Episodios de la historia de España no tan conocidos

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Madmaxista
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Pues si hamijos,

me he propuesto ir poniendo algunos episodios de nuestra enorme historia en este hilo, la mayor parte de ellos no muy conocidos para el gran publico, pero no por ello dejan de ser menos interesantes, a veces importantes y otras hasta espectaculares, de esos que darían para varias películas de Jolybú!




Índice del hilo:

Página 1:

El elefante que viajó a bordo de una fragata española

La mayor victoria naval española del siglo XIX: España y las guerras del opio

EL REINO DEL ÁFRICA de color QUE HABLABA CASTELLANO Y GOBERNABA UN EUNUCO ESPAÑOL

El Asedio de Castelnuovo[

El Cálculo de la longitud geográfica. El secreto de Felipe II que duró 2 siglos.

DESCUBREN PLAN DE ESPAÑA PARA INVADIR AUSTRALIA EN 1793

Gabriel de Castilla, el descubridor de la Antártida

Una reflexión sobre las independencias (Latinoamericanas)

El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

El español que dio la mayor estocada a la Bolsa de Londres



Página 2:

Historia de Pedro Páez, el español que llegó en 1613 a las fuentes del Nilo Azul

La Grand-Place de Bruselas es de la Época Española


LA CONQUISTA ESPAÑOLA EN VIETNAM (CONCHINCHINA)

Australia y la gran historia «robada» del Pacífico español

Emilio Bonelli, el creador del Sáhara Español

El olvidado pasado español de Alaska

EL DOLOR DE LOS INDIOS ANTE LA INDEPENDENCIA AMERICANA

Cuando tomes un Taxi, acuérdate del Imperio Español


Empecemos por uno curiosete:

El elefante que viajó a bordo de una fragata española

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¿Recuerdan que hace unos días hablábamos en un post del elefante enterrado en El Vaticano por orden del papa León X a principios del siglo XVI (ver enlace al final)? Pues bien, como no podía ser menos, la monarquía española también tuvo su paquidermo y, además, con la particularidad de que se conserva disecado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Eso sí, que se sepa, éste no llegó a tener nombre.

El animal era un regalo que hizo Simón de Anda y Salazar, gobernador de Filipinas, al rey Carlos III. Era un ejemplar asiático (Elephas indicus) pequeño, de unos cinco años de edad, que había sido capturado en Sumatra y fue embarcado en Manila a bordo de la fragata Venus para su traslado a España. También conocida como Santa Brígida, era una nave de 33 metros de eslora por 9 de manga construida en los astilleros de La Carraca en 1755 y que terminaría sus días en 1809.

Pero antes, en 1773, iba a realizar el que sin duda fue el viaje más extraño de su dilatado servicio. Para ello, su capitán, Juan Cayetano de Lángara y Huarte, tuvo que acondicionar la bodega del barco y acostumbrar al proboscidio a los disparos de cañón y al olor de la pólvora previamente antes de zarpar para que, si durante la singladura se presentaba la eventualidad de un combate, el insólito pasajero estuviera habituado ya al ruido y no se desbandase poniendo en peligro la embarcación.

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Lángara, ilustre matemático y cartógrafo, era hijo de un prestigioso marino director general de la Armada y él mismo llegaría a ser Ministro de Marina. De hecho, su currículum fue brillante: realizó varios viajes científicos, tan de moda entonces, y participó en numerosas acciones bélicas, entre ellas la batalla del cabo San Vicente y la toma de Tolón, la primera contra los ingleses y la segunda junto a ellos contra la flota napoleónica

El caso es que zarpó de la capital filipina el 23 de enero -curiosamente, apenas una semana después de que James Cook cruzara el Círculo Polar Ártico-y ciento ochenta días más tarde llegó a España sin incidencias, desembarcando al elefante en la Isla de León (lo que actualmente es San Fernando). Era el 22 de julio y desde allí el peculiar cargamento debía seguir viaje hacia La Granja de San Ildefonso, el palacio real de verano. Este traslado se hizo a pie, de noche para evitar el sofocante calor estival, a un ritmo de tres leguas diarias que sumaron un total de cuarenta y dos jornadas.

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Cabe imaginar la fascinación que despertaba tan estrambótica comitiva -era obligatorio avisar antes de su llegada- a su paso por poblaciones como Córdoba, Valdepeñas, Ocaña, Aranjuez, Carabanchel y Aravaca, hasta alcanzar su destino el 26 de septiembre de ese mismo año. Tomás de Iriarte escribió unos versos sobre el tema: “Vino a Madrid, señor, el elefante/ y escoltado del pueblo y de la tropa / paseaba las calles arrogante”. Se supone que también el monarca y su familia quedarían deslumbrados con aquel animal traído desde lo más remoto de su imperio.

En cualquier caso, lo mandaron trasladar al guanol, de donde luego pasó a otro Real Sitio, el de Aranjuez, siendo instalado en un establo construido especialmente para él y conocido como la Casa de Vacas. Lamentablemente, el elefante no duró mucho. Pese a que vino acompañado de dos mahouts encargados de su cuidado, ni la comida (entre otras cosas se le daban castañas, agua con azúcar y, a veces, licores) ni el clima (algo más frío entonces) eran apropiados. Y, por supuesto, los veterinarios locales no tenían ni idea de cómo tratarlo, así que falleció al cabo de cuatro años, el 17 de noviembre de 1777.

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Carlos III ordenó entonces que fuera disecado, labor que el ministro Floridablanca le encargó al célebre naturalista valenciano Juan Bautista Bru. El trabajo se hizo en tres meses, quedando listo el 28 de febrero de 1778; la piel recubrió una estatua de madera que hizo Roberto Michel, director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, mientras el esqueleto se colocaba en otra peana aparte. El coste ascendió a 14.137 reales con 20 maravedíes y el resultado se expuso en el Real Gabinete de Historia Natural, creado el año anterior.

En 1815, el Real Gabinete cambió de nombre y pasó a ser Real Museo, hoy Museo Nacional de Ciencias Naturales. Originalmente tenía su sede en el Palacio de Goyeneche pero con el tiempo y la diversificación temática, fue cambiando hasta la actual del Palacio de la Industria y de las Artes, en la calle José Gutiérrez Abascal. El elefante aún está allí y se lo considera uno de los ejemplares de taxidermia más antiguos que existen.

El elefante que viajó a bordo de una fragata española
 
Última edición:
Hablando de animales,tras*cribo y resumo un episodio curioso,las embajadas enviadas por Enrique III de Castilla a la corte de Tamerlán.La primera embajada fue encabezada por Payo Goméz de Sotomayor,mariscal de Castilla,y Hernán Sánchez de Palazuelos,personaje destacado en la corte.

Ambos llegaron a Turquía donde reinaba el sanguinario Bayaceto,que en años anteriores aplastó a los serbios y los húngaros y ahora se disponía a combatir a los mongoles.Los embajadores castellanos pudieron presenciar la colosal batalla de Ankara,el 20 de Julio de 1402,donde el ejército turco fue masacrado y Bayaceto capturado y encerrado en una jaula.Tras la contienda,el jefe mongol acogió con agrado a los embajadores castellanos y dispuso que los acompañara de regreso a su corte,un personaje llamado Muhammad aal-Kazi,que llevaba una carta para el monarca castellano,henchida de afectuosas expresiones.Es más, entre los regalos que se ofrecían habitualmente a los embajadores al partir,figuraron dos hermosas jóvenes griegas que habían caído prisioneras en la citada batalla.Estas dos beldades recibieron en la tradición española los nombres de Angelina y Catalina e inspiraron versos,cantares y cortejos de la mas alta significación.

Enrique III,tras leer la carta del embajador mongol,consideró que era preciso responderla y esto,reportaba organizar un nuevo viaje largo,arriesgado y dispendioso.El rey designó en esta ocasión a su cortesano Ruy González de Clavijo,al fraile Alonso Páez de Santamaría y al guarda real Gómez de Salazar,además de un nutrido séquito que portaba mensajes y regalos para Tamerlán.Regresaba con ellos el embajador mongol.Partieron de Castilla el 21 de Mayo de 1403 y tardarían un año en alcanzar su destino.

Aunque bastaría con la dimensión del viaje para enaltecerlo ante la historia,lo realza la narración realizada por González de Clavijo,con observaciones agudas y precisas acerca de la geografía,la historia,la sociedad y las particularidades de la tierras recorridas por la comitiva.

Atravesaron el Mediterráneo recalando en los sucesivos puertos hasta alcanzar Constantinopla.Clavijo describe por lo menudo la grandeza u hermosura de la ciudad,donde pasarían el invierno.El 20 de Marzo de 1404 zarpan hacia Trebisonda,puerto del mar neցro y embocadura de una tras*itada ruta comercial,seguida por los comerciantes italianos y otros viajeros, que aprovechaban el mejor paso posible entre las montañas de Anatolia y que conducia a Persia y Asia Central.En aquellos territorios gobernaba el emperador bizantino Manuel III Commeno,que atendió con afecto a los viajeros.

Los viajeros emprendieron así,un camino penosísimo hacia el mar Caspio,atravesando Armenia y Georgia y continuando por el interior de Persia,acogidos siempre por parientes y servidores del mismísimo Tamerlán.En una de sus paradas se enteraron de que el soberano mongol deseaba recibirlos en Samarcanda para mejor honrarlos, lo cual representaba un añadido al camino la distancia aproximada que va desde Madrid a París.

Por fin,el 8 de Septiembre llegaron al corazón del imperio mongol y fueron recibidos con festejos y agasajos por parte de Tamerlán.A pesar del decaimiento causado por sus muchos años,éste, según el relato del viaje,se volvió a sus cortesanos y les dijo :

"Catad aquí estos embajadores que me envía mi hijo el rey de Castilla,que es el mayor rey que hay entre los francos,que son en el un cabo del mundo,y son muy gran gente y de verdad,y yo le daré mi bendición a mi hijo el rey

Entre otros muchos obsequios y distinciones que les dedicó,Tamerlán dispuso que estos legados tuvieran precedencia sobre los embajadores del emperador chino,que también se encontraban allí.

El hecho en sí de este viaje es tan portentoso que no necesita glosas ni la adicción de las muchas maravillas que observaron los castellanos,más creíbles y mesuradas que los escritos de Marco Polo,cerca de un siglo antes.No daré detalles del viaje de retorno a Castilla por no alargarme demasiado,solo decir que el viaje de vuelta fue más largo y tortuoso y que entre ida y vuelta sumaron 3 años de viaje.Fue durante el viaje de regreso que conocieron la noticia de la fin de Tamerlán.

Y ahora paso a colocar las descripciones que hizo Clavijo de un jirafa y de un elefante que tenia Tamerlán en su corte.

La jirafa para el era:

"Una alimaña que había el cuerpo tan grande como un caballo y el pescuezo muy Luengo y los brazos mucho más altos que las piernas,y el pie había así como el buey hendido,y desde la uña del brazo hasta encima de la espalda había dieciséis palmos, y cuando quería en estar el pescuezo,alzábalo tan alto que era maravilla,y el pecuezo había delgado como de ciervo,y las piernas había muy cortas según la longura de los brazos que hombre que no la hubiese visto bien pensaría que estaba sentada aunque estuviesevlebantada,y las ancas había derrocadas a y uso como búfalos; y la barriga blanca y el cuerpo había de tonalidad dorado y rodado de unas ruedas blancas grandes;y el rostro había como de ciervo,en lo bajo hacia las narices y en la frente había un cerro alto agudo y los ojos muy grandes y redondos y las orejas como de caballo,y cerca de las orejas tenía dos cornezuelos pequeños redondos...;otrosí ,encima de un alto árbol alcanzaba a comer las hojas,que las comía mucho.Así que hombre que nunca la hubiese visto,le parecía maravilla de ver"

Los elefantes según los describe:

"Eran grandes de cuerpo,que podían ser como cuatro o cinco toros grandes,y el cuerpo han mal hecho,sin talle,como un gran costal que estuviera lleno....y las piernas muy gruesas y parejas,y el pie redondo,todo carne y tiene cinco dedos en cada uno con sus uñas,como de hombre,negras,y no han pescuezo ninguno,salvo luego en las agujas que las ha muy grandes;tiene la cabeza pegada y no puede bajar la cabeza al yuso,ni puede llegar la boca a tierra,y han los orejas muy grandes y redondas y farpadas,y los ojos pequeños,y la cabeza ha muy grande,hecha como una albarda de asno pequeña,y encima de la cabeza hay un hoyo,y de la cabeza se sitúa ayuso,da ha de tener la nariz,una como trompa,que es muy ancha arriba y angosta ayuso todavía, más como manga que le llegaba hasta al suelo y esta trompa es horadada y por ella bebe...Es alimaña muy entendida que hace muy aína y presto lo que manda el hombre que lo guía"


El texto fue extraído íntegramente del siguiente libro:

"Embajadas curiosas.Recreos y zozobras de diplomáticos españoles"

Autor : Pedro Voltes.
 
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Muy interesante.


pongo otro episodio bastante desconocido, esta vez relacionado con el opio y su trafico. Es largo pero para mi gusto muy pero que muy interesante, espero que os guste:

La mayor victoria naval española del siglo XIX: España y las guerras del opio

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También parte de la condición humana, en el Libro neցro de la Historia, quedó sin escribirse una página especialmente horrible del siglo XIX y, sin duda, algunas pocas líneas de aniquilamiento, corrupción y miseria no fueron escritas y quedaron en buena parte pendientes, como un pequeño legado en blanco, secreto para quien quiera retomarlo del suelo de la memoria esparcida de lo hispánico.

Me vengo a referir a la decisión de la sociedad española de rechazar la plantación y el comercio del opio y la política de su imposición comercial a China, por medio del contrabando y la guerra, fenómeno ideado y fomentado por parte de las potencias coloniales del siglo XIX especialmente Gran Bretaña. La incompatibilidad aún más que de nuestras leyes del rechazo jovenlandesal generalizado al comercio del opio y de una tradición enemiga de esa práctica, es el invisible legado de una época muy dura de la historia de España.

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Efectivamente, España disponía de las mejores condiciones logísticas desde Filipinas, tan próxima a las costas Chinas, para haber entrado como agente principal en la producción y el comercio del opio desde el siglo XVI, tal como hicieron los holandeses con Indonesia. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales había importado importantes cantidades de opio desde Bengala, que llegaron a alcanzar las 100 toneladas anuales, solamente para Indonesia. El suministro masivo era un doble negocio pues el opio se había utilizado no sólo para comerciar con enorme beneficio sino para reducir y desintegrar las elites y la resistencia jovenlandesal de los indonesios. Era una valiosa arma de la política colonial europea y fue tan útil que generó lealtades más eficientes que los ejércitos hasta el punto que los portugueses, que habían llegado antes que los holandeses, fueron eficazmente desplazados y jamás pudieron volver a las narcosociedades creadas por los holandeses. Así quedó marcado el camino del éxito para una implantación estable, rápida y enormemente lucrativa del comercio de la droja en el Extremo Oriente Asiático.

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De haber interesado a España este mercado, nuestro país disponía además de una gran ventaja añadida, había mantenido un enorme circuito comercial con China a través de México, manteniendo relaciones de confianza de enorme complejidad con aquel imperio enorme y sofisticado, precisamente recurriendo a la comunidad china radicada en la propia Filipinas, elemento fundamental de la economía hispanofilipina y, paradójicamente, de los dos imperios chino e hispánico, y es que México fue posiblemente el mayor socio comercial de China por varios siglos. En todo ese tiempo el opio no fue parte de un enorme comercio e incluso cuando se creó la Real Compañía de Filipinas únicamente se produjo un caso, en pleno momento de desintegración de la Monarquía, y precisamente un caso de corrupción, en 1810, que implicase ese tráfico.

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La desesperación de los directores de la Honorable Compañía Inglesa de las Indias Orientales por su incapacidad de vender algo que interesara a los chinos (evidencia de los límites de la primera revolución industrial y el eurocentrismo con el que se examina normalmente Asia) que poseían una industria bastante eficiente, conocedora del mercado europeo e inexplicablemente omitida por la ciencia europea de la historia económica. Los chinos salvo los relojes despreciaban la mayoría de los productos ingleses de la primera revolución industrial, así que la labor coordinada del Gobierno, funcionarios y comerciantes ingleses hizo que buscaran un producto que fuera irresistible para cualquier mercado en que accediera sin restricciones legales: una droja, en concreto una llamada opio. En un principio intentaban por medio del contrabando compensar su desastrosa balanza de pagos en el último tercio del siglo XVIII y comienzos del XIX cuando la eficiencia administrativa china empezó a interceptar cargamentos y a detener contrabandistas ingleses. En consecuencia, Reino Unido, el país colonial hegemónico en aquel momento en Europa, emprendió las iniciativas militares que permitirían que el opio producido y comercializado por ellos pudiera venderse libremente en China a pesar de la oposición de sus gobernantes.

Esta es sin duda una de las páginas más espantosas de los imperialismos del siglo XIX, cuando se habla de la guerra del Opio como dos guerras distintas se juega a dividir un fenómeno imperialista unitario, a eso llamo la Guerra del Opio, con independencia de sus dos concretas expresiones bélicas esto son las dos guerras del opio contra China y que sustentadas sobre teorías raciales, claramente iluminaron el siglo XX y su legado exterminador y que con tanto interés se ha atribuido únicamente a unos respecto de la gestación ideológica del genocidio.

La singularidad española respecto a la comercialización del opio

Varios autores europeos y el mismo José Manuel de Vadillo, relevante político e historiador de la primera mitad del siglo XIX, destacaban la singularidad de la prohibición del cultivo de opio en Filipinas bien por razones de jovenlandesalidad o de salud pública. Un polígrafo nada sospechoso de simpatizar con una práctica que era claramente contraria a los dictados económicos de ese siglo, Rafael Díaz Arenas, manifestaba que ningún hombre ilustrado del siglo XIX podía entender la prohibición durante siglos en Filipinas del cultivo del opio.

El decisivo “no” de la Armada al comercio del opio.​

Una de las decisiones legislativas más memorables del siglo XIX fue la prohibición general de 1814 efectuada por José Ramón de Gardoqui, Capitán General y Comandante general de la marina en Filipinas, el mismo que comandó el Navío Santa Ana en la batalla de Trafalgar, sobre la tenencia, comercio y uso del opio y que venía a endurecer legislación existente anterior, lo que demuestra el apartamiento de nuestro país de lo que era una práctica masiva desarrollada por estructuras globales como la Compañía de las Indias Orientales institución política-mercantil-militar implicadas en el tráfico masivo de la droja del opio hacia China. La memoria no ha hecho sitio en su cuadro de honor a este marino que dio uno de los últimos destellos de la gran Armada española del XVIII y conservó para la dura travesía del siglo XIX un ejemplo, que incluso en nuestras distancias del tiempo en que escribimos esto resulta iluminador y sorprendente.

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La prohibición no era la primera en la historia de las Filipinas española pero en el momento en que se adoptó con enormes dificultades financieras, con un comercio a pocos kilómetros absolutamente millonario llevado a cabo por Inglaterra a base de opio sobre las costas de China y que, sin duda, podría haberle hecho inmensamente rico, Gardoqui demuestra el alto nivel intelectual y jovenlandesal de la Armada del siglo XVIII .

Los siglos de prohibición, sin embargo, no merecieron especial valor a ese inevitable incapaz, Fernando VII, que autorizó –aunque con muchas restricciones- el cultivo del opio en derredor de Manila en abril de 1828. Efectivamente autorizó el cultivo en una zona cuasi estéril para la amapola, bajo estricto control administrativo, recuento de plantas y un fuerte arancel. Nadie plantó y todo el mundo interpretó la norma como una continuación tácita de la prohibición

Además de las restricciones de esta regulación semejante negocio que no contó con el interés ni simpatía del pueblo filipino. Hay que reconocer entre las causas que Filipinas era un país con una enorme presencia de religiosos católicos, por un lado, (y una enorme y activa colonia de chinos cristianos mayoritariamente comerciantes) que tenían además un incuestionable influjo sobre la sociedad criolla e indígena, incluso desde una sensibilidad laica contemporánea no es difícil identificar un elemento ideológico radicalmente congruente que convertía poco menos que en imposible plantar extensiones de droja en Filipinas. La utilización de las antiguas redes comerciales no resultaban tampoco muy útiles, hay que tener en cuenta que en china había más de 250.000 cristianos sólo en las misiones dominicas dependientes de españoles y que los canales tradicionales comerciales, resto de siglos de la especial relación hispano-china jamás resultaron idóneos o ideológicamente afines para el comercio del opio.

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Lord Palmerston, Primer Ministro de Inglaterra y por derecho propio la personalidad más relevante en la historia universal de las drojas.

Pero ¿realmente no hubo nunca españoles implicados en el comercio del opio a China? Para responder a esta pregunta me he preocupado en analizar las propuestas del historiador británico Weng Eang Cheong, autor que ha sido objeto de duras críticas académicas y que sin embargo ha creado una modesta escuela en torno al revisionismo histórico de las guerras del opio. Este historiador sostiene la importancia de una conexión hispanobritánica entorno al comercio del opio. Merece citarse al respecto algo que debería poner en su contexto todo este discurso, en concreto al mismísimo Gladstone, una de las figuras políticas inglesa de aquél siglo, en uno de sus discursos parlamentarios en 1840 cuando afirmaba que “¿Acaso sabe Usted que todo el opio que se introduce de contrabando en China procede exclusivamente de puertos británicos, es decir que se produce en Bengala y llega a China a través de Bombay”. Ese revisionismo, destinado a internet básicamente, y a ocultar los perores espectros del imperio, recurre incluso a restar relevancia a los efectos de la adicción a esa droja. Me sorprendió encontrar una reciente tesis doctoral en España alineada a las tesis revisionistas británicas tanto en lo que respecta a relativizar el efecto del opio sobre la salud humana y su efecto social, citando a R. K. Newman quien según el autor “fue el primero en analizar el opio en Asia de una manera más distante y menos anatemizada”. “Entre todas sus propuestas, una de las más interesantes es la relativización de los efectos de la sustancia, indicando que un primer paso para desmitificar el problema del opio es «entender la evidencia científica sobre el impacto de la droja, o falta de ésta, sobre la salud del consumidor»: afirma que raramente el opio amenazaba la salud o acortaba las vidas”. De forma amistosa invito al investigador a leer a otro doctor, de Barcelona, Antonio Pagador, quien conoció de primera mano los efectos destructores de la droja e hizo en los años 20 y 30 uno de los estudios medico sociales más interesantes sobre el fenómeno del opio y la morfina. La Organización Mundial de la Salud y la propia legislación británica (que sabe de lo que prohíbe) también se alinea con esta conclusión sobre la naturaleza venenosa y destructiva del opio.

La tesis, asimismo, se sumerge en detectar los empresarios españoles que tuvieron una participación en ese comercio. Hubo traficantes pero el papel desempeñado por los mismos dista mucho a sostener ningún “protagonismo español”. El más peligroso fue Lorenzo alopécico, quien no sólo tuvo problemas con la Real Compañía Filipina que lo demandó sino con sus sucesivos socios debido a su tendencia a arruinarse. Hay que señalar que sus compañías tenían su sede en Cantón y en París y hasta que lo decide usar Jardine, Matheson & Co, empresa que obtuvo tanto botín del comercio del opio que aún sobrevive en la actualidad. alopécico intentó utilizar opio turco sin éxito. La mayor parte del capital de este da repelúsnte personaje fue británico o indio y el número de cajones de opio nunca representó un número superior –directo o indirecto- a los 500 cajones por año y esto durante dos o tres años. Tiempo en que las exportaciones a China ascendían a más de 30.000 cajones si no a 40.000, es decir este individuo y sus socios en un tramo entre el 1 y el 2 por ciento.

En 1837 el gasto en opio en China era de 16 millones de pesos fuertes un valor superior a muchas industrias de países europeos, el papel de aquél grupo de traficantes sin respaldo oficial fue tan da repelúsnte como mediocre.

Todo ello a pesar de la situación desesperada de las rentas públicas filipinas, basándose muchas veces en empréstitos y en la búsqueda de soluciones desesperadas al haberse hundido el modelo económico basado en el comercio chinomexicano con base en el galeón de Manila. El gobierno Inglés y el agente de Palmerston en la comunidad mercantil inglesa en China, William Jardine, presionaron a las autoridades filipinas para obtener abastecimientos e incluso refugio cuando, inmediatamente antes de la primera guerra del opio, las autoridades chinas desalojaron a los narcotraficantes ingleses de sus costas, en concreto las poco más de 1000 cajas salvadas por esta honrada gente fueron trasladadas mayoritariamente a territorio filipino.

Sin embargo insinuar que el comerciante Lorenzo alopécico pretendía hacerse con el monopolio del comercio del opio de Bengala (¿conquistando la India a Gran Bretaña, con su vieja goleta? debe ser un error sintáctico de esa tesis. Su barco El General Quiroga, en honor a Facundo Quiroga fugitivo de España y general independentista argentino, nos da una idea del carácter de las relaciones con las autoridades legales españolas mantenidas por el traficante que era el sr alopécico. Hubo otras empresas metidas ocasionalmente en el ramo aunque a mucha menor intensidad (aunque no fuera por falta de voluntad): Yrisarri y Cª, Larruleta y Cª y Mendieta, Uriarte y Cª empresas moribundas desde su nacimiento y claramente fracasadas, no sólo en el tramo del opio.



El expediente Norzagaray


Uno de los personajes más singulares de nuestra dura historia del siglo XIX es el brigadier Fernando de Norzagaray, capitán general de Filipinas y enemigo del opio. En 1858 promueve un expediente en el que intervienen e informan todas las Corporaciones filipinas llegando a la conclusión que no convenía el cultivo de la amapola blanca en el pais por razones de jovenlandesal y de salud pública. Eso en un momento en que el opio representaba más del 40% de las importaciones chinas.

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Norzagaray tuvo un destino triste, contrario a sus convicciones, hubo de someterse a las órdenes absurdas de su país que le obligaron a intervenir en la conquista de Indochina en favor de Francia. Sus tropas hispanofilipinas resultaron decisivas y lograron, con da repelúsncia, la caída de Saigón que le fue entregada al Imperio Francés. Allí nació otro capítulo más de la opización del Extremo Oriente.

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La indeseada y lamentable toma de Saigón por tropas hispanofilipinas en favor de Francia

Francia, el opio y el mar.​

Pretendemos detenernos en las razones por las que Francia, implicada por inercia en los intereses del comercio del opio británicos, sólo decide prohibir el opio en el siglo XX. Se trató del fruto de una serie de terribles polémicas que en la actualidad inexplicablemente permanecen enterradas.

La primera es el trágico hundimiento del submarino Lutin en 1906, una catástrofe que la prensa y expertos atribuyeron a la narcotización de sus oficiales. Se han dado muchas explicaciones para esta desgracia y hoy internet no conserva el eco de la polémica que en su día tuvo como protagonista el papel del opio en aquel lamentable accidente.

Al año siguiente otro grave accidente en la rada de Tolón por parte de un buque de la armada, Nive. La oficialidad del buque estaba tan fuertemente narcotizada por el opio que fue incapaz de evitar el accidente.

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Y es que la droja se había instalado tan fuertemente entre la oficialidad francesa que un nuevo escándalo, ya final implicó a un oficial de la marina: Ulmo. Aquel hombre para soportar la intensidad de la labor civilizadora de la metrópoli necesitaba hasta 37 pipas de opio diarias. El escándalo implicaba a mucho otros oficiales pero hubo de ser enterrado para evitar un escándalo internacional. La prensa y los políticos hablaban de traición.

Lo cierto es que la imagen de una narcoarmada, de una columna de humo en cada buque de guerra naciendo desde decenas de pipas de opio de oficiales y marineros, disputándole el cielo a las fumarolas del carbón, se volvió una obsesión, y ciertamente esta caricatura llegó a instalarse en las agendas políticas. Algunos vieron que esta situación devolvería a la armada francesa a la situación postrevolucionaria, es decir sin oficialidad competente (en aquella ocasión por las depuraciones políticas de turno), momento donde se gestó buena parte de la leyenda de la marina de guerra británica a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.

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Francia aún vivía la obsesión colonial y el debate ideológico estaba más centrado en si Francia era capaz de crear colonias prósperas, línea divisoria entre las naciones decadentes como España o pujantes como Inglaterra.

Todavía en 1881 cuando se constituye la compañía pública británica British North Borneo Company a la que se le autoriza la implantación del opio en Borneo. En aquella época al menos el 10% de la población china era ya opiómana. El opio era para los colonizados, el fruto que le ofrecía la civilización colonial que se plantaba en la India británica y en las propias colonias para civilizar a la raza amarilla, o más bien sus posesiones, sus tierras y el fruto de su trabajo.

El comercio del opio produjo una singularidad histórica y que consiste en el apartamiento singular de la sociedad y cultura filipino-española de semejante explotación. La agonía del imperio español pudo hacer que sirviera a intereses franceses e ingleses eventualmente incluso en ese tráfico, que España se mantuviera como un poder colonial pasivo, que en franca decadencia y desde 1844 llegase a autorizar que los chinos pudieran fumar opio en Filipinas manteniéndose prohibido para todas las demás etnias y se convirtiera en un monopolio fiscal o estanco. Sin embargo, es inevitable advertir, después de tanto tiempo dejado atrás, el valor de la decisión colectiva de aquellos españoles de dos continentes que no recurrieron al exitoso negocio del comercio y la plantación del opio, la extraña dignidad en medio de la postración y la guerra civil, de que a pesar de todo rechazaron beneficiarse del negocio más lucrativo de Extremo Oriente a costa de la degradación y la fin por el tráfico del opio, la forma química de lo peor de occidente.

La mayor victoria naval española del siglo XIX: España y las guerras del opio | Espejo de navegantes
 
Una historia corta, poco conocida seguramente porque incomoda a todos los bandos:

"Cuando las tropas franquistas tomaron Guernica en 1937, en el marco de la Guerra civil española, se corrió el rumor de que varios falangistas se disponían a cortar el Árbol con hachas, por considerarlo un símbolo nacionalista. El entonces capitán del Tercio de Begoña, Jaime del Burgo Torres (padre del diputado navarro Jaime Ignacio del Burgo) mandó formar un escuadrón de requetés armados con el que rodeó el Árbol e impidió que fuera dañado."
 
otra historia bien curiosa:



EL REINO DEL ÁFRICA de color QUE HABLABA CASTELLANO Y GOBERNABA UN EUNUCO ESPAÑOL​

...hubo un tiempo en el que era el continente africano el que recibía y acogía las corrientes migratorias que salían huyendo de la península ibérica. En el año 818, en la llamada matanza o rebelión del Arrabal (del árabe, al-rabad, suburbio), los cordobeses que vivían en el arrabal se echaron a las calles para protestar contra la subida de impuestos del emir Al-Hakam I. La respuesta de este no se hizo esperar, durante 3 días las tropas del emir se emplearon a fondo: el arrabal fue incendiado y arrasado, más de 3.000 cordobeses fueron asesinados -300 de ellos crucificados- y el resto de los habitantes, más de 20.000, tuvieron que huir de Córdoba, en su mayoría a la ciudad de Fez (en lo que hoy es jovenlandia) donde fundaron un barrio llamado “la ciudad de los andalusíes“. Otro ejemplo sería la expulsión de los judíos en 1492, que huyeron a Navarra, reino en teorí*a todaví*a independiente, a los Balcanes, al Imperio otomano y al norte de África; y la migración que nos ocupa… la de los moriscos.

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Aunque la expulsión definitiva de los moriscos no se produjo hasta 1609, durante el reinado de Felipe III, con el Decreto de Conversión de 1502, por el que los fiel a la religión del amores residentes en la pení*nsula debían convertirse al cristianismo (moriscos) o abandonar la pení*nsula, ya se produjo una primera migración, aunque pequeña, a África. Muchos recelaban de aquella conversión forzosa y, simplemente, aparente (se creía que en la intimidad seguían manteniendo sus costumbres y religión); además, aparecieron los monfí*es (bandidos moriscos) saqueando y asesinando. Los piratas berberiscos vieron que, ahora sí*, debí*an apoyar a los moriscos para herir, en su propia casa, a su mayor enemigo, Felipe II.

El grupo se hací*a cada vez más numeroso, las autoridades locales no podí*an hacer nada, profanaron iglesias, se plantaron a las puertas de Granada… y en 1568 estallaba la guerra de las Alpujarras. Felipe II manda a los Tercios, con don Juan de Austria a la cabeza, a sofocar la revuelta. En 1570 fueron derrotados y desterrados de las Alpujarras por el resto de la pení*nsula. Desde aquel momento, hasta la expulsión, la migración de los moriscos hacia el norte de África fue constante.

Quien acogió a estos emigrantes nacidos en la península, otrora moriscos, que habían mantenido en jaque al todopoderoso Felipe II fue Muley Ahmed al-Mansur, sultán de jovenlandia. Después de organizar y pacificar su territorio, puso sus ojos al sur del Sáhara, de donde partían las caravanas del oro. Para llevar a cabo su proyecto, Muley Ahmed organizó un ejército de unos 4.000 soldados formado básicamente por mercenarios andalusíes, descendientes de aquellos moriscos que huyeron de España, y de cristianos renegados, equipados con armas de fuego (arcabuces) y cuya lengua materna era el castellano. La expedición partió de Marraquech el 16 de octubre de 1590 dirigida por un hombre de confianza del sultán llamado Yuder.

¿Y quién era Yuder?

En una de las muchas incursiones que los piratas berberiscos hicieron en las costas andaluzas, capturaron a un joven -según algunas fuentes llamado Diego de Guevara– nacido en Cuevas de Almanzora (Almería). El joven fue vendido como esclavo en el norte de África y su amo decidió castrarlo. Los avatares de la vida, su determinación y la conversión al Islam, lo convirtieron en hombre cercano al sultán hasta el punto de confiarle aquella misión. El primer obstáculo de aquella arriesgada aventura fue atravesar el desierto por el Tanezrouft, una de las zonas más desoladas del Sáhara, entre las fronteras actuales de Argelia, Mali y Níger, para llegar al otrora reino más poderoso del África de color, el Imperio songhai. Tras varios meses de travesía por el desierto, Yuder y los andalusíes llegan hasta el Níger, y siguiendo su curso se plantaron a las puertas de Gao, la capital.

La abrumadora superioridad numérica y el debilitamiento de un ejército castigo por el largo y tortuoso viaje, hacían presagiar una fácil victoria para los songhai… nada más lejos de la realidad. Aquellas armas que escupían fuego, a las que nunca antes se habían enfrentado los songhai, diezmaron rápidamente las filas de los aguerridos guerreros; otros muchos murieron ahogados mientras intentaban atravesar el río huyendo de las balas… en apenas dos horas, Yunder había tomado Gao. Su próximo destino… Tombuctú (en el actual Mali), la mítica ciudad de la que Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, conocido como León el Africano, decía en “Descripción de África” (1526)…


En Tombuctú se alzan una mezquita extraordinaria y un palacio majestuoso. […] Los habitantes, y especialmente los extranjeros que viven aquí, son extraordinariamente ricos, hasta el punto que el actual rey ha casado a dos de sus hijas con dos de estos mercaderes. Hay muchos pozos llenos de agua muy dulce, y cada vez que el río Níger se desborda, hacen llegar el agua hasta la ciudad mediante acequias. En la ciudad se encuentra grano, leche y mantequilla en abundancia, aunque la sal es muy escasa y tienen que traerla desde las minas de Taghaza, situadas a veinte días de distancia. […] Aquí reside un gran número de doctores, de jueces y otras gentes de gran sabiduría, que viven espléndidamente a cargo del rey. […] Y aquí llegan libros y manuscritos desde la Berbería, que son vendidos por más dinero que cualquier otra mercancía. La moneda de Tombuctú es el oro puro, sin acuñar, sin inscripción de ningún tipo.


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Tomar Tombuctú todavía fue más fácil. Hasta allí habían llegado las noticias de aquellos soldados prácticamente invencibles y a los que los songhai llamaron los Arma (se supone que por asociación con el grito, para ellos ininteligible, de “a las armas” que proferían aquellos soldados venidos del norte cuando entraban en combate). Aunque aquel lugar ya no se parecía tanto al “Dorado africano” que describió León el Africano, ya que era lugar de paso del oro pero no de su destino, Yuder decidió establecerse allí y autoproclamarse gobernador de aquel territorio en 1591 como Yuder Pachá. Asimismo, los Arma se convirtieron en una especie de casta o etnia dominante que perpetuó este dominio casándose con las mujeres songhai mejor establecidas socialmente. La distancia con el sultán de jovenlandia, todo el desierto del Sáhara, le permitió gobernar con cierta libertad, pero receloso de esa autoproclamación y de la posible independencia, Muley Ahmed al-Mansur envió un nuevo gobernador y ordenó a Yuder regresar a Marraquech en 1599, donde fallecería en 1605 sin descendencia -recordemos que lo castraron en su juventud-.

Durante dos siglos, los descendientes de este mestizaje de razas y culturas dominaron, directa o indirectamente, el gobierno de la ciudad y siempre se mostraron orgullosos de sus orígenes. Hoy en día, además de los Arma descendientes directos de aquellos moriscos nacidos en la península ibérica -unos 10.000-, se estima que más de 500 palabras de la lengua songhai provienen del castellano del siglo XVI, e incluso algunos apellidos como García, Esteve o León se dan por aquellos lares.

En reconocimiento a esta pasado conjunto, la Junta de Andalucía financió el conocido como Fondo Kati, los manuscritos que Ali ben Ziyad al-Quti llevó a Tombuctú tras su exilio de Al-Ándalus en 1467, a través de un centro de conservación e investigación en Tombuctú que, tras la guerra que sufrió Malí en 2012, fue prácticamente desmantelado. Ismael Diadié Haidara, patriarca de los Kati, consiguió salvar la mayor parte de aquel legado cultural y repartirlo entre una aldea cercana a Tombuctú, Bamako, la capital del país, y, desde abril de 2012, en la sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH).

Existió un reino en el África de color en el que se hablaba castellano y estaba gobernado por un eunuco español.

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El reino del Ãfrica de color que hablaba castellano y gobernaba un eunuco español - Historias de la Historia
 
Fantastico hilo.
La de cosas de España que habrá por ahí sin que se sepa nada....

escrobiendo por zapatòfono x tapatalk... perdonad las faltas.
 
otra historia bien curiosa:



EL REINO DEL ÁFRICA de color QUE HABLABA CASTELLANO Y GOBERNABA UN EUNUCO ESPAÑOL​

...hubo un tiempo en el que era el continente africano el que recibía y acogía las corrientes migratorias que salían huyendo de la península ibérica. En el año 818, en la llamada matanza o rebelión del Arrabal (del árabe, al-rabad, suburbio), los cordobeses que vivían en el arrabal se echaron a las calles para protestar contra la subida de impuestos del emir Al-Hakam I. La respuesta de este no se hizo esperar, durante 3 días las tropas del emir se emplearon a fondo: el arrabal fue incendiado y arrasado, más de 3.000 cordobeses fueron asesinados -300 de ellos crucificados- y el resto de los habitantes, más de 20.000, tuvieron que huir de Córdoba, en su mayoría a la ciudad de Fez (en lo que hoy es jovenlandia) donde fundaron un barrio llamado “la ciudad de los andalusíes“. Otro ejemplo sería la expulsión de los judíos en 1492, que huyeron a Navarra, reino en teorí*a todaví*a independiente, a los Balcanes, al Imperio otomano y al norte de África; y la migración que nos ocupa… la de los moriscos.

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Aunque la expulsión definitiva de los moriscos no se produjo hasta 1609, durante el reinado de Felipe III, con el Decreto de Conversión de 1502, por el que los fiel a la religión del amores residentes en la pení*nsula debían convertirse al cristianismo (moriscos) o abandonar la pení*nsula, ya se produjo una primera migración, aunque pequeña, a África. Muchos recelaban de aquella conversión forzosa y, simplemente, aparente (se creía que en la intimidad seguían manteniendo sus costumbres y religión); además, aparecieron los monfí*es (bandidos moriscos) saqueando y asesinando. Los piratas berberiscos vieron que, ahora sí*, debí*an apoyar a los moriscos para herir, en su propia casa, a su mayor enemigo, Felipe II.

El grupo se hací*a cada vez más numeroso, las autoridades locales no podí*an hacer nada, profanaron iglesias, se plantaron a las puertas de Granada… y en 1568 estallaba la guerra de las Alpujarras. Felipe II manda a los Tercios, con don Juan de Austria a la cabeza, a sofocar la revuelta. En 1570 fueron derrotados y desterrados de las Alpujarras por el resto de la pení*nsula. Desde aquel momento, hasta la expulsión, la migración de los moriscos hacia el norte de África fue constante.

Quien acogió a estos emigrantes nacidos en la península, otrora moriscos, que habían mantenido en jaque al todopoderoso Felipe II fue Muley Ahmed al-Mansur, sultán de jovenlandia. Después de organizar y pacificar su territorio, puso sus ojos al sur del Sáhara, de donde partían las caravanas del oro. Para llevar a cabo su proyecto, Muley Ahmed organizó un ejército de unos 4.000 soldados formado básicamente por mercenarios andalusíes, descendientes de aquellos moriscos que huyeron de España, y de cristianos renegados, equipados con armas de fuego (arcabuces) y cuya lengua materna era el castellano. La expedición partió de Marraquech el 16 de octubre de 1590 dirigida por un hombre de confianza del sultán llamado Yuder.

¿Y quién era Yuder?

En una de las muchas incursiones que los piratas berberiscos hicieron en las costas andaluzas, capturaron a un joven -según algunas fuentes llamado Diego de Guevara– nacido en Cuevas de Almanzora (Almería). El joven fue vendido como esclavo en el norte de África y su amo decidió castrarlo. Los avatares de la vida, su determinación y la conversión al Islam, lo convirtieron en hombre cercano al sultán hasta el punto de confiarle aquella misión. El primer obstáculo de aquella arriesgada aventura fue atravesar el desierto por el Tanezrouft, una de las zonas más desoladas del Sáhara, entre las fronteras actuales de Argelia, Mali y Níger, para llegar al otrora reino más poderoso del África de color, el Imperio songhai. Tras varios meses de travesía por el desierto, Yuder y los andalusíes llegan hasta el Níger, y siguiendo su curso se plantaron a las puertas de Gao, la capital.

La abrumadora superioridad numérica y el debilitamiento de un ejército castigo por el largo y tortuoso viaje, hacían presagiar una fácil victoria para los songhai… nada más lejos de la realidad. Aquellas armas que escupían fuego, a las que nunca antes se habían enfrentado los songhai, diezmaron rápidamente las filas de los aguerridos guerreros; otros muchos murieron ahogados mientras intentaban atravesar el río huyendo de las balas… en apenas dos horas, Yunder había tomado Gao. Su próximo destino… Tombuctú (en el actual Mali), la mítica ciudad de la que Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, conocido como León el Africano, decía en “Descripción de África” (1526)…


En Tombuctú se alzan una mezquita extraordinaria y un palacio majestuoso. […] Los habitantes, y especialmente los extranjeros que viven aquí, son extraordinariamente ricos, hasta el punto que el actual rey ha casado a dos de sus hijas con dos de estos mercaderes. Hay muchos pozos llenos de agua muy dulce, y cada vez que el río Níger se desborda, hacen llegar el agua hasta la ciudad mediante acequias. En la ciudad se encuentra grano, leche y mantequilla en abundancia, aunque la sal es muy escasa y tienen que traerla desde las minas de Taghaza, situadas a veinte días de distancia. […] Aquí reside un gran número de doctores, de jueces y otras gentes de gran sabiduría, que viven espléndidamente a cargo del rey. […] Y aquí llegan libros y manuscritos desde la Berbería, que son vendidos por más dinero que cualquier otra mercancía. La moneda de Tombuctú es el oro puro, sin acuñar, sin inscripción de ningún tipo.


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Tomar Tombuctú todavía fue más fácil. Hasta allí habían llegado las noticias de aquellos soldados prácticamente invencibles y a los que los songhai llamaron los Arma (se supone que por asociación con el grito, para ellos ininteligible, de “a las armas” que proferían aquellos soldados venidos del norte cuando entraban en combate). Aunque aquel lugar ya no se parecía tanto al “Dorado africano” que describió León el Africano, ya que era lugar de paso del oro pero no de su destino, Yuder decidió establecerse allí y autoproclamarse gobernador de aquel territorio en 1591 como Yuder Pachá. Asimismo, los Arma se convirtieron en una especie de casta o etnia dominante que perpetuó este dominio casándose con las mujeres songhai mejor establecidas socialmente. La distancia con el sultán de jovenlandia, todo el desierto del Sáhara, le permitió gobernar con cierta libertad, pero receloso de esa autoproclamación y de la posible independencia, Muley Ahmed al-Mansur envió un nuevo gobernador y ordenó a Yuder regresar a Marraquech en 1599, donde fallecería en 1605 sin descendencia -recordemos que lo castraron en su juventud-.

Durante dos siglos, los descendientes de este mestizaje de razas y culturas dominaron, directa o indirectamente, el gobierno de la ciudad y siempre se mostraron orgullosos de sus orígenes. Hoy en día, además de los Arma descendientes directos de aquellos moriscos nacidos en la península ibérica -unos 10.000-, se estima que más de 500 palabras de la lengua songhai provienen del castellano del siglo XVI, e incluso algunos apellidos como García, Esteve o León se dan por aquellos lares.

En reconocimiento a esta pasado conjunto, la Junta de Andalucía financió el conocido como Fondo Kati, los manuscritos que Ali ben Ziyad al-Quti llevó a Tombuctú tras su exilio de Al-Ándalus en 1467, a través de un centro de conservación e investigación en Tombuctú que, tras la guerra que sufrió Malí en 2012, fue prácticamente desmantelado. Ismael Diadié Haidara, patriarca de los Kati, consiguió salvar la mayor parte de aquel legado cultural y repartirlo entre una aldea cercana a Tombuctú, Bamako, la capital del país, y, desde abril de 2012, en la sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH).

Existió un reino en el África de color en el que se hablaba castellano y estaba gobernado por un eunuco español.

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El reino del Ãfrica de color que hablaba castellano y gobernaba un eunuco español - Historias de la Historia

¿A qué no adivinas de dónde le venía el apodo de "Yuder"? Piensa mal y acertarás:D
 
El Asedio de Castelnuovo tuvo lugar en 1539 y fue uno de los hechos heróicos más cantados en toda la Europa del siglo XVI. Un Tercio de españoles había defendido, hasta el último hombre, la ciudad de Castelnuovo en la costa adriática contra un ejército de 50.000 turcos.

El origen de este hecho de armas se encuentra en la creación de La Santa Liga contra el turco, por la amenaza que representaba para la cristiandad, y como no, para la ruta comercial de Oriente. La formaban España, Venecia, principal beneficiada, y el Papado. La liga reune una flota y un ejército para destruir el creciente poder turco en el Mediterráneo y en los Balcanes.

Para ello, la flota cristiana, acorrala a la turca en el puerto de Preveza, en la costa albanesa. Al mismo tiempo, un Tercio español de unos 3500 hombres, al mando del maestre de campo Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel, ocupa la plaza de Castelnuovo, actual Herzeg Novi en Montenegro a unos 40 km de la República de Ragusa (Dubrovnik), con el propósito de, una vez derrotada la flota turca, establecer una cabeza de puente por donde avanzar hacia el corazón de los dominios turcos en el continente europeo.

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Sin embargo, en el mar las cosas no salen bien, y la flota turca, al mando de Barbarroja, logra evadir el bloqueo de la flota cristiana y presentarle batalla. Los cristianos empezaban a tener desavenencias y no se toman el enfrentamiento con la suficiente determinación. Tras algunos combates aislados, los cristianos se retiran y los turcos quedan dueños del mar, lo que deja a la Liga en una situación delicada.

Con la alianza ya muy deteriorada, Venecia pide al emperador que se le que se le devuelva la plaza de Catelnuovo por estar situada en su zona de influencia, pero Carlos I se niega y Venecia rompe la alianza. ¿Qué podría haber motivado a Carlos I el negar aquella plaza a Venecia cuando no era de ninguna relevancia estratégica para el Imperio? Quizá la pregunta sea sencilla de contestar: fue un castigo a Sarmiento y a muchos de los soldados de su Tercio, que se habían amotinado con anterioridad en Milán cuando eran integrantes del Tercio Viejo de Lombardía.

En julio de 1539 Barbarroja comenzó los preparativos para asediar la fortaleza de Castelnuovo por tierra y mar. La flota turca, compuesta por 130 galeras, 70 galeotas y 20.000 soldados (de los que 4.000 eran jenízaros), bloquea el acceso al fiordo desde el mar. Por tierra, un ejército de 30.000 hombres dirigido por el Ulema de Bosnia se despliega a espaldas de la fortaleza.

A pesar de su gran superioridad, y de que los defensores no disponían de alimentos frescos, por tener España solo unas decenas de galeras en la costa adriática italiana, los primeros asaltos a la fortaleza son un fracaso. A medida que avanzaban los trabajos de sitio, los españoles veían con preocupación como los turcos se acercaban cada vez más a las murallas. Para intentar retrasar estos trabajos, los españoles deciden llevar a cabo una de las noches una encamisada. Unos 800 españoles, con los blusones blancos sobre sus vestimentas, salen silenciosamente de las murallas y espada y daga en mano cogen por sorpresa a un gran contingente de jenízaros al mando del capitán Agi, uno de los favoritos de Barbarroja, y acaban con todos, capitán incluido, retrasando los preparativos para el ataque a las murallas.

Los turcos, para ganar tiempo, decidieron entonces ofrecer una rendición honrosa a los sitiados, dando paso franco hasta Italia conservando armas y banderas, pero Sarmiento se niega a aceptarla, contestándoles desde la muralla que «viniesen cuando quisiesen». Barbarroja decide entonces recurrir a la famosa artillería de sitio turca, que había ordenado desplegar en lugares estratégicos durante el alto el fuego. A lo largo de varios días los grandes cañones de sitio que un día bombardearon Constantinopla asolaban ahora la plaza de Castelnuovo.

Cuando los turcos asaltaron las ruinas, tras abrir batería, los supervivientes los recibieron, como diría Pérez Reverte, a punta de moharra, espada y vizcaína, repartiendo leña, obligándolos a retirarse de nuevo con grandes pérdidas. En el ataque principal de aquel día los turcos sufrieron 6.000 muertos, por solo 50 los españoles, si bien muchos morirían posteriormente de sus heridas.

Con los muros derruidos por la artillería y expuestos a los ataques turcos, a los españoles no les quedan muchas alternativas. Se decide hacer otra encamisada en el campamento turco.

Esta vez 600 españoles salen de los escombros de Castelnuovo y se adentran en el campamento turco, donde cunde el pánico, provocando una estampida de tal magnitud en las filas otomanas que derribaron entre otras muchas tiendas, la almiranta de Barbarroja. La guardia personal del Almirante, temiendo el desastre, lo trasladaron contra su voluntad y junto con los estandartes a la seguridad de los barcos de la flota situada en el fiordo.

Tras la “razzia”, el asedio continuó. Ni siquiera cuando las estructuras defensivas se desmoronaron y los defensores quedaron reducidos a sólo 600 hombres, se rindieron los españoles. Sarmiento y todos sus capitanes perecieron en los últimos combates. En la última retirada hacia una torre de la ciudadela, le tiraron desde lo alto una soga a Sarmiento para que subiese, a lo que éste replicó “Nunca quiera Dios que yo me salve y mis capitanes mueran”.

Poco después, los 200 españoles, en su mayoría heridos, que aún quedaban en pie se rindieron. Algunos fueron ejecutados allí mismo, poco después de los últimos combates, y el resto fueron enviados como esclavos a Constantinopla, de donde unos 25 escaparon años después en una barcaza, llegando a costas de Sicilia. Los turcos habían perdido la escandalosa cifra de entre 20 y 24 mil hombres, entre ellos todos los jenízaros. Era 6 de agosto de 1539.

Uno de los ejecutados tras la batalla fue el capitán Machín de Munguía, que se había distinguido con su compañía de vizcaínos en la batalla de Preveza, defendiendo a uñas y dientes, con éxito, una galera veneciana averiada y acosada por varias naves turcas. Barbarroja le ofreció trabajar para él o la fin, prefirió la fin y fue decapitado allí mismo. Pérez Reverte le rinde homenaje en la entrega de “Corsarios de Levante” de Alatriste con el personaje llamado Machín de Gorostiola, también al frente de una compañía de Vizcaínos.

Este hecho de armas produjo gran admiración en Europa, comparando a estos españoles con héroes mitológicos, y provocó que se compusieran numerosos poemas y canciones. Estas estrofas son del poeta Gutierre de Cetina:

Que envuelta en vuestra sangre la llevastes;
Sino para probar que la memoria
De la dichosa fin que alcanzastes,
Se debe envidiar más que la victoria


Tercios de España – El Asedio de Castelnuovo (I) | Grupo de Estudios de Historia Militar
Tercios de España – El Asedio de Castelnuovo (II) | Grupo de Estudios de Historia Militar
 
El Cálculo de la longitud geográfica. El secreto de Felipe II que duró 2 siglos.

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Una flota inglesa formada por cinco naves comandada por el Almirante Clowdisley se hundió al chocar con las islas Sorlingas (cerca de Inglaterra) en el año 1707 por un erróneo cálculo de su posición. Concretamente de la longitud. Dos mil hombres perecieron. Siglo XVIII.

Y es que calcular la longitud en medio del océano era un problema para los ingleses todavía en el siglo XVIII. Más bien un problemón. Vale que ahora eso no tiene ninguna dificultad pero hace trescientos años, que un marino calculara correctamente latitudes y longitudes era la diferencia entre llegar a puerto o no llegar, entre saber dónde estás o encontrarte con sorpresas desagradables y en muchos, muchos casos, entre la vida y la fin.

Lo de la latitud estaba más que controlado. Ya hacía siglos que se utilizaban los astros para su cálculo. Pero, claro, para saber en un mapa dónde estabas y donde querías ir necesitabas la otra referencia: La longitud. Y para hallar ese dato las estaban pasando canutas los ingleses desde hacía siglos. Literalmente.

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Y en ello estaban. A raíz del desagradable caso del Almirante Clowdisley y su flota fue cuando en sacaron el famoso Decreto de la Longitud de 1714, en el cual el parlamento prometió un premio de £20.000 (de las de la época) para una solución al problema de cómo calcular la longitud de una manera precisa.

Dicho esto. La pregunta que nos asalta es… ¿Podían los ingleses dominar los Océanos y ser la flota mas poderosa de todos los mares sin saber calcular con precisión un dato esencial de la navegación como es la longitud? Sólo hay una respuesta posible: no. Y avanzaba ya el siglo XVII…



Y sin embargo, lo que son las cosas, el cálculo con exactitud de la longitud no era un problema para los españoles desde hacía dos siglos. Dos siglos.

La principal causa para saber hacerlo es que no hubo más coj… es decir, no había otra opción. Al descubrir el nuevo continente e inaugurar los viajes tras*oceánicos lo de calcular la longitud se hacía fundamental. Un problema que nadie había tenido antes porque nadie había tenido los arrestos para enfrentarse al océano, con lo que la navegación se realizaba básicamente bordeando costas (más o menos lejos).

Pero claro, España (re)descubrió América y puso todo su empeño y lo mejor de su gente en esa tarea. Y luego (re)descubrió el Pacífico y lo recorrió de arriba abajo tanto de ida como de vuelta (el ‘tornaviaje’ entre Manila y Acapulco. Que solo por eso Urdaneta debería tener una estatua en cada capital de medio mundo por acercar de una manera tan crucial los continentes asiático y americano.).

La demostración palpable de que éramos capaces de calcularla era que nuestros barcos llegaban a puerto incluso después de tempestades que a la fuerza te sacaban del rumbo prefijado o más aún que se “mapeara” el Pacífico (con una extensión de una tercera parte del globo terráqueo o cuatro veces el Continente Americano, que se dice pronto…). Enfrentarse a eso (además de con un par) no se puede hacer con garantías si no sabes lo que haces, donde estás y donde vas con extrema exactitud.

Otra prueba más palpable es la edición en el siglo XVI del “Libro de las longitudines y manera que hasta agora se ha tenido en el arte de navegar, con sus demostraciones y ejemplos dirigido al muy alto y poderoso señor Don Phelippe II de este nombre Rey de España” por Alonso de Santa Cruz, Cosmógrafo Mayor tanto de Carlos I como de Felipe II.

La obra de Santa Cruz iba destinada a Felipe II que prohibió de todas, todas la publicación y distribución de la misma. Razón de Estado, dijo (y con más razón que un santo). Para qué dar pistas a los ingleses, franceses y demás que andaban más perdidos que un cocodrilo en un garaje con la navegación oceánica… así que la obra se puso a buen recaudo saliendo a luz en 1921 (de lo bien que la escondieron…) aunque lógicamente sí se enseñaba en la Casa de Contratación.

Alonso de Santa Cruz (un auténtico crack de los que ahora sería Premio Princesa de Asturias o Premio Nobel) fue el primero que dijo que el tras*porte de la hora dentro del barco podía servir para averiguar la longitud. Eso estaba destinado a revolucionar y a sentar las bases de la navegación futura pero sería más adelante porque el primer reloj preciso para tenerlo en un barco llegaría más de doscientos años después.

Santa Cruz trabajaba como cosmógrafo en la Casa de Contratación de Sevilla. Para situarnos, la cosmografía en el siglo XVI era la ciencia que describía las características del universo en forma de mapas, combinando elementos de la geografía y la astronomía. En ella se englobaba todas las materias relacionadas con la navegación oceánica donde era imprescindible una excelente preparación matemática y también de astronomía. El tal Alonso de Santa Cruz también inventaba aparatos para realizar mediciones y facilitar los cálculos de las navegaciones.

No es la única obra de ese estilo, hay más. Y todas dan muestra de la pericia en la navegación que tenían y acumularon los marinos españoles durante más de dos siglos. Pioneros en conectar el mundo a través del peligroso y desconocido mar. La navegación actual es heredera, sin lugar a dudas, de la que entonces hicieron nacer aquellos españoles indómitos y de voluntad férrea que dominaron por primera vez con pericia, sacrificio y ciencia los Océanos.

El Camino Español

PD: Los ingleses fueron tomando el testigo de los españoles como referentes en navegación a partir de mediados del siglo XVII. Más de doscientos años después de iniciada la navegación oceánica. Pero no debemos olvidar que lo realmente meritorio, esto es conectar el mundo por mar, ya lo habíamos hecho al completo los españoles. Una herencia, conseguida con muchísimos sacrificios y con lo mejor de nuestros científicos y marinos, puesta a disposición de toda la humanidad. No deberíamos dejar que caiga en el olvido algo que pertenece a los españoles de otra época y de los que deberíamos sentirnos orgullosos.

El Cálculo de la longitud geográfica. El secreto de Felipe II que duró 2 siglos.
 
Asi a bote pronto poca gente sabe el Principe neցro se paseo por España para dar por saco y que tan pronto como llego se marcho. Incluso algun historiador se averntura a decir que le ofrecieron la corona del Reino de Galicia...
 
DESCUBREN PLAN DE ESPAÑA PARA INVADIR AUSTRALIA EN 1793​

Encuentran documentos que revelan un plan de Carlos IV por quitarle Australia a los ingleses, con una gran armada.

Por barco o por tierra y desde América hasta el interior de Europa, los militares españoles han entrado en combate a por todo el orbe y a lo largo de la historia. Y se han enfrentado a los más variados enemigos, desde imperios enteros en Mesoamérica, hasta feroces samuráis en el Oriente. No obstante, siempre ha habido una parte del mundo que ha quedado fuera de las ansias de conquista de los soldados españoles. Nos referimos a Ausralia. Por lo menos eso es lo que se creía hasta la publicación de los aportes de Chris Maxworthy, miembro de una prestigiosa asociación historiográfica australiana. Y es que, según reportes del portal Daily Telegraph, este estudioso ha hallado varios documentos en los archivos de la marina española, que revelarían un plan español para conquistar Australia en 1793.

Y así, Carlos IV sería el artífice de este proyecto bélico, para el cual pensaba enviar nada menos que una armada de 100 barcos. Carlos IV estaba deseoso de arrebatar el vasto territorio australiano de las manos de los arrogantes lords británicos y así, trasladar el campo de enfrentamiento con los ingleses a las regiones del Pacífico. Todo lo anterior quedaría revelado en la documentación descubierta por Maxworthy.

Este insólito plan de conquista, tomó una forma más definida tras una década, luego de que, en 1780, el capitán James Cook, perteneciente a la Royal Navy, tomara para los británicos la vasta geografía de Australia. También retomó fuerza el proyecto de Carlos IV, al saber que Gran Bretaña resolvió hacer de la isla un gran presidio, para aliviar los miles de convictos que saturaban las cárceles inglesas.

Maxworthy detalla que el plan incluía atacar la ciudad de Sidney desde las colonias españolas ubicadas en Sudamérica, con una armada de cien navíos de tamaño mediano. Lo que buscaba España era disputar a Inglaterra la supremacía del Pacífico invadiendo esta zona del mundo y así evitar que los ingleses afectarán los intereses comerciales españoles tanto en Filipinas como en América del Sur.

A final de cuentas, tal y como sucedió con proyectos similares de conquista por parte de Francia y Holanda, el plan de España para arrebatarle Australia a los ingleses no se llevó a cabo. El motivo principal de esa renuncia, fue por la gran dificultad de realizar esta bélica empresa y por considerar que las características geográficas de Australia no eran las más idóneas para arriesgar tanto por ella.

Descubren plan de España para invadir Australia en 1793
 
Gabriel de Castilla, el descubridor de la Antártida

» El duelo antártico entre Amundsen y Scott o la gran historia de supervivencia de Ernest Shackleton son algunas de las inolvidables historias vividas en el continente blanco a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En la actualidad, la Antártida continúa atrayendo a numerosos investigadores y su descubrimiento sigue siendo un eterno enigma.

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Expedición Terra Nova

El 18 de enero de 1912, Robert Fancon Scott, Edward A. Wilson, H. R. Bowers, Edgar Evans y Lawrence Oates, miembros de la expedición Terra Nova, alcanzaron su objetivo de llegar al Polo Sur, pero fracasaron en su intento de ser los primeros en conquistarlo. Ante ellos se encontraba ondeando la bandera noruega del explorador Roald Amundsen, quien había logrado la gran hazaña cinco semanas antes.

“Me temo que el viaje de regreso va a ser terriblemente agotador y monótono“, escribió en su diario Scott el 19 de enero. Estas palabras reflejaban el gran desánimo de los expedicionarios tras haber perdido su duelo antártico y a la vez vaticinaban los terribles acontecimientos que arrastrarían a los cinco camaradas a perecer en el desierto de hielo. Ocho meses después, el 12 de noviembre de 1912, un grupo de rescate descubrió el cuerpo de Scott y junto a él su diario, una obra publicada en 1922 que inmortalizó la gran hazaña y las penurias de los héroes británicos.

El duelo antártico de Amundsen y Scott o la historia de supervivencia de Ernest Shackleton, quien logró salvar a sus 27 compañeros atrapados en el hielo, son algunas de las grandes aventuras protagonizadas en el bello aunque inhóspito continente austral, un lugar cuyo descubriendo aún sigue generando polémica entre los historiadores.

Gabriel de Castilla nació en Palencia en 1577 en el seno de una familia noble descendiente de los reyes de Castilla. Siendo muy joven ingresó en la milicia, embarcó como capitán de Artillería hacia Nueva España y a bordo del buque San Francisco exploró parte del territorio desconocido de Chile.

En 1596, su primo hermano don Luís de Velasco y Castilla, virrey del Perú, le nombró general de El Callao y posteriormente fueron requeridos sus servicios para socorrer al gobernador García Óñez de Loyola en la guerra del Arauco.

Por aquel entonces exploradores españoles y portugueses habían avanzado en el descenso por el continente americano. Entre ellos destacan Díaz de Solís, quien llegó hasta el Río de la Plata; Magallanes, el descubridor del peligroso paso del Atlántico hacia el Pacífico; Sarmiento de Gamboa, que alcanzó Punta Arenas en el extremo de Chile; y Francisco de Hoces, el valiente marino que se adentró en las aguas desconocidas hasta más al sur a bordo del buque San Lesmes.

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Islas Melchor

En el año 1603, el virrey de Perú ordenó al militar palentino dirigir la Armada del Sur y proteger las costas de Chile de los ataques de los corsarios, ya que en aquellas aguas abundaban sobre todo los piratas holandeses. Gabriel de Castilla partió de Valparaíso al mando de los navíos Jesús María, Nuestra Señora de la Visitación y Nuestra Señora de las Mercedes y emprendió una aventura memorable.

Durante la travesía una fuerte tormenta le obligó a salir de su ruta empujándolo más allá de los 55º de latitud sur, la posición que en 1525 alcanzó el primer descubridor del paso al sur del cabo de Hornos, Francisco de Hoces.

Laurenz Claesz, marinero holandés y ex miembro de la desastrosa expedición de Jakob Mahu, declaró haber “navegado bajo el Almirante don Gabriel de Castilla con tres barcos a lo largo de las costas de Chile hacia Valparaiso, i desde allí hacia el estrecho, en el año de 1603; i estuvo en marzo en los 64 grados i allí tuvieron mucha nieve. En el siguiente mes de abril regresaron de nuevo a las costas de Chile”. Sin embargo, otra versión indica que divisaron las islas Shetland del Sur, a las que denominaron las Islas de La Buena Nueva en honor al nombre del barco en el que viajaban.

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Isla Decepción

Por otro lado, en 1622 se publicó un texto en tres idiomas en Ámsterdam, en el cual se afirmaba que a los 64º Sur hay ¨tierra muy alta y montañosa, cubierta de nieve, como el país de Noruega, toda blanca, que parecía extenderse hasta las islas Salomón¨. Estos detalles coinciden con la descripción de las islas Melchor, situadas en la bahía de Dallman en la Antártida.

A día de hoy aún no se han encontrado en los archivos documentos que confirmen de forma irrefutable la gesta de Gabriel de Castilla, así que esta teoría no es reconocida totalmente por la comunidad científica. Sin embargo, resulta curioso que circulasen descripciones muy concretas de unos territorios que oficialmente no fueron descubiertos hasta el siglo XIX.

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Placa conmemorativa en la base Gabriel de Castilla

El 20 de diciembre de 1989 se creó en la isla Decepción (Shetland del Sur) el refugio Gabriel de Castilla, unas instalaciones que diez años después pasaron a considerarse base militar y sirven de apoyo a los investigadores que desarrollan los proyectos científicos en la zona austral. Además, en este recinto se puede contemplar una placa conmemorativa situada en el monumento que sirve de apoyo a los mástiles de las banderas. De este modo se sigue recordando la historia del valiente español que surcó las frías aguas del fascinante y desconocido continente blanco hace más de cuatro siglos.

Gabriel de Castilla, el descubridor de la Antártida | España Buenas Noticias
 
La conquista de Albania por la compañia blanca de Navarra en 1376.

Bah, no tan desconocido ;) , de esto hay hasta película:

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Y veo y subo: el fuerte de Santa Teresa de Mosé: un refugio en Florida para los esclavos huídos de las colonias inglesas del este de Norteamérica.

Norteamérica, han retornado a la Corona española. Unidades irregulares norteamericanas intentan resistir: los Florida Patriots. Una tropa española los aplasta. ¿Española? Son españoles sus uniformes y banderas, pero son todos neցros. Descendientes de los mismos que desde 1738 formaban la milicia de color, española, de Santa Teresa de Mose, “the black fortress of freedom”, donde los esclavos de Carolina huían para acogerse al cobijo español. Un episodio desconocido de nuestra Historia.


San Agustín está en el extremo norte de Florida, junto a Carolina del Sur. Fue el punto más septentrional de las posesiones españolas en la costa este norteamericana. Cerca de allí está el antiguo Fuerte de Santa Teresa de Mose. Hoy se conoce al lugar como the black fortress of freedom, “la fortaleza de color de la libertad”, y se celebran festejos en memoria de aquel lugar y sus ocupantes.

La historia empieza a mediados del siglo XV. Los Pilgrim Fathers, los primeros colonizadores ingleses, aún no se han establecido en Norteamérica. Faltan cuarenta y dos años para que nazca la colonia pionera de Jamestown. España lleva medio siglo explorando la Florida, desde que allí pusiera el pie en 1513 Ponce de León. Ante la presencia de hugonotes franceses en la zona, España decide establecer una base fija. Es don Pedro Menéndez de Avilés quien desembarca en 1564 y funda la ciudad de San Agustín. Los españoles instalan allí un núcleo cuyo primer nombre es Misión de Nombre de Dios. Es el primer lugar de Norteamérica donde se celebra una misa. El sitio queda bajo la advocación de Nuestra Señora de la Leche, la Virgen lactante. Hoy se llama Our Lady of la Leche.

<strong>Cuando los esclavos neցros de Norteamérica querían ser españoles</strong> - El Manifiesto

Los neցros querían ser españoles

San Agustín es un lugar de frontera. Se vive bajo la permanente amenaza inglesa. El corsario Drake arrasó la ciudad en 1586, pero los españoles no se marcharon de allí. Luego vino el ataque del pirata John Davies, y después los asaltos de los ingleses en 1702 y 1740. Ninguno consiguió echar de allí a los españoles. Y empezó a pasar algo insólito: a medida que la colonización inglesa se establecía en el área y desarrollaba plantaciones con el trabajo de los esclavos neցros, San Agustín se convirtió en objetivo de los esclavos fugitivos. Carolina del Sur estaba al lado. Los neցros que se atrevían a huir no querían otro destino: la Florida española.

¿Acaso en España no había esclavitud? Sí la había, como en las colonias inglesas. Y los neցros eran también su principal mano de obra. Pero el régimen de la esclavitud bajo ley española era sensiblemente más suave que en la corona británica. Los esclavos, en el ordenamiento español, podían tener dinero propio para comprar su libertad, podían llevar a sus señores ante los tribunales –generalmente con la mediación eclesiástica-, podían mantener íntegra a su familia en caso de venta a otro dueño… Y sobre todo, en esa Florida española donde había esclavos neցros en mejores condiciones que en Carolina, había además otros neցros que no eran esclavos, sino hombres libres. Las crónicas de la conquista citan con alguna frecuencia el caso: entre las huestes de conquistadores españoles no era inusual encontrar neցros, gente que había sido vendida como esclava por los fiel a la religión del amores, o que había huido de África, y que aparece ahora en la América española en condición de esclavos liberados por sus dueños o, simplemente, de hombres libres.

Las primeras fugas de esclavos neցros de Carolina se producen hacia 1687. Se sabe que el primer grupo que llega a Florida estaba compuesto por ocho hombres, dos mujeres y un niño. En poco tiempo, el número de evadidos se eleva ya al centenar. La Corona española está resuelta a acoger a los fugados. Y una vez bajo ley española, los esclavos son puestos en libertad. Carlos II otorga en 1693 una cédula que dice así: “Dando libertad a todos, tanto a los hombres como a las mujeres, sea ello ejemplo de mi liberalidad y dé lugar a que otros hagan lo mismo”. Como el número de evadidos crece, los españoles establecen una fortaleza: el Fuerte de Santa Teresa de Mose, donde se constituye la primera comunidad de color libre de Norteamérica. Para los jovenlandeses de la colonia inglesa, el establecimiento de Santa Teresa de Mose era un símbolo de esperanza.

Aquel asentamiento, hoy conocido como Fort Mose, tiene su propia fuerza militar: en 1738 se crea, bajo bandera de España, una milicia de color con oficiales no sólo españoles, sino también de la propia raza, como el capitán Francisco Menéndez, antiguo esclavo evadido. Esa milicia defenderá no sólo la frontera española en Florida, sino también la propia libertad de sus integrantes.

La vida de la Florida nunca fue tranquila. En 1763 se entregó la región a Inglaterra por un acuerdo internacional. Entonces los defensores de Fort Mose embarcaron hacia Cuba junto a los pobladores de procedencia española. La mayoría se instalaron en Matanzas, donde continuaron su vida como hombres libres. Allí viven hoy sus descendientes. Pero Florida volvió a manos españolas en 1784, y algunos de aquellos neցros de Fort Mose regresaron a San Agustín. Cuando algunos colonos norteamericanos –los “Florida Patriots”- trataron de oponer resistencia, fue esta milicia de color la que asentó el dominio español. Florida fue española hasta 1821, cuando Fernando VII la vendió a los Estados Unidos.

Hoy San Agustín es una ciudad norteamericana donde se habla inglés, pero no hay que escarbar mucho para encontrar la huella española: los nombres de las calles, la catedral, los giros y modismos de la lengua popular… hasta las terrazas de los bares y la misa de doce. En 1991 los museos de historia locales inauguraron una exposición itinerante que cuenta lo que fue aquello: Fort Mose: America's Black Fortress of Freedom.

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fuente de las imágenes: La Florida de España, Fuerte Mose
 
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El fuerte de Santa Teresa de Mose lo tenia en mente para hablar del otro día, una historia muy pero que muy interesante

A día de hoy los descendientes de esos esclavos siguen rememorando la historia vistiendo los ropajes de las tropas españolas cada aniversario.

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Conferencia sobre el tema hace poco tiempo: el lugar de nacimiento de la Libertad:

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y placa en lugar:

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Libro sobre el tema: Fuerte Mose: El baluarte de la libertad de color en la America colonial.
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