La falla entre Gran Canaria y Tenerife vincula el origen de las Islas con el Atlas
Tres geólogos españoles conectan, en una revista británica, el vulcanismo canario con los movimientos tectónicos en África para explicar la génesis del Archipiélago
11 de enero de 2018
Hay una fractura submarina entre Gran Canaria y Tenerife y se conoce tiempo atrás, pero recientes mediciones en la zona permiten ahora vincular el origen volcánico de las Islas al movimiento de la placa tectónica del Atlas. "Proponemos que la génesis de las islas Canarias estuvo muy condicionada por un contexto de tectónica de desgarre, probablemente relacionado con el movimiento tectonismo Atlas (...), aunque el vulcanismo no se desarrolló necesariamente durante los períodos de extensión tectónica", concluyen los geólogos Isabel Blanco-Montenegro, de la Universidad de Burgos; Fuensanta G. Montesinos y José Arnoso, de la Complutense de Madrid, en un artículo publicado ayer en la revista Scientific Reports, perteneciente al Nature Publishing Group.
Bajo el título Las anomalías aeromagnéticas revelan el vínculo entre el magmatismo y la tectónica durante la formación temprana de las islas Canarias, la investigación afronta la antigua discusión sobre el proceso geológico del Archipiélago, aparte del obvio origen volcánica. Si la corriente predominante atribuye la formación de Canarias, todavía en curso, a la existencia de un punto caliente bajo la corteza terrestre que emite el magma hacia la superficie mientras la placa de las Islas se desplaza hacia el este, Blanco-Montenegro, Montesinos y Arnoso se aproximan a la hipótesis que achaca el surgimiento del Archipiélago a los movimientos tectónicos, que explicarían el rápido crecimiento de algunas ínsulas.
Para ello, los geólogos de Madrid, miembros del grupo de investigación Geodesia de la Complutense, y Burgos revisaron los datos obtenidos por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) durante un estudio aeromagnético del Archipiélago realizado durante 1993, en concreto, una sobresaliente anomalía en el área submarina del edificio volcánico de Gran Canaria. Según el artículo, la zona bajo el agua de la Isla representa alrededor del 90% del volumen total de Gran Canaria, es decir, de 35.000 a 40.000 kilómetros cúbicos frente a los 824 kilómetros cúbicos sobre la superficie marina.
Más exactamente, los tres científicos centraron el análisis en un cuerpo rocoso al noroeste de la Isla con polaridad inversa a la actual orientación magnética en el hemisferio norte del planeta, a diferencia de los materiales circundantes, lo que apunta al surgimiento del magma a través de la falla en un momento inicial del crecimiento insular durante una etapa geológica de la Tierra con los polos en posición opuesta a la contemporánea. "Los resultados sugieren que el volumen de este cuerpo probablemente oscile de 2.100 y 8.100 kilómetros cúbicos, con un valor central de 5.100 kilómetros cúbicos", cifra que "representa una proporción aproximada del 6 al 21% del volumen total del edificio volcánico, lo que sugiere que la aparición de este cuerpo magmático podría haber sido un evento muy relevante en la historia volcánica de Gran Canaria", estima el artículo de la revista británica sobre la anomalía, con una dirección este-nordeste a oeste-suroeste y a una profundidad de 6.000 a 13.000 metros bajo el lecho marino.
A su juicio, "la forma alargada de este cuerpo magmático sugiere la existencia de una gran fractura de la corteza terrestre en la parte central del archipiélago canario entre Tenerife y Gran Canaria. Esta fractura habría favorecido el rápido ascenso y emplazamiento de magmas durante un intervalo de tiempo con una duración de 0,5 a 1,9 miles de años, en una era anterior a los 16 millones de años, durante la que la polaridad del campo magnético de la Tierra era inversa", destacan en sus conclusiones Isabel Blanco-Montenegro, Fuensanta G. Montesinos y José Arnoso tras recordar que "la primera evidencia sobre la existencia de una falla con tendencia nordeste-suroeste" correspondió al estudio de los científicos británicos Bosshard, E. & MacFarlane, D. J en 1970.
Para los geólogos españoles, "la extraordinaria coincidencia entre el estudio gravimétrico de Bosshard & MacFarlane y nuestros modelos aeromagnéticos prueba tanto la presencia de un elemento tectónico importante en este área como su influencia en la evolución temprana de la Isla". Tras apuntar que la actividad sísmica de Canarias también se asocia con la falla entre las islas capitalinas, los autores recuerdan que la investigación en 1992 de Mézcua, J., Buforn, E., Udías, A. y Rueda, J. sobre un terremoto en mayo de 1989, con una magnitud 5,2, observó un eje de tensión principal con una orientación norte-noroeste a sur-sureste, por lo que atribuyeron el origen del temblor al deslizamiento de una falla entre Gran Canaria y Tenerife.
Además, "la ubicación [de la falla] también concuerda con el límite sur de la microplaca de jovenlandia que se definió como la prolongación del sistema de falla Trans-Alborán desde África a la zona de fractura atlántica a través del archipiélago canario y cuya existencia fue propuesta por Mantovani, E., Viti, M., Babucci, D. & Albarello, D para explicar la dinámica de placas de África y Eurasia" en un estudio publicado durante 2007, añaden Blanco-Montenegro, Montesinos y Arnoso para avalar su tesis sobre la vinculación del origen de las Islas con los movimientos tectónicos de placa del Atlas, ya sugerida en la investigación firmada por Anguita, F.. Hernán, F. en 2000. No obstante, "merece la pena precisar que, aunque esa falla entre Tenerife y Gran Canaria no haya estado activa en tiempos recientes ni lo esté hoy, nuestro modelo magnético indica que condicionó el ascenso del magma en la parte central del archipiélago durante las primeras etapas de crecimiento de la isla de Gran Canaria".
En definitiva, "los resultados no contradicen la teoría de punto de acceso para el origen del magmatismo canario, pero indudablemente introducen el papel de la tectónica cortical regional en la génesis de las Islas para explicar dónde y cómo esos magmas llegaron a la superficie y construyeron los edificios volcánicos", concluye el artículo de los geólogos españoles Isabel Blanco-Montenegro, Fuensanta G. Montesinos y José Arnoso en la revista británica Scientific Reports.