñentu, (2.174 metros). Esta montaña forma un
triángulo casi perfecto con el refugio del Meicín y la Peña Ubiña (2.417
metros), el lugar en el que la tarde anterior había muerto otro alpinista,
también despeñado: el lenense Enrique Valencia, de 38 años.

La profesora Rosa López, de 45 años, pisó la cumbre del monte Fariñentu a
media mañana, junto a su colega Avelino Díaz, de 55 años. Una joven amiga de
ambos, Lidia Fernández, les observaba desde algunos metros más abajo.

Las crestas de las Ubiñas asomaban sobre un mar de nubes que impedía al sol
llegar a las vegas. En la zona había abundante nieve, dura, azulada como un
cristal grueso, y soplaba un viento infernal del Suroeste, que alcanzaba los
35 nudos (casi 70 kilómetros por hora). Todo parece indicar que fue un golpe
de viento lo que hizo a los dos montañeros perder el equilibrio cuando
cresteaban descendiendo del pico en dirección a Tuiza, la localidad lenense
en la que nace y muere la ruta. El fuerte viento, unido a lo resbaladizo del
terreno, los precipitó en una caída libre de unos 50 metros y sus
cuerpos -muy posiblemente ya sin vida- se arrastraron primero por un prado
muy inclinado y luego por una canal helada unos 200 metros, hasta parar en
una zona de rocas, visible desde Tuiza y situada a unos 1.800 metros de
altitud. Ninguno de los dos llevaba crampones ni piolet y puede ser que se
estuviesen apoyando uno en el otro para dar algún paso complicado cuando el
viento les sorprendió.

Testigo de la tragedia y consciente de sus consecuencias, Lidia Fernández
tardó dos horas en poder avisar, hecha un manojo de nervios, al 112. A las
doce y media de la mañana entró la llamada en la base de operaciones de La
Morgal (Llanera) y apenas ocho minutos más tarde el helicóptero volaba hacia
las Ubiñas con cuatro especialistas a bordo. Juan José Hierro, piloto de
Bomberos del Principado, explicó que cuando recibieron el aviso existían
dudas sobre si las personas accidentadas eran dos o tres. «Salimos sin
esperar aclaraciones», indicó. El suceso del día anterior les hacía ponerse
en la peor de las hipótesis. Durante el vuelo se comunicaron con Lidia
Fernández, que corría, monte abajo, hacia el nuevo aparcamiento de Tuiza,
donde acordaron encontrarse. Once minutos después de despegar de La Morgal,
el helicóptero sobrevolaba el refugio del Meicín y comenzaba un rastreo para
ir ganando tiempo mientras la única superviviente de la excursión llegaba al
punto de encuentro. A esa hora las nubes casi lo cubrían todo. «Era una zona
compleja, con poca visibilidad y mucho viento», recordaba el piloto. Minutos
más tarde llegaron hasta Lidia Fernández -«tremendamente nerviosa»-, que les
indicó la zona en la que estaban los cuerpos de sus compañeros, entre el
pico Fariñentu y Siegalavá, en un roquedal de caliza conocido como el Huerto
de los Piojos, en las inmediaciones de la Peña de Diego. Volaron hasta allí
y el gruista del helicóptero descolgó al médico del equipo, que no pudo
hacer nada más que certificar la fin de los dos excursionistas. «Ambos
tenían un fuerte golpe en la cabeza y múltiples contusiones», señaló.

El cuarto miembro del grupo de rescate se descolgó del helicóptero junto al
médico tras recibir autorización para sacar los cadáveres de la zona.
Primero el aparato sacó el cuerpo de la mujer hasta un lugar más accesible,
regresó para recoger el cadáver de su compañero y luego volvió a por los dos
rescatadores en tres maniobras lentas y complicadas a causa del fuerte
viento. Tras recoger los dos cadáveres, envueltos en sendas camillas, el
helicóptero de Bomberos de Asturias voló hasta el Hospital Central, en
Oviedo, al que llegó pasadas las dos y cuarto de la tarde.

Las Ubiñas se han cobrado tres vidas en sólo dos días, en el peor comienzo
de año que recuerda la familia montañera asturiana"

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